Murakami siempre me ha gustado, sobre todo en sus novelas cortas y cuentos, por su tono pausado y lirismo aséptico, por la musicalidad en su estilo y la forma zen con la que plasma la psique de sus personajes y su visión del mundo. 'De qué hablo cuando hablo de escribir' es un fascinante ensayo sobre el arte de escribir y su experiencia como escritor.
Quizás de todos los capítulos el primero es el más sorprendente porque parece querer denostar el arte de escribir novelas: “Tengo la impresión de que no hay otro trabajo tan indirecto y de escaso rendimiento como el de escribir novelas. Si uno es capaz de verbalizar con claridad un tema determinado, no tiene ninguna necesidad de empeñarse en el trabajo infinito de las paráfrasis. Expresado de un modo quizás extremo, se puede decir que los escritores son seres necesitados de algo innecesario […] Escribir una novela me parece, en esencia, un trabajo bastante torpe. Apenas hay nada que destaque por su inteligencia intrínseca, tan solo se trata de tocar y retocar frases hasta descubrir si funcionan o no, y para hacerlo no queda más remedio que encerrarse en una habitación […] En eso consiste escribir novelas, en afrontar un trabajo lento y sumamente fastidioso […] Pasados unos años hace falta una cualidad más grande y duradera que sustituya a la inteligencia, porque a la hora de escribir novelas no importa el rendimiento o la eficacia, sino el aguante. Escribir es pura perseverancia y resistencia apoyadas en un prolongado trabajo en solitario”.
Escribir, para Murakami, comenzó respondiendo al imperativo de ‘desprenderse de todo lo innecesario, lo superfluo y simplificar’; y en esa sencillez encontró un estilo. A menudo le han dicho que su manera de escribir tiene un deje de traducción y admite que hay algo de cierto en ello. Su disciplina consiste en levantarse temprano, prepararse un termo de café y escribir diez páginas todos los días, tarde lo que tarde. Le resulta mucho más divertido escribir sin escaleta, sin saber muy bien hacia dónde van sus personajes, improvisando. El problema es que el texto se presta a muchas más contradicciones, a que haya capítulos enteros que tiene que descartar en las siguientes reescrituras porque no casan con el tono general de la historia y los personajes.
Después de varias reescrituras y pulir detalles descansa un mes. Pasado ese tiempo vuelve a reescribirlo por completo y cuando termina le da el manuscrito a su mujer para que opine. Ella hace sus recomendaciones y, aunque no esté de acuerdo, reescribe siempre las partes que ella ha señalado. Una vez hecho esto vuelve a pedirle que lea esas partes y sí sigue sin convencerla vuelve a reescribirlas. Sigue reescribiendo incluso después de entregar el texto a la editorial y recibir las primeras galeradas. Aunque parezca una compulsión descontrolada, porque en este punto hasta él ha debido de perder la cuenta de las veces que ha retocado el texto, no parece ser el único escritor que opina y trabaja de esa forma, Raymond Carver dijo en una entrevista: “Al fin he entendido que una novela se perfecciona después de releerla, de quitarle algunas comas y volver a leerla una vez más para poner las comas en el mismo sitio donde estaban”.
Nuestro querido escritor también aporta muchas otras orientaciones, que pueden interpretarse como consejos para los escritores en ciernes o pistas para entender su obra. “Todo aquel que aspira a escribir debería observar con atención a su alrededor, porque el mundo está plagado de piedras preciosas en bruto tan atractivas como misteriosas”. Es importante prestar atención a los consejos de los demás, así como asegurarse uno o dos lectores fijos que sean sinceros y constructivos. Cuando no se tiene ningún proyecto entre manos, traducir es un excelente ejercicio de escritura y también, según Murakami, hay que lograr que el cuerpo se convierta en un aliado, cosa que él ha conseguido corriendo maratones. Murakami habla también en otros capítulos de los premios literarios a los que considera ‘un torbellino insignificante’, sus estancias en el extranjero, la recepción de su obra en Estados Unidos y su renuencia a firmar libros, entre otras muchas cosas.
También parece adherirse a la idea de que los personajes tienen vida propia y el escritor está a su servicio. En uno de los capítulos cuenta cómo la obra que acabó convirtiéndose en ‘Los años de peregrinación del chico sin dolor’ iba a ser una novela corta, pero se alargó después de que un personaje secundario, ‘una atractiva mujer llamada Sara Kimoto’, le hiciera unas preguntas incómodas al protagonista. “Fue Sara ‒dice Murakami‒ quien modificó por completo el carácter, la escala y la estructura de la novela, y lo hizo en un segundo. El primer sorprendido fui yo”. Señala también las virtudes de confrontar caracteres distintos en la narración, no crear solo personajes con los que sienta empatía, una lección que aprendió cuando le recriminaron que en sus libros no aparecían ‘personajes malos’.
Haruki Murakami se considera una persona normal, con cierta habilidad para contar historias, pero no describe su vocación como un acto de heroísmo o sufrimiento. Entiende que el tiempo -y no la crítica literaria- decidirá si sus novelas merecen sobrevivir o hundirse en el olvido. “Me parece que si escribir no resulta divertido, no tiene ningún sentido hacerlo; escribir una novela es un proceso que debe surgir de manera natural.”. Al terminar de leer este ensayo te queda da la sensación de que Murakami no tiene grandes teorías sobre la escritura ni necesita tenerlas, dejándonos solo un libro de recuerdos y recomendaciones más que un análisis profundo sobre la teoría de escribir. En cualquier caso me ha resultado muy ameno y complementa muy bien a otros como ‘Mientras escribo’ de Stephen King, ‘El zen en el arte de escribir’ de Ray Bradbury o el maravilloso ‘Por qué escribo’ de George Orwell. Como siempre si alguien está interesando dejo enlace a su versión ePub AQUÍ.
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Con esta entrada ya he escrito las cien anuales que me había propuesto para el 2019. Llevo solo 94 libros este año, pero ha sido un 'annus horribilis' a nivel anímico y me conformo con leerme un par más antes de que acabe. Lo comento porque ahora me voy a dedicar a terminar una novela y lejos de esos consejos y comentarios tan maravillosos de Murakami para mí escribir no resulta siempre tan divertido, en muchas ocasiones es tedioso y frustrante, y creo que voy a necesitar todo mi tiempo libre para conseguirlo. O quizás no. Lo comento por si desaparezco de estos lares. En cualquier caso en mi cuenta de Twitter -parte derecha del blog- suelo divagar a menudo sobre series, películas y disquisiciones personales. Un saludo.
A mi de Murakami algunas me gustaron mucho y otras nada.
ResponderEliminarÉsta no la he leído.
No tengo Twitter, así que soy de las que esperaré...
Murakami creo que en sus novelas cortas (las que no pasan de las 250-300 páginas) despliega muy bien su talento y la historia, al igual que en los cuentos; el problema es cuando se alarga demasiado: o no sabe terminarlas (1Q84, La muerte del comendador) o directamente son malas. Por eso recomiendo, After Dark, Tokyo Blues, o recopilatorios de cuentos como el que tengo reseñado un poco más bajo.
EliminarNo hace falta tener Twitter para leerme, ¡si lo tengo enlazado al blog en la parte derecha!, al igual que Spotify e Instagram.
Un abrazo.
Aún no he leído nada de este autor, pero con tu reseña me has despertado la curiosidad, así que voy a ver si me hago con este libro y lo leo...
ResponderEliminarGracias por todo esto, Poeta.
Besos💙
Hola muchacha 😊
EliminarConcretamente este no te lo recomendaría, porque se trata de un ensayo y quizás no sea del todo de tu gusto. Creo que te gustaría más para empezar con Murakami un libro de cuentos, del cual hice una reseña también la semana pasada: ‘Sauce ciego, mujer dormida’; seguro que te encanta. O si quieres novela ‘After Dark’ y ‘Tokyo Bues’ para mí son las mejores.
Espero que lo disfrutes, las reseñas son para esto, para despertar en los demás una parte de la fascinación lectora que a mí me ha provocado. Ya me contarás.
Un abrazo.
Sí, ya te contaré, porque precisamente no soy muy lectora de novelas, y sí del ensayo, y de esos libros difíciles que te hacen pensar y darle mil vueltas a las cosas. Con eso es con lo que disfruto yo. de todos modos voy a leer también "Sauce ciego, mujer dormida". Y... es que a pesar de todo eso que te digo confío mucho en tu criterio.
EliminarUn beso.
A ver qué te parece esto:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=i2ULwwArK8M
No soy muy fan de Murakami, ni tampoco de las teorías literarias. Cuando he leído algún reconocido autor contando "los diez pasos que hay que hacer para..." me entra un poco de repelús y también más dudas de la que arrastro ya siempre conmigo a la hora de escribir. Creo que escribir es muy jodido, mucho, y que cada uno lo hace como buenamente puede: con sus trucos, sus rituales, sus tiempos y sus miedos. También diría que no se trata de esperar a que llegue la inspiración una apacible mañana de otoño y que muchas veces no servirá para absolutamente nada (premios, reconocimiento, publicación y todo eso) más que para sentirse bien con uno mismo. Una sensación que por otro lado ya debería bastar por sí misma. Y sin embargo, a pesar de las complicaciones, vicisitudes y pocas recompensas, hay personas que siguen escribiendo. Y eso, a mí, ya me parece un puto milagro.
ResponderEliminarMucha perseverancia con esta novela tuya. Si te sirve de consuelo (esto nunca sirve de consuelo, pero ahí va igualmente), yo estoy en la mismas: una novela que no sale y ni un sólo día sin pensar que estoy escribiendo la mayor mierda de la historia. :-)
(te pasé yo el vídeo, que en momentos críticos me gusta recordar, pero no sé por qué aparecí como anónima).
Gracias por el vídeo, en cuanto llegue a casa lo veo. Yo sí soy bastante fan de este tipo de ensayos literarios, no porque crea que me van a dar la solución maravillosa a todos mis problemas creativos, sino porque al final es como tú dices y cada escritor tiene sus liturgias, trucos y formas de encauzar algo tan complicado; por eso suelo leerlos con atención intentado buscar las cosas que siento más empatía e intentar aplicarlas. Me alivia saber que no soy el único al que le parece a veces la escritura un infierno. Es como hoy, no sé, a veces tengo la sensación de hacer las cosas mal, porque ahí afuera hay gente que dice que le encanta escribir, que nunca tiene bloqueos, que escribe dos novelas al año, que todo es maravilloso, que incluso disfruta reescribiendo… y yo flipo, porque sí, con el blog, una entrada de vez en cuando, escritura automática, reseñas, lo que sea, es sencillo, pero con la novela, que ves cómo vas sumando páginas… pero luego lo lees y tienes ganas de borrarlo todo,l o tienes una escaleta, pero te aburres, o no tienes escaleta y te atascas y nada tiene sentido… o directamente te pones a jugar a un videojuego porque no te ves capaz de escribir nada decente. No sé sí es que soy muy exigente, o que no tengo esa gran idea de la que tirar durante doscientas páginas, o es que hay cosas que me aburre escribir y lo que me gusta no lo puedo utilizar en un formato novela -o sí, pero no creo que fuera muy ameno para los demás-.
EliminarTampoco tengo interés en los premios o publicación en editoriales, cuando la terminé la subiré a Amazon a 1€ o el precio mínimo que me dejen, solo quiero terminarla, lo demás ya lo he compartimentado, pero hay días que me resulta muy complicado, parecen que restan más que suman.
Yo intento escribir todos los días, de hecho las redes sociales las tengo para quitarme el mono de escribir sin que tenga que ser tan extenso como una entrada en el blog. Ahora estoy intentado dedicar a la novela como mínimo una hora diaria, ya veremos que sale de todo esto, pero me gustaría llegar a las 200 páginas, desacralizarla y quitarme de encima xD Me lo tomaré como propósito del 2020
Y nada, mucho ánimo a ti también, espero que también lo consigas, cuando la publiques ya avisarás para echarle un vistazo.
Un abrazo 😉