miércoles, 17 de diciembre de 2014

Soy muy feliz, sobre todo cuando suelto las manos de la cornisa.

Últimamente escribo con una fijación extraña, compulsiva
Como si mi sombra fuera la de un muerto en un oasis de papel
Como si el quietismo y el sonido monótono de las agujas del reloj
Hubieran conspirado para anular el sonido de mi propia vida

Quizás solo soy carne envasada tropezando consigo misma
Coleccionando cicatrices en algún lugar ajeno al amor
Un crisol de remiendos
Una soledad en círculos siempre gastados por el mismo lado
Cocodrilos de sonrisa aviesa que observan
El dibujo abstracto que han dejado los sesos de Hemingway en mi pared

Mi cerebro lisérgico ansioso de entropía
Escribe un poema en morse
Sobre el estruendo mudo de tu clítoris follándose mis dedos
Sobre desvalijar tu cuerpo sin grumos literarios
Inmolarme en tu boca, en tus labios, tus pestañas
Y convertidas esta noche –todas las noches- en parpadeos sin memoria

Hasta que mi semen sea el único alimento que necesite tu estómago
Follarte hasta infectarte, hasta quedar tatuado a tu piel

Luego me pongo romántico
Y me gustaría que mi cuerpo fuera un bosque de flores y tinta
Y que tus pies lo besaran al pisarlo
Adornar juntos sus muros con tu ropa
Desordenar nuestras cenizas
Mientras jugamos con el viento

Por eso escucha a mis ojos, a mis dedos
Esas puertas mal cerradas de mi cabeza
Monta en el taxi que hay parado a tu espalda
Y ven a echar una carrera dentro de mis venas

Quizás te deje ganar.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Escribir para hacer del fracaso un lugar habitable.

Mi corazón es una ciudad sin luz
Una diáspora de recuerdos malditos
Un traje de mujer
Continente de culpas y cicatrices
Adicta a recordar los momentos bellos
Reconstruyendo las ruinas de mis guerras

Pero tú te pones los guantes y me sacas a bailar a la luz de las velas
Toda la noche orquestada, sin imprevistos
Como en una película vulgar y artificiosa
Luego me acompañas a casa y me dejas allí sola
Con la necesidad de clavar los sentimientos bien alto en la pared
Para que nuestros besos no se ahoguen con el olor a cerrado

Te odio, ¿acaso te he pedido ser tu princesa?
Solo quiero aullar a la luna rosa
Que desvirgues la carne sin romanticismo
Y me folles con violencia y sin preguntas

Además, ¿no ves que estoy muerta?
Toca mis manos heladas
Sueño a veces que se caen como cenizas de escarcha

Por eso necesito sentir algo de épica, asfixiarme con tu polla
Mojar tus palabras en mi sexo abierto, aunque luego sepan amargas
Fugarme en el abrazo líquido de tu lengua, que limpies mis huesos de nieve sucia
Que me agarres del cuello y me hagas olvidar el ruido de la vida

Que al final mi coño te llore
Y el charquito de semen que se forma a nuestros pies
Refleje nuestro pútrido y sórdido amor

Nunca llegaste a entender, estúpido galán
Que esa es la única forma real
De tachar un día del calendario
Que esa es la única forma de sangrar por mí
Y no caer en el ridículo

Adiós.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Una sábana levanta la mano y baila en la noche. Lo importante no es el tamaño, sino el vacío que te deja.

El ruido del ordenador escancia la lluvia tras la ventana, el escenario es la botella de vino y magulladuras en la pared. Rorschach pasea sus dedos por encima del teclado. Teclas gastadas, como cuchillas presionando la piel del accidente existencial, descubriendo su soledad de ascensor estropeado. Hermosa decadencia. Debería de teclear con más cuidado, no quiere revivir el ciclo de ambulancias y suturas de emergencia. Pero tampoco quiere ser un fraude y eliminar su sordidez escondiéndola debajo de una alfombra con forma de espejo.

El escritor es cobarde por definición, sublima, fabula, increpa a la realidad intentando acomodarla a sus maniqueísmos. Y con el sexo sucede lo mismo. Está harto de coños carentes de imaginación. Todo acaba en un orgasmo triste, convaleciente, siete segundos de inconsciencia hasta que la inercia universal te regurgita de nuevo. Sabe que existe algo más, pero todavía no lo he encontrado. Y sigue tecleando, describiendo esa zona muerta, opaca, entre el cliché de princesita y la necesidad de sexo salvaje. Remonta la botella e intenta huir de su frustración estrellando poemas contra los muros sordos que le rodean.

La otra protagonista es Carmen. Pies de geisha y voz de susurro. Talante callado, introspectivo, en sus ojos azules cabe un mundo entero. Su pelo cambia de color cada dos semanas y no suele llevar sujetador. Sus brazos tienen marcas, recuerdos, arrugas en el alma, el dolor como forma de placer. Conoce a Rorschach a través de internet. Nada importante, un par de correos, confidencias, palabras al teléfono. Van intimidando y creando una extraña sensación de empatía, como si él pudiera leer las líneas maestras de su cerebro y aceptarlas sin más. Es tan liberador que se deja llevar. Después de un mes él ya quiere hacer de ella su reina y su puta. Le dice que está tan jodidamente loca que quiere embestir su alma hasta que peonías de semen colapsen sus arterias. Dice que harán una orgía con todos sus monstruos, que llenará el vacío de todos los secretos que le ha desvelado. Carmen siente que todo es verdad y mentira a la vez. Y hunde un alambre muy, muy fino en su piel para poder besar cuando todo pase la cicatriz con su nombre.

El autobús llega. Carmen le ve ahí, arrugado contra la pared, un libro en la mano, alto, negro cuervo, observando con displicencia a la gente de tu alrededor. Tanto tiempo esperando, y ahora tan cerca, a unos pocos pasos de su primer encuentro. Se siente invadida por el pánico, casi tropieza al bajar. Rorschach sonríe de forma cálida e insinuante y abre los brazos para recibirla. Maldito tramposo. Se siente en celo teniéndole tan cerca, y cuando su mano baja insinuante por su espalda no puede resistirlo y le besa. Otra promesa incumplida.

Al llegar a tu casa todo continúa. Se miran fijamente, hay ruido en sus miradas. Se notan a través de la ropa y las heridas, se hacen preguntas en silencio acercándose con una lentitud que hubiera dolido a cualquiera. Rorschach mete la mano entre sus piernas jodiendo el espacio de su coño, abriendo su infinito, respirando dentro de ella. Se besan.

A Rorschach le encanta follarse su boca con violencia, domesticar su mirada. A Carmen sentirle entre las piernas, como lame, hiere, succiona, besa todo su coño hasta que océanos ahogan su clítoris y la envilecen por completo. Rorschach se enamora de cómo cambia su cara cuando se la mete por primera vez. Carmen aprieta más y más, maceran juntos frases cortantes llenas de perversión y amor insoslayable. Horas de placer, antesala del infierno. Pero eso no importa: ahora son felices follando como animales mientras el siseo del gas hace los coros entre las sombras, al borde del abismo, a punto de caer. Y a pesar de ello, aferrados el uno al otro.

martes, 2 de diciembre de 2014

Me siento como una bufanda en agosto. Todo por follarme una canción con tus bragas en el bolsillo.

Uno de mis secretos tropieza con el Amor y cae sobre el Poema
Para intentar maquillar el Accidente
Solo hay que saber elegir el Disfraz adecuado
Antes de conocerte me funcionaba
El de hombre de Nieve en el desierto

Hebras de Vino, manos encallecidas de recuerdos
Ahora que estoy solo y mis Canas suspiran
¿El Dolor es la sombra de la Herida?
¿El Placer el templo de la Carne?
¿Es más más importante la Máscara o el Fuego?
¿Dónde escondes todas tus Sonrisas vulnerables?

Qué importa si eres Espejo
Si humillas a la Trascendencia cuando te desnudas
Si ya sufro una sequía de Contexto en tu ausencia
Si tus piernas -hermosas criaturas cinceladas en Belleza-
Consiguen que las Flores ganen la guerra a las piedras
Y convierten cualquier puente de Lucidez en ceniza blanca

Que importa si eres Muerte
Si tu piel de crucigrama forma figuras de helecho con sus lunares
Si has domesticado la Ternura
Si trazas con compás el círculo perfecto de un Abrazo
Que sólo el Silencio –ese bosque de Tacones sin dueño- puede reconocer

Qué importa que seas Brújula Rota, manzana Roja sin serpiente
Si ya me he enamorado de nuestro Error
Amañemos la Lógica y el Desaire
No quiero negociar el Equilibrio
Sólo quiero que beses los Ojos de mi piel

Y al final cuando Todo explote
Cuando el Poema ladre iracundo e intente devorarnos
Cuando la megafonía de tu Locura muestre el lado oculto de tu sonrisa
Seguiré escanciando palabras calientes en la herida de tu Sexo con mi lengua de poeta
Hasta que tu corazón deje de ser una Ventana tapiada
Y admitas que mi Decadencia
Fue la excusa perfecta para enamorarnos.