lunes, 6 de enero de 2020

Reseña: ‘Tokio blues (Norwegian Wood)’, de Haruki Murakami

La bibliografía del escritor japonés Haruki Murakami siempre se ha caracterizado por la estrecha relación con la música, pudiendo encontrar en las páginas de sus novelas –e incluso en los propios títulos- referencias a canciones como ‘Dance, Dance, Dance’ del grupo The Dells, ‘South of the Border’ de Nat King Cole a la que añadiría la segunda parte (‘West of the Sun’) y, por supuesto, ‘Norwegian Wood’ de los Beatles. Estaba balada se caracteriza por el uso del sitar como acompañante de la guitarra acústica de Lennon, que estableció las bases del rock psicodélico. Su elección no deja de resultar paradójica para los lectores de Haruki Murakami, pues ‘Tokio Blues’ es la primera obra del autor en la que no emplea elementos de fantasía cercana al realismo mágico o sobrenaturales que siempre han definido su obra literaria. De hecho, nos encontramos ante su novela más realista, pero siempre con el amor, la soledad y la nostalgia como temáticas principales.

              Toru Watanabe es el narrador de su propia historia tan trágica como las obras del teatro griegos que estudia en la Universidad de Tokio, donde se ha especializado en teatro no por vocación, sino con el propósito de distanciarse de los recuerdos tras el suicidio de su mejor amigo, Kizuki. Sin embargo, jamás conseguimos dejar nuestro pasado completamente atrás y la presencia la dulce y frágil Naoko, la exnovia de su amigo, en la ciudad obliga a Toru a enfrentar por primera vez a sus responsabilidades como adulto. 

Aquellos años representan su proceso de maduración ante los cambios acontecidos en su entorno. Igual que en otros países, Japón era escenario de numerosas revueltas estudiantiles contra el gobierno, definido por el propio autor como un movimiento carente de auténticos ideales y que evidencia a través de numerosas referencias en la novela, como las conversaciones entre Toru y Midori en las que critican la hipocresía y puerilidad de sus miembros; o detalles tan simbólicos como la mención de la novela ‘Bajo las ruedas’ de Hermann Hesse, una crítica real al sistema educativo que sólo se interesa por el desarrollo académico del alumno, olvidando el desarrollo personal y emocional.

Sin embargo, los acontecimientos más importantes en la vida del joven Toru se producen a nivel personal. El gradual empeoramiento de la salud psicológica de Naoko la obliga a internarse en un sanatorio, Residencia Ami, muy aislado y al aire libre -gracioso también que cuando Toru va a visitarla por primera vez esté leyendo ‘La Montaña Mágica’ de Thomas Mann-, provocando una confusión de sentimientos respecto a ella que considera amor pero que se podría interpretar como sublimación de la culpabilidad por no haber evitado el suicidio de su mejor amigo, así como la ira por el vacío dejado tras su muerte. Toru se responsabiliza de Naoko, se obsesiona con evitar que vuelva a sentir la misma sensación de desamparo que le ha provocado la muerte de Kizuki, pero a la vez es una forma de protegerse, de crear entre ambos una relación de dependencia que les permite refugiarse en su propio universo privado aislándose por completo del dolor procedente del mundo exterior. 

Nuevamente, Haruki Murakami demuestra su sutileza para la simbología mediante las referencias literarias y musicales cuando Toru abandona la lectura de «El Centauro» (John Upkide) por «El Gran Gatsby» (F. Scott Fitzgerald). La novela de Upkide es el frustrado intento de un padre para rescatar a su hijo de la mediocridad y a la apatía a fin de que esté preparado cuando deba enfrentarse a la vida, mientras que Fitzgerald nos describe la idealización de un amor pasado. La evolución en los gustos literarios del protagonista resume a la perfección su vida durante aquellos convulsos años, basados en la monotonía y en la esperanza de recuperar a Naoko, pero no la auténtica Naoko, sino a la imagen idealizada que ha creado de ella. De hecho, sus salidas nocturnas con Nagasawa, un compañero de la residencia de estudiantes, con el único propósito de concluir la noche en un hotel junto a una desconocida reflejan la soledad real de protagonista, a quien el sexo esporádico le proporciona el ansiado contacto íntimo con otra persona ante la incapacidad de Naoko para volver a excitarse después de aquella primera –y única- noche juntos.

De este modo, el autor japonés consigue un retrato cercano e íntimo sobre la juventud de su país. La renuncia a la infancia para introducirse en el complejo mundo de los adultos cuando todavía no se encuentran preparados física ni psicológicamente –la temprana sexualidad de Kizuki y Naoko-; el excesivo nivel de exigencia que revoca en jóvenes competitivos, materialistas y egoístas, e incluso sociópatas –la indiferencia de Nagasawa hacia los demás, especialmente hacia su novia, Hatsumi, quien consiente resignada las infidelidades de su pareja-; o la incapacidad para asumir el fracaso que, en la mayoría de ocasiones, desemboca en el suicidio. Sin embargo, el tono melancólico y desesperanzador de la novela da un giro cuando aparece el personaje de Midori Kobayashi, quien obligará a Toru a enfrentarse a la vida más allá de las aulas, el trabajo o la correspondencia y visitas esporádicas a Naoko.

Si bien el atractivo de Naoko no reside tanto en su apariencia física como en la fragilidad de su espíritu, Midori enamora al lector con su arrebatadora sinceridad, su atractiva excentricidad, su innata capacidad para sorprender, su generosidad hacia los demás… Desde el principio, se convierte en un personaje trascendental para Toru proporcionándole las escenas más divertidas: la cita en el cine porno, la anécdota del sujetador mojado o el atrevido corte de pelo, la curiosidad por la masturbación masculina, la gran afición por la cocina, la complicada relación con su padre, y así sucesivamente. En este sentido resulta comprensible la disyuntiva de Toru hacia estas dos mujeres tan diferentes, siendo imposible decantarse por una sabiendo que, inexorablemente, tendrá que renunciar a la otra. Sin embargo, lo apasionante de Murakami es que sólo la existencia del triángulo hace posible que cada uno de sus miembros pueda relacionarse. Si alguien falta, los dos restantes se descubren incapaces de comunicarse.

‘Tokio Blues’ es una novela inteligente y reflexiva que consolidó a Haruki Murakami como un autor de fama mundial con una historia de amor trágica basada en la soledad, la melancolía, pero también en la esperanza. Los arrebatos líricos, la complejidad de las relaciones humanas a partir del triángulo amoroso, las chispas de ironía y humor, las atmósferas perturbadoras y alienantes… todo está aquí, y por tanto es uno de los libros más recomendables de este autor. De la fallida adaptación que hizo el cineasta vietnamita Trần Anh Hùng mejor no hablar: es una absoluta pérdida de tiempo, de la cual lo único que se puede rescatar es el trabajo de Ping Bin Lee, cuya fotografía logra que la película alcance momentos de enorme belleza. Como siempre enlace al ePub (AQUÍ)

11 comentarios:

  1. Hace mucho tiempo que leo tus reseñas (y tus entradas en general), y hoy me animo a comentarte, ya que como siempre, quedo sin palabras... por lo detalladas y tan bien escritas. Felicitaciones. Tengo muy en cuenta tus recomendaciones, no dejes de hacerlas.

    Buen año... un beso.

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    1. Muchas gracias por leerme y animarte a comentar. La verdad es que yo tampoco me prodigo mucho en comentar en otros blogs, muchas veces es por falta de tiempo o porque no sé muy bien qué decir. Es agradable saber que algunas de mis reseñas animan a leer el libro, es muy satisfactorio saber que has logrado compartir parte de la pasión que te ha provocado su lectura. Creo que las reseñas ayudan a comprender mejor lo que has leído, yo cometo el error de leer demasiado rápido, de fagocitar los libros, de no dejar un poso de reflexión entre lectura y lectura, escribir -y leer- reseñas me permite compensar ese defecto.
      Últimamente estaré un poco desparecido por el blog porque estoy embarcado en escribir una novela y el escaso tiempo libre lo tengo dedicado a ello, pero intentaré actualizar de vez en cuando, al menos eso espero.
      Un abrazo bella dama, espero que disfrutes del año con mucha felicidad sentimental, llena de libros y manjares para el alma.

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  2. Ya lo hemos comentado. Leo a Murakami a sorbicos y poco a poco. Solo cuando hay un consenso suficiente que me permita excluir a fanaticos y a detractores.
    Este que reseñas y el de la peregrinación del chico sin color son mis favoritos, pero lo cierto es que hasta ahora ninguno me ha horrorizado como dicen catastroficamente sus odiadores.
    Me hago autopublicidad con Mi post sobre Murakami

    Abrazos.

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    1. Siéndote sincero me da un poco igual la guerra entre aficionados y detractores de Murakami, por suerte en ni entorno nadie lee y me ahorro esas discusiones chorras. Si te gusta lo lees y si no buscas otro autor. Lo que no creo es que esté sobrevalorado, nadie que escribe con éxito durante tantos años es un mediocre, no solo se trata de perseverancia, tiene que tener alma, estilo propio, algo de talento.
      Te aconsejo encarecidamente que pruebes con sus dos libros de relatos “El elefante desaparece” y “Sauce viejo, mujer dormida”, creo que Murakami gana mucho en los relatos y novelas cortas, al igual que en sus ensayos.
      Reconozco que no creo que vaya a gustarme demasiado “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” y “Kafka en la orilla” porque ya entran dentro del surrealismo y su universo mágico y se aleja de lo que me gusta, que es el realismo de sus personajes y situaciones, pero me sucede algo curioso, y por eso voy a insistir, y es que después de leerle durante un par de horas activa mi creatividad y escribo la novela con una soltura y facilidad alucinantes. Ayer mismo me sucedió: me puse a escribir por la mañana mi novela, y todo era forzado y aburrido; pero por la tarde, después de leer a Murakami empezaron a salir ideas, conversaciones, recuerdos que he podido utilizar y que han sido divertidos de escribir. Un síntoma curioso de cómo el japones -al menos en mi caso- ‘toca’ con su prosa el subconsciente del lector. O quizás solo es sugestión por mi parte y me estoy flipando. Pero sea como sea, el proyecto de leer todos los libros de Murakami está ahí, e intentaré hacer críticas de los libros que más me gusten.
      Me volví a leer tu crítica y me sigue gustando y estoy a favor de lo que indicas, en una segunda lectura su ensayo sobre la escritura ganó mucho, aunque claro, yo he intentado ahora poner en práctica algunos de sus consejos y quizás por eso lo leí con otro prisma, pero sí, parece que está a la defensiva, aunque también veo una gran franqueza y crítica en sus primeros capítulos.
      Pero insisto: basta de trincheras y de hooligans, no deberíamos de ‘necesitar’ justificarnos ni convencer a nadie de que lea o deje de leer a un autor, me parece de un infantilismo reduccionista brutal y una pérdida absoluta de energía. De hecho parece un síntoma de cómo la degradación política de este país -solo hay que ver como han sido los discursos en la Investidura-, está contaminando todas las conversaciones, como si nos molestase que alguien pensase o tuviera gustos diferentes.
      Un abrazo, y espero que todo vaya bien en este 2020.

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    2. Tampoco yo soy partidario de trincheras, pero Murakami es un gran posicionador de filias y fobias a su alrededor. De siempre ha habido club de fans y de detractores.
      A mi me gustan mucho esas listas de si te gusto tal te gustará cual. A veces aciertan, a veces no pero me gusta.
      Abrazos

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  3. Éste si me gustó, al igual que "los años de pergrinación del chico sin color", "el sauce ciego, mujer dormida", "Tokyo blues"y "baila, baila, baila" pero "1Q84" y "La muerte del comendador" me han quitado las ganas de seguir con el autor.

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    1. Sí, te entiendo perfectamente. Es como si en las obras largas no tuviera muy claro cómo continuar y se dejase guiar por el atajo/deus ex machina de su particular ‘realismo mágico’ para seguir adelante con su trama; y eso no suele encajar bien, sobre todo para algunos lectores un poco más exigente. Pero cuando sus novelas son más cortas y realistas ahí es cuando da en el clavo, sobre todo en los cuentos. Aunque es peor que ‘Sauce ciego, mujer dormida’, su recopilatorio de cuentos ‘El elefante desaparece’ también es muy destacable.
      ¡Un abrazo! Espero que todo te vaya genial en 2020

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    2. No os olvideis de hombres sin mujeres tambien de cuentos. Algunos están muy bien.
      abrazos.

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    3. Sí, también muy interesante. En la prosa corta creo que es cuando más calidad atesora. ¡Un abrazo!

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  4. Paso a vsiitarte para desearte feliz año!!! Beso

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