
He pensado mucho en el
suicidio. Muchas veces. Casi he encontrado la fórmula adecuada. Y no me refiero
a la asfixia erótica mientras me masturbo recordando amores pretéritos. Mejor
el veneno. Mejor un coche con el tubo de escape bloqueado por una bufanda gris.
Mejor un disparo en la sien, aunque sea difícil conseguir un arma.
Siempre he distinguido a dos tipos de suicidas: el suicida desesperado que siempre avisa y amenaza. Y lo intenta una vez y otra vez sin conseguirlo. Su supervivencia es un misterio. Pero siendo crueles es vulgar, banal, se asemeja más a un circo donde las palomitas cuestan demasiado y todo el mundo conoce el final.
Siempre he distinguido a dos tipos de suicidas: el suicida desesperado que siempre avisa y amenaza. Y lo intenta una vez y otra vez sin conseguirlo. Su supervivencia es un misterio. Pero siendo crueles es vulgar, banal, se asemeja más a un circo donde las palomitas cuestan demasiado y todo el mundo conoce el final.
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