jueves, 15 de agosto de 2019

¿Cómo es posible que la Community manager de un perro haya conseguido llegar a presidenta de la Comunidad de Madrid?

Los políticos no salen de la nada, florecen en el caldo de cultivo social como parte de nosotros y nuestros valores. Isabel Díaz Ayuso, esa ínclita mujer que se pasó media campaña soltando propuestas surrealistas como garantizar una paga para los concebidos no nacidos en el seno de una familia numerosa, lamentar la falta de atascos en el centro de Madrid por culpa de las medidas de Carmena, una de las señas distintivas de la capital junto con la Cibeles, el Bernabéu y las obras faraónicas de Gallardón, o que alzaba el puño en alto para advertir contra la dictadura progre que quiere contaminar todo. Esa mujer de cara de pasmo infinito, de boca entreabierta y ojos de moja en trance a punto de ascender a los cielos, gobernará la Comunidad de Madrid. Y a pesar de todo lo anterior tenía curiosidad por saber cómo se desenvolvía como parlamentaria y por ello estuve viendo en varios momentos su investidura.

Fue bochornoso por parte de casi todos, me quedé incluso sorprendido de la visceralidad de algunas intervenciones. El único destacable Ángel Gabilondo, inteligente, locuaz, amable, incluso llegando a pedir perdón por no dar sus votos, tendiendo la mano con el ánimo de colaborar, de hacer política, de explicar las cosas, de llegar a las mejores soluciones. Afeó en varias ocasiones las interlocuciones personales de Errejón a la familia de Ayuso y sus negocios, indicando que quizás era más necesario hacer un monográfico sobre las buenas formas parlamentarias que sobre la corrupción. El que me desagradó enormemente fue Errejón, jugó la carta de la oposición dura, televisiva, atacando en los personal. Dijo: “De tener el honor de ser propuesto para el puesto, no rebajaría el parlamentarismo y la dignidad de las instituciones como usted lo ha hecho”. Sin embargo, fue precisamente lo que provocó él al dejar a un lado la política y entrar en el terreno personal, siendo condescendiente, faltón, incluso pecando de cierta soberbia intelectual. Ayuso tuvo la réplica fácil y enfangó el resto de la investidura: “Es usted el político más traidor que se conoce, que le debe absolutamente todo a un señor que se llama Pablo Iglesias, al que en el momento más difícil le dijo ahí te quedas, me largo, que de repente me va a interesar la política madrileña”, “Ustedes que nacieron de la dictadura, de una de las dictaduras más vergonzosas que soporta hoy el planeta, que es la venezolana. ¿Cómo tratan allí a los jóvenes? ¿Cómo tienen allí a los desfavorecidos?”. Luego jugó la carta del victimismo al asegurar que estaba siendo víctima de: “la campaña más machista y deleznable que se ha hecho contra una candidata que es mujer. Me enfrento a los diputados más machistas que me he encontrado en mi vida, metiendo a la familia, con medias verdades.”  Y para finalizar, el momento emotivo al hablar de su padre: "Era un hombre bueno, honrado, trabajador, muy querido padre que estaría muy orgulloso si hoy estuviera vivo y viera que su hija se va a convertir en presidenta de la Comunidad"

Que el PSOE en el 26M no haya avanzado ni un milímetro, que Más Madrid y Podemos sumen en la Asamblea de Vallecas lo mismo que en 2015 y que, seguramente por un fallido candidato al ayuntamiento (Pepu Hernández) y una pelea entre la plataforma de Carmena y Pablo Iglesias, el consistorio de la capital haya regresado a manos de la derecha constituye una auténtica catástrofe para la izquierda. Y, a pesar de ello, no parece lo de ayer el mejor camino para recuperar la credibilidad, sino otro paso más en la máquina del fango, ¿por qué dar más prioridad a atacar a Ayuso hablando de un presunto delito de alzamiento de bienes que, de todas formas, ya está prescrito, cuando se puede hacer oposición criticando su programa, explicando y señalando los acuerdos con VOX o, simplemente, esperando que su nula experiencia gestora se muestre con perniciosa rotundidad en los próximos meses? Pero en estos tiempos de desconexión ciudadana, en la que todo parece un show, donde el titular prima sobre el contenido y lo importante es que hablen de ti para poder existir y mantenerte en política, leo con rubor como los periodistas hablan de Errejón como líder de la oposición, mientras dejan a Gabilondo como un mero tramoyista que pasaba por ahí.

            En resumen, tenemos lo que nos merecemos, un reflejo fiel de esta sociedad mediocre. Auguro muchos años en el poder a esta amiguísima de Casado -la única razón real de su candidatura-, que, al menos, nos dará muchos titulares llenos de ocurrencias simpatiquísimas, de esas que tanto gustan a la mayoría de la gente, sobre todo a esos madrileños que todavía defienden a Esperanza Aguirre afirmando que fue una gran gestora.

2 comentarios:

  1. Puff, de política habría mucho que hablar, pero pienso que es inútil. Nos representa lo más inútil de la sociedad. En realidad no son capaces de gestionar el país. Me da igual, luego nos sorprendemos de la corrupción y yo me pregunto, ¿es consciente la gente que está votando a gente que en muchos casos tiene una titulación comprada, o ha adquirido títulos por influcencia o ha accedido a becas black, cuando muchos ganan el doble o el trile del español medio en el peor de los casos? Yo perdí la esperanza hace ya tiempo en la clase política de este país. Los políticos, no son parte de la solución, son parte del problema y cada día hay más. Es muy apetecible vivir del cuento.

    Cada día estoy más convencido que necesitamos un gobierno tecnócrata, con especialistas en cada puesto y que sean realmente empleados públicos y con plazas sacadas por oposiciones como cualquier funcionario. De tal menera, que cómo estén haciendo el mendrugo o desviando la responsabilidad, se les pueda cesar del puesto.
    No podríamos igualmente erradicar la corrupción, pero se reduciría de forma considerable y lo que me parece más importante, dejarían de tratar al electorado como si fuésemos imbéciles.

    Lo siento por el ácido, pero es lo que realmente pienso. Saludos.

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    1. La bilis es normal, es inaudito que esta casta, aristocracia o gentuza, como quieras llamarla, nos esté gobernando, que tengamos una política de impuestos confiscatoria tan brutal y que todo ese dinero se vaya en corrupción y políticas que apenas disfrutamos. Y mientras, cada partido con sus cortinas de humo particulares sin hacer nada por los GRANDES problemas que tenemos: pensiones, paro, mantenimiento del Estado del Bienestar, etcétera. Yo prefiero no hablar demasiado, porque es un tema que me amarga también mucho la existencia, primero porque me siento impotente y frustrado, y segundo porque me siento ninguneado; la información no me permite ser demasiado positivo ni halagüeño con mi futuro, pertenezco a la generación del baby-boom, pero me asquea que sean tan cortoplacistas y partidistas. Pero bueno, al menos al escribirlo me desahogo un poco, aunque sirva lo mismo que pegar un puñetazo en la barra del bar; ya ni salir a la calle a protestar sirve de mucho. Queda para la posteridad aquella frase de Unamuno con la que manifestó su malestar y desencanto ante el ambiente humano que le rodeaba: "¡Qué país, qué paisaje y qué paisanaje!".
      Un saludo.

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