
Ayer sucedió otro episodio de esperpento, que no llega ni
siquiera a revolución palaciega –no en vano se lleva avisando durante año y
medio-, y en que la mayoría está más preocupado de copar su minuto de gloria en
telediarios, de hacerse el selfie para sus redes sociales, de sacar la frase de
Twitter para reivindicar su papel, aun de secundario, en esta magna
tragicomedia. Hoy el Tribunal Constitucional invalidará la ley, y el lunes,
11 de septiembre, la Diada, será un buen momento para salir a la calle a denunciar la actitud fascista del Estado, ya que es la participación el verdadero talón de Aquiles de toda esta patochada. Luego llegará el 1 de octubre,
habrá urnas y votos, pero el referéndum no se podrá realizar. Y así llegaremos a
otras elecciones anticipadas donde presumiblemente el señor Junqueras será el próximo President de la
Generalitat.
Lleva
hablando de esto Iñaki
Gabilondo con tono alarmista desde hace un par de años. Y dentro de
la sobriedad de sus argumentos creo que falla algo crucial: el carácter de los
españoles. Cada región tiene sus pequeñas idiosincrasias pero no somos un país
serio. Los catalanes por permitir gobernar durante décadas a CIU,
ideológicamente derecha conservadora, neoliberal, sufriendo el mismo tipo de
corrupción del PP con Pujol y su mafia del 3%. Ahora, con los tribunales sobre
ellos, y cuando nunca han sido independentistas, en 2016 se cambian las siglas -ahora
se llaman Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT)- para poder polarizar más
la opinión pública y que no se hable de su gestión política. Eres independentista, me parece muy bien, ¿puedes cuestionar más
cosas aparte de tu lugar en España, puedes fiscalizar también la gestión de tus políticos, puedes ser
crítico con ellos? Al parecer no. Supongo que es una falla de los
nacionalismos: son reduccionistas, acríticos, dogmáticos. Pero claro, al resto
no nos va mucho mejor: el PP ha ganado las elecciones generales, ha demostrado que aquí
no hay ansias de cambio, que nos pueden ningunear, mentir y robar sin coste
político. Solo necesitan polarizar y que solo se hable de una cosa, ¿Gürtel,
comisiones de investigación, declaraciones del testaferro de Ignacio González?
Aburrido, menudencias.
¿Qué
va a suceder después del 1 de octubre? Nada. Cambio de poltronas en el
Parlament, más declaraciones inopinadas, más equilibrio de debilidades. Los
catalanes seguirán sin saber dónde han ido esos 60.000 millones del FLA,
seguirán con la zanahoria independentista mientras una parte importante de sus vidas, el precio del alquiler, convenios, servicios públicos, sanidad, educación, peajes, etcétera, sigue sin mejorar. En este país cateto, cainita, esclavo de su propia apatía e ignorancia, ni
siquiera es necesario recurrir al gatopardismo, aquello de "cambiar todo
para que nada cambie”. Ahora más que nunca sigue vigente esa dura reflexión de
Unamuno referida a España: "¡Qué
país, qué paisaje y qué paisanaje!".
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