martes, 12 de marzo de 2019

Reseña: Los asquerosos, de Santiago Lorenzo

Manuel -nombre ficticio- es un joven con una vida completamente anodina que ha sufrido, como tantos jóvenes españoles de su generación, los estragos de una crisis que le ha condenado a un presente precario y a un futuro sin perspectiva alguna. Un día, cuando va a salir de su casa para dirigirse al trabajo, es atacado por un agente antidisturbios al que hiere de gravedad con un destornillador que siempre lleva encima como amuleto. Manuel huye inmediatamente de Madrid para refugiarse en un pueblo abandonado y su tío, un hombre también de escasos recursos, gestionará como puede y desde la distancia el escondite de su sobrino prófugo y su logística de supervivencia enviándole semanalmente compras del Lidl.


Ante lo que parecía un terrible drama personal, Manuel descubrirá, poco a poco, que no solamente es capaz de sobrevivir aislado de la civilización, sino que preferirá no regresar nunca más a ella. La sociedad, el sistema y los demás eran precisamente lo que fallaba en su ecuación para ser feliz, huye de todo para encontrárselo todo. El autor describe lo maravillosa que puede ser la soledad una vez la elijes y te adaptas a ella, y lo trágico que puede resultar que algo inesperado la rompa. Y de ese conflicto sale el título de la novela: siempre hay algún asqueroso que, consciente o inconscientemente, salpique con su insalubridad tu existencia.

Los asquerosos pretende ser una obra divertida, de esas que se leen del tirón en una tarde ociosa, lo cual siempre es de agradecer en un mundo literario más dado al drama y al tremendismo. Y, además, lo que parece ser una premisa argumental absurda termina convirtiéndose en una crítica a toda la idiosincrasia de la sociedad actual, a su cúmulo de hipocresías, estupideces y contradicciones que sólo conducen a la insatisfacción y la infelicidad.

 Sin embargo, a pesar de las ventas, el marketing y todas las críticas de generosa enjundia, hay cosas negativas y que a mí me chirrían mucho. Lo primero es que lo comparan con Walden de Thoreau, y ni de coña, es un libro divertido, pero no pasa de ahí, no hay más profundidad filosófica que plantear como un misántropo descubre los placeres de la autosuficiencia y la soledad. Pero lo peor es el lenguaje: una mezcla de cultismos, neologismos, jerga inverosímil y coloquialismos que parecen un pegote innecesario y desconectan todo el rato de la lectura. Además, al terminarlo subyace la sensación de oportunidad perdida. Santiago Lorenzo no ha querido profundizar en la sátira, no sé si por falta de talento o ambición, y sobre todo se nota en la parte final, con unos secundarios estereotipados “mochufas” (los asquerosos), que infantilizan aún más la narración y la manchan con un clasismo intelectual que se alarga durante demasiadas páginas.

En resumidas cuentas: no está mal, pero ni de lejos es esa obra literaria maravillosa que nos quieren vender. Y, por favor, si alguien lo compara con Thoreau… que primero lea a Thoreau.


8 comentarios:

  1. Te me has adelantado!

    Bueno, lo primero, yo no he leído a Thoreau, así que no sé si la comparación es apropiada o no, ya te contaré si algún día cae. Pero sí que creo que hay cierta profundidad “filosófica”, la de repensar a que nos está conduciendo el modelo de sociedad que llevamos. Y para sostener la historia Santiago Lorenzo necesitaba un “héroe”, al menos por un rato, y un villano: Los asquerosos, o sea todos nosotros, incluído Manuel al que también reconoce como asqueroso al final. Y digo lo de” héroe por un rato” porque Manuel no eligió su destino, le vino impuesto y luego ya se vio incapaz de volver a la sociedad, aunque no de renunciar a la WIFI y La electricidad.

    En cuanto a lo del estilo estoy contigo. Cuesta acostumbrarse, durante los tres o cuatro primero capítulos tuve la sensación de que o Santiago Lorenzo empezaba las frases por el final, o mi comprensión lectora estaba fatal. Pero bueno, terminas cogiéndole el punto. No me parecieron excesivos ni los cultismos, ni los neologismos, y en cuanto a lo de los coloquialismos creo que forman parte de la comicidad que se pretende, pero es verdad que algunos se ven un tanto forzados, de todos modos los cómicos son así… Hacen sus “pausas dramáticas” antes y después de soltar el chiste buscando la risa y el aplauso, no crees?

    En lo que sí das de lleno, es en lo de que no quiso profundizar en la sátira y no creo que sea por falta de talento. Lo vi en La Resistencia mordiéndose mucho la lengua. Además, ¿recuerdas cómo se disculpa con los que se han sacado la famosa foto en la Torre de Pisa? Añadió esta frase el editor? El libro además de escribirlo hay que venderlo y tanto a él como al editor tienen que seguir llegándoles las bolsas de LIdl, supongo…

    Pero no creo que sea clasista, es anticlasista. Se defiende del clasismo de los mochufas como puede, los de la ropa de marca, los coches último módelo, los libros que leen los que van a la Universidad Juan Carlos, los que hacen dinero engañando a los usuarios de telefonía, no se dice dónde consiguen el dinero los nietos ricos de Joaqui… Es Manuel el que sufre el clasismo y la condescendencia de Joaqui cuando va a que le alquile la parcela, un poco más de capitalismo y especulación… Santiago Lorenzo nombra a esos clasistas intelectuales a los que tú te refieres para desmarcar a Manuel, son los de la agricultura ecológica y la permacultura que nombra, los de la literatura indie. Manuel se lee los clásicos Austral porque es lo que dejaron atrás los que vivieron allí y porque no tiene otra cosa que hacer cuando llueve o hace frío, y vivía allí como podía haber vivido en Chernobil si la gasolina y las fuerzas le hubiesen dado... El día que vi a Santiago Lorenzo en la resistencia no me pareció que fuera de ese palo, y Manuel tampoco me lo parece... Pero es mi opinión… y como ya tedije antes noson pocas las veces que dudo de mi comprensión lectora.

    En cualquier caso un placer leerte como siempre.

    Buen día.

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    1. Hola, buenas, gracias por comentar 😉
      Antes de nada, decir que soy un lector horrible, siempre leo con cierta urgencia, con demasiada prisa, cuando algo me gusta lo devoro, y cuando no me gusta leo todavía más deprisa para quitármelo cuanto antes de encima. No me dejo saborear los libros, y cuando algo me molesta me cuesta acostumbrarme a ello. El lenguaje me parece una mierda, entiendo lo que quería hacer, pero, como pasa demasiadas veces, no le sale bien, es impostado, forzado, innecesario y, al final, aburrido. Yo no me acostumbré, y ahí ya finiquité el libro.
      En cuanto al marketing y lo que comentas de la Torre de Pisa o la Resistencia, ni idea, me descargué el libro porque lo vi comentado en varias webs, pero no sé demasiado del autor. Creo que va por libre desde hace años porque en el cine no le dejaban hacer lo que quería, pero la literatura da mucha más libertad, sobre todo cuando hablamos de ficción, etcétera, y aquí falta garra. Quizás no quería complicarse la vida, pero lo de la familia de asquerosos de la parte final me indica que tampoco hubiera salido muy bien librado si lo hubiera intentado de verdad.

      Y hablando precisamente de la familia de asquerosos, ¿toda la gente con dinero es así? Es una contraposición demasiado exagerada, y por tanto tramposa. Tanto odio del protagonista simplemente porque ellos tienen caldera y no quieren pasar frío en invierno es excesivo para alguien tan happy. Incluso su tío le advierte de que sus monólogos están impregnados de una obsesión excesiva. De ahí luego la bomba, los cristales en el patio para que los niños se hieran en los pies, etcétera. A mí me parece un personaje narcisista, imperfecto, que se autoengaña ante sus propias limitaciones, que infantiliza su situación y por eso esa familia despierta su odio. El clasismo nace cuando discriminas a los demás con tus prejuicios y los consideras inferiores. Si hubiera sido honesto o coherente con su devenir se hubiera ido a otro pueblo abandonado. Sin más.

      Al menos en la parte final se muestra como es, y cuando su tío va a verle ni siquiera es capaz de estar. En suma, me pareció un personaje bastante antipático. Pero bueno, me alegro de que tú lo estés disfrutando, es un libro fácil de leer, cortito, y tampoco es tan terrible como lo quiero hacer ver xD de hecho es mucho mejor que el de Ottessa Moshfegh, aunque leyendo mi reseña no dé esa impresión.

      ¡Un abrazo! 😊

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  2. De nada, el placer ha sido mío.

    Sí, es cierto, a veces todo parece un poco artificial, pero al mismo tiempo pienso que puede deberse a que es la voz de su “tío”, no he leído nada más de Santiago Lorenzo para valorar cuánta de esa artificiosidad se debe a la calidad de esa voz, del misma manera que si fuera un niño el que cuenta la historia su voz debería ser infantil.

    Por supuesto que no toda la gente con dinero es así, pero la gente con dinero que es así, es así, e incluso hay gente sin dinero que es así, aunque no alquilen en el campo ni tengan coches de alta gama. Pero visten de marca, sólo oyen los 40 y compran el Hola. Yo también soy así, a veces compro pizza por no cocinar, tengo más zapatos de los que realmente necesito y podría ir más a la biblioteca. Tampoco todos los niños llave son como Manuel, los ha habido con más y menos suerte. Pero Manuel es Manuel y sus vecinos son sus vecinos. Personajes todos. Y como Humbert Humbert, Heathcliff, y Madame Bovary todos imperfectos. Te he leído muchas veces como defendías esa diferenciación como para creer que la novela no te ha gustado por el supuesto clasismo de uno de sus personajes. Entiendo que te ha decepcionado su calidad literaria y que además de eso Manuel te resulta antipático por los motivos que has dicho aunque a veces hablemos mezclando las dos cosas.

    Desde mi punto de vista la rabia de Manuel, no el odio, no es por la caldera. Es porque se siente acorralado y ve peligrar su supervivencia. Podría irse a otro pueblo pero está cansado de huir y no ha sacado nada en claro de sus huidas, huyó de casa de sus padres, huyó de Madrid… Su rabia es porque tuvo que huir de Madrid después de tanto esfuerzo, porque no encontró trabajo, porque el que encontró era una mierda, porque no tuvo amigos, ni novia, ni padres… Lo macharon tanto que al final sacó de dentro el perro rabioso en el que lo convirtieron.

    Tampoco tengo la sensación de que los considerara inferiores, los consideraba una amenaza para sí mismo y para el planeta, y la rabia hacían brotar las palabras a borbotones y con bastante aire.

    Si hubiese sido honesto, habría pedido ayuda para el poli, y se habría entregado. Si su tío hubiese sido honesto se lo habría aconsejado, o, ya puestos, en la road movie, se habría preocupado de averiguar como andaba el caso con tanto empeño como en el que puso en buscarle trabajo. Pero no lo fueron, Manuel lo intentó, huyendo de trabajos indignos, dándole la documentación al casero… Y no pudo ser… No es perfecto. Cuando su tío va a verlo, no puede o no quiere estar. Yo no me veo con fuerzas para juzgarle porque lo que sé de él es por la imagen que su “tío” proyecta a partir de lo que Manuel le cuenta, pero nada más. ¿Tengo que suponer que todo el Manuel es el Manuel del que nos habla su tío? Lo dudo, lo dudo mucho. Para mí Manuel lo intentó mientras pudo.

    Pues no habría imaginado que Los asquerosos te gustó más que Mi año de descanso, leyendo tus reseñas me parece justo lo contrario… Ojalá tener tiempo para tanta lectura…

    Un saludo.

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    1. El problema al hacer las reseñas es que no solemos ser demasiado objetivos y además las expectativas pueden jugar a favor o en contra. No me gusta poner nota a los libros que reseño, si alguien las lee que opine en base a lo que escribo, pero podría afirmar que “Mi año de descanso” tiene un suspenso claro, al igual que, por ejemplo, Serotonina de Houellebecq; son libros que parten de una buena idea, pero aburren con sus continuos circunloquios, es como un uróboros estacando en su propia falta de talento. Pero me gusta el tema central, me gustan esos circunloquios, por lo cual tiendo a hablar bien de ellos aunque nunca los pretenda recomendar. Con “Los asquerosos” tenía altas expectativas, pero ni la forma de tratar el tema ni el lenguaje me convencieron y enseguida le cogí manía. Reconozco que es una manía subjetiva que tú has desmontado perfectamente, los dos hemos dado una interpretación muy bien argumentado a favor y en contra de este libro, y espero que si alguien nos está leyendo saque su propia conclusión.
      Las reseñas son una forma de penitencia por no saber saborear los libros más despacio, soy un mal lector en ese sentido. Echa un vistazo a la reseña de hoy “La dependienta”, creo que ese también te puede gustar.
      Lo del tiempo libre también puede llegar a ser una maldición, ya lo decía Schopenhauer, el problema del ser humano no es buscar la felicidad, si no huir del dolor y el aburrimiento. Me alegra verte por aquí, Twitter se queda muy pequeño para los matices, y me resulta demasiado frustrante para hablar de forma clara y relajada. Un abrazo.

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  3. A mi no me pareció divertido en ningún momento ¿de verdad esa era la intención del autor?.
    Entretenido sí, yo si lo leí del tirón.

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    1. Esta vez coincidimos totalmente, ni demasiado divertido, ni demasiado talento desplegado. Parece que el marketing funciona muy bien en cualquier contexto. La literatura española cada vez me da más repelús.

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  4. He leído la crítica y los comentarios cruzados a dicha crítica. Lo primero es que me parece reconfortante que alguien se haya animado a ser un poco original y realmente crítico y a apartarse del coro de elogios, que básicamente vienen a repetir un único elogio, a saber: "el libro es bueno porque encierra un elogio a la soledad, a la autenticidad y a la austeridad (virtudes deseadas y seguramente poco practicadas por los 70,000 lectores del libro) y una crítica al esnobismo y a la planitud mental de las clases medias españolas." En otras palabras, la calidad literaria, según esos críticos, se mide por la bondad del mensaje y no por la forma de contarlo. Por mi parte, coincido con lo que ha dicho por Rorschach Kovacs en su crítica: la idea general es buena, evita hacer una apología a la vida bucólica del campo (realmente podría haber transcurrido en un sitio igualmente solitario como la Antártida) y es ameno. Entiendo que cuando Kovacs usa la palabra clasismo como crítica no es tanto al personaje de Manuel como al mismo autor. Y el autor, al hacer a través de Manuel esa sátira tan estereotipada de "La Mochufa" destila clasismo; porque es una visión sin matices, muy en plan Boris Izaguirre. Creo que en eso ha fallado el autor, porque si hubiese aprovechado la idea para hacer una crítica más matizada, más trabajada y más refinada de todo un segmento frívolo, nuevo rico y en el fondo muy vulgar de la sociedad española habría logrado un efecto mucho más destructivo y demoledor. También coincido en que el lenguaje empleado por el autor a través de su narrador es lo peor. Pretende utilizar un lenguaje castizo de las calles de Madrid pero trufado de neologismos y lo que es peor, de ocasionales cultismos y construcciones metafóricas. Como si a ratos el autor se arrepintiera de usar una jerga poco literaria y quisiera demostrar que cuando se pone también puede ser un gran escritor. Como al final todo es una cuestión de toma y daca, me sigue pareciendo un libro interesante por lo original de la idea y por lo ameno de su desarrollo. Vamos, que me alegro de haberlo leído.

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    1. Gracias por tu aportación. Aunque como estamos de acuerdo en todo no tengo mucho que añadir. Me quedo con tu frase: “la calidad literaria, según esos críticos, se mide por la bondad del mensaje y no por la forma de contarlo”. Creo que la novela está bien, porque es amena, y eso de base es lo más importante, pero falla estrepitosamente en todo lo demás. Sobre todo mi queja deriva en la cantidad de críticos diletantes que afirman con rotundidad que este libro es una obra de arte, cuando ha pasado por mis manos sin pena ni gloria. Y sobre todo porque cuando lees algo y notas los Deux ex machina, o los trucos baratos no puedes por menos que suspirar; casi incluso parece pereza no haber desarrollado, como tú indicas, con más matices a esa familia de nuevos ricos.
      En cualquier caso, un libro más, que bien ha merecido mi reseña, algo que, si no hubiera nada que aprovechar de él ni siquiera me hubiera plantado.

      ¡Un saludo! 😉

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