En el fondo es de ilusos
dar una explicación a los sentimientos. Una persona, llamémosle X se levanta un
día y se siente enamorado. Quizá se empuja a ello, se enamora del concepto del
amor, de la sensación, necesita ser salvado. Porque el amor salva. Durante un
tiempo da sentido a la vida, te empuja a levantarte por las mañanas con la
sensación de saber donde esta tu lugar: junto a ella.
Muchas veces he escuchado
la conversación, ¿Qué diferencia hay entre hacer el amor y follar? Como si
fuera algo que pudieras captar en un video, como si hacer el amor fuera follar
mas despacio o con unos preliminares que demuestren un ápice de generosidad.
X enfoca las diferencias
no en el acto en si, sino al final. Cuando el hombre tiene su orgasmo le abruma
una sensación de desasimiento. La brusca perdida del deseo hace que pierda el
interés por todo lo que le rodea, un cansancio tosco se apodera de él. Tiene
ganas de estar solo.
Sin embargo el hombre
enamorado no le importa perderse en esa unión que es el sexo para él. Posee y
se deja poseer. Por eso cuando culmina se resiste a abandonarse, quiere
mantenerse junto a ella, no quiere estar solo.
Cuando X conoció a Z
sintió que algo se le agarraba al estomago. X no le gustaba estar solo, aunque
fuera un solitario, y eso le provocaba cierta desesperación. Eso unido a una
ferviente imaginación hacia que cualquier contacto femenino se convirtiera en
una fantasía para él. En su descargo podríamos decir que aunque X no lo
reconociera era un romántico empedernido. Por eso soñaba despierto con
encontrar a alguien que le salvara, una alma gemela, alguien que le hiciera
vibrar y transformara su vida. Porque desgraciadamente X estaba dañado y ya
fuera por lucidez o una melancolía congénita se veía incapaz de ilusionarse por
nada. Sin objetivos la vida de X era un erial sin convicciones. ¿Que mujer
podría acercarse a él en esta coyuntura? Buscar la redención en el amor era una
utopía. Y como X lo sabía porque para él la fe era un defecto de carácter,
languidecía desperdiciando su tiempo sin cambios pero también sin errores.
Pero como decíamos de
pronto apareció Z. Y decimos de pronto, porque un día no existía y al día siguiente
existía en cada minuto de la vida de X. Sabia que no había ninguna posibilidad
de hacerla feliz a medio plazo, pero no podía dejar de pensar en ella. Era
perfecta. Era esa mezcla de fragilidad pero enorme pasión por la vida.
Veleidosa, fascinante, enigmática.
(…)
Os encontrabais en su
casa, solos. Dos copas de vino, música ligera, ella te contaba algo, no podías
concentrarte en sus palabras, veías esos labios sonrosados plasmar algún mohín,
alguna sonrisa e intentabas registrar todo en tu mente para luego poder recordarlo.
La estabas moldeando en tu interior, era tu musa y tu modelo.
En un momento, ella se
quedo seria y dejó la copa en la mesa.- ¿me escuchas? Me preguntó.
Y de pronto esas palabras
salieron de mis labios sin yo siquiera pensarlas conscientemente: No, solo te
amo.
(…)
Había tanta ternura en sus
besos, no se sentía intimidado, solo quería saborear el momento, disfrutarlo,
era la primera vez que la sentía tan cerca. Recorría su cuerpo, despojándolo
poco a poco de la ropa, la lencería exquisita le provocaba, todo en ella era
licencioso. Estaban en la cama, descubriendo sus cuerpos, y cada nuevo rincón
inexplorado era un nuevo placer, la lengua, los labios, los dedos, eran gestos
repetidos pero en ella eran sacramentos del placer que explotaban cortándole la
respiración. Te quiero, se atrevió a decirla de nuevo. Ella le miro, con esa
mirada suya, esa mirada azul glacial pero a la vez prendida en todo y le beso,
como si las palabras no fueran suficientes para expresar lo que sentía. Como si
llevaran esperándose años, cada uno en su camino mirándose de lejos pero sin
poder tocarse. Pasaban del roce mas atrevido a la caricia mas tímida, A veces
se sentía cohibido en estos preliminares, y entonces ella le guiaba la mano o
le rodeaba con sus labios.
No pudo resistirlo mas, se
colocó encima y la penetró, sentía sus contracciones, su humedad, su voz como
eco repitiendo su nombre, su mano en su pelo agarrándolo con fuerza, sus
piernas, todo su cuerpo rodeando, haciéndolo moverse, cambiando de postura,
poseyéndole. Y la veía, la contemplaba, como gemía, desinhibida, libre,
entregada…y no podía creer que fuera suya, que le hubiera elegido. Se
contagiaba de esa febril entrega y no podía dejar de besarla por todo el
cuerpo. Se separaba bruscamente y luego volvía con fuerza a penetrarla, como si
sus cuerpos estuvieran esculpiendo el poema de la última noche en la Tierra.
Cuando Z volvió a tener otro orgasmo no pudo resistirlo más. Se mantuvo dentro
de ella, no quería separarse, acompasaban sus respiraciones y la abrazaba como
si quisiera fundir sus cuerpos.
-“Te amo y no puedo huir
de ello” me decía ella -“aunque sé que me harás daño, aunque sé que no tiene
sentido, te amo”.
El sintió como recuperaba
su erección. Z se puso encima. Quería verla disfrutar, quería ver esos pechos
subir y bajar al ritmo de su placer, quería sentir las gotas de sudor cayendo
de sus cabellos, quería adorarla en el altar de su carne. No supo cuanto duro.
Nunca se había creído un buen amante. Pero esa noche descubrió la libertad, las
risas, ¡cuanto se rieron aquella noche!...conociendo sus cuerpos…sus
cavidades…redescubriendo ese lenguaje de los cuerpos desnudos. Y supo que lo
que había sentido esa noche se le clavaría como una maldición, la vida nunca
tendría de nuevo esa luminosidad, esa sensación de felicidad y libertad
imperecederas.
(…)
.
Luego se marchó, como
quien se aleja de un sueño no porque lo prefiera, sino con el fatalismo asumido
de quien no puede elegir.
Me encanta. Mi más sincera enhorabuena, tienes la facilidad de convertir el sexo en algo elegante.
ResponderEliminarHacer el amor así, eso es estar vivos señores.
gracias por tu relato
Sophia
Que bien me lo he pasado contigo maldito... <3
ResponderEliminarNunca había sentido tanta intimidad con nadie, contenía la respiración con la finalidad de evitar respirar mucho más deprisa, pero era una tarea ardua.
ResponderEliminarSintió vergüenza al recordar que tan solo llevaba un vestido blanco de verano de tirantes, pensó que era muy inapropiado yacer al lado de él, pero su voz se había convertido en una trampa que la había embelesado y no podía escapar de ella.
Qué bonito es todo en palabra y después, la realidad es un fraude.
ResponderEliminarYa te comenté que no lo hacías nada mal... ;)
ResponderEliminarBesos.
Gracias ;^)
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