jueves, 30 de mayo de 2019

Reseña: Cómic Injustice. Gods Among Us Año 1-5 / Injustice: Ground Zero / Injustice 2

Para promocionar el videojuego Injustice (juego de lucha entre los superhéroes más famosos de DC) DC Comics empezó a publicar una serie semanal de cómics digitales a principios de 2013. Las primeras semanas no tuvo un gran impacto, pero para cuando salió el videojuego ya lideraba las listas de ventas de medio mundo, y así siguió durante el siguiente medio año hasta finalizar el “Año Uno”. Incluso el formato físico vendía mes a mes mejor que muchas otras series regulares. La historia del cómic comienza cuando el Joker decide dejar Gotham y consigue destruir Metropolis con una bomba nuclear, asesinando a cientos de miles de personas, entre las que se incluye a Lois Lane, el amor de Superman, que para mayor dramatismo estaba embarazada. Totalmente sobrepasado por la pérdida y el dolor Superman asesina al Joker. Además, después de reflexionar sobre lo sucedido y cómo se podía haber evitado, decide tomar la iniciativa y ejercer mayor control sobre la Tierra y sus gobiernos, empezando por desarmar nuclearmente a todos los países y acabar con las guerras. Muchos miembros de La Liga de la Justicia, como Wonder Woman, Flash o Linterna Verde le seguirán y apoyarán en este nuevo rumbo, pero otros encabezados por Batman defenderán la libertad y el libre albedrío de la humanidad.

Sólo hace falta un mal día para volver loco al más cuerdo de los vivos, decía el Joker en La broma Asesina. Y esa es la idea de partida con la que arrancamos Injustice, una obra en la que Superman, de una forma lenta y magistral, empieza a perder el control y se convierte, a pesar de sus buenas intenciones, en un tirano. La idea de un planeta dominado por un grupo de superhéroes no es nueva, Kingdom Come es quizás la referencia más obvia, también podríamos hablar de Irredeemable, guionizado por Mark Waid. Y el uso de la violencia al límite, del fin justifica los medios, despierta ecos de la obra El Regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller, un guionista que siempre flirtea con el lado más fascistoide y radical de sus personajes.

El guionista Tom Taylor es el verdadero elemento cohesionador del cómic, Taylor demuestra en cada punto del guión que conoce perfectamente a los personajes y eso lo plasma de manera brillante en los diálogos y monólogos en los que da un voz creíble a cada uno de los superhéroes posicionados en uno u otro bando. Podemos observar la misma brillantez en planos largos en los que se representa la acción superheroica, como en los cortos, usando capítulos de transición, en los que busca perfilar la psicología de los personajes ahondando en sus sentimientos y motivaciones.

Si Año Uno nos cuenta la llegada al poder de Superman, en Año Dos se nos presenta su batalla contra los Guardianes del Universo, los creadores de los Green Lantern, que no consienten la tiranía de Superman. Año Tres comienza con el protagonismo del mago menos poderoso pero más carismático del Universo DC: John Constantine. Con la excusa de que la única debilidad de Superman, aparte de la kriptonita, es la magia, se hará un repaso excepcional a todos los personajes que engloban la dimensión mágica de DC y su sello Vertigo: Zatanna, Klarion, Etrigan, el Doctor Destino, el Doctor Oculto, Raven, Trigon, Madame Xanadu, el Detective Chimp. Deadman…

Sin embargo, el cambio de guionista a mitad de saga pasa factura a esta línea argumental, dando una sensación menos cohesionada que los dos volúmenes anteriores. Aun así Injustice: Año Tres es un cómic más que correcto, que sigue explorando y ampliando esta interesante distopía que surge como producto derivado de un videojuego y que acaba teniendo mucho más interés por mérito propio. Hay que hacer una mención especial al número con el que se despide Taylor de la serie: Para el hombre que lo ha perdido todo. En este número Superman está atrapado dentro de un sueño mágico en el que el Joker no llegó a cometer las atrocidades que dan origen a este universo y Lois sigue viva. Un homenaje explícito al famoso cómic del mismo título de Alan Moore, una de las historias más representativas de la historia del personaje.

            Por desgracia a partir de aquí el cómic y las ideas desplegadas decaen demasiado. El Año Cuatro es una lucha contra los dioses del Olimpo, espectacular pero argumentalmente superficial y vacuo. Y el Año Cinco ya nos muestra a un Superman totalmente desatado, tiránico y que asesina a sangre fría. Su transformación, sin embargo, ha resultado creíble, lenta, apuntalada por pequeñas acciones, sucesos y situaciones límite, no en vano llevamos más de cien números de historia y, después de leerlos, te preguntas cómo es posible que los guionistas de Juego de Tronos pretendieran meter con calzador en apenas dos capítulos el cambio de personalidad de Daenerys cuando con tiempo y talento es posible gestionar casi cualquier cosa. Pero no nos desviemos del tema.

Cronológicamente hablando después hay que leer Injustice Zona Zero (una especie de oda a Harley Quinn, personaje bastante importante en Injustice y cuya vicisitudes en la historia enlaza con Injustice 2), y luego, por último, Injustice 2, donde Superman ya ha sido derrotado por el bando de Batman y es necesario reconstruir la Tierra y devolver el gobierno a los países. Lástima que Ra's al Ghul, Gorilla Grodd, Atrocitus y Brainiac tengan otros planes. Aparece también el personaje de Supergirl y Athanasia Al Ghul (hija de Batman). El cómic vuelve a ser vehículo de marketing para la secuela del videojuego homónimo, pero esta vez no consigue sorprender con sus cliffhanger y arcos argumentales; resulta más bien un pastiche de ideas sin desarrollar donde el dibujo y la presentación de personajes son la única meta.

            En resumen: una buena idea muy bien desarrollada, al menos los tres primeros años, que luego se viene abajo por el cambio de guionista y la acumulación de sagas. Para leer los cómics os dejo un enlace a todos ellos vía MEGA. Están en formato .cbr, solo hay que descargarse un programa para visualizarlos (GonVisor, por ejemplo), y además estos cómics tienen la ventaja de que al venderse primero en formato digital se planificaron para que pudieran leerse de forma cómoda en tablet u ordenador.

lunes, 20 de mayo de 2019

Reflexión sobre Juego de Tronos y su episodio final 8×06 (Spoilers)

¿Cuándo se convirtió esta ficción televisiva arriesgada y novedosa en un fenómeno comercial y efectista? La serie se ha dado de bruces con dos escollos a los que no ha podido hacer frente: por un lado, las expectativas de un fandom nacido en las novelas y que se multiplicó nada más estrenarse en pequeña pantalla; y, por otro, que los showrunners David Benioff y Dan Weiss no han sabido estar a la altura de George R. R. Martin.

A partir de la sexta temporada, sin la orientación de Martin, Benioff y Weiss respondieron al éxito invirtiendo su creciente presupuesto en espectacularidad y CGI: dragones, batallas apoteósicas, violencia refulgente, todo ello en detrimento del arco argumental de los personajes y la propia trama. Olvidaron que Juego de tronos enganchó con una primeras temporada sin presupuesto pero fiel adaptación de las novelas. Pese a que ha sido ahora, en la octava temporada, cuando los fans se han llevado las manos a la cabeza con las resoluciones apresuradas y lo predecible del desarrollo de la trama, este es un problema que, a pesar de Hodor y el portón, la Batalla de los Bastardos o la muerte de Meñique, venía arrastrando desde hacía varios años.


¿Ha sido Juego de tronos una serie redonda? No. La fantasía dinástica que cautivaba en las novelas de Martin y en las primeras temporadas de la ficción ha desembocado en un blockbuster televisivo predecible; y cuando han intentado ser impredecibles se ha vuelto precipitada e inverosímil. ¿Ha sido Juego de tronos una serie sobrevalorada? Hasta cierto punto, pero su legado es innegable: ha hecho grande a la pequeña pantalla, la ha igualado al cine en calidad, inversión y ambición y, solo por eso, estamos en deuda con ella. Ha creado momentos que son ya historia viva de la pequeña pantalla, desde la Batalla de Aguasnegras, hasta el paseo de la Penitencia de Cersei, pasando por el nacimiento de los dragones de Khaleesi, la impactante Boda Roja, la decapitación de Ned Stark o el envenenamiento de Joffrey en la boda púrpura, este fenómeno nos ha regalado episodios memorables.

Su final ha estado aquejado de los mismos problemas de toda la temporada: tramas apresuradas, explicar con diálogos lo que tendrías que mostrar con guión, cierta torpeza en la forma de gestionar a unos personajes que parecen títeres y la búsqueda de una espectacularidad mal entendida. Sin embargo, en conjunto, el episodio resulta satisfactorio (quizás por el alivio que ha supuesto que no haya resultado tan terrible como temía). Sansa reina ahora en el Norte, Arya ha puesto rumbo al oeste de Poniente y Jon Nieve completa su utilidad argumental acabando con la vida de una Daenerys que promulgaba la libertad desde la tiranía y se convirtió en una genocida en apenas dos capítulos (para los fans de este personaje ha sido una temporada atroz). Un final apresurado y a la vez sosegado, agridulce por todo lo que conlleva el final de una historia, pero bastante naif por la forma en que trata a los personajes supervivientes.

Echaremos de menos esta serie, quizás no han conseguido hacer justicia con sus últimas temporadas a la obra de George R. R. Martin, pero ha sido un espectáculo audiovisual muy disfrutable. Además, tranquilos, HBO no va a soltar su presa y ya en el horizonte de Poniente se vislumbran tres spin-off. Tenemos Juego de Tronos para muchos años. Y yo, a pesar de todas las quejas y críticas que he hecho, las esperaré entusiasmado. ¡Larga vida a Poniente, sus Seis Reinos, el Reino del Norte y el Pueblo Libre!


sábado, 18 de mayo de 2019

Reseña + Película: ‘Martyrs’, del director Pascal Laugier

Una joven llamada Lucie escapa de un viejo y desolado edificio donde había sido encarcelada y maltratada físicamente por un largo período de tiempo. No hay signos de abuso sexual, y los autores y sus motivaciones siguen siendo un misterio. Lucie es internada en un orfanato, donde entabla amistad con una joven llamada Anna. Lucie tiene graves secuelas psicológicas y tiene visiones donde una mujer desfigurada y cubierta de cicatrices le persigue. Quince años después cree reconocer a sus captores e irrumpe en su casa armada con una escopeta.

Una única excepción a la intrascendencia aparente de la historia es la espectacular forma en que Pascal Laugier escenifica el desequilibrio mental de Lucie, dotando su estado de perturbación de una terrorífica presencia física. Ese es el único recurso puramente argumental que sobresale por encima de la orgía de violencia y sangre con la que arranca ‘Martyrs’. Poco importa que no sepamos absolutamente nada de lo ocurrido durante esos quince años que han llevado a Lucie y Anna a su situación actual. Poco importa que no conozcamos la naturaleza de la relación entre ambas y que, difícilmente, podamos sentir empatía por ninguna de ellas, porque lo importante de la película es poner a prueba la resistencia del espectador a través de una serie de secuencias planteadas como auténticos tour de force, y que, muy probablemente, supondrían de forma individual el punto álgido de cualquier otra película de terror al uso. Ahí reside por tanto el atractivo de su propuesta, en reivindicar la belleza de la ultraviolencia en sus cuotas más altas a través de un gore sucio y perturbador, pero estéticamente brillante.

Sin embargo, cuando aún seguimos intentando digerir las sensaciones extremas a las que acabamos de hacer frente en tan poco tiempo, Pascal Laugier decide llevar ‘Martyrs’ a un nuevo plano de horror, totalmente distinto al experimentado hasta el momento. Nos adentramos en una película distinta, con una media hora final de la que no quiero hacer ningún tipo de spoiler y que solo el espectador más valiente y avezado en esta clase de propuestas podrá descubrir, disfrutar y/o padecer.

‘Martyrs’ es una película intrépida, arriesgada y destinada a crear polémica. Su capacidad para impactar y sobrecoger está fuera de toda duda y es por ello que la recomiendo encarecidamente. Añadir que la película nunca llegó a tener distribución comercial en nuestro país, por lo cual la única manera de disfrutarla es en versión original con subtítulos. Añado un enlace al final de la reseña.


Reseña + Película: ‘Ghostland’, del director Pascal Laugier

Tras seis años de ausencia en las carteleras, Pascal Laugier regresa con ‘Ghostland’ (2018), su cuarta película de terror y una que parece cerrar un ciclo temático que el director francés ha mostrado prácticamente desde el principio de su carrera. Esta producción franco-canadiense es, con toda seguridad, uno de sus mejores trabajos y una prueba de que el director de ‘Martyrs’ (2008) sigue siendo quizás el más interesante de todos los cineastas salidos de aquella fiebre por el terror francés que llegó a su punto máximo hace una década.

Es poco lo que se puede decir del argumento sin revelar detalles importantes, así que sólo puedo hablar de los puntos generales: invasión domiciliaria, tragedias familiares y, como viene ocurriendo por lo general en las películas de este director, una joven y decidida protagonista femenina que se enfrenta a un horror bajo la forma de una violencia terrible y en apariencia arbitraria. Al igual que ocurre en el resto de cintas de Laugier, hay un giro sorpresa en el argumento que redimensiona todo ante nuestros ojos, pero que se da en la mitad de la película y no al final como normalmente ocurre.

A pesar de que algunos elementos revelan un bajo presupuesto, la película tiene una estética y producción magistrales con esa enorme y vieja casa llena de muñecos antiguos que le da una apariencia de terror de feria. Esta estética constituye uno de sus principales atractivos y convierte a esta en una película visualmente hermosa a pesar de que todo lo que ocurre es terriblemente desagradable. Por otro lado es precisamente ese nivel de violencia lo que nos hace empatizar con la situación de las protagonistas, y aleja esta cinta del terror nihilista, frío y taxidérmico de ‘Martyrs’.

Brutal, ofensiva, cruel para con sus personajes y sin condescendencia con el público a pesar de que recurre a varios estereotipos del cine de terror, ‘Ghostland’ es una de las mejores cintas de Pascal Laugier hasta la fecha. El estreno en España es el veintiséis de julio, pero podéis disfrutarla en versión original con subtítulos en el enlace que añado al final de la reseña.


jueves, 16 de mayo de 2019

Mini-reseña: El Arte De Llevar Gabardina, de Sergi Pàmies

El escritor, traductor y periodista Sergi Pàmies (nacido en París en 1960, donde sus padres vivían exiliados) es un intelectual catalán lúcido e independiente, autor de una vasta producción, galardonada con innumerables premios, en la que destaca especialmente el género narrativo corto, ha publicado recientemente (primero, en catalán, y luego, traducida al castellano y editada por Anagrama) El arte de llevar gabardina, una colección de trece relatos de marcado carácter autobiográfico, en los que realidad y ficción se confunden y se aderezan con unos toques de distanciada ironía y de elegante humor.


Las relaciones paternofiliales, el oficio de escritor, los recuerdos de una infancia marcada por la militancia antifranquista de sus padres (ella, Teresa Pàmies, una de las mejores escritoras en lengua catalana del siglo XX; él, Gregorio López, dirigente histórico del PSUC), el trauma de la separación conyugal, la rememoración de la vida en pareja, los achaques físicos y las obsesiones hipocondríacas son los temas recurrentes de un autor que, tal vez, no domina el arte de llevar gabardina como Humphrey Bogart o como Alain Delon, pero sí posee la elegancia en la escritura y la sana capacidad de reírse de sí mismo.

Lo descubrí durante mi estancia en Barcelona, y también porque es el traductor de Amélie Nothomb en España. Casi todas las entrevistas que tiene son en catalán, y son una gozada por su sentido del humor e ironía; para los que tengan curiosidad he encontrado está en castellano.

Reseña: Octava temporada Juego de Tronos (episodios 1-5) SPOILERS

Como ya he comentado en Twitter con esta entrada no pretendo sentar cátedra ni hacer proselitismo, puedes estar o no de acuerdo conmigo, pero mi intención es el simple divertimento de escribir sobre una serie que, para bien o para mal, está resultando bastante polémica en su conclusión. Esa tendencia de enfrentamiento agrio entre hooligans y haters me parece de lo más estéril que existe: ni por criticar algo eres un hater que no sabe disfrutar de las cosas, ni por afirmar que te encanta eres un fanboy sin criterio con unas tragaderas pantagruélicas. Es una serie de ficción en la cual, aparte de la suscripción de HBO, no aportamos nada, y aunque la ofuscación que produce unas expectativas maltratadas es comprensible (ahí está mi bilis en la reseña de Endgame), mi prioridad es realizar una crítica constructiva. Aclarado este punto, vamos a ello:

Los dos primeros capítulos son bastante interesantes, el primero es introducción, recordatorio de las motivaciones de los personajes, reencuentros y colocación del tablero después de más de año y medio desde la última temporada. Quizás para una temporada de solo seis capítulos, gastar uno de ellos en esto no ha sido una gran decisión, y quizás esto lastra bastante el resto de la temporada. En cuanto al segundo, también me gustó bastante, todo lo que sea seguir el arco argumental de los personajes, sus interacciones, las conversaciones a la luz del fuego con esa tensión contenida antes de la batalla inminente, me parece geniales, engrandecen a los protagonistas y consiguen que sintamos empatía hacia sus matices, anhelos y propósitos.

Llegamos al tercero. Un capítulo cuya mayor polémica fue su oscuridad, impidiendo en muchas ocasiones seguir la acción con comodidad. Podríamos justificarlo afirmando que el streaming de HBO no estuvo a la altura, y que quizás ver los capítulos en un portátil o en un monitor de veinte pulgadas de ordenador no sea la mejor opción. Yo me descargué el episodio al día siguiente (casi 4GB, la máxima calidad), lo vi en mi televisión de 40 pulgadas 2K y seguía viéndose excesivamente oscuro. Todos entendemos la decisión de crear una atmósfera que provocase miedo y tensión, y que la contraposición con el fuego de las armas de los Dothraki, o cuando Melisandre prende las barricadas funciona muy bien. Pero un episodio cuyo epicentro es la acción donde las escenas de lucha entre dragones no se pueden disfrutar porque solo ves nubes y ventiscas, o donde hay bastantes momentos en los que no se distingue nada, solo los movimientos epilépticos de cámara siguiendo las aglomeraciones de caminantes blancos, me temo que a nivel de producción y fotografía es un episodio fallido. Pero ese no es el problema principal. El gran leitmotiv de la serie, la frase «Winter is Coming» (título del primer episodio de la serie) implicaba que la amenaza de los Caminantes Blancos y el Rey de la Noche era lo esencial, el épico combate que llevábamos años esperando. Y lo cierran de una forma tan anticlimática que causa estupor. No solo porque es Arya (viva el fanservice de red social) quien lo mata cuando se supone que es Jon Nieve y su resurrección la que va a propiciar ser el protagonista de la leyenda, sino que además lo justifican de una forma casi igual de absurda: Arya está atrapada en una habitación, herida y atontada, llega Melisandre, le hace recordar una conversación, y veinte minutos después, sin saber cómo, da un salto en plan superhéroe y le mata. Fundido en negro. Créditos.

En el episodio cuatro ya se empieza a mascar la tragedia: todo es un maniqueo movimiento de títeres por parte de los guionistas: crear situaciones artificiales y sorpresivas que provoquen la reacción de los personajes hacia la casilla adecuada. Hasta los diálogos son simples excusas para explicar en voz alta lo que van a hacer. Falta verosimilitud, todo resulta demasiado forzado, como esos videojuegos cuyas fases son un largo y lineal pasillo de sentido único repleto de enemigos. Tiene momentos épicos, indudablemente, pero resulta tendencioso, apresurado y simplista.

Y llegamos al polémico quinto episodio donde todo lo anterior estalla ante los atónitos ojos del espectador. Tiene cosas buenas, indudablemente, a nivel visual es prodigioso, no en vano la serie tiene entre doce y quince millones de dólares de presupuesto por episodio. La parte final de Daenerys Targaryen destruyendo la ciudad es brutal. Arya luchando por su vida, la utilización de la cámara, cuando encuentra a la madre y su hija convertidas en cenizas, el alegórico caballo blanco al que se acerca antes de salir de la ciudad… todo esa parte es emocionante, vibrante y funciona a la perfección.

Ahora vamos a la parte negativa, básicamente de lo que todo el mundo está hablando, antes de la cual recomiendo ver este vídeo, una hermosa oda poética a Daenerys: https://www.youtube.com/watch?v=3AqJB3sqCFc
Por un lado, seamos francos: todos sabíamos que Cersei perdería la guerra y que luego habría una confrontación entre Jon Nieve y Daenerys por el Trono de Hierro; su relación surgió demasiado rápido y además esta pareja no tienen nada de química, cuando Kit Harington le dice que la quiere con su habitual inexpresividad de ficus, ¿alguien es capaz de emocionarse? Pero, en cualquier caso, ¿convertir a Daenerys en una genocida en apenas dos episodios era la solución más creativa para provocar ese conflicto o solo una chapucera búsqueda del efectismo?

Quizás la raíz del problema es que hay dos tipos de narradores: por un lado están los plotters, que son los que detallan al máximo los puntos por los que debe transcurrir la narración incluso antes de escribir una sola palabra, y después están los pantsers, que son aquellos que siembran semillas con los personajes y se dejan llevar por el proceso de escritura. En esta división, Benioff y Weiss son plotters y George R. R. Martin es un pantser. El problema, insisto, es que para Benioff y Weiss es más importante el sorpresivo desenlace que la verosimilitud de los personajes. Tañen las campanas de Desembarco del Rey, anunciando la rendición, y Daenerys, la 'rompedora de cadenas' que libera a los esclavos de Meereen, la que hablaba de liberar al mundo de los tiranos, la que rehuía los atajos e incluso perdonaba a los traidores, se convierte en una parodia de sí misma, en un títere que se sacrifica en favor del espectáculo y mata a sangre fría a decenas de miles de inocentes. ¿Hubiera sido un buen final con el desarrollo adecuado? Por supuesto, pero convertir a Daenerys en una genocida en apenas dos episodios, por muchas motivaciones que puedas acumular, funciona en un cómic no en una narración seria. La construcción de personajes a la que nos tenía acostumbrados George R. R. Martin trabaja con otro ritmo y resulta mucho más compleja; lo genial de está historia es la verosimilitud y evolución coherente de cada personaje. Os pongo un ejemplo: Sansa Stark, su evolución se fue gestando a lo largo de varias temporadas, muy poco a poco, y no solo por la catarsis de un trauma; por eso el personaje resulta tan fascinante ahora, porque su crecimiento no es forzado, al revés, resulta coherente. Esto es lo que sucede cuando pones a los personajes como prioridad, tejiendo la historia a su alrededor.

Por fortuna no soy fanático de esta serie. Disfrute de los libros hace años (el último Danza de Dragones, en 2012, fue una enorme decepción que, curiosamente, no provocó con su mediocridad apenas revuelo por las redes sociales), y aunque he seguido la serie, no ha sido hasta la quinta temporada (material inédito para mí) que empecé a engancharme. Por ello estoy disfrutando, o más bien padeciendo su final de una forma más templada, sin esperar demasiado e intentado disfrutar de la experiencia. Como Daenerys nunca ha sido para mí un modelo de empoderamiento femenino ni nunca he pensado en poner a mi hija su nombre, el hecho de que hayan destrozado su personaje no me importa demasiado. Tampoco me importan algunas muertes ridículas, las involución de personajes como Jon Nieve o Tyrion, las escenas fanservice que no casan en absoluto con el tono y ritmo anterior que tenía la serie o esa idea de romanticismo anticlimático, extemporáneo y sin sentido que deja la muerte de Cersei junto a Jaime (cargándose el ciclo narrativo de redención del personaje). Lo que sí es cierto es que mi suspensión de incredulidad tiene un límite y resulta decepcionante que una producción de ocho temporadas se vaya a pique porque los guionistas hayan dado más prioridad a sorprender al espectador medio que en respetar con un mínimo de verosimilitud el devenir de sus personajes. Al igual que resulta estúpido querer acelerar tanto las cosas reduciendo los episodios de esta temporada a seis.

Pero incluso en estas circunstancias he sacado algo positivo, algo que nunca pensé que fuera a decir: he vuelto a estar interesado en saber cómo va a acabar los libros George R. R. Martin, porque estoy seguro que, a pesar de la falta de ideas y ganas, cualquier cosa que publique será mucho mejor que esto. Ver para creer.

Podría alargarme más, pero he encontrado unas reseñas que explican todo esto muchísimo mejor que yo, por tanto os recomiendo encarecidamente que deis una oportunidad a los vídeos que añado al final de esta entrada y os apuntéis al canal; el análisis del episodio cinco lo sacará hoy por la tarde. Un saludo a todos.



domingo, 12 de mayo de 2019

Reseña: ¡Sálvese quien pueda!: El futuro del trabajo en la era de la automatización, de Andrés Oppenheimer

Dentro de veinte años el empleo no será nada parecido a lo que es ahora. La entrada en el mundo laboral de los robots, la inteligencia artificial, la realidad virtual y la biotecnología cambiará el escenario de tal forma que se perderán entre el 23 y el 47% de las profesiones que hoy conocemos. Unos porcentajes que varían dependiendo de la fuente que los emita (Universidad de Oxford, la OCDE o diferentes expertos del mundo laboral), pero que reflejan una realidad palpable, y es que la tecnología es el verdadero arma competitiva en la actualidad, más allá de los recursos o las materias primas.

Oppenheimer explica en su libro '¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización' los problemas a los que los campos profesionales deben hacer frente cuando el uso de robots se generalice. Se considera “tecnoptimista”, ya que está en nuestra mano llegar a un mundo más justo en el que la riqueza esté mejor repartida, aunque también advierte que la transición hacia el futuro será dura y traumática, los robots van a sustituir a los humanos no solo en tareas repetitivas y mecánicas, sino en profesiones tan cualificadas como el periodismo, la abogacía o la medicina.

“En la actualidad hay máquinas inteligentes que ya están haciendo las cosas mucho mejor que los humanos. Por ejemplo, en el periodismo. En el libro cuento cómo en Estados Unidos las noticias de resultados electorales, de empresas o de partidos de segunda división de fútbol ya son escritas por algoritmos. Depende de qué ocupación se trate, las máquinas ya nos superan en muchos aspectos hoy en día, y cada vez más en las próximas décadas.”

“Uno podría pensar que una labor como la de los jueces no podría ser sustituida. Pero ya hay estudios realizados que muestran que los algoritmos toman decisiones judiciales mucho más ecuánimes en determinados casos. En Israel se hizo un experimento con varios jueces de tráfico a lo largo de un período de varios meses. A las nueve de la mañana eran súper magnánimos, a medida que avanzaba la mañana se ponían más irritables y tenían más hambre; era casi siempre a partir de las doce del mediodía cuando ponían las multas más severas. Luego, se iban a comer, volvían de buen humor y a ser muy magnánimos en sus veredictos. Y a medida que avanzaba la tarde, se cansaban más, tenían más hambre y su carácter era más severo. Un algoritmo no se cansa, no tiene hambre, no le baja el azúcar, y puede hacer este tipo de labores con mucha más ecuanimidad que un juez humano. Hay muchos trabajos que pensamos que finalmente serán suplantados, otros no. Por ejemplo, los maestros. Todo lo que tenga que ver con impartir conocimientos va a ser robotizado.

Aquí en Estados Unidos se presentó al Profesor Einstein, un robot pequeño que enseña matemáticas, física y química y puede impartir conocimientos mejor que un humano porque no se cansa. Tampoco tiene horario de trabajo. No tiene sentido que un niño aprenda quién descubrió América de la boca de un maestro, porque todo lo que sea recibir conocimientos ya puede hacerlo con música o vídeos. Y de una forma más entretenida, más didáctica. Todo lo que tiene que ver con transmitir información ya lo va a hacer un robot. Los maestros van a seguir existiendo, solo que ahora harán algo mucho más importante: reinventarse como educadores que van a ayudar a los niños a encontrar su vocación, inculcarles valores éticos y morales o el trabajo en equipo. Los maestros ya no van a ser transmisores de información sino formadores del carácter de los jóvenes.”

“Una de las sorpresas más llamativas que hallé a la hora de hacer este libro es que los países más afectados no van a ser los más industrializados o desarrollados, como pensaba en un primer momento, sino los grandes dependientes de las industrias manufactureras, como China o México, porque lo primero que van a hacer de manera más fácil son los trabajos mecánicos o repetitivos. Pero cuidado, que en países como España también va a haber una gran crisis por esto. Por ejemplo, en el sector turístico. Fui a Japón y vi que los hoteles y restaurantes eran atendidos por robots. Y aunque todos los camareros no van a desaparecer de España, este tipo de servicios están a punto de caer. Entré en un hotel japonés en el que los conserjes eran robots. En total, había solo una persona para gestionar un complejo hotelero de 100 habitaciones. Yo no digo que toda la industria se vaya a robotizar, pero sí que tendrá un fuerte impacto. Ya no va a hacer falta el contacto con el camarero para pedir el menú o tener mesa.

“Los robots son cada vez más inteligentes y más baratos. Están todos conectados a la nube y todos aprenden de sus respectivos aciertos y errores. Todas las tecnologías nacen y tienen un crecimiento sostenido hasta que se disparan. En 2007 se introdujo el smartphone y su comercialización se disparó, y hoy en día dependemos de nuestros iPhone para todo. No podríamos pensar nuestra existencia sin un teléfono inteligente. La tecnología normalmente tiene un periodo de latencia y de repente se masifica. Eso es lo que está pasando ahora con los robots, ya han pasado su fase de espera, ahora se van a extender. De alguna forma es parecido a la evolución científica de los seres humanos, solo que en este caso va muchísimo más rápido. Parece que lo que nos ha costado siglos a nosotros, a las máquinas tan solo les costará unas pocas décadas. La transición hacia un mundo automatizado va a ser traumática y va a fomentar la desigualdad social.”

viernes, 10 de mayo de 2019

Reseña: El imperio final, de Brandon Sanderson (Saga Nacidos de la bruma 1)

En ‘Imperio Final’ seguimos el papel que desempeña la aparentemente desamparada Vin, una superviviente de las calles que ha acabado formando parte de una banda de delincuentes y que pertenece a un pueblo campesino esclavizado por la nobleza conocido como los skaa. La acompañaremos durante casi setecientas páginas mientras descubre sus poderes alománticos y toma parte en una conspiración para acabar con el terrible Lord Legislador, una suerte de divinidad que gobierna desde hace siglos todo el mundo conocido utilizando a los misteriosos y siniestros inquisidores, figuras con clavos en lugar de ojos cuyo control de esta alomancia parece sobrehumano.

Kelsie, un nacido de la bruma, es decir alguien capaz de dominar las diez ramas de la alomancia frente a los brumosos que solo pueden practicar una de ellas, ha decidido liberar a los skaa y de paso acabar con este Lord Legislador, para lo que no dudará en entrenar a Vin y enseñarle todo lo que sabe. No obstante, sus planes son un poco más descabellados de lo que deja entrever en un principio.

La trama a priori parece simple e infantil: una serie de personajes de escasa importancia se revela contra una gran figura de poder y con el sistema que le rodea. Se trata de una fórmula que ya ha repetido en varias ocasiones y que forma parte de títulos como ‘El aliento de los dioses’ o la novela juvenil ‘Steelhearth’. Sin embargo, para enriquecer toda esta historia y este universo ha desarrollado uno de los sistemas de magia más interesantes que ha visto la fantasía moderna: la alomancia es la verdadera protagonista de toda la saga, una suerte de alquimia corporal que los brumosos y los nacidos de la bruma pueden realizar ingiriendo y después quemando ciertos metales en el interior de sus cuerpos para obtener poderes como manipular las emociones, empujar y atraer metales o potenciar sus capacidades físicas, entre otras. Lo divertido como lector es ir aprendiendo cómo funciona este curioso recurso que Sanderson explota hasta sus últimas consecuencias, y que le permite escribir algunas de las escenas de acción más brillantes dentro del género.

            De hecho en ‘Imperio Final’ todo parece haber sido pensado para resultar grandioso sin perder credibilidad. Incluso se permite el lujo de incluir un epílogo en el que, a la manera de la novela policiaca, ata los posibles flecos sueltos y aclara ciertas licencias creativas. Probablemente ‘Nacidos de la Bruma’ sea una de las mejores obras para adentrarse en el trabajo de Brandon Sanderson, no solo por el claro ejemplo arquetípico de su obra, sino también por las opciones que abre a nuevas lecturas a través del resto de la saga y secuelas.

En cuanto al lenguaje, más que pulido resulta sencillo, efectista. A lo largo de toda la obra su estilo funciona como una mera herramienta que sacrifica su calidad a favor de la espectacularidad de la trama. Con Sanderson no tenemos nada de la emotiva prosa épica de otros escritores como Patrick Rothfuss, ni una voz propia, cínica y refrescante como la de Joe Abercrombie, ni veremos una trama retorcida, brillante y plagada de giros inesperados a lo George R.R. Martin, pero tendremos escenas y situaciones tan espectaculares y vistosas que no tendremos que esforzarnos demasiado para mantener la atención y visualizar en todo momento lo que ocurre. Ya es a gusto de cada cual opinar -con cierto cinismo- que eso explica su éxito comercial, y que parte de su talento se difumina al limitarse a crear un artificio espectacular y refulgente pero que esconde cierta vacuidad y linealidad.

            ¿Mi opinión? Brandon Sanderson es a la fantasía épica lo que la saga Fast & Furious o Misión Imposible a las películas de acción: no son obras de arte pero cumplen sobradamente su cometido de entretener. Ya elegirá el lector otro momento para leer a Thomas Mann o Dostoievski. O tal vez no.

jueves, 9 de mayo de 2019

Reseña: La espada del destino, de Andrzej Sapkowski (Saga Geralt De Rivia 2)

La espada del destino es el segundo volumen de la saga Geralt de Rivia. En este libro podemos encontrar los mismos elementos que en El último deseo: personajes y ambientaciones muy trabajados y con un trasfondo interesante, mitología de Europa del este y central y, sobre todo, un uso inteligente de la ironía y el sentido del humor.

            La estructura de la obra está dividida en diferentes relatos con tramas más equilibradas entre sí en comparación al anterior libro, Sapkowski sigue aportando más complejidad a sus personajes principales, por ejemplo Jaskier tendrá un papel mucho más importante, tomando decisiones y ejerciendo mucha más influencia sobre Geralt de Rivia y los sucesos que van aconteciendo. Mientras que en El último deseo las escenas estaban dotadas de cierto misterio que recreaba un halo místico, en La espada del destino Geralt y el resto de personajes, incluida la hechicera, se humanizan mucho más al profundizar en su psicología ante situaciones que requieren decisiones morales o éticas para su solución.

La trama se compone de seis relatos: “Las fronteras de lo posible” donde Geralt se debatirá entre la decisión moral de asesinar a un dragón, último de su especie, y donde entrarán en juego la ambición, la crueldad, la avaricia y violencia del resto de personajes. “Esquirlas de hielo” es un relato introspectivo de Geralt en el que se trata su relación con Yennefer. Geralt debe enfrentarse a Istredd, un hechicero que también está profundamente enamorado de ella. “Fuego eterno” donde Jaskier y Geralt deben solucionar el problema de un mímico. Seguramente el relato con más humor del conjunto. “Un pequeño sacrificio”, Geralt y Jaskier acuden a un pueblo pesquero para ayudar a un príncipe a comunicarse con su amante, una sirena. “La espada del destino”, en este relato se presenta a un personaje importante ya que su influencia en Geralt es notable. Ciri, la joven niña perdida en el bosque de las dríadas. Un relato intenso y cargado de emoción. Y por último “Algo más”, uno de los mejores, donde Geralt es herido gravemente y mientras viaja en el carro del mercader que ha salvado, la fiebre le hace soñar o recordar escenas con los demás personajes principales, dando lugar a escenas de catarsis e introspección. Un relato que abre las puertas a la siguiente novela.

En conclusión, La espada del destino es un libro que explota todo lo que Sapkowski prepara en El último deseo y deja tanto la trama como los personajes preparados para iniciar una de las sagas más interesantes de la fantasía épica contemporánea. Mención necesaria de nuevo a la excelente e impresionante labor de traducción directamente desde el polaco de José María Faraldo.

Reseña: El último deseo, de Andrzej Sapkowski (Saga Geralt De Rivia 1)

            Cada mes me propongo algún tipo de reto literario y para mayo he decidido leerme el volumen completo de las Tragedias de Shakespeare y también la saga completa de Geralt De Rivia (ocho volúmenes). Lo segundo está motivado porque llevo ya un par de años con la idea de meterme de lleno con el videojuego The Witcher 3 Wild Hunt, que argumentalmente sucede unos años después de esta saga, por lo que me ha parecido lógico leerme primero los libros antes de empezar con el juego. Pero dejémonos de excentricidades personales y vamos a por la reseña.


Cuando alguien menciona a los grandes autores contemporáneos de fantasía, parece obviar a Sapkowski. Da la sensación de que solo sabemos hablar de George R. R. Martin, Patrick Rothfuss, Joe Abercrombie, Brent Weeks, Brandon Sanderson… pero, ¿y el autor polaco? Es curioso que en España Sapkowski sea de sobra conocido pero en el mercado anglosajón su saga Geralt de Rivia todavía ni siquiera haya sido publicada por completo en inglés.

El último deseo no es una novela al uso. No tiene una única trama y sería más acertado definirla como un compendio de cuentos protagonizados por Geralt. No están cronológicamente relacionados y su hilo conductor en el presente es un Geralt que guarda reposo en un templo y va recordando diferentes hazañas y aventuras que ha vivido a lo largo de su vida. Estos diferentes relatos, además de servir presentar a los personajes principales y afianzar la personalidad del brujo, nos presentan un mundo donde los clichés de la fantasía se retuercen y se trasforman en una parodia de sí mismos. Elfos que son vagabundos enfermos convertidos en bandoleros y repudiados por la sociedad; la humanidad ganando el terreno a la magia, erradicando en su desarrollo a monstruos y mutantes; los hechiceros parecen sacados de una novela de Pratchett: cobardes, traicioneros y codiciosos; y los brujos, una antigua orden de mutantes que se dedica a cazar monstruos por dinero, está en el tramo final de su decadencia.

La ambientación es medieval y oscura. Si conocéis los cuentos de los hermanos Grimm y parte de la mitología germánica, estas novelas están repletas de detalles muy interesantes. Sapkowski reinterpreta estos cuentos y folklore de forma gamberra, irónica y muy satírica, Blancanieves no es una joven y dulce joven esperando un beso de un príncipe, sino una prostituta que ha embaucado a siete enanos gracias al sexo para que roben y maten para ella. Hay un capítulo en concreto, donde aparecen los elfos por primera vez, en que vemos una escena que podría ser perfectamente la escena de una novela de Mundodisco, en la que Geralt tiene que echar a un diablo de unas tierras labriegas porque, simple y llanamente, se caga en ellas.

El estilo y ritmo de Sapkowski es excelente, mezcla momentos de grosera tosquedad con otros muy poéticos, y es capaz de transportar al lector no sólo a un mundo de fantasía, sino a hacerlo palpable, físico y tangible. Naturalmente según vamos avanzando en los relatos la trama se va volviendo más profunda, compleja,. El traductor José María Faraldo consigue adaptar las voces de cada personaje y estrato social con gran maestría. ¿Este personaje es un paleto que apenas puede recordar su nombre? Faraldo se la juega y le proporciona un dialecto que nos resultará muy familiar y que le da a la novela coherencia y credibilidad, además de ensalzar el estilo de Sapkowski.

Sapkowski es considerado uno de los autores de fantasía que han escapado de la sombra de Tolkien y del encuadre de la fantasía clásica. ¿Espada y brujería? ¿Fantasía épica? La novela es complicada de clasificar debido a su carácter renovador de la fantasía. Su interpretación ética y moral de una realidad muy cercana a los valores de una sociedad contemporánea hace que Geralt se enfrente a conflictos como la intención de una civilización por erradicar todo aquello que sea amenazador o diferente para la misma, el papel de los políticos en las comunidades o el uso de la violencia como remedio para la violencia con un tono adulto y ajeno a simplificaciones.

En resumen, El último deseo es el inicio de una saga fantástica, referente dentro del género y en la literatura, y que no debería pasar desapercibida para ningún lector.


lunes, 6 de mayo de 2019

Bilogía “Deja que ocurra”, autora Alice Kellen.

He de reconocer que tengo debilidad por la escritora @alicekellen_, la descubrí el año pasando buscando libros románticos de new Adult, algo ligero para descansar de los ensayos y libros de filosofía que suelo leer, y me encantó su forma de narrar, de plasmar la problemática sentimental de sus personajes. Me gusta porque tiene un estilo ameno y directo pero sin caer en lo vulgar, sentimental pero sin ser demasiado cursi, incluso es capaz de mezclar en las pocas escenas de sexo que hay en sus libros cierta romanticismo naif con brusquedades de novela erótica. Lo mejor, sin duda, es la creación de personajes, se vale para ello de dos características: capítulos cortos con mucho diálogo interior, y mezclar las dos voces narrativas protagonistas (masculina y femenina, cuyas taras y dificultades sentimentales provocan adicción y ganas de saber cómo van a conseguir salir de sus atolladeros existenciales.

Como soy una persona obsesiva el año pasado me leí todos sus libros (siete) y por supuesto cuando tuve la noticia de la salida a principios de año de esta bilogía (un libro dividido en dos partes, el primero en febrero, el segundo salió hace unos días), caí en la tentación de reservarlos. A todos los que os guste este género os lo recomiendo, además es una autora española y creo que apoyar a autores patrios que vienen de la autoedición para que puedan vivir de la escritura es muy necesario y gratificante.

De los dos volúmenes he de reconocer que el que más me ha gustado ha sido el primero, pero están cosas son muy subjetivas, y a fin de cuentas “Todo lo que somos juntos” lo he leído en apenas un par de días. Si os animáis a comprarlo y os gusta probad también con el libro titulado: “El día que dejó de nevar en Alaska”, otra maravilla dentro de los cánones del género en el que se mueve. Espero que los disfrutéis tanto como yo. Y, por último, gracias a @alicekellen_ por seguir sacando libros cada año, aunque inflames mi corazón decadente con un romanticismo tan ideal y maravilloso que al terminar tus libros solo pueda sentirme frustrado al ver lo poco habitual que resulta en la vida real.