martes, 19 de diciembre de 2017

Schopenhauer – El arte de tratar con las mujeres.

El amor es el mal. Todo enamoramiento, por muy etéreo que se intente presentar, radica exclusivamente en el instinto sexual; incluso se podría decir que no es más que la determinación ulterior, especificación e individuación máxima –en el sentido literal del término- del instinto sexual.

Es una fuerza metafísica. Lo que en definitiva atrae con fuerza tan intensa a dos individuos de sexo opuesto es la voluntad de vivir que se manifiesta a lo largo y ancho de la especie humana.

La supuesta pasión elevada, desdeñosa de todo lo que no sea ella misma, que los futuros progenitores se profesan mutuamente no es en el fondo más que una locura muy singular, que hace que un hombre enamorado esté dispuesto a entregar todos los bienes de este mundo a cambio de poder acostarse con una mujer dada, la cual, en definitiva, no le dará nada que no hubiera podido darle cualquier otra.

La voluntad de la especie es hasta tal punto más fuerte que la individual, que el enamorado cierra los ojos ante cualquier cualidad que le repugne, pasa todo por alto, lo distorsiona todo y se vincula para siempre con el objeto de su pasión: tan completamente lo ciega este tipo de locura; la cual, una vez consumada la voluntad de la especie, se desvanece, dejándole a solas con una odiosa compañera de vida. Sólo así se explica que a menudo veamos hombres razonables e incluso excelentes, con víboras y demonios por esposas, y no entendamos cómo pudieron hacer semejante elección. Ésta es la razón por la que los antiguos representen el amor como ciego.

El enamoramiento de un hombre tiene a menudo ribetes cómicos, y en ocasiones incluso trágicos; ambas cosas suceden porque el individuo, al estar poseído del espíritu de la especie, es controlado por éste y deja de ser dueño de sí mismo.

La sensación de actuar en asuntos de enorme trascendencia es lo que eleva al amante tan por encima de todo lo terrenal y hasta de sí mismo, dotando a sus deseos, que en el fondo son muy físicos, de un ropaje tan hiperbólico, que el amor llega a ser un acontecimiento poético hasta en la vida de las personas más prosaicas; con lo que la cuestión adquiere a veces, por cierto, un cariz bastante cómico.

El amor es para ustedes como una religión; creen que al amar están rindiendo culto a la belleza y participando en conciertos celestiales. No se dejen engañar por las palabras: no; en realidad sólo están desencadenando aun sin saberlo, un problema de armonías fisiológicas.

El anhelo amoroso, el himeros, que los poetas de todos los tiempos siempre se afanaron por expresar de los modos más diversos, sin por ello agotar su temática o incluso hacerle justicia; ese anhelo, que asocia la posesión de una mujer a la representación de una dicha infinita, y vincula el no llegar a alcanzarla con la idea de un dolor indescriptible; ese anhelo y sufrimiento amorosos, en suma, mal pueden proceder de las necesidades de un efímero individuo; son el clamor que emite el espíritu de la especie; el cual ve en ellos un medio insustituible de alcanzar sus objetivos o fracasar; y que por eso suspira tan profundamente. Sólo la especie tiene vida infinita, y en consecuencia sólo ella es capaz de abrigar deseos, satisfacciones y sufrimientos infinitos. Pero como éstos se encuentran encerrados, en este caso, dentro del angosto pecho de un mortal, no es de extrañar que este último dé a veces la impresión de que fuera a estallar y no encuentre palabras para describir el presentimiento de infinito placer o de infinita pena que lo embarga.

Cuando echamos una mirada sobre el diario trajín, constatamos cómo toda la gente está ocupada de las carencias y plagas de la vida, tratando con todas sus fuerzas de satisfacer las innumerables necesidades y defenderse del dolor en sus múltiples facetas, sin otra esperanza que la de poder conservar precisamente esa atormentada existencia individual durante un breve lapso de tiempo. He ahí, sin embargo, que captamos, en medio de la multitud, las miradas ansiosas que intercambian dos amantes; pero, ¿por qué tanto sigilo, temor y disimulo? Porque esos amantes son los traidores que procuran perpetuar todas aquellas carencias y plagas, las cuales de otro modo muy pronto llegarían a su fin; fin que ellos quieren evitar, como toros lo hicieron antes que ellos.

El hombre que imagina que encontrará mayor placer entre los brazos de una mujer cuyos rasgos considera hermosos que entre los de cualquier otra ésta siendo víctima de una ilusión voluptuosa; ilusión semejante a aquella que, enfocada en una sola persona, convence al hombre de que su posesión le proporcionará una dicha ilimitada.

4 comentarios:

  1. Jajaja. Excelente texto sin duda. Me he divertido al leerte. Dices cosas inteligentes, sin embargo ¡no comparto ni una sola de ellas! Aunque también podría decir que las comparto todas. Me explico: ¿Qué es el amor? He ahí el quid de la cuestión. ¿Qué entendemos por amor? Amor y enamoramiento ¿son lo mismo? ¿Son algo distinto que puede darse -o no- simultáneamente? En fin. Soy socrático "perdío" y creo que, o definimos perfectamente los términos, o podemos debatir mil años sin entendernos mientras pensamos hablar de lo mismo.
    Depende de cómo entiendas el amor estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, o totalmente en contra. Te diré pues con qué visión del amor estoy conforme. Lee a Fromm (me suena que lo habías leído, ¿no?) y su famoso "Arte de amar" y ahí lo tienes. Estoy conforme con él en casi todo. En ese amor que es la solución al dilema de la existencia, y que no tiene nada que ver con ese otro "amor", embobamiento mental pasajero. No brilla tanto y no se han escrito tantos poemas sobre él. Es discreto y ni siquiera busca nada. A veces incluso se solapan ambos, pero sólo el primero es el que queda tras un breve lapso de tiempo, a condición de ser verdad. El segundo, pájaro luminoso es; tan insustancial como las gotas de rocío, pero con la capacidad de volvernos estúpidos y adictos.

    Anda, pásate por el blog de Marian y dile que te lea, a ver lo que opina de todo esto. Su último post es de lo más sugerente en sus finales. Adicciones y esas cosas que a uno lo dejan con curiosidad de entrar y echar un vistazo por todos los rincones. Qué tontos somos jajaja.

    Un abrazo compadre. Me alegra que existas.

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    1. Ante todo gracias por un comentario tan extenso.
      El amor, un tema tan universal al que cada uno da un significado diferente para la misma palabra. De hecho el otro día en Twitter escribí la frase “La palabra amor es como la palabra Dios, significa algo completamente distinto para cada uno.”. Sí, he leído a Fromm, pero debo releerle porque recuerdo más bien poco de su libro. Sé que no me convenció el tono zen New Age, pero estaba pasando por una etapa decadente y cínica y quizá no supe disfrutarlo como debía. En cualquier caso te doy la razón, algunos hablan de flechazos, de enamoramiento, y solo es un coctel hormonal, una afinidad sexual, una correspondencia de soledades para llenar vacíos existenciales y falta de trascendencia. Pero amar, eso es otra cosa, es algo mucho más valioso, único, generoso, complicado, y más aún, peligroso.
      De todas formas he de reconocer que la mayor parte del post es pura paráfrasis del libro de Schopenhauer, es decir, de un filósofo famoso por su pesimismo, por su misoginia y resentimiento hacía la mujer. Además, ¿podemos fiarnos de los filósofos para hablar del amor y las mujeres? Aún recuerdo cuando leí a Platón hablando de su teoría de la transmigración, afirmando que el alma es intrínsecamente masculina, y que en caso de caer en un comportamiento reprobable y deshonesto corríamos el peligro de reencarnarnos en un animal irracional y, peor aún, si reincidíamos en ello, en el cuerpo de una mujer xD

      El amor, un concepto jodido de representar y explicar; por eso existe la poesía, y el celo sempiterno xD
      Un abrazo muchacho, espero tenerte por aquí en otro momento ;)

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  2. Jajaja, yo siempre te leo, Rorschach, me encanta como escribes, otra cosa es estar de acuerdo o no. De todas formas el libro al que haces esa reseña, no tenía ni idea, pero me dice más bien poco de la idea que tengo yo del amor y el enamoramiento ¡son cosas tan distintas! el enamoramiento es algo enorme y efímero; una pasión que de tan alto voltaje que funde los plomos...jajaja-

    Y es que en realidad tiene razón en mucho de lo que dice tu comentarista...hace ya mucho tiempo que nos conocemos todos, jajaja.

    Un beso enorme.

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    1. Vaya, qué sorpresa tenerte por aquí, debes de ser de los pocas blogueras que aún se mantienen “vivas”. Me alegro mucho ;)
      Y sobre todo gracias por leerme siempre. Yo he pecado siempre de ir por libre y descuidar los blogs ajenos, pero ahora me apetece ser un poco más sociable. A fin de cuentas ya son muchos años de idas y venidas, de estupor y obsesiones. Cambios y no-cambios, en un proyecto de letras, que empezó como una mera anécdota, y que al final se ha convertido en un hogar apacible. Qué lírico. Serán las horas. Pues eso, que gracias por leerme siempre, por seguir por ahí. y que luego me paso por tu blog a ver en qué has estado metida.
      En cuanto al amor… pues yo qué sé. Con la edad somos cada vez más difíciles y neuróticos. Yo por mi parte he desistido: mejor solo que mal acompañado xD que ya lo dijo el gran Bukowski; aunque inmediatamente después se puso a escribir su libro “Mujeres”. Pero así somos los seres humanos: escribimos para conseguir una coartada literaria, a veces de nuestros ideales, otras de nuestras vilezas.
      Un enorme beso para ti.

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