La literatura se nutre de nuestro tributo de entrañas y tinta, del
vomito cubriendo pudor y sintaxis, intentando que algo cobre sentido, conmover
incluso, torcer el gesto de perplejidad banal que nos rodea. La mosca de fruta muere de un ataque al corazón mientas el junco
amarillo se doblega al viento escribiendo su epitafio en la arena. Lirismo boxeando contra el nihilismo y la locura que entumecen estas cuatro paredes llenas de ojos muertos.
(…)
No es sano amar si las secuelas al día siguiente incluyen un lavado de
estomago, única solución para vaciarme de tus besos, tus te quieros, del olor de tu piel sobre mi cama. Y el pago por mi
rescate es despedazarme en bocas nuevas, en promesas prospectivas. Y es jodido
darse cuenta que solo eres un fetiche, una mariposa en la pared de corcho, taxidermia
emocional, muesca, trofeo; como un guión ensayado: todo comienza con un primer
beso tembloroso en la oscuridad de un portal y el siguiente paso es abrirme de
piernas y llenarme con tu podredumbre blanca. El romanticismo existe me dices,
pero ya observo las marcas en la garganta de tu memoria. No te preocupes, la
mentira nace antes en mí, tu perversión es secundaria.
(…)
Se descolgaron cornisas blancas –semen y dolor- de las comisuras de
tus ojos e inundaron todo, todo, todo. La ciudad ardía, el cemento se deshacía,
no había ningún lugar seguro. Mi cuerpo cayó desde un cielo azul y vigoroso
manchando de sangre la vid. Y la prostituta me bebió confundiéndome con vino y
traspasé su garganta volviendo al matriarcado de carne. Y el poema reía y reía,
puto bufón borracho. Y su fétido aliento, como los baños de un supermercado
centenario, llenó mis ojos.
(…)
Fotos de chicas perdiendo la virginidad. Canciones dislocadas, bocas
secas, huecos herrumbrosos, hilos de sangre negra. Todos tenemos algún secreto
inconfesable.
Agarro a Ophelia, musa inmaculada, por su trenza de sumisa y le
impongo el ritmo adecuado. Sus labios tienen forma de corazón. La sangre gime
llena de barro y furia. Sus mejillas, escotadas por la ráfaga de viento de mis
caricias, se llenan de rubor. El rubor es una metáfora de las hogueras
agolpándose en los túneles vacíos de su corazón. Estamos destinados a
destruirnos por completo. Bueno, eso es una mentira complaciente: ella es
inmortal, su coño la hace inmortal, sin embargo el poeta decadente, Rorschach, el genio irreverente que
escribe estas líneas de madrugada totalmente borracho, con ansias de fama,
escarnio y soledad, solo tiene una oportunidad de acción, y consiste en alzar
su mano llena de cadáveres de frases inconclusas, apartar la falda y azotarla
con saña hasta que la puta sumisa, la musa, la cobarde recalcitrante, la
ingrata, la que vuela a destiempo, la que masturba su clítoris con el recuerdo
incapaz de dejarse llevar por la locura y poseerme más allá de las palabras, tenga
su orgasmo, un orgasmo grande,
exultante, tan intenso que alza su aliento hacía la noche sin estrellas y da
las gracias.
Todo acaba para mí, saco la mascara del bolsillo del pantalón y compro
el último boleto. Solo queda esperar pacientemente a que digan mi nombre por el
altavoz. Brindo por su amor, tan efímero como un suspiro follándose la brisa. Y
la escucho reír llena de excitación y muerte cuando alguien da la orden de
disparar. Y la muerte, mi muerte, le provoca otro orgasmo mucho más intenso que
el anterior.
Final feliz.
(…)
Escribimos sobre la arena de una playa llamada vida, y cuando sube la
marea, es decir, cuando el tiempo llama a tu puerta de forma inoportuna y borra
y descalifica todo lo que ya has escrito/vivido, no queda otro remedio que
seguir escribiendo encima del cadáver de lo anterior, intentando superar lo
efímero de todo. Eso nos convierte a todos en poetas de la nada. Sin embargo esta condena pasa desapercibida para la mayoría,
solo unos pocos miran al abismo/espejo, demasiado conscientes de si mismos, y
como única y vana solución para sortear la locura intentan soltar todo su
lastre existencial sobre el teclado. Y lo peor de todo es que a veces tienen público,
una versión moderna y civilizada del circo romano: mueren, se fustigan,
ensanchan las heridas, no dejan que nada cicatrice. Y de fondo los aplausos. Pobres
niños, pobres, a solas con la literatura, esa puta frígida.
(…)
Mi ex gemía en glíglico cuando llegaba al orgasmo. Luego se fue, y mi ausencia
mejoró mucho su geografía sentimental. Pasar tanto tiempo con alguien tan maravilloso y absorbente te cambia.
Y luego su ausencia, que es un vacío grande y nuevo que antes no
estaba ahí, te sigue cambiando.
Pero hay que recordar sin quedarse a dormir en los escombros del pasado.
Pero hay que recordar sin quedarse a dormir en los escombros del pasado.
"Pero hay que recordar sin quedarse a dormir en los escombros del pasado."
ResponderEliminarQuerido mío, el día en que aprendas a hacerlo cuéntame cómo se hace, luego escribe un libro de autoayuda y te harás rico y dejarás de preocuparte por las facturas y el alquiler, y ordas de mujeres te perseguirán por lo que ya no tendrás que temer ni a la soledad.
Estos posts tan variopintos me descolocan, cada fragmento me inspira veinte cosas que decirte y, cuando llego al comentario se me ahogan las palabras y sólo se me ocurren sandeces. Hoy me impactó uno más que el resto, supongo que ya sabrás cuál.
Eres un encanto, borracho y decadente, pero único en tu especie.
Besos, ya queda menos, pequeño.
Ah, pero hay multitud de soluciones, y la menos discreta pero más efectiva es buscarte otra pareja que esté a la altura de las circunstancias. Nunca falla, así es el ser humano, mezquino es su pragmatismo.
EliminarTengo cariño a esta entrada, post coral, muchos temas, algunos manidos, pero con metáforas diferentes, otro enfoque, otras reflexiones. Como suele ser habitual no ha tenido una gran aceptación. Pero me quedo con lo divertido que fue cerrar el círculo.
Soy un encanto, eso debería de compensar todo lo demás, sin duda…xD
Besos.
(... )
ResponderEliminarbesos!
Las elipsis de puntos suspensivos son peligrosas, úsalas con precaución bella dama ;)
EliminarBesos.
Nunca serás un número, pero eso ya lo sabes, supongo. Hay gente olvidable, muescas. Hay gente que nunca lo será.
ResponderEliminarEres jodidamente bueno, así que mantente vivo, es importante. Me ha gustado lo de volver al matriarcado de la carne. Tus metáforas, esos cadaveres de frases inacabadas... Cualquier día me perderé en una de ellas y no seré capaz de encontrar el camino de regreso. Igual no está tan mal.
Lo de escribir aquí... Lo hemos hablado. Sumirnos en un mar de decadencia no cierra las heridas, el salitre es dulzón. Y no cura.
Besos jodido poeta. Hoy más.
Ja, ja, curiosamente al leer tu comentario y el de depresiva me percate que esa primera parte no pegaba bien con el resto. Desviaba la atención del tema central.
EliminarNecesitamos volver continuamente al matriarcado de carne, aunque para ello utilicemos de forma burda el sexo…xD
Las metáforas a veces son como rayos de luna rosa: vislumbras la belleza, pero comprendes que lo efímero es intrínseco y necesario.
Besos querida musa.
Soliloquios de borrachera... maravilloso alcohol entonces, decadente...
ResponderEliminarEl tercero me parece espectacular.
Besos abisales
El alcohol restaña heridas, solo tienes que sublimar el grito en algo coherente. Al menos esa es la idea ;)
EliminarBesos decadentes.
Buena entrada , te vuelvo a felicitar.
ResponderEliminarPor lo menos tienes musa, abrazo.
Gracias.
EliminarMi musa se llama Ophelia, y solo me visita cuando me he quedado ronco de gritar. Es una desalmada, pero sí, me ayuda a escribir.
Besos querida lectora.
Tines suerte, aunqnue sea una desalmada, la Ofhelia esa.
EliminarMe alegro por ti, de verdad, abrazo.
Q has hecho...perdió la fuerza.
ResponderEliminarConozco todas las máscaras
no sirven ya.
Me imagino que te refieres a que quitando la primera parte referida al suicidio pierde fuerza: “hay que normalizar el suicidio, pagar el servicio de limpieza; autorrealización simple masturbación, huir del reto corporativo que nos transforma en números con la utilidad y transcendencia de un reloj en el cementerio”… no, no me convencía, no cuadraba con el resto de la entrada cuyo hilo conductor está mecido por el sutil desencanto, no por las hogueras de conceptos ya gastados.
EliminarHay mascaras de piel y huesos; de hecho la depresión no deja de ser una mascara que esconde otra mascara donde se repliega nuestro verdadero yo.
Un beso depresiva.
Siempre nos dedicas a tus fieles lectoras tus mejores orgasmos literarios, pero incluso tomando aire y oxígeno, incluso en tus exhalaciones literarias eres bueno mi querido escritor maldito. Si tuviese que elegir uno me quedaría con el penúltimo, como siempre, la penúltima copa, el penúltimo suspiro, el penúltimo poema, la penúltima "iglesia", el penúltimo orgasmo, el penúltimo poema.
ResponderEliminarBesos
Bien elegido, me gusta que sepas saborear otros temas, otras secuencias, otras formas de observar a la literatura, la vida, y siempre el mar de fondo como perfecta metáfora de todo.
EliminarY sí, la penúltima suele ser la mejor, donde aún puedes saborear todo con cierta complacencia consciente ya del irrevocable final.
Besos a las tres, querida triada.
Vengo a releerte. Tu texto está vivo y cambia, se va llenando de nuevos matices. Saboreo de nuevo su belleza.
ResponderEliminarMe gusta leerte de nuevo. Todo parece tener más sentido cuando te leo.
Besos querido caballero andante.