Como ya he comenté algunas de las razones de su éxito, me gustaría ampliar esa primera entrada con una reflexión del contexto social-político global, que quizás explique mejor porque la ultraderecha está arrasando en Europa (Polonia, Suiza o Dinamarca, Francia, Alemania, Austria o Italia), en EEUU (Trump), en Brasil (Bolsonaro), y ahora en España.
La izquierda y la derecha, más allá de cuestiones de regulación económica, han aceptado y hecho propio el discurso del neoliberalismo. Durante las décadas de expansión económica, el concepto de Progreso implicaba aumentar la actividad económica, aumentar el PIB, aumentar la extracción de recursos, aumentar la población, y todo ello como medida cuantificable de la calidad de vida de cada país. Pero ahora que la disponibilidad de recursos ya no es creciente, progresar ya no significa una mejora para la mayoría, y en particular no lo supone para la clase obrera ni para la clase media. El único que sale beneficiado, aunque sea por tiempo limitado, es el gran capital financiero. Es a éste a quien sirve y protege la doctrina neoliberal, y por su falta de comprensión del momento actual, también la derecha y la izquierda.
Sin embargo la ciudadanía ha comprendido quién es el enemigo y cómo le está perjudicando. Los ciudadanos se han dado cuenta de que ese "progreso", esos datos macroeconómicos y del PIB del país que nuestros queridos políticos nos venden como algo deseable, lo que implica es más deslocalización, más contratos basura, más explotación laboral, menos oportunidades para las pequeñas y medianas empresas, más ayudas para grandes capitales sin actividad productiva, más impuestos para todos excepto para el sector financiero... Escuchan lo que dicen los representantes de la derecha y la izquierda y lo único que oyen y que ven es que favorecen al gran capital en detrimento de la ciudadanía, sea esta obrero o empresario, profesional liberal o funcionario. Cada vez más ciudadanos han comprendido, aunque sea de forma intuitiva, que la discusión se ha salido de los conceptos de derecha-izquierda y por eso están cambiado su voto por partidos políticos de corte reaccionario, porque parecen ser los únicos que quieren salir de la inercia de destrucción económica, ciudadana y ambiental sin sentido en la que estamos imbuidos. El problema es que todos estos nuevos partidos añaden a su discurso elementos de xenofobia, homofobia, antifeminismo, neoconservadurismo... pero eso en vez de lastrarlos les ayuda, porque es más fácil polarizar un voto cuando el enemigo es alguien tangible y real y no entes abstractos como el Capital, el FMI o el mal llamado Progreso.
La izquierda, incapaz de salir del paradigma neoliberal, lleva décadas intentado negociar una salida, algún pequeño cambio que permita prolongar el statu quo, pero todo su esfuerzo deviene en un gatopardismo estéril y sin posibilidades de éxito. Podríamos poner como ejemplo cuando se propone subir el salario mínimo a novecientos euros al mes, e inmediatamente el FMI envía una advertencia (y las cosas irán mucho peor cuando el BCE deje de comprar deuda en 2019). Pero, ¿realmente España no se puede permitir pagar un salario mínimo que apenas da para sobrevivir en una gran ciudad? Lo peor es que disfrazan su incomprensión de la realidad con grandes dosis de paternalismo mediocre, tratando con condescendencia a una ciudadanía que consideran desinformada y desorientada.
Ahora hablemos de VOX. No son fascistas, eso hay que dejarlo claro desde el principio, 400.000 votos son suficientes para no caer en maniqueísmos ni reduccionismos sociales. Ahora vayamos a los ejes de su campaña:
a) Castigar al independentismo: VOX es un partido estatista, ultraconservador, católico y nacionalista. Según el discurso de VOX, que coincide con los parámetros de discurso nacionalista excluyente, todos los males de Andalucía en particular y los de España en general se deben a las acciones de “los enemigos de la patria” (Trump repetía una y otra vez en campaña cómo la pérdida del patriotismo es causa de todos los males que aquejan a EEUU). Hay muchas personas que ya no se creen a Cs y PPSOE y quieren mano dura, penas largas de cárcel, ilegalización de partidos, devolución de competencias y un 155 duro y penoso. Nacionalismos enfrentados y polarizados.
b) Acabar con lo que llaman “ideología de género”. La izquierda ha cambiado la guerra de clases por la guerra de sexos. Cuando Carmen Calvo dice que hay creer a la mujer “sí o sí, siempre” lo que se está cargando en la presunción de inocencia, invirtiendo la carga de la prueba. Cuando la “portavoza” Irene Montero la indemnizan con 70.000€ por un poema “machista”, pero luego defiende la libertad de expresión, nadie critica su incoherencia. Cuando se habla de cultura de la violación o de hombres que son violadores y maltratadores en potencia, eso es un feminismo revanchista y totalitario. Cuando se hacen campañas como está, o se apoya a Juana Rivas desde las instituciones a pesar de estar incumpliendo la ley (la Justicia italiana indica que es: "Manipuladora, lábil y con funcionamiento mental patológico grave"), todo ello provoca un rechazo silencioso a buena parte de la sociedad, mujeres y hombres indistintamente. Cuando VOX indica en su programa: “Supresión de organismos feministas radicales subvencionados, persecución efectiva de denuncias falsas. Protección del menor en los procesos de divorcio", algunos consideran que lo más lógico es apoyarles.
c) Expulsar a los inmigrantes. Andalucía es una de las comunidades autónomas que más inmigración ilegal recibe. Parte del problema es la actitud de la izquierda buenista: niega y silencia las noticias de manadas o hechos delictivos relacionados con la inmigración ilegal, habla sobre la inmigración solo en términos positivos, y por tanto no pone soluciones para las negativas, por ejemplo el choque cultural y religioso, o cuando el inmigrante no quiere integrarse y crea guetos. VOX solo pone el foco en la parte negativa, pero al menos habla de ello.
d) Otro punto que relaciona la victoria del Bolsonaro (Brasil) con el ascenso de VOX es el tema de la corrupción, y como consecuencia de ella la desafección política. La mayor parte de la abstención corresponde a la izquierda -casi cuatro puntos por encima de 2015-, negando su voto tanto al PSOE como a Unidos Podemos y sus confluencias, al no considerarlos como referentes políticos válidos.
e) Redimir a quien está harto de que le llamen facha. Sí, hay nostálgicos franquistas, hay nacionalistas españoles de todas las edades, hay quien se emociona escuchando El novio de la muerte y luego se pone a cantar a Rosalía. Hay quien le molesta que Dani Mateo haga un sketch y se suene los mocos en la bandera; a mí, personalmente lo que más me molesta es que después se haya disculpado.
Por terminar vuelvo a decir lo mismo que en mi primera entrada de octubre: VOX ha venido para quedarse. Y teniendo en cuenta que la única reacción de la izquierda es mirar hacia otro lado o polarizar su discurso, como están las cosas en Cataluña (qué patético Quim Torra pasando dos días de ayuno en el monasterio de Montserrat, pero más patético y ridículo el fraude de la huelga de hambre de los independentistas en la cárcel a base de batidos nutricionales), parece que lo van a tener bastante fácil. Auguro que lo mismo que sucederá en Andalucía (tripartito PP-Cs-VOX) pasará en cuanto haya Elecciones Generales. Y yo, qué queréis que os diga, creo que nos lo merecemos. Recuerdo aquel vídeo de Celia Villalobos discutiendo con Pablo Iglesias en su primer día en el Congreso cuando dijo aquello de: “Somos un fiel reflejo de esta sociedad...” y Pablo iglesias le contradijo. Pues no, querido Pablito, al final el tiempo ha demostrado que ella tenía razón; espero que medites estas Navidades en tu casoplón sobre lo ocurrido, porque ya han conseguido pasar y, dicho de paso, sin demasiado esfuerzo.
Gracias por la reflexión
ResponderEliminarGracias a ti por leerme, la entrada es un poco larga, pero quería contar varias cosas y poner todos los enlaces de interés que había encontrado. Blogger está muy solitario últimamente, ¿alguien se olvidó apagar la luz al salir? xD Un abrazo bella dama.
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