jueves, 22 de agosto de 2019

Mientras en Europa se preparan para una nueva recesión, en España seguimos todavía con un Gobierno en funciones.

Escribir sobre la política española es como elucubrar sobre el futuro de una serie de televisión, una serie lenta y mediocre, pero lo suficientemente adictiva para que estés expectante ante lo que pueda suceder en el siguiente capítulo. Sánchez debe su actual poder, a pesar de sus cuatro investiduras fallidas, a tres circunstancias: a su temeridad, más que a su audacia; a la propaganda orquestada a su favor, más que a una gestión mínimamente aseada; y a la inercia de una ‘bonanza’ heredada que empieza a dar claras señales de agotamiento. El mayor acierto de Sánchez ha sido su mayor lastre: haber ganado la moción de censura a Rajoy, pero con unos apoyos parlamentarios que no ha podido ni sabido mantener.

Después de otra investidura fallida el veinticinco de julio se materializó una idea que el PSOE sigue sin admitir: quien solo tiene un tercio de la Cámara no puede imponer su voluntad a los otros dos tercios. Tras aquella derrota, Sánchez ha malgastado casi la mitad del plazo disponible sin hacer nada útil para construir una mayoría de gobierno. Mucha retórica efectista, demasiado abuso de los instrumentos institucionales para la propaganda de partido, usar el tiempo como herramienta de asfixia y presión colectiva, descargar responsabilidad sobre todos los demás escaqueando la suya propia y someter al aliado imprescindible a un aluvión de improperios y 'humillaciones', esperando ablandar su voluntad por esa vía o, en su defecto, hacerle cargar con la cólera del frustrado votante de izquierda.

El Gobierno de coalición está descartado. Para Podemos firmar un pacto de legislatura quedando fuera del Gobierno sería una forma absurda de atarse las manos cuatro años, con todos los inconvenientes de pertenecer al bloque gubernamental y ninguna de sus ventajas. Que haya o no Gobierno, que se repitan o no las elecciones, depende ya exclusivamente de Pablo Iglesias. Y todo ello en vísperas de una recesión económica y de un nuevo estallido del conflicto de Cataluña. Una solución lógica sería que Iglesias regale sus votos a Sánchez para la investidura a cambio de nada; sin ningún acuerdo ni negociación, sin ningún compromiso que se prolongue un minuto más allá de la votación. Se presentaría como un acto de generosidad política para evitar a la ciudadanía el trauma de una repetición electoral, y ya de paso evitar coaliciones de derecha y su propio descalabro electoral.

De todas formas, me pregunto, con los claros indicadores que existen de recesión, la inestabilidad del gobierno italiano, el PIB de Alemania cayendo en un -0,1% (de repetirse en el tercer trimestre, el país entraría en recesión técnica), un posible Brexit sin acuerdo el 31 de octubre, la guerra comercial entre China y EEUU, el conflicto que va a provocar la sentencia del ‘procés’ en Cataluña, y tantas otras cosas, ¿por qué esa obsesión por entrar en el gobierno? ¿De qué serviría? ¿No sería más recomendable para Iglesias quedar libre para defender su programa maximalista y fustigar al Gobierno ante cada acto que huela a debilidad ideológica, ante cada decisión en contra de los intereses del ‘pueblo’ a las que se verán abocados en cuanto estalle la recesión? Pero aquí, al igual que en una serie mala, no existe demasiada coherencia, los personajes se dejan guiar por una lógica incomprensible, quizás porque al estar embriagados por sus ambiciones personales no tienen en cuenta lo que sucede fuera de su burbuja. A los ciudadanos, ciegos ante su destino, sólo les queda esperar con triste paciencia el siguiente capítulo para enfrentarse al poco edificante final de esta temporada/investidura de la que apenas queda un mes. Veremos con qué nos sorprenden, aunque ya os adelanto que no será nada bueno.

5 comentarios:

  1. No sé cómo aún tienes ganas de hablar de los políticos y aún defiendes a los que bajo el paraguas de querer el bien social únicamente se preocupan de vivir como casta .

    ¿ acaso esa gentuza viven como tú?
    ¿ con tus problemas?
    Abre los ojos...

    Besos.

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  2. La verdad es que no suelo hablar de política en los blogs,

    pero cuando veo que los que criticaban a la " casta" se vuelven casta es que me tiemblan los cimientos.

    Aunque claro , tú eres libre de pensar como quieras.

    Porque imagino que aún creerás en ellos, dado el panorama.

    Yo que no creo en ninguno , pienso que si entramos en recesión , y el camino es ése, ellos seguirán bien , porque la gente les votará con tal de agarrarse a cualquier esperanza, que aprovecharán para seguir en sus poltronas o mejorar la calidad de éstas.

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    1. Llevo ya, creo que casi dos años, criticando duramente a Podemos desde mi blog. De hecho en la anterior entrada sobre política recuerdo que dije que no volvería a votarles nunca más, que si tenemos que volver a las urnas el 10 de noviembre votaré en blanco. En esta entrada creo que es obvia mi crítica hacía ambos partidos, incapaces de ponerse de acuerdo porque creen que pueden ganar el ‘relato’, manipular a su público, en esa lucha de egos fratricida en la que tiene más prioridad ganar poder que hacer algún bien a la ciudadanía. No me arrepiento de haber apoyado a Podemos en su momento, al igual que ahora tampoco me arrepiento de criticarles -Pablo Iglesias me tiene bloqueado en Twitter, una chorrada, pero quería comentarlo-. Es cierto que pensaba que su ideología y su discurso era honesto, al igual que en su momento pensé que Pedro Sánchez superaría su ánimo arribista e intentaría llegar a un acuerdo real con UP. Pero ya ves, al final la confianza en política se paga con el ridículo intelectual.

      Por lo tanto te lo repito, porque parece claro que no he sabido trasmitirlo con mis entradas: ya no soy votante de UP, o del PSOE, me informo y tengo claro que son unos ególatras arribistas que solo piensan en su poltrona, y que todo lo demás es un discurso demagógico y manipulador. Con todo, mi discurso de fondo sigue en pie: como ciudadanos tenemos la obligación de informarnos, entrar en el juego político y votar -aunque sea en blanco-, y sobre todo estar predispuestos a juzgar sin prejuicios los hechos, aunque con ello tengamos que cambiar de opinión cada cuatro años.

      ¡Un saludo!

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  3. Bueno, informarnos y votar , pero cuesta bastante, tendré en cuenta tus palabras.

    Besos.

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    1. Tampoco tenemos muchas opciones, quizás lo que propongo solo es un consuelo banal ante la frustración y malestar que causa todo. Un abrazo de vuelta.

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