domingo, 17 de junio de 2018

Una reflexión transversal sobre Twitter.

Estoy empezando a coger tirria a Twitter. Quizás al principio de esta red social el usuario medio era más inocente y veía en ella una manera de compartir sus chorradas del día a día sin mayor trascendencia. Ahora hay muchos tipos de cuentas, pero la mayoría, o al menos las que hacen más ruido, se dejan llevar por las estadísticas y el ego. Somos adictos a la notoriedad momentánea que concede un tweet viral, pero con la masificación la única forma de destacar es ser cada vez más hater, depurar tus consignas, tu indignación propia o ajena. Después de unos años la evolución de este comportamiento es clara: cualquier cosa que digas va a ser diseccionado hasta lo grotesco para poder ser criticable. Y si nos ponemos con temas de actualidad o cualquier proclama visceral basada en un -ismo, podemos entrar en una guerra campal. Además, los doscientos ochenta caracteres inhabilitan poder desarrollar un tema o crear un contexto sin caer en la simpleza, en el reduccionismo, en las frases vacías de los políticamente correcto.

            En el fondo es una buena metáfora de nuestra situación política: como los partidos políticos son incapaces de cambiar el statu quo porque el poder real lo tienen los mercados, las grandes empresas, el poder combinado de globalización y capitalismo aberrante, a lo único que se pueden aferrar para mostrar un cierto espejismo de poder es la posverdad, a seguir modas demoscópicas.

           Es como el asunto de los inmigrantes del barco Aquarius que va ahora rumbo a Valencia. Ante todo decir que, obviamente, es una cuestión humanitaria, ningún gobierno debería condenarles a muerte. Pero también es una muestra del oportunismo político de Pedro Sánchez que, al igual que Macron con su apoyo días después, ha querido dar un golpe de efecto. Todos los días muere gente ahogada en el Mediterráneo, pero hasta que no salta alguna noticia de este tipo parece que ese problema no existe. Es como los refugiados: la media de cumplimiento de los países de la UE, respecto al cupo obligatorio, están en torno al 50 y 60 %, frente al 13,7% de España, ¿el PSOE se quejaba de esto? No. El asunto del Aquarius es un parche mediático y cuando se hagan la foto el problema se mantendrá. Nos gusta el maquillaje reduccionista, la acción populista sin arraigo real.

            Esa infantilización del discurso político es la misma que se ve en Twitter. Nos acostumbramos a leer solo los titulares, a creernos que podemos meter grandes ideas y consignas en apenas doscientos ochenta caracteres. Lanzamos botellas con mensajes telegráficos. Nos gustan los retazos, el postureo, el consumo rápido. Y es normal, vivimos rápido, aprendemos que lo importante es la novedad, la forma de consumo irreflexiva, incluso a nivel sentimental. Ya no soportamos el aburrimiento y para ello contamos con el móvil e internet para recibir estímulos constantemente, aunque sean sin contrastes, maniqueos, reducidos al me gusta o al descarte. Tendemos por pura pereza a esa zona de confort donde solo leemos y seguimos a la gente que opina igual que nosotros, a un microcosmos perfecto de bandos identitarios proselitistas donde todo el mundo repite como papagayos el mismo discurso en una confrontación estéril, porque no buscamos la verdad, solo masturbar nuestra etiqueta en público. Y mientras, con impunidad, las grandes empresas siguen comprando a Facebook (y posiblemente a otras redes sociales) nuestros datos para estudiar nuestro comportamiento y consumo. Y este es otro ladrillo en el muro de una sociedad cada vez más manipulable, infantil y analfabeta funcional.

En resumen: creo que vivimos en una distopia mediocre acorde a nuestros tiempos mediocres, y las redes sociales son parte del andamiaje sintomatológico de ello.

6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo, eso del barco Aquariun es como un emblema, como un eslogan ¿recuerdas lo de aquél niñito que encontraron ahogado a la orilla del mar?
    ¿A cuantos niños han salvado de esas muertes desde entonces?

    Verás como cuando pase el verano, ya hemos pasado página y estamos en otro capítulo.

    Y lo de Twitter, ese batiburrillo...por favor...

    Saludoto, amigo Bloguero.

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    1. Si, el morbo, la novedad, el sentimentalismo barato, el interés en el reality -de hecho, en la Sexta están retransmitiendo todo el desembarco, dando nombres, contando sus historias como si fuera esto Gran Hermano-, dura poco, ¿después del verano? Que va, esto la próxima semana ya está barrido por otros temas y el omnipresente Mundial de Fútbol. Nos han insensibilizado. Las estadísticas ya no nos dicen nada, y la aprensión ante la foto y el vídeo dura apenas un suspiro. Es lo que tiene gestionar tu realidad y tu ocio a través de un móvil. Hace tiempo escribí sobre aquel niño muerto en la playa, y hacía una analogía con aquella foto de “la niña del napalm” en plena guerra del Vietnam. Aquella foto tuvo tanta relevancia que dio la vuelta al mundo mostrando los horrores del conflicto y acelerando su final. Hoy eso ya es imposible. La guerra en televisión es como jugar a videojuegos, los inmigrantes son como virus paseando por un microscopio, nos importan un bledo. Esa es la realidad.
      Y sí, Twitter es un estercolero de palabras, pero entretiene mogollón xD
      Un saludo amiga bloguera ;)

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  2. Tuiter no es más que el reflejo de la sociedad que somos. De otro modo sería un despilfarro el tiempo y dinero que invierten los mercados en estudiar las redes.

    No esperaba esta ingenuidad de tu parte y ha sido una grata sorpresa.


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    1. De todas formas, todavía tenemos la libertad de mostrar solo lo que queremos (yo he intentado no subir ni una sola imagen mía a mis redes sociales, ni localización GPS de los sitios donde estoy), y de no confundir el ruido de la mayoría con la capacidad de usar estas redes sociales a nuestra manera. Hay mucha creatividad y talento en las redes sociales, existen Twitter literarios y muy creativos. Reflexiones políticas que no suelo disfrutar en mi entorno cercano. Es como Instagram, lo puedes utilizar para fotografiar la comida que deglutes o para subir tus dibujos. Mi queja es que con el potencial de comunicación directa que existe casi todo se reduzca a dogmatismos y frases hechas. Lo cual es sintomático de la sociedad que vivimos. De hecho yo en alguna ocasión, y eso que cuento con pocos seguidores, he borrado algún tweet porque no quería complicarme la vida con discusiones sin sentido.
      De todas formas, es justo reconocer que si no fuera por las redes sociales ciertas movilizaciones sociales hubieran sido imposibles de organizar y de promover, como el feminismo o el 15M y Podemos. Y que si intentas no ser consumista (la teoría del decrecimiento) poco pueden hacer con tus datos las empresas.
      ¡Un saludo!

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  3. A mí me parece sumamente enriquecedor ,desde luego no para temas políticos .
    De Twitter me interesa la gente que te hace un chiste o una poesía con cuatro frases.
    La posiblidad de hablar con mucha gente diferente y de hacer tu propio menú de personas a las que quieres leer.

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    1. Al final es una herramienta y como tal, depende de la fragua y el crisol xD Que conste que yo llevo unos meses usándola -después de años de resistirme-, y me divierte mucho, es algo rápido de gestionar, y te distrae lo suficiente para pasar luego a otra cosa. Y está claro también que hay cuentas muy meritorias, no solo porque interactúes con ellos, sino por el contenido. Bienvenida por estos lares ;)

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