Cuando alguien menciona a los grandes autores contemporáneos de fantasía, parece obviar a Sapkowski. Da la sensación de que solo sabemos hablar de George R. R. Martin, Patrick Rothfuss, Joe Abercrombie, Brent Weeks, Brandon Sanderson… pero, ¿y el autor polaco? Es curioso que en España Sapkowski sea de sobra conocido pero en el mercado anglosajón su saga Geralt de Rivia todavía ni siquiera haya sido publicada por completo en inglés.
El último deseo no es una novela al uso. No tiene una única trama y sería más acertado definirla como un compendio de cuentos protagonizados por Geralt. No están cronológicamente relacionados y su hilo conductor en el presente es un Geralt que guarda reposo en un templo y va recordando diferentes hazañas y aventuras que ha vivido a lo largo de su vida. Estos diferentes relatos, además de servir presentar a los personajes principales y afianzar la personalidad del brujo, nos presentan un mundo donde los clichés de la fantasía se retuercen y se trasforman en una parodia de sí mismos. Elfos que son vagabundos enfermos convertidos en bandoleros y repudiados por la sociedad; la humanidad ganando el terreno a la magia, erradicando en su desarrollo a monstruos y mutantes; los hechiceros parecen sacados de una novela de Pratchett: cobardes, traicioneros y codiciosos; y los brujos, una antigua orden de mutantes que se dedica a cazar monstruos por dinero, está en el tramo final de su decadencia.
La ambientación es medieval y oscura. Si conocéis los cuentos de los hermanos Grimm y parte de la mitología germánica, estas novelas están repletas de detalles muy interesantes. Sapkowski reinterpreta estos cuentos y folklore de forma gamberra, irónica y muy satírica, Blancanieves no es una joven y dulce joven esperando un beso de un príncipe, sino una prostituta que ha embaucado a siete enanos gracias al sexo para que roben y maten para ella. Hay un capítulo en concreto, donde aparecen los elfos por primera vez, en que vemos una escena que podría ser perfectamente la escena de una novela de Mundodisco, en la que Geralt tiene que echar a un diablo de unas tierras labriegas porque, simple y llanamente, se caga en ellas.
El estilo y ritmo de Sapkowski es excelente, mezcla momentos de grosera tosquedad con otros muy poéticos, y es capaz de transportar al lector no sólo a un mundo de fantasía, sino a hacerlo palpable, físico y tangible. Naturalmente según vamos avanzando en los relatos la trama se va volviendo más profunda, compleja,. El traductor José María Faraldo consigue adaptar las voces de cada personaje y estrato social con gran maestría. ¿Este personaje es un paleto que apenas puede recordar su nombre? Faraldo se la juega y le proporciona un dialecto que nos resultará muy familiar y que le da a la novela coherencia y credibilidad, además de ensalzar el estilo de Sapkowski.
Sapkowski es considerado uno de los autores de fantasía que han escapado de la sombra de Tolkien y del encuadre de la fantasía clásica. ¿Espada y brujería? ¿Fantasía épica? La novela es complicada de clasificar debido a su carácter renovador de la fantasía. Su interpretación ética y moral de una realidad muy cercana a los valores de una sociedad contemporánea hace que Geralt se enfrente a conflictos como la intención de una civilización por erradicar todo aquello que sea amenazador o diferente para la misma, el papel de los políticos en las comunidades o el uso de la violencia como remedio para la violencia con un tono adulto y ajeno a simplificaciones.
En resumen, El último deseo es el inicio de una saga fantástica, referente dentro del género y en la literatura, y que no debería pasar desapercibida para ningún lector.
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