viernes, 27 de octubre de 2017

Els Segadors.

En este momento histórico de gran desastre nacional recuerdo la famosa frase de Marx: "La historia se repite, primero como tragedia, luego como farsa". Lo de Cataluña y Puigdemont cada vez tiene menos de sátira, y más de ridiculez  grotesca. Las elecciones anticipadas hubieran sido una manera de ganar tiempo, relajar tensiones, evitar un 155 que destroce Cataluña y la poca pátina democrática que queda en España. Pero parece que a nadie le interesa poner un poco de lucidez aquí, ningún partido está a la altura. Podemos y el PSOE de Pedro Sánchez han sido una decepción anticipada, pero no por ello menos horrorosa y desalentadora. Borrell en su discurso de hace unas semanas decía que las fronteras son cicatrices que la historia ha dejado grabadas en la tierra, entonces, ¿cuál es nuestra excusa si la mayoría de los nacionalistas –españoles y catalanes- no conocen la historia de su país? El PP conoce la respuesta, entiende muy bien a los españoles, sabe que albergamos el gen cainita en nuestro interior, que la guerra civil contra el vecino forma parte de nuestra naturaleza; no importa demasiado quien sea ese enemigo –catalán, inmigrante, comunista, funcionario…-, con tal de distraernos de los verdaderos problemas.

Rajoy afirmó el otro día que se recuperaría la normalidad en Cataluña después de la aplicación del 155 en seis meses como máximo. Sabemos que es falso. Rajoy alargará la situación todo lo que pueda, no solo de esta forma cubre todas las noticias de corrupción, o que le afecten negativamente, como el muro de Murcia, o los recortes en prevención de incendios en Galicia, sino que también tiene una excusa perfecta en caso de que la recuperación económica empiece a ralentizarse en España. Además, y esto ya es una opinión personal, había mucha gente en el PP que quería solucionar los “problemas” de Cataluña, y ahora que tienen una excusa se encargarán de quitar competencias a la Generalitat como los Mossos d'Esquadra y la educación, y ya de paso arruinar todo lo que puedan esa comunidad, aunque sea desastroso para el resto de España.

            Como curiosidad pongo una traducción del himno Els Segadors:

Cataluña, triunfante,
¡volverá a ser rica y plena!
¡Atrás esta gente
tan ufana y tan soberbia!

¡Buen golpe de hoz!
Buen golpe de hoz, ¡defensores de la tierra!
¡Buen golpe de hoz!

¡Ahora es hora, segadores!
¡Ahora es hora de estar alerta!
Para cuando venga otro junio
¡afilemos bien las herramientas!
(estribillo)

Que tiemble el enemigo
al ver nuestra bandera:
como hacemos caer espigas de oro,
cuando conviene segamos cadenas
(estribillo)

La antigua canción popular fue adaptada entre 1892 (música) y 1899 (letra). El mismo 1892 fue adoptada por el Orfeó Català para su repertorio, aunque entonces aún no tenía ninguna connotación reivindicativa ni patriótica. Sin embargo, al poco tiempo fue adoptada como himno nacional por el incipiente nacionalismo catalán de finales del siglo XIX, que buscaba entonces unos símbolos para su proyecto de nación. Poco a poco se fue politizando, y ya a finales de siglo mucha gente la escuchaba de pie y con la cabeza descubierta.​ Pese a todo, su aceptación inicial fue escasa y contestada por diversos sectores de la sociedad, especialmente la clase obrera; prueba de ello es que no fue incorporada a los coros de Clavé.​ Incluso un catalanista como Valentí Almirall tildó el himno en 1902 de «canto de odio y fanatismo».

Durante buena parte del siglo XX Els Segadors no fue aceptado plenamente como himno por el catalanismo, y se buscaron otras alternativas, como el Cant del poble, con música de Amadeo Vives y letra de Josep Maria de Sagarra; el Cant de la senyera, de Lluís Millet y Joan Maragall; o la sardana La Santa Espina, de Àngel Guimerà y Enric Morera. Durante la transición volvió a ser un himno fuertemente reivindicativo, siendo clamoroso su canto en la popular manifestación del 11 de septiembre de 1976 (diada de Cataluña). Con el restablecimiento de la Generalidad de Cataluña Els Segadors se convirtió en el himno de facto de la nueva autonomía, hecho que sería oficializado en 1993. El Estatuto de Autonomía de 2006 lo definió además como «símbolo nacional».

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