miércoles, 24 de julio de 2019

Reseña: Libro ‘Los hermosos años del castigo’, de Fleur Jaeggy.

«Pero perseveraba en el placer de llegar hasta el fondo de la tristeza, como en un despecho. El placer del desasosiego. No me resultaba nuevo. Lo apreciaba desde que tenía ocho años, interna en el primer colegio, religioso. Y pensaba que a lo mejor habían sido los años más bellos. Los años del castigo. Hay una exaltación, ligera pero constante, en los años del castigo, en los hermosos años del castigo«.

Los hermosos años del castigo se sitúa en Bausler Institut, un internado femenino del cantón de Appenzell, uno de los más conservadores de Suiza. Allí estudió la protagonista, que evoca desde el presente sus años en el internado. La construcción de la historia va, por tanto, del presente al pasado en dos direcciones que oscilan entre la mujer narradora del presente y la joven del pasado, una muchacha de quince años enclaustrada en un colegio donde se respira una densa atmósfera claustrofóbica de sensualidad inconfesada y demencia. La novela se condensa en sus vivencias en el internado y el profundo impacto que le supuso conocer a una nueva alumna, Frédérique, una hermosa y perfecta compañera de la que se sentirá inmediatamente atraída. Es, en definitiva, el recuerdo de un primer amor que, desde el presente, se observa con nostalgia y melancolía.

«Suena la campana, nos levantamos. Vuelve a sonar la campana, dormimos. Nos retiramos a nuestros cuartos, la vida la hemos visto pasar a través de las ventanas, de los libros, de la alternancia de las estaciones, de los paseos. Siempre es un reflejo, un reflejo que parece relegado a los balcones«.

El argumento funciona como metáfora de varios elementos: la melancolía, la transgresión de las normas, lo disfuncional, la espiritualidad y lo amoral, las desilusiones, las marcas indelebles del desánimo, la imposibilidad de rescatar un pasado que solo existe en la memoria, los abismos personales del nihilismo adolescente. La prosa de esta escritora es, depende de la visión subjetiva de cada lector, un hallazgo o un problema. Es austera y a la vez profundamente incisiva, diseccionando con frases cortas las obsesiones, la soledad y la falta de plenitud de las protagonistas, en ese cautiverio hostil y estéril en el que malgastan sus mejores años. Su estilo, insisto, es de una languidez aterciopelada, naufragando entre la sensibilidad mortecina y una cierta decadencia abúlica.

            Siempre me ha fascinado la complejidad de las relaciones femeninas en la adolescencia, tengo un buen recuerdo de, por ejemplo, Amelie Nothomb en ‘Antichrista’ o incluso Lucia Baskaran en ‘Cuerpos Malditos’. Este libro me ha sabido a poco, como si Fleur Jaeggy hubiera priorizado crear la atmósfera autobiográfica que deseaba, y en ese hermoso juego de palabras hubiera pasado por alto que una novela necesita más elementos para satisfacer a un lector exigente. Detalle también un poco lamentable que no se hayan traducido todas las frases y expresiones en francés que usan las protagonistas. En cualquier caso no dejan de ser 118 páginas que te puedes leer tranquilamente en una tarde.

2 comentarios:

  1. Pues no conocía esta obra, pero por el tema y lo que has escrito me interesa. Enhorabuena por la entrada. Saludos.

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    1. Fue una recomendación de @dara_scully, en Twitter; me gusta dejarme guiar por las recomendaciones ajenas. Quizás no esté del todo claro en la reseña, porque suelo huir de poner notas, pero a mí no me ha llegado a convencer del todo. Pero sí sugiero que es una lectura interesante, aparte de ser un libro muy corto que puedes leer en apenas una tarde. Supongo que la reseña ha sido un intento fútil para desentrañar porque resulta tan fascinante para otra personas. ¡Un saludo!

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