viernes, 22 de mayo de 2015

Este domingo votaré a Podemos.

Este domingo votaré a Podemos. El motivo se podría resumir en una frase que leí en un artículo hace poco: “Estas elecciones son la última oportunidad que tenemos para recuperar la dignidad en este país”. Y es así. He leído su programa, me gusta Manuela Carmena para la alcaldia de Madrid -solo hay que ver el debate que hizo en Telemadrid con Esperanza Aguirre para darte cuenta de la diferencia que existe entre ambas- y creo que son la única alternativa real, honesta y con capacidad de cambio que tenemos para Madrid y por extensión para el resto del pais.

Ciudadanos es una marca blanca del PP, es un hecho, y cualquiera que lea su programa político o haya seguido sus votaciones en el Congreso estos úlitmos años lo puede comprobar: están de acuerdo con el Partido Popular en todo: subir el IVA –concretamente ahora en su programa quieren subir los productos básicos- , “mejorar la ley del aborto” para que sea más acorde con la conferencia episcopal, quitar tarjeta sanitaria a inmigrantes, privatizar lo público –sanidad, educación-, ¿seguimos? Además son el grupo político con menos transparencia en sus cuentas, el motivo es la enorme financiación que están consiguiendo de determinados sectores desde principios de año y que les dejan lisiados para tomar medidas "contraproducentes" para esos mismos lobbies.

Del PP tampoco hay mucho que hablar: se ha demostrado que SIEMPRE ha existido contabilidad B con la connivencia de todos los tesoreros y presidentes –Rajoy y Aznar incluidos, lo cual implica que desde SIEMPRE ha existido sobresueldos y financiación ilegal en las campañas. Esto lo ha dicho un juez.
El PSOE ha perdido el norte, apenas queda rastro de una ideología real de izquierdas, cambiaron la Constitución para que por encima de los intereses de sus ciudadanos lo importante fuera pagar la deuda, el programa económico de Zapatero, ¿se desviaba algo de lo que ha hecho Rajoy? El PPSOE son un títere de los mercados, de las puertas giratorias, el clientelismo y la prevaricación, de una ley electoral infame, de una inoperancia moral. Rajoy con sus frases cómicas “España es un gran país y tiene españoles” “Ya no se habla del paro”. Pedro Sánchez y su historieta sobre Juana/Valeria en los mítines, repitiendo lo mismo, intentado de alguna forma conmover cuando ni él mismo se lo cree.

Sé que falta mucha pedagogía política en España, que nos habíamos creído que la democracia era un hecho y que ya no había que luchar por ella. Sé que desgraciadamente hay mucha gente que prefiere votar a ladrones y caciques porque al menos “son de los suyos”, que hay demasiada cobardía hacia los cambios y se tiende al voto de centro, que es difícil hacer caso omiso de cadenas autonómicas y públicas e informarte por tu cuenta en periódicos digitales, intentando seguir la noticia, desentrañar que hay de verdad en los titulares sensacionalistas de la mayor parte de los mercenarios mediáticos que salen en televisión, mucho de los cuales tienen sentencias y multas por mentir y difamar –Paco Marhuenda, Eduardo inda, Alfonso rojo, tertulianos de Intereconomia…-, sé que es difícil creer en la política cuando hay gentuza como Esperanza Aguirre o Rita Barbera luciendo su prepotencia y su indecencia con impunidad durante décadas, pero no hay que dejarse engañar, tenemos una oportunidad, una responsabilidad casi histórica de cambio, de poder hacer política como antes de que un golpe de estado convirtiera a España en un erial ideológico, en un país de analfabetos políticos. Si no ejerces tu derecho a votar no solo estás hipotecando tu futuro sino también el de las siguientes generaciones. 

No pretendo al escribir esto que votéis también a Podemos, lo que busco es algo mucho más difícil: me gustaría que os implicaseis, que vayáis a votar el domingo, no importa a quien, pero que antes os informéis, que leáis algún artículo, que intentéis saber si os gusta su programa político, que tengáis curiosidad por saber cómo han hecho las cosas antes. Creo que la política es lo más importante que tiene un país, y aquí en España lo hemos dejado de lado, incluso ahora parece que nos movemos por modas, por anécdotas, por el “me gusta” en Facebook, por la bronca insustancial, como si ser de un grupo político u otro se redujera a seguir a un equipo de futbol. No, intentad ir más allá, no se trata de votar una vez cada cuatro años y luego olvidarnos del asunto. Eso no es democracia. Se trata de intentar salvar lo poco que queda de nuestro estado del bienestar, se trata de que no permitamos que nos utilicen como peleles a los cuales puedes engañar con promesas que luego nadie se va a molestar en comprobar si se han cumplido. Se trata de pensar por nosotros mismos, tomar conciencia y ser consecuentes con el poder que tenemos como ciudadanos.

Un saludo.

sábado, 16 de mayo de 2015

No busques fantasmas en los cementerios, algunos viven en tu hombro susurrándote errores justo antes de dormir

Escuchar los planes de futuro de tus compañeros de trabajo. Llegar a casa con la vista cansada y el cerebro dañado. Otra madrugada donde nadie me espera despierto. Hurgar en las heridas, en las ropas blandas, en los logros ajenos, en el coño seco de la musa frustrada, amargada, hastiada por la agónica repetición. Quiero irme a dormir pero me distrae el frío de mis costuras. Cargo con demasiadas horas muertas y poca capacidad para sacralizar mi escaso tiempo libre. La vida real ha conseguido vencerme, la futilidad, las facturas siempre puntuales, como una danza macabra de pelusas enamoradas de mi fracaso. Ya no tengo ganas de escribir, el infierno es un lugar solitario, no escucho aullar a la luna rosa, los pájaros buscan su nido de cenizas lejos de mí. Kurt Cobain y el eco de su disparo. La vida es una catedral de flores, una partida de ajedrez con el horror, un aguacero de migajas. Somos hijos de un caos mediocre, finito, la camisa sucia y agujereada de un héroe inventado.

Hablemos de amor, quiero aconsejarte: los labios agrietados siempre son un aviso, síntoma de vicio amigable o matanza sin puntería. Vigila los terremotos que tiemblan en sus pestañas. No presentes demasiado rápido a tus desastres, intenta peinarlos antes un poco. Las madrugadas exhibicionistas no son una buena dedicatoria, pero a pesar de ello atesora con cariño todos los pequeños e infantiles arrebatos –infartos- de palabras que provoques.

Y recuerda lo más importante: el amor es una epidemia sin respuestas, el dulce arrullo de un accidente que nunca termina de acabar, pero a pesar de ello siempre es mejor mantener la adicción a los golpes de belleza, algunos, con suerte, terminan germinando en el altar insomne de tu pecho. Y eso siempre será mejor que formar parte del batallón de soldados de traje y alma gris que avanza inmisericordes empuñando sus guillotinas de tiempo y singularidad.

miércoles, 8 de abril de 2015

El decadente -derrumbe en equilibro, nihilista apocalíptico- mira con cariño a sus monstruos de papel antes de despedirse…

Dos de la madrugada. Borracho. Labios de harapo. Destellos solapados de humo blanco. Perdiendo el equilibro al borde del vaso mientras el tiempo me lanza un cubo lleno de sangre. Soy un fantasma. Un Lestat sin jardín salvaje. La vida real empieza a preparar la emboscada de mañana. Me duelen los cojones. Intento paliar el hambre con pornografía, pero no sirve, me resulta demasiado aburrida.

Cierro los ojos, Bukowski soñaba con Jane, contando los días desde su muerte, entre la limpieza de su ausencia y la irrealidad de la herida. Imagino mis dedos arqueando de nuevo tu coño, susurrando “Love me tender” hasta que pierdas el control de tu faro de carne escarchada, rasgando tu ropa y follándote como si estuviera profanando una iglesia.

Latido afilado e intenso: me corro, doscientos millones de espermatozoides abortados en un pañuelo de papel, la vida secándose, el feto de una nación boqueando delante de mí. Si sumase todos mis orgasmos en kleenex, látex y espermicida podrían acusarme de exterminar a todo un universo de vida potencial. Todos los masturbadores compulsivos tenemos vocación de genocidas.

Voy a la cocina a por la segunda botella de vino. El ordenador hace un ruido extraño parecido al de mis vecinos: estertores. Somos putos zombis de potencial desaprovechado, ni siquiera tenemos la decencia de morirnos en silencio, lo hacemos sin dignidad, lentamente. Es como el concepto de amor, nos dividimos en dos grupos: cínicos y gilipollas. Unos hablan de tarifas –contratos sociales- y parcelas de poder mientras esconden su desesperación y su valor real de mercado, los otros son leales a una patochada llamada romanticismo, hablando de sentimientos y fidelidad eterna con un gastado y anacrónico lenguaje amoroso forense que para lo único que sirve –con suerte- es para echar un par de polvos intensos justo antes de bajar la guardia.

A veces da la impresión de que hemos convertido nuestra sociedad en un gigantesco supermercado de carne donde todos llevamos muy visible la etiqueta con nuestro precio y caducidad. Y para reprimir la náusea nos disfrazamos, nos prostituimos, cosificamos y nos dejamos cosificar. Y si todo eso falla compramos diez canales nuevos de televisión con la tarjeta de crédito. Por eso el arte que nace del talento es tan incómodo: provoca reacciones, preguntas, emoción, vértigo.

Pero ahora que la ciénaga negra de mis venas se deshace por el suelo, ¿qué importa todo eso, qué sentido tiene la nostalgia, recordar cuando mis cicatrices disfrutaban del oasis de tu cuerpo? Nada. Observo las sábanas tendidas, como se cogen de la mano como figuras de tiza muerta. Soledad… ¿por qué ya no quieres mancharte conmigo, compartir tu frío, ser la puta de mi caos, romper promesas de rodillas? Tu coño brillaba como una tormenta sobre el océano, fricción y látex parafraseando Muerte en Venecia, un paisaje de piel y huesos convertido en guerra. Pero ahora solo somos un accidente de calma, un mapa de caricias obsoleto que se consume despacio.

Este blog ya no es mi hogar. Mi último brindis, adiós queridos lectores. Adiós. Adiós...

lunes, 16 de marzo de 2015

Bah, las intenciones son conceptos vacíos, los sueños son edificios sin paredes, caída sin gravedad, ¿la necropsia nos intuye sanos? ¿Quedan más redes sociales que deglutir? Y vosotros, ¿qué tal, seguís fingiendo normalidad? ¿qué habéis elegido: esperanza o los viejos vicios?

El trabajo aborrecible. Demasiadas horas mutiladas. Trasegando mi pequeña dosis de esperanza caducada directamente de la petaca del alma. De pronto un pequeño chisporroteo en mi interior, sutil como un suspiro, como veintiocho gramos menos, apenas perceptible para los demás. Y notar la náusea, el vacío, el nadir, esa luz feroz y esencial de mi interior muriendo con un reproche contenido. Ya solo queda la transmutación en tuerca, el guion previsible y la fosa común. Ya no valen los cuentos de hadas, me he convertido en un exilio de carne que bosteza ante su herida analfabeta. Soy un virus sin coartada, un sueño de pupilas dilatadas vendido a un par de cocodrilos de sonrisa aviesa.

Salgo al exterior. Alfombras de hojarasca, trinos de pájaros enloquecidos y charcos de tiza. Al llegar a casa veo síntomas de enfermedad rondando entumecidos por los recovecos de luna llena que dejaste descansando en el poema. Estoy agotado, los ojos secos, ensordecido por los grilletes. Las manchas de mi pared me miran con amor, tengo hambre, ¿qué escribí anoche? No lo sé, ahora mis palabras tienen vocación de fuego, se borran porque creen que la exposición es una dictadura. Quizás el escritor es un acróbata sin margen de error. Miro abajo. Sí, escribo para construir un edificio de palabras tan alto que tenga tiempo de olvidarme de mí mismo durante la caída. Es el final, mi tristeza se ha puesto sus tacones, su carmín favorito y ha besado a la Muerte en las muñecas. Estoy preparado: lanzadme vuestras piedras.