jueves, 17 de enero de 2019

Escritura automática.

Siempre he pensado que exageramos llamando depresión a todo. Cualquier pequeño bajón de ánimo, cualquier ruptura de nuestra zona de confort, cualquier desliz estructural en la historia con final feliz que proyectamos para nuestros proyectos o relaciones amorosas y ya estamos llorando por teléfono, avisando a todos nuestros conocidos de que nuestra vida es un infierno y necesitamos ayuda y atención inmediatas. Somos la generación copito de nieve, demasiado conectados, demasiado sensibles, incapaces de aguantar la frustración, la falta de interés de los otros, ofendiditos por vocación no toleramos que nos lleven la contraria. Las redes sociales espolean esta actitud, fagocitan nuestro tiempo, nos hacen vivir en una eterna expectación por el feedback, pero, en realidad, cada vez estamos más solos. Te levantas por las mañanas y lo primero que haces es comprobar en el móvil cuánta gente ha estado pensando en ti; inconscientemente creemos que cada notificación implica eso: alguien que te reafirma con sus interacciones, que se acuerda de ti, que ha leído tus textos, a quien has sacudido levemente su libido con tus fotos. Se nos olvida que hay poca gente realmente atractiva e interesante, y que mucha de esa notoriedad es ruido blanco, una mezcla estadística de gente aburrida y convencionalismos sociales durante los viajes de metro y los descansos en el trabajo.

Pero me desvío del tema: lo que quería decir es que me siento deprimido. Llevo varios meses despertándome cansado, con una enorme desidia y dejadez invadiendo mis neuronas. Salir de la cama supone un enorme esfuerzo, me espera es otro día más, gris y sucio, lleno de obligaciones desagradables y molestas que no tengo ganas de afrontar. No tengo pasiones, ni metas, ni amor. Ducharme, afeitarme, ¿de qué sirve? La vida como oportunidad, ¿de qué? ¿para qué? Por un lado Nietzsche diciendo que tenemos que afrontar nuestra existencia con la exigencia de sacar nuestro Übermensch (traducido como superhombre o transhombre)​ y Schopenhauer postulado que la vida es dolor o aburrimiento, intentando trascender de la mediocridad con el arte, pero sin posibilidad de felicidad. También afirmó que el amor es un mero instrumento de la Naturaleza para que la especie no corra el peligro de la extinción, pero a pesar de la lucidez de su filosofía no olvidemos que sus fracasos sentimentales le provocaron cierto resentimiento y misoginia.

De todas formas he de reconocer que la falta de amor y la soledad siempre me bloquean, me dejan adormecido. Intentas convencerte de que puedes vivir perfectamente sin pareja, echando un polvo de vez en cuando, teniendo más vida social con tu familia o tus amigos pero, en realidad, no suele ser así, es importante sentir que allá afuera alguien nos ama. No es indispensable, pero sí un buen acicate, otra motivación para salir de la cama, incluso te esfuerzas por ser mejor persona, aunque solo sea por mantener el espejismo de perfección que se suele instalar en los ojos de tu pareja los primeros meses. También es culpa de mi infancia y adolescencia adormecido delante del televisor: tantas series y películas mostrando el mismo estereotipo ochentero de romanticismo ingenuo, lealtad total y erotismo elegante. Ahora echas un vistazo a las redes sociales y parece que los millennials consideran tóxico hasta el periodo de luto post-relación. Da la sensación de que para ellos todo lo que implique sufrir es tóxico, de ahí quizás esa afición por inventar etiquetas, un vano intento por tener todo bajo control y evitar la frustración de la vida real y sus contradicciones.

La depresión es una no-decisión. Eliges no hacer cosas, dejas de sofisticar tu vida, caes en el reduccionismo vital, sobrevives con lo básico. Primero te alejas de la gente porque hay que esforzarse demasiado: tienes que hablar con ellos, interactuar, preguntarles cosas, escuchar sus respuestas, mostrarte interesado. La depresión te quita el ímpetu, el impulso inicial. El aislamiento es el síntoma especifico de que tus pasiones van desapareciendo poco a poco. Todas las cosas que antes te gustaban ahora te dan pereza. Buscas el escapismo sin esfuerzo, el alienamiento, porque la realidad no te gusta, la realidad es fea, molesta, incómoda, decepcionante; la realidad te agoniza, hiere y frustra.

Llegado a este punto te pones a jugar a cualquier cosa, te enganchas a juegos de rol en PC, te obsesionas y pasas decenas de horas en mundos ficticios, narcotizado por los pequeños chutes de dopamina que provoca subir de nivel. Netflix se convierte en tu mejor amigo: atracón de tres capítulos al día, una temporada a la semana. La música no es mala idea, sobre todo a un volumen lo suficientemente alto que no te deje pensar. Necesitas huir, edulcorar la espera, no quieres pensar que te estás muriendo por dentro -metafóricamente hablando-, que pierdes trascendencia. Todos necesitamos un poco de autoestima, seguir adelante, cambios. Pero a pesar de vivir en una sociedad líquida que te permite tanta variedad de ocio y esparcimiento mental, ahogar una parte de ti siempre trae consecuencias: estás irritado, te caes mal y por tanto te saboteas. No hay nada peor que una vida desaprovechada. Lo peor es que no tocas fondo, puedes seguir matando las horas y esquivando los días el resto de tu vida; si miras a tu alrededor parece una decisión habitual eso de olvidarte de ti mismo, dejar de esforzarse, sacar fuera todo lo que provoque un leve estremecimiento y matar el idealista que hay en ti.

Cuando estás atrapado en la depresión es muy difícil reaccionar, te rodea un muro emocional que te aísla e inhabilita. La vida sigue adelante y tú, poco a poco, te vas quedando atrás. Vivimos en la sociedad del cansancio, la sociedad del desencanto y la superficialidad, la sociedad de la soledad; quizás lo más lúcido es estar deprimido.

5 comentarios:

  1. Me he sentido tremendamente identificado en el acto de subir el volumen de la música cuando quiero dejar de pensar. Para esas situaciones suelo utilizar grupos de hard rock tipo Foo Fighters o algo más metal como Alter Bridge o Breaking Benjamin (su último disco en particular, Ember, es el que más me ayuda a "depurar gritos en mi mente"). De hecho, lo que siento es precisamente eso: a través de sus gritos y voces guturales depuro los gritos que hay en mi cabeza. Antes solía hacerlo a través de la escritura; pero claro, cuando releo el cuaderno parece el diario de un adolescente dolido con el mundo, y me acabo cansando de escribir siempre sobre lo mismo o parecer tan visceral.
    Entorno al estado depresivo, puedo decir que hace unos meses me encontraba en una situación cercana a la depresión: estaba triste día tras día, me sentía totalmente fuera de lugar, lloraba a diario y en lugar de buscar apoyo en mis círculos cercanos, reuhía todo tipo de conversación que derivase en un "¿cómo estás?" que no estaba dispuesto a contestar (por no mentir). Para salir de ese boquete tomé por norma deshacerme de esas cosas que me generaban esa frustración y malestar. En mi caso he tenido la suerte de que esa negatividad venía de personas, y no de mi ámbito laboral (que entiendo que es más difícil cambiar). Además, hice una rutina diaria de paseos por la playa que me ayudasen a desahogarme y tomar cierta perspectiva con mis problemas: cuando los encierras en tu habitación parecen más grandes que si los "compartes" con los demás. Empezar a hablar con gente sobre ello también me ayudó a minimizar lesa oscuridad que crecía dentro y a empezar a sentirme mejor. Ahora, tras dos-tres meses de trabajo propio, puedo asegurar que me he deshecho de un equipaje que pesaba más de lo que debería, y he aprendido a apreciar la soledad que hace cuatro meses me aterraba tanto.
    Yo me planteé acudir a terapia psicológica, pero ese es un tema que tengo muy estigmatizado, y lo evité con excusas del tipo "tampoco estoy tan mal". Al final no me ha hecho falta, pero cada persona es un mundo, y donde yo puedo hacer pie, tú puedes hundirte hasta el fondo de la piscina (aunque físicamente sospecho que me sacas un par de cabezas jaja). Así que la solución, me temo, no se encuentra en desahogos sobre el papel, por mucho que ayude en ciertas ocasiones, sino en buscar un apoyo externo a ti mismo al que poderte agarrar.

    Joder, yo venía solo a hablar sobre gritos musicales que depuran gritos propios, y al final me ha salido una mierda de comentario en tono de autoayuda coelhiana xD
    En fin, que mucho ánimo.

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    1. Pues te agradezco infinito el comentario. Además, estoy de acuerdo en eso de que escribir no mejora la situación, al final el teclado marca, como Dostoievski paredón, el panfleto intensito de un adolescente con problemas de gestión existencial xD Que la cosa está muy bien si eres un discípulo acomodado de Bukowski y puedes monetizar todo ese regodeo en forma de poemarios para adolescentes traumados, pero si no es el caso, es puro masoquismo innecesario. No creo que tenga depresión, es más bien cierta abulia vital, el problema es que me lleva acompañando desde hace varios meses. Creo que tienen que ver con el hecho de que la escritura ya no me llena como antes, y una soledad analfabeta, ya he escrito de eso en la entrada. Y tus soluciones son, en definitiva, muy inteligentes. Lo de los paseos ya lo hago, con música y sin música. Y ayuda bastante a relajarte. De hecho tengo Spotify de nuevo para estar un rato creando playlist de metal y música “aturdidora” y salir a correr que también viene bien. Lo del trabajo es inviable cambiar de momento, pero la cosa ha mejorado los últimos meses, o sea que tampoco me puedo quejar. Pero sí, tengo que salir un poco más, y buscar algo de apoyo externo.
      Gracias por el mensaje, Un abrazo 😊

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  2. Tal vez antaño la vida se torno intensa en ese escapismo de la rutina, como chupar un pezon viejo que con frenesí nos amamanta tornándose después ajado y faltó de lozanía.
    Es entonces cuando el explorador amanece con el alma henchida de extraños síntomas sin nombre, buscando algo parecido a un jodido equilibrio... Que se yo...
    Es un perro sabio que conoce negruras y recovecos del alma que el prudente ignora por evitacion de esas sendas para el peligrosas...
    Yo la verdad es que este año he decidido cortar con el alcohol y el juego y con cierta ironía el destino me obsequio con una novia..
    He tenido mejores rachas de suerte, mejores épocas que compartir con una mujer, parece ser que está ve en mi alguien comprensivo y me adula la nariz( dice que la tengo preciosa), espero que no me crezca como a Pinocho con unos meses más de relación, jaja... Lo advertirá?
    Sin alcohol me muestro más plano pero bueno lo del juego era ya un vicio inasumible, eso a parte de las consecuencias legales...
    Ella entiende todo, entiende y acepta que busque el atajo de la química por falta de fuerzas a la hora de buscar métodos que hagan poner en marcha la voluntad...
    Así que por consejo de la señora psiquiatra estoy tomando 10 miligramos de un antidepresivo que me rebaja bastante la ansiedad, y de una pastilla que me hace dormir 8 horas del tirón...
    Se acabo levantarse a las 3 o 4 de la mañana a beber café y fumar como una chimenea viendo el canal 24 horas o anestesiandome con la play...
    Bueno, hasta la molesta picadura del deseo sexual disminuyó, y que carajo cuando mi chica y yo decidimos aparearnos aunque mi ereccion no sea intensa la pastilla me corrige la eyaculacion precoz..
    Ya me da igual personalmente soportar la vida con pastillas...
    A nuestros años que vas a esperar...
    En tu caso creo que tienes vivencias y sabiduria, me extraña que no tengas a alguna mujer en tu vida que no esté interesada por ti... Creo que a veces se puede obviar la forma para acabar interesándose por un buen fondo...
    Incluso a pesar de que ese fondo este en las antípodas de nuestro estilo

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    1. Ante todo agradecerte el comentario. Y, por supuesto, me alegro que tu vida haya mejorado. Yo también dejé el alcohol hace ya varios años, y tu adjetivo es adecuado: te vuelves plano, gris, con menos pasión por las cosas; hay un punto de locura que da el alcohol que siempre es de agradecer, que embellece la vida durante unas horas, que emociona. Naturalmente tiene su contrapartida, hay una curiosa paridad de equilibrios que hay que mantener: ante la euforia toca la fláccida depresión. Hay etapas en la vida en que la que puedes asumir y otras en las que no.
      Me alegra que tengas pareja, y que adule tu nariz (y otras prominencias a ser posible), las mujeres, en realidad, funcionan igual que el alcohol, con su etapa de euforia, adicción, y luego rutina, resaca y depresión. Disfruta de estos primeros meses, son siempre los mejores.
      En cuanto al texto, ya sabes, uno se desahoga y la literatura tiende a exagerar líricamente todo, si tuviera realmente una depresión y me levantase con ganas de llorar a diario tendría que ir corriendo a un psiquiatra y conseguir antidepresivos, pero no sé sí por pura fortaleza emocional o porque soy un niño mimado con un complejo de Peter Pan extenuado, tampoco me siento tan mal. Sobrevivo, y creo que podría seguir así mucho, mucho tiempo, siempre y cuando tenga las opciones de escapismo habituales. El problema de escribir es que, en momentos así, resulta contraproducente, ya lo noté hace un año y medio cuando finiquité mi última relación, escribir, regodearme en ello, recordar, etcétera, no me ayudaba a exorcizar nada, al revés, creaba nuevos problemas. Creo que ahí se torció mi relación con la literatura xD
      En cuanto a las mujeres, bueno, siempre hay alguna órbita cementerio culebreando a mi alrededor. Aunque no salga de casa demasiado, más allá de ir al trabajo, todavía tengo redes sociales y a través de ellas suele surgir algo. Quizás me refería a que ya no tengo paciencia, no me decido a implicarme, y al final las alejo. Asocio mujeres con problemas y ahora me siento anímicamente desprotegido, prefiero esperar a sentirme mejor antes de meterme en esa guerra, porque, no lo olvides, a largo plazo siempre es una guerra xD
      Un abrazo muchacho, la vida te sonríe, no dejes pasar la oportunidad de disfrutarlo.

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  3. Hace años leí alguna entrada de tu blog... Nietzsche y el otro... Shopenhauer... a Pio Baroja le gustaba mucho: "El árbol de la ciencia", por eso se recetaba en COU, para dejarte planchado... es como comer cenizas aguadas y pretender que te siente bien. La sociedad vive bajo el yugo de la ingeniería social, planchados y dependientes, así nos crea el poder... el verdadero gobierno. Mucho ánimo, amigo, espero volver a pasarme por aquí.

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