domingo, 19 de noviembre de 2017

El dolor es un comienzo inevitable, y una oportunidad infinita. De hecho crecer es llevar la herida de un lugar a otro hasta hacerla inherente.

Hace décadas cuando aún era niño, vomité a Dios. Luego me quedé tiritando, con los muñones del alma especulando con la herida, el espejismo y la bomba. Ese espacio vacío lo ocupó la inteligencia. Dejé de mirar arriba y empecé a observar esos pasos de cebra interiores donde los poemas dejan su exquisita belleza justo antes de ser atropellados por el fanatismo y la prisa.

Ahora el tejado parece vacío, mis pensamientos se deslizan como cables eléctricos desgastados y sin voltaje, estatuas horizontales, manchas a contraluz, harapos, vestigios impúdicos de un fracaso por la ausencia de ambición. Observo el horizonte: se escucha llegar al invierno. Viene tarde, pero viene, como un esqueleto tambaleándose con su lenguaje secreto de viento y frío. 

No importa. Cierro los ojos, vuelvo a ese lugar que es patria del temblor, donde los charcos piden permiso a la lluvia, las flores tienen vocación de mortaja y los buitres se alimentan de lo que va muriendo en tu interior. Es duro conocer ese lugar, saber que el derrumbe siempre está ahí, esperando, como el picor de pierna amputada que despierta al niño todas las noches, esa ansiedad que fermenta en la oscuridad, paletada de tierra sobre los ojos. Por eso busqué refugio en tus besos.

Pero el tiempo ya había trazado la huella arrugada de la inercia y su látigo apagado. Debería hacer una montaña de recuerdos y pájaros muertos y luego quemarla, hacerla arder, aspirar el humo repleto de hambre. Pero no puedo hacerlo, no soy tú. Tú sabías que la herida siempre hace ruido, un ruido quebradizo, de grieta, de cuchilla contra la piel, de mantis durante el orgasmo, de inmortal muerte prolongada e irreversible. Tú te hiciste mujer en ella. Yo dejé que el tiempo me zarandease como un débil bosquejo que dudaba entre latir o apagarse. Al final tenías razón: las cicatrices demuestran que la piel perdona pero no olvida.

4 comentarios:

  1. ¿ Otra vez has vuelto a dejar que te comenten...?

    Besos.
    Y un saludo desde mi lejana galaxia azzul.

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    1. Bueno, realmente hace tiempo que se puede comentar a través de Google+, lo que si noté es que parecía menos intuitivo que simplemente entrar en el enlace de la entrada y dejar tu comentario como antaño, y como pretendo –me gustaría- actualizar más a menudo pensé en dar más facilidades para comentar alguna reseña, etcétera.
      Un saludo a ti también desde mi cercana galaxia decadente ;)
      Besos.

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  2. Respuestas
    1. La verdad es que está muy mal implementado, hace un mes o así me percaté de que me dejaban comentarios en Google+ y ni siquiera me lo notificaban. Y claro, un acosa es que no le dé demasiada importancia a la interacción, y otra que alguien se moleste en dejarme un comentario y ni siquiera me entere ni pueda contestar. O sea que como pretendo darle un poco más de vidilla al blog, pues volvamos a los viejos tiempos, notificación correo y que se vean en la entrada.
      Un saludo, espero que todo te vaya bien ;)

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