domingo, 12 de mayo de 2019

Reseña: ¡Sálvese quien pueda!: El futuro del trabajo en la era de la automatización, de Andrés Oppenheimer

Dentro de veinte años el empleo no será nada parecido a lo que es ahora. La entrada en el mundo laboral de los robots, la inteligencia artificial, la realidad virtual y la biotecnología cambiará el escenario de tal forma que se perderán entre el 23 y el 47% de las profesiones que hoy conocemos. Unos porcentajes que varían dependiendo de la fuente que los emita (Universidad de Oxford, la OCDE o diferentes expertos del mundo laboral), pero que reflejan una realidad palpable, y es que la tecnología es el verdadero arma competitiva en la actualidad, más allá de los recursos o las materias primas.

Oppenheimer explica en su libro '¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización' los problemas a los que los campos profesionales deben hacer frente cuando el uso de robots se generalice. Se considera “tecnoptimista”, ya que está en nuestra mano llegar a un mundo más justo en el que la riqueza esté mejor repartida, aunque también advierte que la transición hacia el futuro será dura y traumática, los robots van a sustituir a los humanos no solo en tareas repetitivas y mecánicas, sino en profesiones tan cualificadas como el periodismo, la abogacía o la medicina.

“En la actualidad hay máquinas inteligentes que ya están haciendo las cosas mucho mejor que los humanos. Por ejemplo, en el periodismo. En el libro cuento cómo en Estados Unidos las noticias de resultados electorales, de empresas o de partidos de segunda división de fútbol ya son escritas por algoritmos. Depende de qué ocupación se trate, las máquinas ya nos superan en muchos aspectos hoy en día, y cada vez más en las próximas décadas.”

“Uno podría pensar que una labor como la de los jueces no podría ser sustituida. Pero ya hay estudios realizados que muestran que los algoritmos toman decisiones judiciales mucho más ecuánimes en determinados casos. En Israel se hizo un experimento con varios jueces de tráfico a lo largo de un período de varios meses. A las nueve de la mañana eran súper magnánimos, a medida que avanzaba la mañana se ponían más irritables y tenían más hambre; era casi siempre a partir de las doce del mediodía cuando ponían las multas más severas. Luego, se iban a comer, volvían de buen humor y a ser muy magnánimos en sus veredictos. Y a medida que avanzaba la tarde, se cansaban más, tenían más hambre y su carácter era más severo. Un algoritmo no se cansa, no tiene hambre, no le baja el azúcar, y puede hacer este tipo de labores con mucha más ecuanimidad que un juez humano. Hay muchos trabajos que pensamos que finalmente serán suplantados, otros no. Por ejemplo, los maestros. Todo lo que tenga que ver con impartir conocimientos va a ser robotizado.

Aquí en Estados Unidos se presentó al Profesor Einstein, un robot pequeño que enseña matemáticas, física y química y puede impartir conocimientos mejor que un humano porque no se cansa. Tampoco tiene horario de trabajo. No tiene sentido que un niño aprenda quién descubrió América de la boca de un maestro, porque todo lo que sea recibir conocimientos ya puede hacerlo con música o vídeos. Y de una forma más entretenida, más didáctica. Todo lo que tiene que ver con transmitir información ya lo va a hacer un robot. Los maestros van a seguir existiendo, solo que ahora harán algo mucho más importante: reinventarse como educadores que van a ayudar a los niños a encontrar su vocación, inculcarles valores éticos y morales o el trabajo en equipo. Los maestros ya no van a ser transmisores de información sino formadores del carácter de los jóvenes.”

“Una de las sorpresas más llamativas que hallé a la hora de hacer este libro es que los países más afectados no van a ser los más industrializados o desarrollados, como pensaba en un primer momento, sino los grandes dependientes de las industrias manufactureras, como China o México, porque lo primero que van a hacer de manera más fácil son los trabajos mecánicos o repetitivos. Pero cuidado, que en países como España también va a haber una gran crisis por esto. Por ejemplo, en el sector turístico. Fui a Japón y vi que los hoteles y restaurantes eran atendidos por robots. Y aunque todos los camareros no van a desaparecer de España, este tipo de servicios están a punto de caer. Entré en un hotel japonés en el que los conserjes eran robots. En total, había solo una persona para gestionar un complejo hotelero de 100 habitaciones. Yo no digo que toda la industria se vaya a robotizar, pero sí que tendrá un fuerte impacto. Ya no va a hacer falta el contacto con el camarero para pedir el menú o tener mesa.

“Los robots son cada vez más inteligentes y más baratos. Están todos conectados a la nube y todos aprenden de sus respectivos aciertos y errores. Todas las tecnologías nacen y tienen un crecimiento sostenido hasta que se disparan. En 2007 se introdujo el smartphone y su comercialización se disparó, y hoy en día dependemos de nuestros iPhone para todo. No podríamos pensar nuestra existencia sin un teléfono inteligente. La tecnología normalmente tiene un periodo de latencia y de repente se masifica. Eso es lo que está pasando ahora con los robots, ya han pasado su fase de espera, ahora se van a extender. De alguna forma es parecido a la evolución científica de los seres humanos, solo que en este caso va muchísimo más rápido. Parece que lo que nos ha costado siglos a nosotros, a las máquinas tan solo les costará unas pocas décadas. La transición hacia un mundo automatizado va a ser traumática y va a fomentar la desigualdad social.”

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Al menos hay gente que nos está avisando, en cualquier caso no sé sí nos dará tiempo a todos de buscar alguna alternativa profesional.
      Un abrazo.

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