
“No hace mucho me preguntaste por qué afirmo tenerte miedo. Como de costumbre, no supe qué responderte, en parte precisamente a causa de ese miedo que te tengo y en parte porque para explicarlo necesitaría tener presentes más factores de los que soy capaz de manejar al mismo tiempo cuando hablo. Esta respuesta que intento darte ahora por escrito será igualmente muy incompleta, porque también a la hora de escribir me atenazan el miedo y sus consecuencias, y porque las dimensiones del asunto van mucho más allá de lo que mi memoria y mi entendimiento son capaces de abarcar.”
En noviembre de 1919 Franz escribió esta extensa carta, una de las más famosas de la literatura, a su padre Hermann Kafka, quien nunca la llegaría a leer. Según Max Brod, que la publicó póstumamente en 1952, el escritor se la dio a su madre para que se la entregara a su padre, pero ella, tras leerla, se negó a hacerlo y se la devolvió. En ella, Kafka retrata y analiza la compleja relación que tuvo con su padre, con quien siempre tuvo una relación distante. Es fácil ver por qué: Franz era un hombre sensible, retraído, inseguro, creativo y vulnerable, mientras que Hermann era un hombre hecho a sí mismo, triunfador, fuerte, práctico, firme, severo y autoritario.
“Para ti el asunto siempre fue muy sencillo, al menos, por la forma en que hablaste de él delante de mí, e, indiscriminadamente, delante de muchos otros. Te parecía que era más o menos así: trabajaste duramente toda tu vida, sacrificaste todo por tus hijos, especialmente por mí, a raíz de lo cual yo he vivido <<como un rey>>, teniendo total libertad para estudiar lo que quisiera, sin motivos para preocuparme por mi subsistencia, es decir, sin preocupaciones en absoluto; no pedías que te agradeciera por eso, tú conoces <<la gratitud de los hijos>>, pero por lo menos esperabas alguna deferencia, alguna señal de simpatía; en cambio, yo me he ocultado desde siempre de ti, en mi habitación, entre mis libros, entre amigos locos, entre ideas extravagantes; nunca hablé abiertamente contigo, no estuve a tu lado en el templo, nunca te visité en Franzensbad, tampoco en otros aspectos tuve nunca un sentido de familia, nunca me ocupé ni del negocio ni de tus demás asuntos, te endilgué la fábrica y luego te abandoné, apoyé a Ottla en su capricho y mientras no movía un dedo por ti (no te traigo ni una entrada para el teatro), hago todo por los amigos. Si resumes tu juicio acerca de mí, resulta que no me reprochas nada realmente malvado o indecente (a excepción tal vez de mi última intención de casarme), sino frialdad, distancia, ingratitud. Y me lo reprochas como si la culpa fuera mía, como si hubiera podido cambiar todas las cosas con un movimiento de timón, mientras que tú no tendrías la menor culpa de lo sucedido, excepto la de haber sido demasiado bueno conmigo”.
En aquella época la educación era muy estricta y el padre además de su autoritarismo natural debía aplicar las normas de conducta que él mismo había vivido, por lo tanto Kafka describe un padre muy duro y cruel con él y también con el resto de la familia. Kafka considera ese choque de caracteres una batalla perdida, su narración tiene un constante tono de sumisión, de aceptación, de darse por vencido.
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Pero al leer con atención la prosa de Kafka nos deja ver entre líneas que ese padre cruel que describe no es más que una imagen en su cabeza, las acciones del padre parecen naturales -al menos en su época-, el problema es que Kafka se ve profundamente afectado por ellas. La carta describe varios períodos de su vida, desde su niñez, pasando por su juventud hasta la edad de treinta y seis años y en todo momento relata la influencia del padre en su vida, una vida sin escapatoria, donde sentía que no podía refugiarse en su idioma, ni en su religión, ni en sus hermanas y sólo le quedaba escribir y encerrarse en sí mismo.
“Ya he insinuado que con el hecho de escribir y todo lo que se relacione con ello he realizado pequeños intentos de independencia, intentos de fuga con poco éxito, que no me llevarán muy lejos según innumerables pruebas.”
Hacia el final de la carta se centra en el tema del matrimonio y las veces en que se comprometió, nos cuenta sus temores, miedos y lo que le provocaba la opinión de su padre al respecto. Resulta llamativo cómo Kafka se deja llevar por su neurosis y en esas últimas páginas se hace a sí mismo las mismas acusaciones implacables que le haría su padre, aceptando esa culpabilidad y cayendo en ese círculo tóxico de dependencia del cuál no sabe cómo escapar.
Una carta muy interesante para quien quiera conocer la biografía y pensamientos de este excepcional escritor. Quien quiera leerla puede descargar desde AQUÍ el ePub. También añado un enlace en descarga directa AQUÍ para la fantástica novela gráfica biográfica sobre el autor que realizó Robert Crumb y David Zane Mairowitz.