Hoy sí me hubiese gustado
tener la llave. Me jodía tener allí aquella impostora de paloma muerta. Pero de
repente la he visto retorcerse. Las moscas la atacaban y ella a cada ataque
respondía con una especie de movimiento convulso, intentando incorporarse. Poco
a poco ha ido cediendo. A veces ves cosas que te hacen daño, que duelen como si
te arrancasen el corazón, pero no puedes evitar seguir mirándolas, en una
especie de morbo masoquista.
Eso me pasa con él, lo mismo, igual que con aquella tórtola moribunda. Cada noche le veo morir un poco, retorcerse, arrancarse pedazos de carne. Dentro de poco podré ver el hueso. Pero no puedo evitar seguir observando. Cuando escribe sobre sus ex, sobre esa zorra desalmada que le ha dejado, o sobre aquella que le dijo que no tenía metas. Eso me suena. No tienes metas, lo que pasa es que no tienes metas, me dijo él poco antes de marcharse con la llave del patio. Le leo sin poder evitarlo, sin poder apartar la vista. Es como ver un tren acercándose a la curva desde la que observas a demasiada velocidad, tener la certeza de que descarrilará, llevándose tu cuerpo por delante y no poder mover los pies, ni apartar la mirada. Me gustaría abrazarle, calmar su dolor, evitar que se siga desangrando. Como a la tórtola. Pagaría por poder atravesar ese cristal, acariciar su cabeza y decirle que no se preocupe mientras acabo con su sufrimiento.
Eso me pasa con él, lo mismo, igual que con aquella tórtola moribunda. Cada noche le veo morir un poco, retorcerse, arrancarse pedazos de carne. Dentro de poco podré ver el hueso. Pero no puedo evitar seguir observando. Cuando escribe sobre sus ex, sobre esa zorra desalmada que le ha dejado, o sobre aquella que le dijo que no tenía metas. Eso me suena. No tienes metas, lo que pasa es que no tienes metas, me dijo él poco antes de marcharse con la llave del patio. Le leo sin poder evitarlo, sin poder apartar la vista. Es como ver un tren acercándose a la curva desde la que observas a demasiada velocidad, tener la certeza de que descarrilará, llevándose tu cuerpo por delante y no poder mover los pies, ni apartar la mirada. Me gustaría abrazarle, calmar su dolor, evitar que se siga desangrando. Como a la tórtola. Pagaría por poder atravesar ese cristal, acariciar su cabeza y decirle que no se preocupe mientras acabo con su sufrimiento.
Ojalá pudiese hacerlo,
pero no tengo la puta llave. Maldito cabrón desalmado.
Anoche le mandé un mail.
Quisiera no haberlo hecho. Pensará que estoy loca, seguro que ni contesta. Soy
demasiado absurda. Le estaba leyendo, casi notaba el dolor goteando por las
costuras, atravesando la puta pantalla del ordenador, esa que me une a él y a
la vez me separa, cayendo en mis piernas, resbalando por mis muslos. Sólo
quería abrazarle, acariciar su nuca y decirle que todo iría bien, que yo
acabaría con su sufrimiento. Cerré el portátil de un golpe, me puse las
zapatillas y salí a caminar.
No le gustaba que caminase
sola. Era peligroso, decía, tú por ahí de noche sola, la presa perfecta. No le
gustaba que hiciese nada sola. Temía creo a mi vida aparte de él, a mi pasado.
Una vez le dije que me había encontrado con Ricardo, mi primer novio. Se
removió nervioso en el sofá y me preguntó qué me había dicho. Nada, que es
feliz, que tiene tres niños, que la vida le trata bien (jodido cabrón, esas
fueron las palabras exactas que utilizó, absolutamente seguro de que a mí no me
trataba tan bien, yo me despedí con una excusa y evité confirmar sus
sospechas), y te manda recuerdos. Habréis tomado café o algo, ¿no? No. Sí,
claro, tal y como es Ricardo va a dejar pasar la oportunidad de tomar un café
contigo. Yo callé, sin contestarle que yo tampoco hubiese dejado pasar esa
oportunidad si fuese feliz, sólo para recordarle que lo era sin él. Pero no
así. No podía dejar que supiese lo jodidamente infeliz que era.
Caminé hasta el
cementerio. Me gustaba ver la sombra de los cipreses recortándose a la luz de
las farolas. “Dame un cigarro”, dijo una voz a mi lado. Yo pegué un saltito y
me giré asustada. Era sólo un crío, joder. Mierda, consiguió convertirme en un
puto ratoncito asustado con tanta advertencia. “No fumo”, contesté. Y un “y tú
tampoco deberías” se quedó balanceándose en mi lengua. Coño, seguro que ya
tiene una madre que se preocupe. Y volví sobre mis pasos.
Comercios con carteles de
se traspasa, locales vacíos donde antes habían bancos, o fruterías. El Acuario
ha cerrado, pensé al pasar y ver la persiana bajada y ni rastro de la eterna
terraza. Un par de furgonetas y un coche azul ocupaban el lugar de las mesas.
Tendré que buscar otro sitio donde tomar café antes de ir a las entrevistas de
trabajo. Y el pensamiento me hizo reír. Mierda, entrevistas de trabajo. Tengo
que dejar de perder el tiempo leyendo ese blog y cada puto comentario. Necesito
buscar trabajo. Y seguí por la acera silbando una canción de Marea.
Cualquiera que me vea
pensará que soy jodidamente feliz. Ojalá me encontrase ahora a Ricardo, podría
mentirle sobre lo afortunada que me siento. Ahora no me pondría a llorar al
hacerlo, seguro.
Abrí el buzón. Publicidad
de un Kebab y de una pizzería con un nombre muy español y un menú muy… muy
chino. Un par de facturas. No las abriré. Me niego a saber que no tengo seguro
del coche por impago. Si lo sé con certeza conduciré como una abuelita asustada
y seguro que me paran. Prefiero seguir sospechándolo. Hasta para eso soy
cobarde.
¿Por qué mandaría aquel
correo? Autoflagelación. Cuando no te conteste y veas que ni existes para él
dolerá demasiado. Es como mutilarse. Como negarse a comer cuando el estómago parece
que se ha dado la vuelta y ya ni grita, cuando empiezas a sentir los mareos.
Igual, pero menos visible, menos preocupante. La gente puede vivir sospechando
que te haces daño a ti misma, haciendo como que no lo ven. Pero si tienen la
certeza se ven en la obligación de actuar, o de fingir que no lo ven. Supongo
que es más molesto, lo toleran peor. Mi madre puede verme jodidamente triste
mientras coma. En eso ni un puto paso atrás, aunque haga veinte años que me
dieron el alta, o casi. Pero de algo así nunca te curas, y ella sospecha que
aun a veces cuando me peso siento ganas de… de volver a aquello, de regresar al
puto infierno con tal de no pasar esa barrera que me he marcado mentalmente.
Nunca te curarás del todo, siempre serás una enferma. Eso me dijeron. Me temo
que les creí.
El puto mail sigue dándome
vueltas en la cabeza.
Querido
desconocido:
Quiero
abrazarte, alejar todos tus demonios, salvarte de ti mismo. Me salvaré a mí
contigo. No tendrás que hacer nada. Sólo dejarme estar a tu lado. Escribe sólo
para mí. No te desangres en público. Ella te lee, ¿no te das cuenta? Hay mil
formas de mutilarse, de auto infligirse dolor. Esta es la tuya. Pero creo que
no te has dado cuenta del poder que le das, de cómo sigue manejándote. O sí,
pero quieres que observe el dolor que causa. No lo merece. Nadie lo merece.
Déjame que te abrace, hasta que mi cuerpo te sirva de almohada. No pido nada a
cambio. Sólo leerte. Leerte yo sola.
Pero hay algo
que debes saber. Nunca follaremos. He follado, claro. Lo he hecho muchas veces.
No me gusta, nunca me gustó. No entiendo tanta literatura por algo tan banal,
tan… vacío. A veces me he divertido, algo muy leve. Como ir a comprar el
vestido perfecto y volver a casa con una camiseta gris. Sí, está bien, pero no
es lo que esperabas. Eso es el sexo. Nunca fue lo que esperaba. Así que decidí
dejarlo. Nunca más me sentiré decepcionada. Nunca más la puta camiseta gris, ni
el premio de consolación. No vale la pena el esfuerzo, ni las expectativas.
Nunca más.
Sé que te
encanta el sexo (aunque no entiendo bien por qué tanto interés), y no sé si
podrás pagar un precio como el que pido. Te ofrezco una vida feliz, lo que
quieras. Pero nunca follaremos.
No pensaba enviarlo. Tengo
miles de mails parecidos, mejores, con las metáforas perfectas, esas que tanto
le gustan. Nunca los he enviado. Pero anoche sentía esas ganas de abrazarlo, de
protegerlo, de borrar todas las cicatrices con mi lengua… Que mandé el puto
mail, hablando de vestidos y camisetas. Ahora además de pensar que estoy loca
pensará que soy imbécil. Perfecto, sencillamente perfecto. Por eso no contesta.
O tal vez se fue a la bandeja de Spam. Sí, eso es. Sí, sigue mintiéndote,
absurda. A ver si te crees que ayuda.
Puta autoestima. Puta nula
autoestima. Cuando conseguí recuperarla un poco llegó él. Y a la mierda todo. A
la mierda todas las horas de psiquiatra. Y encima se lleva la puta llave… Aun
le odio. Ahora tendré que ver cómo se descompone la paloma. Ah, no, es una
tórtola. Ya casi ni palomas quedan.
Fin del capítulo 3.
Fin del capítulo 3.
Los capítulos que tienen el epígrafe “Mario” son los que he escrito yo, los que pone “Alicia” son de una seguidora que quiere permanecer en el anonimato y que fue la que tuvo la idea de escribir una novela entre los dos. Bueno, de intentarlo al menos ;)
ResponderEliminarYo con tal de que escribas... Nos divertiremos intentándolo.
EliminarQue bueno.
ResponderEliminarOh, gracias.
Eliminar¡Hola Alicia! Este relato me ha parecido magnífico y quería que lo supieras. De mis tres personajes hay una mujer que caso de seguir "viva" sentiría la vida igual que tú. Ella es Eau. Muchas semejanzas contigo en el sentir, pero surgió Euria y ella me salvó. Me alegra que hayas encontrado junto con Rorschach la posibilidad de un proyecto tan bonito. Él se merece empezar por fin y creo que tú también.
ResponderEliminarPor otro lado, me gustaría que fueses comprensiva con él, quiero decir que Euria sólo le quiere a Ror para el sexo, déjale libre de vez en cuando. Es broma ;) El sexo no hay que entenderlo, Alicia, te apetece y te gusta o no te apetece, es una necesidad y a la vez es mucho más, puede ser una de las mejores cosas que tiene la vida, aunque si te va mal puede también ser una de las peores.
Idoia dice que cuides mucho de su "hermano" Ror.
Un baiser, ma soeur.
Eau
Lo cuido cuanto puedo. Me alegra que te guste. A veces hay que matar esas partes de nosotros mismos, sí. Duelen demasiado.
EliminarEl sexo... ay, jajajjajajaja
Yo me alegro porque además de divertirme, yo con tal de que un talentazo como Mario escriba...
Besos.
Alicia... todo un lujo leerte.
ResponderEliminarMe he quedado helada con algunas cosas, pero me encanta esa terraza con su olivo.
Un gran idea! A ver si este decadente se pone las pilas ;)
Hola! Te has quedado helada? Por? Perdón, esas cosas no se preguntan. Aun así me gustaría saberlo XD
EliminarA mi también me encanta esa terraza. Los olivos tienen algo mágico, no?
Esa es la idea!
Besos.
Genial!...
ResponderEliminarLa descripción es absolutamente real, esa infelicididad interna burbujeando en la cabeza...
(más más ;D)
Besos abisales
Gracias! Ay, la infelicidad...
EliminarMás? Oye, me gusta. A ver si conseguimos seguir.
Besos.
Alicia: excelente voz; posees un realismo lírico de lo más sugerente, anclado en el suelo. La imagen de la tórtola es simplemente perfecta. La descripción de emociones interiores se integra perfectamente con lo narrado en el exterior. Un exterior de lo más actual...
ResponderEliminarRors: ya te puedes poner las pilas o esta chica se te comerá con patatas ;oP. No sabes lo que me alegro por ti: es lo mejor que te podía pasar. Alguien que promete estar a tu altura. ¡Vaya descubrimiento!, ¿eh?
Me dejáis con ganas de más...
Me ha encantado el tercer capítulo. Un contrapunto estupendo.
Parece que ambos conocéis muy bien las cosas sobre las que habláis. Bien.
Tenéis tres notas perfectas. A ver la cuarta, y lo que me inquieta: el armónico resultante. No dudo que lo vais a conseguir. Puedo ver algunos lazos que os van a permitir hilarlo todo, enhebrando las distintas "agujas" con un mismo hilo. ¡Adelante ambos!
Besos (para Alicia), abrazos (para ambos): de "tó"
Ohhhhhhhhhhh, eres genial j., me lees con buenos ojos. Gracias por esas cosas bonitas que me dices. No creo merecerlas, pero gracias.
EliminarHilaremos, o lo intentaremos.
Me quedo con esos besos y ese abrazo, y te mando besos a toneladas y un abrazo enorme.
Coincido en todo con j. y no sólo en que tienes un estilo genial sino también en que se complementa a la perfección con el modo de narrar de de Rorschach, de hecho en algunos aspectos os parecéis bastante :)
ResponderEliminarYo también quedo con ganas de más y de saber la respuesta de tu desconocido.
Muchas gracias! Me parezco a Rors?? Madre mia, eso sí que es un halago. Muchas gracias.
EliminarSeguiremos.
Besos.