"Me considero esencialmente novelista, pero muchas personas me dicen que prefieren mis cuentos a mis novelas. Eso no me preocupa y no intento convencerlas de lo contrario. De hecho, me gusta que me lo digan. Mis cuentos son como sombras delicadas que he puesto en el mundo, huellas borrosas que han dejado mis pies. Recuerdo con exactitud dónde puse cada uno de ellos y cómo me sentí en aquel momento. Los cuentos son como postes que indican el camino para llegar a mi corazón, y me siento feliz, como escritor, de poder compartir estos sentimientos íntimos con mis lectores."
Siempre es complicado hacer una reseña sobre una antología de relatos, sobre todo porque es muy difícil que todos ellos mantengan un mismo nivel. En este caso, sin embargo, con sus altibajos inevitables, los veinticuatro cuentos incluidos en Sauce ciego, mujer dormida, se defienden juntos y por separado como una lectura plena y atractiva. Abarcan un amplio periodo de la producción de Haruki Murakami, desde 1983 hasta 2005, lo que permite hacerse una buena idea del devenir de su carrera literaria.
Todos los relatos, a pesar de su enorme variedad parecen partir de un hecho cotidiano, cercano, para de una forma absolutamente natural desgajarse de la realidad y caer en cierto realismo mágico. Un suceso enigmático, una decisión inesperada, algo que se sale fuera de lo común, cualquier pequeña cosa puede dar lugar a lo narrado. Los toques fantásticos que contienen muchos de ellos están asumidos como si no fueran extraordinarios, como si no debieran llamar la atención, sino aceptarse como una faceta más de la vida diaria de sus protagonistas. Muchos relatos ni siquiera tienen un final definido, sino que continúan su historia más allá de las páginas del libro.
El lector se encuentra ante auténticos retratos, fotografías en movimiento, tanto de personajes, como de motivaciones o sensaciones. De alguna manera se produce el encuentro con lo extraño, rompiendo la cotidianidad, pero en vez de tratar de aventurar una explicación al suceso, Murakami se hace eco del mismo -con un recurrente uso de la primera persona- con naturalidad, sin ofrecer respuestas, buscando que el lector se involucre y elucubre sus propias deducciones. En otras ocasiones parece que solo busca provocar o evocar una emoción, un sentimiento.
Un sutil hilo conductor entre muchos relatos es la reflexión a veces irónica, otras filosófica, sobre el propio acto creativo -la escritura principalmente-, pero también sobre otros ámbitos artísticos como la pintura o la música -el jazz que parece impregnar todas las páginas del libro, aunque tan sólo se mencione en unos pocos relatos-. Otros temas omnipresentes son la soledad, el dolor tanto físico como emocional, la pérdida de identidad, el poder de los sueños, la búsqueda del amor como única forma de restañar las heridas existenciales, o las infinitas posibilidades que ofrece el azar de cambiar radicalmente nuestra vida.
Si hay otro elemento prácticamente inherente a todos los cuentos es el surrealismo, desde lo humorístico (“Somorgujo”) hasta lo grotesco y visceral (“Cangrejo”). Se puede disfrutar en “La tía pobre” (una impresionante alegoría de lo que significa el acto creativo para uno mismo y para los demás), en “El mono de Shinagawa” (quizá uno de los más bellos relatos de la antología), en “La piedra de riñón que se desplaza día tras día” (el título ya es bastante explicito) o en “Conito” (donde los cuervos se convierten en descerebrados críticos)
Pero encontramos muchos temas o reflexiones más aparte de los ya mencionados. En “Hanalei Bay” nos muestra la manera tan simple en que se forman los mitos. En “El espejo” ofrece un ambiente de terror al enseñar cómo lo sobrenatural puede entrar sin aviso en la vida de uno de la manera más simple. Hay historias que se cuentan dentro de las historias, sin grandes consecuencias, como la que da título al volumen, “Sauce ciego, mujer dormida”; y en el lado opuesto “La chica del cumpleaños” muestra cómo ese mismo encuentro con lo extraño te aparta del habitual discurrir de tu vida, de forma que a pesar de seguir siendo la misma persona, ya eres alguien distinto. Todos los relatos tienen un toque poético, mayor o menor, pero siempre presente, un sentimiento evocador, una belleza intrínseca, una fuerte carga emotiva que tanto puede ser de esperanza (impresionante en su brevedad, “Un día perfecto para los canguros”) o de indefensión y repulsa (“Nausea, 1979”).
Dentro de la enorme variedad temática Murakami mantiene varias constantes, como el recurrente y ya comentado uso de la música, o la presencia del mar que convierte en muchos relatos en un protagonista más, con personalidad propia, desencadenante o testigo de los hechos; como en “El séptimo hombre”, donde la culpa impide la redención y el perdón. La mezcla es continua, el surrealismo siempre presente se hace ciencia ficción en “El hombre de hielo” (donde el protagonista es literalmente lo que sugiere el título) o el relato de viajes y búsqueda interior se transmuta en misterio en “Los gatos antropófagos” (donde lo extraño puede estar tanto fuera como dentro de uno mismo).
En Sauce ciego, mujer dormida la mayoría de los relatos son de una calidad excepcional y por eso es quizás uno de los libros más recomendables para introducirse en la cosmovisión literaria de Murakami. Como siempre os dejo el ePub (AQUÍ).
“Los sauces ciegos parecen pequeños, pero sus raíces son terriblemente profundas. Cuando llegan a determinada edad, dejan de crecer hacia arriba y empiezan a extenderse hacia abajo. Como si se nutrieran de las tinieblas”.
“El corazón de las personas es como un pozo muy profundo. Nadie sabe lo que hay en el fondo. Sólo podemos imaginárnoslo mirando la forma de las cosas que, de vez en cuando, suben a la superficie”.
“En la vida, sólo en contadísimas ocasiones encontramos a alguien a quien podamos transmitir nuestro estado de ánimo con exactitud, alguien con quien podamos comunicarnos a la perfección. Es casi un milagro, o una suerte inesperada, hallar a esa persona. Seguro que muchos mueren sin haberla encontrado jamás”.
“El miedo existe. Eso es indudable. Se nos muestra bajo distintas formas y, a veces, domina nuestras vidas. Pero lo más temible de todo es dar la espalda a ese miedo y cerrar los ojos. Actuando de esa manera acabamos cediéndole a algo lo más valioso que hay en nuestro interior”.
Me alegra que quedé algun libro de Murakami no controvertido. Hasta ahora solo me he leido libros del japo que me han gustado y me da miedo incurrir en algún gatillazo.
ResponderEliminarHombres sin mujeres tambien es de cuentos y me gustó mucho. Este que comentas intentaré comprarmelo en papel, no sé los libros de murakami vete tú a saber porqué me los prefiero leer en papel.
abrazos.
Como estoy un poco aislado del mundo no sé a qué controversias te refieres xD En realidad, sus novelas, incluso sus cuentos, son una cómoda zona de confort, ya sabes lo que te vas a encontrar, ya conocemos todos sus fetiches, su forma de gestionar la narración y los personajes -introspectivos, primera persona-, mujeres un poco excéntricas y/o misteriosas, la soledad, el jazz… Quizás de lo que peque un poco más en estos cuentos es de un excesivo surrealismo que te puede descolocar y sacar de la narración, aunque si lo aceptas y te dejas llevar por ellos te parecerán tan interesantes y profundos como el realismo mágico que desplegó en su momento Gabriel García Márquez.
EliminarEl fetiche en papel… es comprensible, parece que Murakami ‘provoca’ la lectura reposada, cierta serenidad que tiende a buscar el papel, el sillón, la calefacción y el silencio. Es una lectura muy complaciente. A mí solo me decepciona en sus novelas largas, tipo el tercer volumen de 1Q84, el segundo de ‘La muerte del comendador’, en sus novelas más breves, y en los cuentos, es donde saca -es mi opinión- su talento.
Un abrazo, espero que disfrutes de su lectura.