miércoles, 17 de diciembre de 2014

Soy muy feliz, sobre todo cuando suelto las manos de la cornisa.

Últimamente escribo con una fijación extraña, compulsiva
Como si mi sombra fuera la de un muerto en un oasis de papel
Como si el quietismo y el sonido monótono de las agujas del reloj
Hubieran conspirado para anular el sonido de mi propia vida

Quizás solo soy carne envasada tropezando consigo misma
Coleccionando cicatrices en algún lugar ajeno al amor
Un crisol de remiendos
Una soledad en círculos siempre gastados por el mismo lado
Cocodrilos de sonrisa aviesa que observan
El dibujo abstracto que han dejado los sesos de Hemingway en mi pared

Mi cerebro lisérgico ansioso de entropía
Escribe un poema en morse
Sobre el estruendo mudo de tu clítoris follándose mis dedos
Sobre desvalijar tu cuerpo sin grumos literarios
Inmolarme en tu boca, en tus labios, tus pestañas
Y convertidas esta noche –todas las noches- en parpadeos sin memoria

Hasta que mi semen sea el único alimento que necesite tu estómago
Follarte hasta infectarte, hasta quedar tatuado a tu piel

Luego me pongo romántico
Y me gustaría que mi cuerpo fuera un bosque de flores y tinta
Y que tus pies lo besaran al pisarlo
Adornar juntos sus muros con tu ropa
Desordenar nuestras cenizas
Mientras jugamos con el viento

Por eso escucha a mis ojos, a mis dedos
Esas puertas mal cerradas de mi cabeza
Monta en el taxi que hay parado a tu espalda
Y ven a echar una carrera dentro de mis venas

Quizás te deje ganar.

3 comentarios:

  1. Sorprendido me hallo. Cuando estudiaba la mecánica de fluidos en la facultad jamás me imaginé encontrar la entropía en un poema. Claro que no estudiábamos el sentido semántico de la palabra sino sus valores.

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