lunes, 29 de abril de 2019

Videos conspiranoicos y la Ley d'Hondt.

Como suele ser habitual me he equivocado en mi porra electoral, no pensé que el PP pudiera caer tanto, en cuyo caso elucubraba que sería VOX el beneficiado y no Ciudadanos. En cualquier caso ahora tendremos un mes de exabruptos y cuando terminen las elecciones municipales ya veremos qué sucede. Parece difícil un acuerdo PSOE-Ciudadanos, pero con la veleta naranja uno no puede estar seguro de nada. Lo más “coherente” sería una investidura en solitario del PSOE al segundo intento por mayoría simple, y luego acuerdos puntuales en los Presupuestos y algunas leyes con UP, ERC y PNV. Pero visto lo visto no me atrevo a vaticinar nada.

Pasando a otro tema la fórmula que existe en España para repartir los escaños después de unas elecciones es la Ley d'Hondt, un sistema electoral que distribuye los escaños dentro de una circunscripción de manera proporcional. Divide el número de votos emitidos para cada partido entre el número de cargos electos con los que cuenta cada provincia, es decir cada división territorial y de ahí que el voto de los electores no valga lo mismo en todas las circunscripciones. Esto implica que cada partido necesita diferentes números de votos para lograr un escaño, dejo el listado:

Compromís  172.751 votos
Vox     111.548 votos
Unidas Podemos    89.091 votos
ECP    87.819 votos
Ciudadanos 72.571 votos
JxCat  71.091 votos
Cca-PNC       68.598 votos
ERC    67.690 votos
PP       66.000 votos
PNV    65.771 votos
Bildu  64.710 votos
PSOE  60.819 votos
Na+    53.562 votos
PRC    52.197 votos 

Aquí la parte “divertida”, los siguientes partidos a pesar de sus votos no consiguen ni siquiera un escaño:
Pacma           326.045 votos
Front Republicà     113.008 votos
BNG   93.810 votos

Naturalmente en sus inicios tanto Ciudadanos como Podemos hablaban de cambiar la ley electoral por otra más justa, hasta que empezaron a ser beneficiados por ella y fue otra de las muchas promesas electorales que se quedaron por el camino. En estas elecciones VOX ha sido uno de los más perjudicados, analizad el gráfico anterior con atención, y luego, si os apetece, echadle un vistazo al vídeo conspiranoico.

sábado, 27 de abril de 2019

Reseña: Película Vengadores Endgame (un único SPOILER al final)

Ni soy un purista de las adaptaciones de los cómics al cine (aunque lleve leyendo cómics Marvel/DC desde que tengo diez años), ni me considero un cinéfilo gafapasta que no pueda disfrutar de una película de acción Blockbuster (de hecho soy muy fan de las sagas Misión Imposible o Fast to Furious), ni tampoco creo ser ningún hater: si algo no me gusta intento no gastar más tiempo ni energía en ello. Pero es que lo de esta película me ha superado totalmente: es una puta mierda, así de vehemente tengo que ser, un zurullo aburrido, predecible, insatisfactorio, que te frustra durante las largas y tediosas tres horas de su metraje al ver cómo todo el potencial de la trama, los personajes y el antagonista quedan tan desaprovechados.

Alguien podría decir que quizás, solo quizás, iba con las expectativas muy altas. Y es cierto que Vengadores: Infinity War me pareció un peliculón, que tiene un archienemigo (Thanos) que es de los mejores que ha creado Marvel, que el ritmo de la película, la interacción entre los personajes, el humor, los diálogos y el final… todo está tan cuidado que dan ganas de volver a verla en cuanto sales del cine. Y también es cierto que casi todas las películas que han sacado mientras tanto tenían una calidad alta, o al menos entretenían: la sorpresa, por ejemplo, del Doctor Extraño o los Guardianes de la Galaxia. Pues de todo ese legado en esta película no hay nada. Sin entrar en spoilers las dos primeras horas de película son aburridas, anticlimáticas, absurdas y con la clara ineptitud de cargarse la épica y el carisma de varios de los personajes principales. Y la última hora tiene un poco de acción (aquí el espectador se viene arriba, cosa lógica después del amodorramiento de las dos horas anteriores), pero incluso entonces parece más bien una acumulación de destellitos, explosiones, un momento feminista tan forzado que da vergüenza ajena y una Capitana Marvel totalmente descompensada en poder con el resto de los personajes.

En su conclusión se evidencia aún más el fracaso de la película, con unas despedidas predecibles (sabemos a qué actores se les acaba el contrato), clichés y una emotividad barata y vulgar que solo engaña a los más sensibles de la sala. El que no haya escenas postcréditos, lejos de las excusas que pululan por ahí, solo demuestra que nos pueden colar cualquier truño (como la última de Star Wars) y que dará igual, porque las salas se llenarán y los aficionados se lo zamparán y pedirán otra ración.

En resumen: a la película le sobra una hora y media (siendo generosos), el metraje es tan desesperante y tedioso que hubo momentos en los que no dejaba de mirar la hora. No tiene épica, tensión, ni ritmo, los actores parecen cansados, agotados de la fanfarria, algunos de ellos se han convertido en meros bufones que sueltan algún chiste malo a destiempo y sin efecto alguno; Disney parece que tiene un don para perder el respeto a sus personajes, y esta película añade unos cuantos a la sima tosca y grosera que inauguró Luke Skywalker. Se echa en falta más violencia, más seriedad; se han cargado algo que iba a ser increíble.

Todo esto lo escribo como advertencia: no se puede vender en todas las páginas de cine (en Filmaffinity tiene nota media de 8.6) esta película como si fuera perfecta y apoteósica, y que la crítica “profesional” se pliegue sin aportar ningún matiz de crítica. Yo aconsejo ir a verla con unas expectativas muy bajas y con un vago recuerdo de Infinity War. ¿es disfrutable? Para mí no, de hecho salí bastante deprimido del cine, pero espero que vosotros podáis disfrutarla.


SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER
SPOILER

            Hay una cosa que tengo que comentar porque sino la bilis me va a causar una úlcera: sí, el Capitán América en los cómics ha sido capaz de levantar un par de veces el martillo de Thor y usarlo, es digno de Mjolnir, pero, JODER, no puede lanzar rayos, no nos volvamos locos, Thor es el dios del trueno y por eso tiene esa capacidad, Steven Rogers es, a pesar del Suero del Súper Soldado, un simple humano.

jueves, 25 de abril de 2019

Pronóstico Elecciones Generales 28 de abril.

Como me da pereza escribir una entrada extensa comentando los debates, haciendo un análisis político, etcétera, dejo aquí mi pronóstico con los diputados que creo que va a sacar cada partido, todo más fácil y cómodo. Seguramente me equivoque, porque con un 40% de indecisos, y con los debates que hemos tenido, aparte de una subida perceptible de Unidas Podemos todo depende de la abstención que exista y de la movilización tanto de la derecha como de la izquierda; además nuestra maravillosa ley electoral con el bipartidismo es bastante factible, pero con cinco partidos grandes se van a perder muchos votos. Lo que tengo claro es que VOX (le coloco en una optimista tercera posición) va a conseguir un excelente resultado, y es posible que consiga capitalizar la debacle del PP y la insustancialidad ideológica de Ciudadanos.



PSOE: 128
Unidas Podemos: 37
Ciudadanos: 40
PP: 78
VOX: 42
PNV: 6
ERC: 12


            Con estos resultados Pedro Sánchez tendría que intentar sumar con Compromís, PNV, CC… con Ciudadanos después del tono bronco de los debates parece inviable cualquier tipo de acuerdo, y con ERC tampoco; puede que nos veamos abocados a otras elecciones en otoño. Lo gracioso es que lo único que han demostrado las encuestas de las últimas elecciones es que toda la demoscopia es inútil: siempre ponen a Ciudadanos muy por encima de su resultado real, no se percataron del auge de VOX en Andalucía, adelantaron el supuesto sorpasso de Podemos al PSOE… y si ya nos vamos a nivel internacional, ¿alguna encuesta acertó con Trump o el Brexit? Por eso es adecuado hacer tu propia porra electoral, perdamos el miedo al ridículo, total, lo que tengo claro es que el resultado no va a ser definitivo, lo que gane el PSOE lo está perdiendo Podemos y lo que gana VOX lo pierde el PP y quizás Ciudadanos. Es decir, que lo único importante sería saber el nivel de abstención, ¿está movilizando a la derecha VOX? Yo creo que sí, y mucho. ¿Está movilizando el PSOE con su miedo al tripartito de derechas? Creo que no, el miedo no sirve, la gente de izquierdas está desencantada, decepcionada y, además, se comporta a veces de forma estúpida: ¿manifestaciones en Andalucía los días siguientes al resultado electoral? Oh, muy útil. Hay que ser un poco consecuente: o crees en la política y por tanto votas, o pasas de ello pero luego no salgas a manifestarte para poder subir fotos del postureo a Instagram.

            Yo votaré en blanco, que nadie me venga con la necesidad de parar al fascismo en España y lindezas semejantes, en mi entrada “Mundo Orwell” explicó en parte mis motivos: da igual el candidato que salga, las decisiones y conflictos importantes (pensiones, inflación, deuda pública, precio del alquiler, recuperar los 60.000 millones que nos deben los bancos, precariedad energética, desahucios) van a seguir sin resolverse. No me gusta ninguno, y por tanto no voy a votar a ninguno. Iglesias es un trilero sin convicciones ni ideología, y Pedro Sánchez tiene un talento impresionante para mantenerse en el poder, aunque luego no tenga ni puta idea de qué hacer con él. Me hace mucha gracia lo que ha sucedido en Madrid, IU preguntó a las bases -ya sabes, el rollo asambleario-, qué hacer, ¿confluimos con UP? Las bases deciden que NO. ¿Qué hace entonces Alberto Garzón, ese gran adalid de la democracia? Confluir de todas formas, dado que no podía entender ni aceptar esa decisión. Y a pesar de ello tendrá que competir con el PSOE y Errejón. Madrid está perdida, al igual que Valencia y Cataluña. Las elecciones municipales y autonómicas sí que van a ser una apisonadora para la izquierda. Este país se va a la mierda y, como siempre, la única solución es el "sálvese quien pueda", no endeudarte mucho y vivir al día. No me jodais con el rollo del voto útil, no seáis ingenuos.

martes, 23 de abril de 2019

Mundo Orwell.

Imaginemos una pequeña ciudad de 100.000 habitantes. En esa población hay holdings empresariales que en el ámbito del mercado exhiben posiciones monopolistas u oligopolistas en algunos segmentos de productos básicos (la luz y el agua por ejemplo), son grandes accionistas de medios de comunicación y además se dedican a financiar a partidos políticos (y cuando llega el momento a condonar sus deudas). Por otro lado, tenemos al resto de los habitantes de esa ciudad que, aunque no poseen grandes propiedades ni dinero, sí tienen una cosa: conforman el 99% de la población restante. Ante esa superioridad numérica las grandes fortunas de la ciudad se preguntan, ¿cómo mantenerlos controlados, sumisos, obedientes? ¿Cómo poder seguir explotándoles, seguir ganando más y más dinero a su costa y conseguir que, a pesar de su progresiva precariedad, no se subleven?

            Trazan un plan maestro: salarios bajos, precios cada vez más altos e impuestos confiscatorios. Esto provocará que la población viva al día, que tarde o temprano se tengan que endeudar y vivir a crédito, y esa inseguridad, unida a la precariedad laboral, de vivienda y de conciliación causará que siempre estén cansados y sin tiempo para poder protestar o plantearse otras opciones. Buscarán distraerse, se volverán más esclavos y dependientes de la tecnología, del panem et circenses y del consumismo. El plan también tratará de romper cualquier posibilidad de cohesión social, intentarán que sean cada vez más desclasados, más individualistas, que cada individuo focalice su odio y frustraciones en los demás; reducir a la gente a etiquetas, cuantas más mejor, porque son una excusa para el enfrentamiento hooligan con los que se adjudican la etiqueta contraria; no importa si el contexto es deportivo, una ideología, la dieta, una serie o el sexo, tienen que caer en lo emocional, soltar la proclama, el cliché, el slogan aprendido, ofenderse como forma de vida, considerar los matices y lo racional como un lastre innecesario.

            Además hay que enfrentar a hombres y mujeres, crear una psicosis colectiva de víctimas y agresores, que las mujeres tengan miedo de ser violadas o incluso asesinadas por su novio, marido, compañero de trabajo o por cualquier desconocido con el que se cruce por la calle. Y que el hombre, en reacción a esto, esté a la defensiva, abrumado al ser llamado terrorista o violador potencial, y que luego, poco a poco, radicalice sus posiciones en esa artificial guerra de sexos.

            La población tiene que creer que los medios de comunicación, sobre todo los privados, son libres, críticos y veraces, pero en realidad es otro juego de trileros: ni siquiera existirían si no financiasen y colocasen la publicidad de sus empresas en ellos. Han creado mercenarios mediáticos y los usan para centrar toda la opinión pública únicamente en los temas que les interesan. A veces crean cortinas de humo, exageran noticias hasta el paroxismo o silencian acontecimientos importantes para que parezcan que no existen. Venden miedos, psicosis, el “minuto de odio” de 1984 de Orwell, y lo hacen porque una vez que se controla lo que alguien siente, cómo y cuándo lo siente, su lado racional queda totalmente anulado.

            Los niños ya son suyos, viven en una sociedad atomizada donde los padres ya no tienen tiempo de educarles dado que ambos necesitan trabajar a jornada completa para conseguir llegar a final de mes. Por tanto su educación depende de dos factores: primero los profesores, que por desgracia se han convertido en meros funcionarios sin autonomía que se dedican a transmitir unos programas de estudio cada vez más mediocres y con más carga ideológica; y por otro lado a través de Internet, las redes sociales y los llamados “influencers” que, básicamente, son zoquetes simpáticos, referentes sociales cuyos patrones imitan, pero cuyo valor cultural está a la altura de cualquier participante de reality show. Un enorme potencial defenestrado en busca del like ajeno.

            No se conforman solo con eso, la población tiene que amar al Estado y pedir su protección, tiene que tener cierta psicosis al enemigo externo, a los terroristas y sus atentados, a la visión de países empobrecidos por otras formas de gobierno. Y para conseguir un simulacro de protección permitirá que les graben las veinticuatro horas, que los registren, que les roben la información y escuchen sus llamadas. Además les culpabilizarán por las crisis económicas (han vivido por encima de tus posibilidades) e incluso por el cambio climático (hay que subir los impuestos para compensarlo).

La última pieza del plan es darles un poquito de esperanza: ni demasiado real, ni demasiado lejana e improbable. Para ello contratarán a un par de marionetas con aire de mesías, cada uno con la corbata de un color diferente, que prometerán que el CAMBIO se producirá en cuanto salgan elegidos; y el ciudadano les votará cada cuatro años con la ilusión de que cuando por fin gane el suyo todo cambiará a mejor. La zanahoria. La dejación de responsabilidades. La incapacidad para reflexionar y cuestionarse su mundo, su ciudad, su vida. Sobrevivir en ese simulacro de democracia, en esa plutocracia insalubre y dañina, sin llegar jamás a descubrir quienes son los verdaderos culpables de su miseria.

Un plan perfecto, cruel y despiadado. Pero no os asustéis, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, ¿no?

miércoles, 17 de abril de 2019

Reseña: Clase letal (Serie de TV)

Año 1987, en San Francisco existe una escuela de élite llamada King’s Dominion donde los hijos de organizaciones criminales van a formarse en, lo que el Director Lin (Benedict Wong) se refiere como, artes oscuras: secuestro, tortura y asesinato. Si en un colegio normal los más populares son los deportistas y los snobs adinerados, en esta academia si no perteneces a los cárteles de droga, los nazis, los yakuza o los gángsters, entonces estás en lo más bajo de la cadena, una rata sin ninguna afiliación criminal, solo un psicópata con potencia. “Deadly Class” es una adaptación de la novela gráfica del mismo nombre de Rick Remender y Wes Craig, la cual inició publicación en Image Comics en 2014, y que está desarrollada por el propio Remender y Miles Orion Feldsott, con los hermanos Anthony y Joe Russo también de productores ejecutivos. Y es, sin exagerar, una de la mejores adaptaciones de cómic a televisión, solo comparable con “Umbrella Academy” y “Daredevil”.

La serie tiene un montón de cosas positivas: su reparto, que aunque pueda parecer estereotipado cumple perfectamente con las intenciones del mundo que nos presenta, su estilo old school punk, unos magníficos monólogos-diálogos, y, sin duda, la excelente selección de temas de la escena underground de la época (Echo and the Bunnymen, Depeche Mode, Joy Division, Siouxsee and the Banshees, New Order, The Cure, The Smiths, Dead Kenndys, entre otros). En la parte negativa, a veces todo parece muy apresurado, demasiado artificial, algunas escenas (sobre todo en los primeros capítulos) sufren su adaptación de la viñeta al fotograma y otras son directamente puro relleno; quizás tarda un poco en encontrar su ritmo. Sin embargo, todos los episodios son contundentes, entretenidos y con una dinámica visual impresionante en una amalgama única entre cualquier drama juvenil escolar, los X-Men, mangas como “Assassination Classroom” y “Abashiri Family” y la película “Wanted”. Empieza siendo algo naif, una especie de Hogwarts para asesinos y yakuzas, y termina convirtiéndose en un precioso homenaje a Kill Bill; también hay tributos poco disimulados a “Trainspotting”, “El club de los cinco” y en el quinto episodio a “ Miedo y asco en Las Vegas”, para mí uno de los mejores.

Nuestro protagonista Benjamin Wadsworth lo hace muy bien en los momentos en el que el guion no le exige sobreactuar. Mención especial para Benedict Wong (el director), Henry Rollins y French Stewart. En resumen: una hermosa ida de olla, cuyo potencial explota a partir del quinto capítulo, con mucho humor negro y grandes dosis de locura visual. Un gran descubrimiento.

Como siempre, si alguien quiere leer los cómics aquí los puede descargar. Y si no tenéis SyFy la podéis descargar por Torrent aquí.

sábado, 6 de abril de 2019

Cuando envejeces el entusiasmo se transforma en resignación.

Sigo imbuido en mi particular crisis de los cuarenta, lo que implica insomnio, un círculo vicioso de pensamientos obsesivos, quietismo, miedo como antítesis de vida y apatía existencial. En realidad, todo es un cliché: al cumplir cierta edad, normalmente cuarenta, echas la vista atrás, juzgas de forma despiadada tu vida hasta el momento y te deprimes por la acumulación de frustraciones y fracasos. Además, como colofón sientes que has perdido la oportunidad de arreglarlo, dado que ahora el tiempo juega en tu contra.

Lo que más me deprime de mi trabajo es la resignación general. Casi todos son mayores que yo, entrampados en sus divorcios, hijos, hipotecas, créditos o negocios ruinosos. Son cuerpos destruidos, barrigas gigantescas, gripes que duran un mes, toses secas que no se curan en todo el invierno, problemas endémicos que les mantienen amargados, ocupados y siempre cansados. A veces hablan de dormir ocho horas como quien comenta la posibilidad de que le toque la lotería. El otro día hablaba con una compañera de sesenta años, con dos trabajos, cuyos dos sueldos solo le servían para poder pagar un alquiler de novecientos euros y sobrevivir. Ahora que estamos en campaña electoral sería interesante poner el foco sobre esas cuestiones, en la poca dignidad de vivir tantos años en la precariedad económica.

En estas noches insomnes y crueles me da por recordar anécdotas del pasado. Me recuerdo yendo solo con veintiséis años al Festimad, un festival de música con varias bandas que duraba dos días y se montaba en Móstoles. El plan era ir con mi novia, pero lo habíamos dejado de forma abrupta (infidelidades, lágrimas y una fea ruptura). Como el viaje en el Cercanías era largo cogí un libro que me habían prestado hace meses pero que no había tenido tiempo de ojear: “Cartero” de mi idolatrado Bukowski. Fue en ese viaje cuando le leí por primera vez. Recuerdo llegar, estaba abarrotado de gente, comprar la entrada y luego colarme sutilmente para ahorrarme la casi hora y media de cola. Iba con una camisa de Héroes del Silencio y enseguida hice varios amigos, es lo bueno de los festivales, la gente siente una conexión inmediata solo por coincidir en gustos contigo. Disfruté mucho (aunque me pese reconocerlo) del concierto de Evanescence, con HIM la cosa fue más decepcionante, y todo se compensó con Deftones que estuvieron estelares. El plato fuerte de la noche y la razón principal de que hubiera ido era Marilyn Manson, recuerdo que me hice amigo de una chica que venía de Palma de Mallorca solo para verlo e intenté que llegase conmigo lo más cerca posible del escenario. Pero era imposible, en cuanto Manson salió al escenario, serían las once de la noche, aquello se convirtió en una batalla campal y salió corriendo entre empujones y golpes. El concierto fue brutal, uno de los mejores de mi vida, y cuando volví a casa (tres transbordos de autobús) no eché de menos a nadie.

Me da también por recordar las noches infinitas bebiendo en los Bajos de Arguelles. Mi bar favorito era el Saxo Music Bar, con sus minis de calimocho con un chorro de tequila, vodka y licor de mora, lleno de posters de Jim Morrison, Héroes del Silencio, Queen, Bunbury y Extremoduro, música de calidad a cualquier hora que fueras, y esa zona, casi reservado, donde te sentabas y escribías algún frase ingeniosa en la pared. Siempre pidiendo “En blanco y negro” de Barricada, siempre intentando meter mano (y algo más) a alguna musa incombustible. También estaba el Akelarre, heavy metal a máximo volumen y ese poster de Raistlin Majere en la pared del fondo; y el Búho, local de chupitos, todos con el nombre de algún grupo español: “¡Ponme dos Suaves, un Extremoduro, y dos Barricada!”

            Luego seguíamos la noche en la discoteca Heaven, con sus famosas dos pistas de baile, en la primera con la música habitual de la época: HIM, Rammstein, Depeche Mode, The Cure, Wumpcut, Suicide Commando, etcétera. En la de abajo sucedían cosas más extrañas, el DJ sabía hacer su trabajo y nos dejábamos mecer borrachos por sus combinaciones letales, ecléctico hasta lo extravagante podía saltar Love Song de Annie Lennox a Apoptygma Berzerk, de la canción de Marco (sí, los dibujos) a The Sisters of Mercy. Escenario perfectos, con todas esas nínfulas góticas bailando lánguidamente a mi alrededor, para el inicio de nuevas relaciones, para entablar conversaciones con desconocidos en las zonas de descanso, para abrazos enardecidos cuando sonaban nuestras canciones favoritas; eufóricos y optimistas, nos creíamos invencibles y pensábamos que todas las noches serían siempre así.

            Ya no existe ni uno solo de esos locales, y las amistades de antaño se han perdido. La vida es despedirse, cerrar etapas con templanza, con la ilusoria convicción de que has sabido aprovecharlas lo mejor posible. La nostalgia entendida como homenaje, en guerra con el sobremorir, con la amnesia propia y ajena, mientras suena de fondo una canción que gana, por una noche, la batalla a la crisis existencial.

martes, 2 de abril de 2019

Desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta.

Deberíamos de ser conscientes de que solo dos grupos mediáticos controlan más de la mitad de la audiencia televisiva en España y que han llegado a acaparar el 95% de los ingresos publicitarios. Hablamos de unos ingresos netos de 2.024 millones de euros en 2018. El duopolio de Mediaset y Atresmedia además obtiene más del 60% de los ingresos del cine. Eso lo sabe muy bien Willy Toledo, defenestrado de los platos y los rodajes por sus opiniones políticas, cuando denuncia que Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset, es uno de los señores que deciden quién hace y quién no hace cine en España.

Mediaset es un proyecto empresarial del magnate italiano Silvio Berlusconi que nace en 1987 y florece gracias a un lucrativo desembarco publicitario y una programación de vodevil machista. El asalto de Berlusconi a la presidencia italiana en 1994 no puede explicarse sin un imperio mediático que por entonces integraba seis cadenas de televisión, el periódico Il Giornale, el semanario Panorama y la editorial Mondadori. A día de hoy, Mediaset España es Telecinco, Cuatro, la agencia Atlas y la gestora Publiespaña.

Atresmedia, por su parte, es la heredera del Grupo Antena 3 tras la integración de La Sexta en 2012. La historia de este holding comunicativo está ligada al grupo Planeta, propietario del 41.7% de sus acciones, y del periódico La Razón. Eso explica que su director, Francisco Marhuenda, haya dispuesto de un altavoz privilegiado en los programas de La Sexta. El otro hombre fuerte es Mauricio Casals, presidente del periódico. En 2015, Marhuenda confesaba que Casals y él mismo se habían reunido una decena de veces con Luis Bárcenas. La Razón conocía la complicidad de Mariano Rajoy en el cobro de sobresueldos pero decidió guardar silencio.

En 2006, antes de la fusión con Antena 3, La Sexta salió al aire bajo la dirección de Antonio García Ferreras. Hasta la fecha, Ferreras había ejercido como director de comunicación del Real Madrid bajo la batuta de Florentino Pérez. Es en ese tiempo cuando se gesta un triángulo de influencias con Eduardo Inda, que por entonces pasó de dirigir la sección balear de El Mundo a hacerse cargo del diario Marca. En enero de 2011, a punto de estallar el 15-M, La Sexta busca un señuelo para seducir a los espectadores indignados y Antonio García Ferreras estrena Al rojo vivo. En enero de 2013, en pleno ciclo de protestas sociales, La Sexta Noche emula el patrón de los programas nocturnos de prensa rosa y lo dota de sustancia política.

El 25 de abril de 2013, Pablo Iglesias hace su primera aparición televisiva en un debate de Intereconomía. Más tarde, La Sexta Noche lo catapulta a la fama en rifirrafes de máxima audiencia contra los Inda, Rojo y Marhuenda de turno. ¿Por qué La Sexta huye del esquema de debate bipartidista entre voceros del PSOE y del PP? En el marco de la Operación Lezo, la UCO encuentra unas grabaciones que desvelan la estrategia. “El sándwich al PSOE con la Sexta funciona de cine”, dice Mauricio Casals. El presidente de La Razón y próximo al ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, tenía claro el plan: se trataba de instalar en el electorado un nuevo marco de discusión que enfrentara al PP contra Podemos a costa de marginar al PSOE. Descalabrar al partido de Rubalcaba a costa de aupar a los jóvenes sucesores del 15-M.

Entre 2015 y 2016, los planes se tuercen y el PP pierde su mayoría absoluta y abre la puerta a un acuerdo entre PSOE y Podemos. La semana pasada hemos sabido que Inda y Villarejo conspiraron para que Mariano Rajoy no fuera desalojado de La Moncloa. El objetivo era frustrar cualquier posibilidad de acuerdo entre Sánchez e Iglesias con una artillería de difamaciones. Patricia López, periodista de Público, destapaba que entre los enseres retirados del domicilio de Villarejo había un teléfono móvil robado a una asesora de Pablo Iglesias. En esa alcantarilla del Estado de vigilancia política contra el líder de Podemos, destaca un informe policial que jamás existió y que supuestamente demostraba la financiación iraní del partido morado. El documento, aireado por Inda en pleno debate de La Sexta Noche, era un encargo del despacho del ministro Fernández Díaz. La misma alianza político-mediática que había encumbrado a Podemos tenía ahora la misión de destronarlo, las investigaciones del periódico digital Público ubican en la maniobra corrupta a Eduardo Inda, a Alfonso Rojo y a Esteban Urreztieta, todos ellos peones de La Sexta.

Ahora la obsesión de La Sexta y Ferreras es VOX, aparecen en todos sus informativos, programas y debates; resulta incluso más forzado que lo que sucedió con Podemos hace años, dado que Abascal y sus cuadrilla no conceden entrevistas. Naturalmente Ferreras es consciente de que esa sobreexposición beneficia a VOX, pero las ordenes son claras: el PP (no os creáis las encuestas, no van tan mal) tiene que gobernar gracias a ellos y a Ciudadanos. Nos venden “minutos de odio”, al estilo de la novela distópica 1984 y “fake news”, para así impedirnos analizar la información de forma más crítica y racional. Por eso tengamos algo muy claro: desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta. No os dejéis manipular, apagad la televisión e informaros a través de Internet.

lunes, 1 de abril de 2019

¿Los poetas son unos estafadores del lenguaje o los últimos colonos de la belleza?

El dolor suele ser síntoma de incompetencia: me duele la polla porque no sé masturbarme sin pensar en ti, me duele la cabeza porque no sé beber, me duele el corazón porque no sé amar como tú necesitas. Llevo varios horas sumergido en el estupor del alcohol, pero ahora el vino se ha acabado y Chopin ha afilado demasiado las paredes de mi tristeza, necesito salir al exterior. Cojo mi gabán y miro la hora: las tres de la madrugada, está noche cambian la hora, en realidad siguen siendo las dos, ni siquiera el tiempo es un lugar seguro. Cuando salgo del portal la noche me resulta acogedora, el silencio, la soledad de las calles. Camino al azar, sin fijar el rumbo, pero por suerte en esta ciudad de extrarradio, a despecho del capitalismo de hormigón, todavía conservamos un par de parques, uno de ellos con un enorme estanque donde patos y ocas mantienen sus luchas territoriales. Tardo unos veinte minutos en llegar, pero nada más pisar el césped empiezo a verlos: docenas de conejos enanos comiéndose el césped, zascandileando de un lado a otro, aprovechando cada segundo para dejarse llevar por su instinto, Schopenhauer estaría orgulloso. Leí sobre esta plaga hace unos meses en el periódico local: el año pasado algún irresponsable había abandonado una pareja de conejos enanos, y en pocos meses procrearon de forma exponencial, había ya cientos de ellos arrasando el césped de todos los parques y expandiéndose por los alrededores. Desde entonces el ayuntamiento había intentado aniquilarlos haciendo batidas con trampas y venenos, sin tener en cuenta sus necesidades y anhelos. Una metáfora muy extrapolable a cómo tratan a sus ciudadanos.

Paseo por la zona aterido de frío, pensando en cómo van a ser mis próximos treinta años, atrapado en trabajos precarios, soportando la progresiva decrepitud física y mental mientras intento enterrar, sin que supuren demasiado, mis idearios adolescentes. Me entran ganas de vomitar, de sacarlo todo, de arrodillarme en el suelo como si estuviera a las puertas del Gólgota. Me siento en un banco y me agarro la cabeza con fuerza, justo cuando creo que me voy a desmayar siento como me tocan el hombro: al levantar la cabeza observo alucinado que sentado a mí lado hay un enorme conejo humanoide, vestido de etiqueta, que me mira con extrema seriedad. Supongo que el abuso de benzodiacepinas en mi juventud empieza a manifestar sus secuelas.

Conejo Kierk: Saludos Rorschach. La cierto es que te imaginaba más alto, está claro que la genética no ha sido muy generosa contigo, ¿has pensando en el suicidio últimamente? (Rorschach finge que no ha escuchado nada y mira hacia otro lado, pero Kierk sigue hablándole) No te servirá de nada ignorarme, ¿sabes que es probable que Bukowski sufriera una lesión cerebral cuando estuvo a punto de morir a los treinta y cinco? Sigues admirando a un escritor que tenía medio cerebro anegado en alcohol y la otra mitad incapaz de funcionar correctamente.
Rorschach: (Irritado le responde) Bukowski sabía que la vida era una guerra, que la sociedad capitalista necesitaba tenernos ocupados, ansiosos y embrutecidos, y consiguió sobrevivir haciendo lo único que tenía sentido para él: beber y escribir. A mí me parece la única cosa decente que podemos admirar hoy en día.
Conejo Kierk: ¿Sabes cuál es tu problema? Estás demasiado enamorado del dolor y del fracaso y eso te ha agriado el carácter. Por eso ninguna mujer quiere utilizar tu polla como mascota.
Rorschach: La mayoría de la gente es aburrida y decepcionante, su fracaso es infinito, por eso no importan las biografías, importa la redención, la sublimación en el arte. La vida se compone de pequeños actos irreflexivos cuyas consecuencias pagamos durante años, ¿y todo para qué? El hombre es una pasión inútil, sobrevivimos en medio de absurdas contradicciones, entre la lucha por la homogeneización social impuesta y el agravio comparativo.
Conejo Kierk: Joder muchacho, de dónde viene todo ese rencor (Rorschach se queda en silencio mirando al suelo) Seamos honestos, ¿todavía sigues pensando en tu ex? Ya es hora de superarlo. En el fondo todas las rupturas son por el mismo motivo: ellas creen merecer algo mejor que tú. Y si vuelven es porque no lo han conseguido. Somos piezas de lego, sustituibles con la misma facilidad con que borras una conversación de WhatsApp.
Rorschach: Tienes razón, pero lo que más me ha jodido ha sido la forma de romper, tan limpia y educada, quiero decir, ¿no hay escenas melodramáticas, no hay llamadas en mitad de la noche, ni lagrimas ni exabruptos? No quiero elegancia o madurez, no hay nada más humillante que la indiferencia ajena.
Conejo Kierk: Tu problema recurrente es que te gustan demasiado conflictivas, idealizas sus taras y la mayoría utiliza eso como coartada para su egoísmo. Gestiona tu puta soledad y deja de martirizarte. Muerte y transfiguración. (Se da la vuelta y desaparece dejándome de nuevo solo)

Me quedo un rato paseando por el parque, dejando que las palabras de mi álter ego se coagulen en mi cerebro. Puede que tenga razón. Suspiro y desando el camino de vuelta a casa. Al llegar enciendo el ordenador y elijo una playlist del Spotify. Al rato suena una de nuestras canciones favoritas; no la quito y disfruto del dolor. A veces pienso que me dejaste por mi falta de ambición, que tu frialdad solo era un clasismo mal disimulado. Debería quemar tus fetiches, reducir todas nuestras entradas de cine, fotos y poemas a cenizas y usarlas para fertilizar el lecho de mi alma. Ah, mi querido monstruo ciclotímico, qué triste resulta que, después de tantos años de poesía, solo me hayas dejado este oscuro sentimiento de decepción.