jueves, 31 de octubre de 2013

Carta de un decadente (I)

Madrugada. Música suave que entumece aún más mi mente. Radiohead. Mañana hay responsabilidades. La vida está llena de ellas. El tiempo agrietándonos poco a poco hasta que el ataque al corazón anule el último segundo. Como si importara. Ya desde la escuela existe una premeditada amputación de cualquier idiosincrasia ajena al redil. Sonríe a la foto. Planes. Ambición. La madurez relacionada con sufrir la frustración con entereza. Con templanza de ánimo. Asumamos responsabilidades. Firmemos contratos. Tengamos hijos. Pergeñemos un legado en forma de tuerca y con envoltorio de supermercado.

No me da asco. Pero me siento ajeno. Seguramente se trata de complejo de Peter Pan. El aislamiento me provoca pensamientos extraños. Vivir solo. Trabajar de noche. Tener pocos amigos. Admirar a Bukowski. Ser un misógino. Vivir en España. Esto último de un malditismo irrefutable. Como decía Pérez Reverte los políticos son una casta aristocrática de la cual ya es casi imposible librarse. Guillotina o un par de décadas con una educación real, consensuada, meritocrática. Pero es inviable. Quieren que seamos un país de camareros. Un país turístico donde existe un grupo social olvidado que sobrevive en comedores sociales, con la jubilación de los abuelos y buscando comida en los contenedores.

Se puede cambiar. Pero produce demasiada pereza. La mayoría aguanta la respiración creyendo que cuando la crisis termine volverán a sus antiguas vidas. Cada uno vive de acuerdo a sus propias incoherencias. Sus propios miedos. Mi mente divaga. Pero no me apetece escribir. Mi pequeña burbuja de alcohol y hachís me provoca más indolencia. Más hermetismo. Más hipocondría. El cerebro jugando a la ruleta rusa. Como si las palabras formaran un puzzle y la mitad de ellas reposaran en el estomago de mi gato. Como ahogarse en un charco de agua sucia -espalda de musa- y que el único sonido sea una mezcla de estertor y victoria. Como una mujer que te juzga incompetente en apenas dos segundos.

Pero bueno, qué más da. Es divertido ver formarse las letras en la pantalla. Todas las cosas importantes tienen un precio. Requieren un esfuerzo. El cambio. La escritura. Incluso el sexo. Sí, así es. No consiste en meter y sacar. No es abrirte de piernas y ver que sucede. No es solamente dopamina y oxitocina. Tienes que buscar la afinidad animal. Tienes que buscar la violencia pornográfica. Olvidar el condicionamiento social. Buscar el desequilibrio y la fragilidad. Consumirte. Casarte con la puta. Dejarte devorar. Romper con violencia el rubor. Sin todo eso sólo es un vulgar ejercicio gimnástico sin alma. La naturaleza moviendo los hilos. Comer. Beber. Cagar. Mear. Nada más allá de tus necesidades fisiológicas. Busca la puta trascendencia. Pero no lo llames romanticismo porque es una etiqueta de idiotas. Hablo de bailar dentro de ella. Dejarte llevar y explorar límites. Sin ejemplos. Cada uno tiene un espejo genital que tiene que limpiar de tabúes, ¿os gusta follar?

Nuestra vida es una lucha contra el olvido. Nos volvemos cobardes. Conservadores. Nos alejamos de nosotros mismos. La pasión empieza a perder sentido. Quizás por eso existe la literatura. Pero, por qué leer si puedes penetrar el agujero de cristal, si puedes mutilarte, ahogarte. Si puedes golpear, escupir, arañar, morder, amar, llorar, gemir. Si puedes sentir un dolor o un placer tan profundo que todo lo demás se vuelve gris, opaco, incierto, lejano, ajeno. Si puedes despertarte y sentir algo real por primera vez en tu vida sin necesidad de hacer cola en el centro comercial.

Pausa. O punto y final. La digresión está motivada porque este hachís me pone cachondo. Algo irrelevante, lo sé. Pero la acotación me parece de extrema necesidad. Lo que quería decir, en resumen, es que el tiempo continúa con crueldad. Y empeoramos. Como un cáncer fagocitando esa parte de ti singular y única que te permite resaltar como individuo. No estoy hablando de los logros prefijados que impone la sociedad, ni de etiquetas o nóminas. Hablo de la esencia del ser humano que, con cierta dosis de optimismo, permite que seamos especiales e inolvidables. Que podamos crear nuestra propia literatura, incluso a pesar de nosotros mismos.

Poemas. Guerras. Brindis.

Underworld by Anathema on Grooveshark

miércoles, 30 de octubre de 2013

Carta de una desconocida (III)

Hay algo en ti que susurra decadencia. Como un tiovivo mudo que gira enloquecido a través del espejo. Quizás el dolor nos vuelve sentimentales. Aunque creo que nosotros somos más de querernos dentro de sonrisas verticales. Enterrados entre sabanas de arena que reflejan nuestra violencia pornográfica. Nuestro juego del escondite.

Desvírgame. Sodomízame como si fuera una autoestima medicada. Desabróchame el pecho. La pertenencia cosifica. Y luego llega la sangre menstrual. Soy madre del hielo rojo que nos rodea. Pequeña muerte genital. Me follas de rodillas. Precipicio voyeur. Y luego tu piel se duerme y quedo sola. Con la marea sucia de mi interior. Las cicatrices en el labio. Los platos rotos. Al menos nunca me hiciste una promesa. Acuerdo tácito. Sólo son mentiras con preaviso.

Pasemos lista a mi cubil de fantasmas. Sí, están todos. Incluso hay un hueco para tu yo futuro. Siempre hay una excusa para el primer dolor. Lo demás es ambición masoquista. Inanición sentimental. El eje podrido de Bukowski. Raíces mojadas incapaces de provocar sombra.

Hace frío. Radiohead muy bajito. Hachís. Cenicero con forma de rompecabezas. No me gusta llorar delante de unos ojos secos. Todo en la distancia parece perfecto. Cierta necesidad de revisionismo embellecedor. A fin de cuentas escribirlo es vivirlo de nuevo. Darle la vuelta a tus labios. Mudar la piel. No me jode llenarte la espalda de versos, ¿hay una intimidad mayor que memorizar el sonido que haces al correrte?

Ciertas coartadas quitan el frío. Quizás lo único trascendente sea vomitar escombros en tu ombligo mientras tú, poco a poco, violas el azul de mis ojos. Y, aunque ya no quieras ser poeta, consentir en llamarlo amor.

Weird Fishes/Arpeggi by Radiohead on Grooveshark

miércoles, 23 de octubre de 2013

Carta de una desconocida (II)

Tres de la madrugada. Hachís. Aburrimiento. Locura. Fingimiento. Bukowski. Herrumbre. Sísifo. Fricción. Caronte. Fisura. Deja Vu. Esquirlas. Chopin. Tristeza exhibicionista. Sabanas como escenario de violencia y sobras. Síntomas que conmueven y provocan otra calada de monógamo romanticismo. Flotar lentamente. Unicornio. Baldosas manchadas de vino y tinta. Desdén. Feminismo. Conceptos. Modas. El recorrido de una canción sobre mi piel muerta.

Timbre. Ahí estás. Chasqueando los dedos. Escorando tu sonrisa. Fingiendo sentimientos. ¿Debo abrirte la puerta? ¿Jugar a encontrarnos? Es una pena que no sepas escapar de ti mismo. Huir de tu realidad unos instantes. Tienes demasiado miedo a dejarte llevar, al dolor. Uróboros atrapados en tu psique. Inténtalo al menos. Vamos, ¿tan terrible te resulta necesitar a otras personas, crear rutinas? Cobarde. Nadie puede curar tu maltrecha autoestima. Eres el espía de un jardín abandonado. Un mensajero analfabeto. Un Dios ateísta. Aunque folles tan jodidamente bien.


Abres mi carne. Tenue dolor. Me siento ida y poseída cuando entras en mí. Y luego tu peso en mi boca. Tu peso inerte, síntoma de la arquitectura de la nada que te rodea. Entrando. Entrando. Y yo rodeándote con las manos, acariciando tus cojones de oro blanco. Tu culo duro, como un sueño que sangra por la boca. Mi pelo cambia de color como si fuera una cinta escarlata que marca tu cicatriz. Y el orgasmo. Tu baba blanca refollando mi interior. Iniciando esa carrera que no entiende de amor, odios, desaires, invenciones, tiempo, química, ansiedad, anhelos o recuerdos. Sólo se desliza. Como un soldado sin compasión ni conciencia. Como un nazi agitando su bayoneta. Un terrorista. Un alíen ajeno a su alacranidad. Sin preguntas, pero con todas las respuestas equivocadas. Y resulta tan fea tu huida, tan indecorosa, que necesito que sigas mintiendo. Viólame entre destellos de incertidumbre y/o traición. Luego podrás casarte con todas menos conmigo.

El público experto que asiste al espectáculo señala mi error. El equilibrio es inviable. Nuestra imagen discordante. Debo alejarme. Dar ejemplo. Pero es demasiado tarde. Creía en nuestra victoria. Quería que mis venas contaran nuestra grandiosa historia. Quería ser mártir. Poesía explotando a su lado. Pero para ti, ahora lo sé, solo soy pornografía. Y quizás algunas suturas de recuerdo.

Y sin embargo está noche es la última, jodido poeta. Ahora me toca decirte adiós con crueldad e hipérbole. Cerrarte las puertas en las narices. Ser loba esteparia. Levantar mi falda con gracia ante otros. Ver todos los matices de nuestro amor destructivo. Húmedo. Pegajoso. Genital. Tierno a veces. Anorgásmico siempre. Inestable. Insomne. Estúpido. Vulgar. Traumático. Brusco. Promiscuo. Desequilibrado. Voraz. Violento. Fanático. Turbio. Melancólico. Pornográfico. Mudo. Torpe. Sofisticado. Taciturno. Catatónico. Desafinado. Perpetuo. Abominable. Y decirle adiós.

Porque ya no quiero confundir azotar y evocar con el verbo vivir
No quiero llorar hasta que me duela la cabeza
No quiero llevar bozal ni que me enseñes a ladrar
No quiero que me sodomices perdiendo los modales y el ritmo
No quiero manchar la copa de vino y pensar que tú, y sólo tú, eres mi paraíso más habitable
No quiero ser jaula de huesos, estropicios y agua sucia
No quiero ser candado, mosca, guerra sin soldados
Mar sin puerto
Flecha sin objetivo
Mascota de resacas
No quiero que mi amor esquizofrénico escoja la mejor de las vistas
No quiero ser la niña triste
Que no duerme
Ni come
Y pasea cariacontecida su agarrotada pena por las calles del otoño.

No, ya no. El tiempo agrede, pero también enseña. Quería explotar, pero contigo. Y aunque me guste practicar la tragedia, subestimaste mi sentido del ridículo, puto cabrón decadente.

Y fin. Fin de todo.

¡QUÉ BORDE ERA MI VALLE! by EXTREMODURO on Grooveshark

lunes, 21 de octubre de 2013

A fin de cuentas siempre me gustaron los finales felices.

Todo es genial. Todo es una mierda. Me cuesta vivir. Pero mientras tenga una botella de vino y pornografía todo es superable. El acto poético es mancharse los dedos con la mortaja blanca del sexo. Esperar el accidente cálido y sensual. Unos pechos que envilezcan mis manos. Una lengua recorriendo las fronteras del monstruo púrpura. No hagáis caso al pesimista que indica que todo es vulgar, ingenuo e incluso ridículo. No somos trámites. Puede que nos convirtamos en animales que se masturban delante de los espejos que crea la naturaleza. Pero hemos sido NOSOTROS quienes hemos puesto nombre al juego. No quiero besar tus idilios decadentes, ¿de qué te sirven a ti? De nada. Sigue follándote al suicidio pero no me entorpezcas con tu baile de confusas palabras. Sigue siendo bombilla con anhelos de apagón. Mi luz llega más lejos. Mis muros son aeropuertos donde me pierdo sin buscarme. Raíces de cemento. Ningún vértigo me impide mantener el derrumbe en equilibro. Sólo caigo de rodillas frente al cadalso de un coño húmedo y su espectáculo de miradas y jadeos.

Mi mano tiembla ante otra obra maestra de la depravación que Internet ofrece a sus files retoños. La copa zozobra y el vino cae sobre el ordenador. Se escucha un chisporroteo. Pequeña columna de humo anunciando la debacle. Mierda. Estos vídeos eran mi único baluarte para superar otra noche de vacío existencial. Miro asustado a mi alrededor, ¿ahora qué? De pronto resuena un grito histérico en la calle, como si alguien tuviera un claxon de violencia en la garganta. No sé dilucidar si es un mesías llorando al otoño o un borracho sintiendo empatía por mi desastre.

Salgo al balcón. Joder. Es mucho peor: un poeta. Pensaba que estaban extinguidos. Utiliza viles metáforas para hablar del AMOR. De su soledad. De la épica del dolor. Esto es inadmisible. Nos ha costado años mutilar nuestra sensibilidad para que ahora venga un sensiblero enajenado y nos escupa en la cara nuestra falta de decoro y trascendencia. Saco la pistola. Apunto con cuidado. ¡BANG! Uno menos. Escucho aplausos. Llega un furgón de la policía y recogen el cuerpo. Los padres orgullosos salen en bata y pisotean sus poemas. Me estrechan la mano. Esos soñadores son peligrosos –me dicen-, su locura es contagiosa. Gracias a mí sus hijos vuelven a estar a salvo.

Los hombres grises dan cuerda a sus relojes. Antes de abandonar la calle –mañana hay que madrugar-, me regalan un ordenador por recuperar la paz en el barrio. Subo a casa. Me conecto de nuevo a Internet y busco el vídeo de antes: mujeres y ranas dejándose llevar por la depravación. El pantalón cae al suelo. Es hora de disfrutar del ARTE de verdad.

A fin de cuentas siempre me gustaron los finales felices.

The Unhappy Hedonist by Hyperpotamus on Grooveshark

viernes, 18 de octubre de 2013

Carta de una desconocida (I)

Cuando follábamos cerraba los ojos. Me lo recriminabas. Pero no podía evitarlo. ¿Te quería realmente? Mi coño sí. He conocido a demasiadas mujeres frustradas, reprimidas, culpa quizás de las ideas rancias de un patriarcado que necesita controlarnos. Pero tú, mi chico malo, liberaste mi animal, la ansiedad. La dependencia física. Quería hacerlo todos los días. Que me follases duro. Disfrutaba cuando me agarrabas con dureza el cuello y me sodomizabas. Disfrutaba con tus palabras. Del sonido de los muelles de la cama. Del eco de tu cuerpo golpeando contra el mío. Jugar a la doncella violada. Y cuando a veces tenía un orgasmo anal, las piernas temblando, en ese lapso de tiempo que tardaba en secarse tu sudor, en limpiar mi garganta, en desaparecer el tenue dolor de mi coño, me enamoraba un poquito más de ti.

Luego venían los anhelos normales: algo estable, sueldo fijo, viaje al extranjero cada seis meses, un masaje en los pies cuando volviera cansada del trabajo… Y siempre llegaba a la misma conclusión: los chicos malos tienen una fecha de caducidad muy corta, no te impliques.

Y ahora escribo sobre ti. Quizás en defensa propia. Como si suspirar fuera un ataque de egocentrismo. Y no sé si recordarte como el poeta sensible o como el borracho patético. Amarte y aborrecerte. Todo viene siempre con retraso. Condones estriados aullando en mitad de la noche. Marcas sin vendas. Agotados y sin muletas. Barcelona. Madrid. París. Todo a seis segundos de la huida. Con los ojos cerrados. Como si estuviera atrapada en un ascensor de niebla mientras escucho a dos desconocidos follar en el entresuelo. Tic-tac. El otoño reptando por mi cuerpo fingiendo una caricia.

Tengo ganas de emborracharme contigo. Con un vino de esos baratos que siempre traías. Doy otra calada. Hachís. Ratas en el parque. Pasillo deshabitado. Piano de polvo. Somos andamios. Calada. Amarte y aborrecerte. Segundas partes. Pero hay resentimiento. Bloqueos. Carencias. Mi cuerpo dice sí. Mi garganta rechaza tu recuerdo y escupe dos portazos y una carta vacía. No quiero buscarte sentido. Sólo echarte de menos. Y mirarme al espejo. Y tocar mi boca. Mi cuello. Mi pecho. Mi culo. Mi sexo. Y todas las zonas llenas de esta bonita suciedad que has dejado atrás. Y aunque te quiero dentro de mí, no puedo hacer nada más. Sólo escribir. Y suprimir. Escribir. Y suprimir. Escribir…

Burn My Shadow (feat. Ian Astbury) by UNKLE on Grooveshark

martes, 15 de octubre de 2013

Viaje al fin de la noche.

Auschwitz. Así es la sensación cuando cruzo las puertas de mi oficina. Trabajo adocenante. Embrutecedor. Alienante. Inútil. Como única compañía los demás esclavos, muriendo lentamente sin apenas darse cuenta. Y a pesar de mi clarividencia resulta mucho más insalubre el hedor de mi indolencia. Esperando el paro, la putrefacción, la locura.

También me siento culpable por escribir de forma abstrusa y pomposa. Pero a fin de cuentas sin la opción de comentarios estoy solo. El teclado como vertedero de indiscreciones personales sin necesidad de explicaciones e idioteces. Oh, blogger, ¿qué te está sucediendo, por qué nadie quiere ayudarte a morir con dignidad? Desde aquí se escuchan tus estertores. Y sin embargo no hay mártires: sólo putas y advenedizos. Y ahora ni siquiera eso.

Busco taponar la herida, el dolor, pero sólo encuentro fea desnudez. El camión de la basura sucede en la calle. La botella fiel espera en el cajón de los calcetines sucios. La música es una resaca concéntrica que dura desde el jueves. Cierro los ojos. Sensación de estación abandonada. Pero siempre el humor de comediante. De bufón con ínfulas. Brindando por Dylan Thomas que murió después de dieciocho vasos de whisky. Por John Bonhain, que firmó cuarenta copas de vodka antes de. Somos hermosos monstruos vomitando relojes y cerillas de ruido índigo. Monstruos que ríen al observar de cerca sus venas de pólvora mojada.

Estás viva. Estás loca. Eres hermosa. Y también un fino espejo de cuchillas y peonías blancas. Me arrodillo junto a tu virtud atea. Sería perfecto si no escondieras tu mundo entre el corte y la cicatriz. Pero no hay sorpresas en el túnel. Palpo tu oscuridad buscando oquedades de mimbre y sólo encuentro herrumbre y silencio. A fin de cuentas el amor es un juego de distracción. Un trono púrpura de sudor y violencia donde siempre apostamos al caballo equivocado. Una reja de jardín. Arañas enroscándose en tu boca. Penetración. Posesión ilusoria. Simples agujeros. Envoltorios de caramelo con sabor a rictus genital.

Y cuando se haya secado lo mejor de mí en tu interior, cuando la guerra haya terminado y sólo queden rescoldos de tiempo aniquilado, arrójame también al camión de la basura. Ahí afuera sólo hay ojos de estiércol, no estropees tu belleza con un pensamiento decadente.

Touched by VAST on Grooveshark Melkaba by Yasunori Mitsuda & Millennial Fair on Grooveshark

miércoles, 9 de octubre de 2013

El universo cabe en un dedal de ruidosas embestidas.

No tengo fotografías pero sí muchas botellas vacías bloqueándome la salida. La bebida sigue siendo el atajo, un sueño dirigido, pequeña tregua de realidad. Apenas se escribe de todo lo que sucede cuando las palabras se quedan dormidas en el cielo de la boca; quizás mueren convertidas en suspiros oximorónicos de cierta crueldad noctívaga y solitaria. Dejemos pues que el eunuco siga coleccionando pornografía. Mis luciérnagas bailan bajo mi piel, tijeras que abren surcos de memoria sin mi permiso.  

Idolatrarte. Despreciarte. Amarte. Odiarte.
Soñarte. Olvidarte. Tatuarte. Quemarte.
Necesitarte. Abandonarte. Arroparte. Azotarte.
Reivindicarte. Negarte. Respirarte. Devorarte.
Poblarte. Parasitarte. Evocarte. Atormentarte.
Follarte. Follarte. Follarte. Follarte.
Follarte. Follarte.
Follarte…

Aunque necesitamos algo transcendente e imposible, no solo la necesidad física desubicada, tendemos a desflorar la nada que nos separa con cierto masoquismo emocional. Desnudez congestionada de sentimientos. Impostura. Excepción. Besos histéricos que esconden amor con ojeras de muerte. Ofréceme tu culo mientras besas mi voz. Carne y dolor golpeando la pared. Abrir tu soledad en canal. Follarte la boca. Acariciar tu cuerpo como un conquistador. Inmolar nuestros sueños. Huir colonizado. Ya es tarde para heroicidades: no me dejaste un jardín de flores de semen, era tu corazón de mermelada derramándose de su jaula de huesos.

Las palabras deshilachan conceptos pero no penetran. Son besos helados sin vocación. Persianas bajadas. Pájaros muertos fornicando detrás de mis ojos. Demasiadas cicatrices para enamorarse. Cortejando un espejismo. Morder con saña cada instante y sólo conseguir horas viudas. Dibujemos en nuestra caída el idioma secreto del viento, lubriquemos una tempestad de silencio que sea cómplice de nuestra necesidad.

Miles de ojos de sangre en el suelo, balas con forma de corazón. Somos las flores desnudas del paredón.

Just a Car Crash Away by Marilyn Manson on Grooveshark

martes, 8 de octubre de 2013

Natural Transgresión.

Beber solo es igual que masturbarse, un placer efímero y triste por definición. Una forma de lento suicidio. Luego resucitas entre la cegadora realidad y la resaca depresiva. Cartas en el suelo. Las montañas ríen a lo lejos. Pasos en el comedor. Cubitos de hielo que parpadean mientras intentas barrer la oscuridad. Putas con ojos de hojaldre. Trincheras de fina piel inservibles frente a los pensamientos del ciempiés enamorado. La sed arroja oasis apóstatas, ¿quieres morir amando al leproso?

Nieve cayendo como único y hermoso adagio entre la hierba desafinada. Tus bragas negras en el suelo. Cuerpo ajeno convertido en ovillo entre arañas y astillas de palabras rotas. Barbecho de sentimientos. Sonrisa improvisada. La Muerte frotándose las manos. Las manos se hunden en la boca. El silencio entre nosotros es una orgia de heridas sin orgasmo, ¿quedan balas en la ruleta?

A veces el dolor es un coro de musas heridas escupiendo tinta de sangre sobre el párrafo. Todo es inercia. Deseo cubierto de lencería. Inefable levedad del cuchillo ante la atalaya de besos y raíces. Te aprieto el cuello. Muerdes la almohada, niña desinhibida. Tus pies acarician mis mejillas. Te abro brutalmente y con cariño. Arabescos de saliva. El corazón es un cazador solitario. Un barco en miniatura atrapado en una brújula oxidada, ¿somos moscas atrapadas en la red de las expectativas?

Dudar entre la nada y la náusea de una rayuela cubierta por la niebla de lo eventual. Y tu coño, al final, como único lugar real que conozco.

Hell Freezes Over I by Gazpacho on Grooveshark

miércoles, 2 de octubre de 2013

Labios azules.

Hachís. A veces el humo es un muro. A veces el sentido de la vida se reduce a chutes químicos, como follar con gente desalmada que sabe cosificarte con honestidad. Mañana tendré que levantarme a las seis y media para ir al trabajo, sin embargo estoy aquí, mirando la página en blanco, intentando rastrear, fijar la palabra. Pero quizás el cincel es incapaz de sonsacar nada del bloque de mármol, quizás la posibilidad sólo existe en el ojo de la araña. Pero los decadentes tendemos más al ridículo que a la coherencia.

Podría quejarme de ciertas imposiciones de la vida real, pero al final este juego se reduce a tu constancia, a tus decisiones y fuerza vital; sino te agrada tu trabajo busca otro, prepárate, estudia un idioma, échale cojones. Naturalmente hay vidas entrampadas en las cuales la gestión se reduce a simple supervivencia. Pero siempre hay un hálito de libertad, siempre puedes esforzarte por ver el lado positivo de las cosas, aprovechar esa hora que te queda al final del día para preservar un poco de lucidez mental ante el matadero.

Por tanto no hay náusea en el texto, sólo la botella de vino barata, y algo fría, de tu ausencia. Me imagino la nostalgia como una puta que se cuela en la fiesta del presente, con su maquillaje excesivo, dejando aquí y allá marcas de su desnudez. Y todo, ¿para qué? Prefiero el lenguaje mudo de sordidez cuando te pongo pinzas en los pezones y te explico que el amor es dolor, cuando intento astillar tu piel, tu jaula. Cuando te corres y piensas que, a fin de cuentas, el otoño siempre podrá consolarte con la belleza de su juego infantil de hojarasca.

Volviendo al presente he de confesar que tengo un fantasma en casa. Joven vestal de túnica blanca. Aparece de pronto y siento como sus ojos azules forman sombras chinescas de amor sobre mi piel. Nunca me ha hablado. Cuando he intentado tocarla mi mano ha atravesado su cuerpo traslucido. Es enloquecedor. Frustrante. Sin embargo la necesito. Despierta ternura en mí, como si volviera al verano de mis quince años, invencible, ajeno a las derrotas que vendrán, una brisa suave jugando con su falda, el tiempo amigo mudo de algo que siempre creeré perfecto.

Otras veces necesito poseerla. Sin preliminares, ejercito invasor que domina su languidez, su abandono, naufragando en su interior con un par de dedos, acariciando su rictus lívido, penetrándola contra la pared con lenta brusquedad, abriendo las muescas de su carne. Mis dedos de saliva en su boca, defensas caídas, entregada… ¿pero a qué, a quién, por qué? No. Mejor así. Sin decepciones. Sin sueños cogiendo polvo debajo de la piel.

Pero lo que nunca sabré es que a veces
cuando estoy dormido
se acuesta conmigo
en la lado frío de la cama
y ahuyenta los monstruos de mi sueño
con sus labios azules.

Just a Car Crash Away by Marilyn Manson on Grooveshark