Dieciocho años después y ya con treinta y seis años de edad, Keiko sigue trabajando en el mismo konbini, sin demasiados amigos ni ningún tipo de interés en tener una relación sentimental. Keiko es feliz, o al menos acepta tranquilamente su vida como empleada, no obstante, es consciente de que no está cumpliendo con las exigencias tácitas de la sociedad; y ese es el motivo de fondo por el que su supuesta independencia sufre las críticas pasivas de conocidos y familiares. Motivada por esta presión externa decidirá compartir piso con Shiraha, un desempleado parásito (con una conducta muy próxima al hikikomori), para poder dar una imagen de familia normativa.
La novela muestra una velada crítica a la rigidez del protocolo y la cultura japonesa, explicando el conflicto social entre los términos honne y tatemae: tatemae (literalmente "fachada”), es la conducta y las opiniones que se demuestran en público, lo esperado y necesario de acuerdo a las circunstancias o la posición de la persona. El problema se produce cuando los familiares y amigos de Furukura intentan controlar y dirigir su vida privada con el exclusivo objetivo de que reproduzca la normalidad social (tener amigos e hijos), pero sin tener en cuenta su honne (podríamos traducirlo como “sonido verdadero”), término que se refiere los verdaderos sentimientos y deseos de una persona que solo se confiesan en su círculo de confianza. Lo irónico es que esta intromisión no es suficiente para percatarse de que Keiko tiene un grave trastorno psicológico que no se ha tratado en su infancia por una evidente falta de medios y concienciación sobre la salud mental en Japón.
Precisamente es esta patología, que podríamos encuadrar en un autismo leve, lo que ha provocado que Keiko Furukura haya establecido su zona de confort en la exigente rutina de una konbini. Pero, ¿es ahí donde reside la felicidad de nuestra protagonista? Y, en cualquier caso, ¿aquellos personajes que aseguraban conocer las reglas de la felicidad, acaso son felices? Si todos siguen un mismo objetivo, unos mismos medios y una misma verdad, ¿no estarán realmente igual de vacíos atrapados en esa esclavizante homogeneidad?
En resumen, La Dependienta es un libro a veces divertido, otras oscuro, pero que tiene de fondo una crítica al significado de qué es ser “una persona normal” y en dónde queda la felicidad cuando estás obligado a cumplir un rol establecido por una sociedad todavía muy machista. Muy recomendable., Como siempre enlace al ePub aquí.
Pinta bien.
ResponderEliminarTomo nota.
A mí me gustó, pero siempre dentro de las consideraciones que he hecho, es decir, que te guste la cultura japonesa y los personajes un pelín autistas. En cualquier caso te recomiendo bajarte el ePub. ¡Un saludo! 😉
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