lunes, 13 de agosto de 2018

Crumb (1994) Terry Zwigof

Crumb es un documental de 1994 sobre el artista del cómic underground Robert Crumb y su familia. Dirigido por Terry Zwigoff y producido por Lynn O'Donnell y David Lynch, el documental fue muy elogiado, recibiendo además el gran premio del jurado y el premio a la mejor fotografía en el Festival de Cine de Sundance. Los cómics de Crumb se caracterizan por presentar a mujeres voluptuosas y enérgicas frente a hombres pequeñísimos e inseguros. En general su obra gráfica se sustenta en tres pilares: una continua obsesión sexual, el consumo de LSD y otras drogas y una angustia por vivir en un mundo que no comprende. Sus dos personajes más conocidos que se convirtieron además en iconos de la contracultura son Fritz the Cat y Mr. Natural.

"Si no dibujo un rato, me vuelvo loco. Me siento depresivo y suicida si no dibujo. Aunque a veces también me pasa cuando dibujo".

Su padre era un militar profesional, (había estado en la II Guerra Mundial y volvió algo trastocado) que maltrataba a sus hijos habitualmente. Ellos se refugiaron en el mundo de los cómics. Montaron a una edad muy temprana una especie de empresa en la que todos los papeles estaban asignados por Charles, el mayor. Hacía dibujar todo el tiempo a Robert y después vendía las tiras por el vecindario. A Max, el pequeño, le asignaron el papel de repartidor. Las hermanas hacían de secretarias y contables. Cada uno interactuaba en las viñetas del otro introduciendo sus propios personajes e historias. Crumb habla durante el documental de todo ello: de los malos tratos, de sus complejos adolescentes, de cómo se hizo adulto en un mundo de hombres que no le entendían, y de mujeres que jamás se fijaban en él. Explica que la obsesión por el dibujo fue su salvación, el ora et labora que le mantuvo más o menos cuerdo, y con el tiempo le convirtió en alguien famoso.

Sus dos hermanos, en cambio, no tuvieron la misma suerte. Maxon, el menor, malvive en un cuarto de hotel miserable en la Calle Seis, sin muebles, con una tabla de clavos en donde se sienta todos los días en posición de loto, mientras traga centímetro a centímetro, hora tras hora, una cinta de tela de tres metros de largo, hasta que la cinta le sale por el ano, momento en el que vuelve a empezar. Charles, casi cincuentón, vivía aislado en su casa, sin salir nunca a la calle y rodeado de gatos, de libros y de su madre. Con una manifiesta falta de higiene, desdentado y muy medicado. Menos de un año después (la película no se había estrenado todavía), Charles se suicidó. Los manifiestos problemas mentales de toda la familia tienen muchas reminiscencias con la película “El Desencanto” (documental sobre la familia Panero) y lo irreversiblemente nocivo de algunos lazos familiares.

El documental empezó la ronda de festivales y no paró de cosechar premios y generó un viraje en el mundillo del arte: Crumb pasó de anacrónico exabrupto de los ’60 a clásico. “Me mandaron de una patada a los museos”, afirmó entre risas. En el documental mostraba un maletín lleno de dibujos que iba a entregar a un coleccionista europeo a cambio de una casa de piedra de doscientos años en un pueblo de Francia, adonde había decidido irse a vivir. De hecho esa es su residencia actual.

“Cuando escucho música antigua es uno de los pocos momentos en que realmente tengo un poco de amor por la humanidad. Escuchas la mejor parte del alma de la gente común, tú sabes. Es su manera de expresar su conexión con la eternidad o como quieras llamarlo. La música moderna no tiene eso. Es una pérdida lamentable que la gente no pueda expresarse ya de esa manera”. Ésta es quizás la esencia del arte de Crumb, crear el escondite perfecto tras la profesión de dibujante para recluirse de un mundo que siempre había sido extraño y hostil.

6 comentarios:

  1. One of my true heroes.
    To quote Mr. Natural, "twas ever thus."

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    1. An impressive author, he even collaborated with Bukowski illustrating a couple of his books: "The captain went out to eat and the sailors took the boat" and "Bring me your love and other stories"
      A greeting and thanks for comment ;)

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  2. Lo dicho: “obsesiónate y mantén la obsesión, y pasa de largo ante las ventanas abiertas”

    Cada persona necesita algo, su “ora et labora” particular, aunque sea el mismo silencio... De todas formas, el silencio es sólo para los más valientes que no teman mirar de frente sus propios horrores...

    Me pillas hoy decadente perdido. Y cuántas cosas interesantes vas dejando por aquí... Es que no doy abasto contigo. No hay manera de seguir tus pisadas jajaja. Pero me gusta, lo reconozco. Anoche estuve charlando hasta las 4 de la madrugada con mis primos. Todo iba normal, estábamos hablando sobre los “males del mundo”, sobre lo mal que funcionan tantas cosas... Y en ese momento me da por soltar una de las mías: “¿se os ha ocurrido que tal vez el problema esté en el interior de todos nosotros y que, tal vez, el exterior no sea nada más que síntoma o reflejo de dicho problema”. Silencio. Todos me miran, como esperando que diga algo más... Entonces intento balbucear algo sobre el problema sujeto/objeto, la ausencia de existencia inherente propia de todo, la insatisfacción consustancial al ego, el porqué el capitalismo funciona tan bien al explotar todas nuestras mierdas... Y cuando más hablo tengo la sensación que menos me entienden. Así que al final me callo jajaja...

    La insatisfacción básica del ser humano. El ser un extraño en el mundo. La ausencia de modelos que seguir... Todo es un síntoma del mismo mal. Y entonces los pobrecitos humanos hacemos lo que podemos con nuestra propia vida, y chocamos sin saber qué otra cosa hacer con todas los demás... Y en muchos casos es así hasta el día que estiramos la pata. Y casi me parece heroico que existan seres que mantengan su obsesión y ésta les mantenga a salvo de lanzarse por las ventanas abiertas. Mirar ventanas es un deporte de riesgo... Así que el dibujo y el cómic me parecen una solución tan buena como otra cualquiera, y con bastante interés, la verdad.
    Creo que todos deberíamos encontrar nuestra obsesión, y mantenerla para mantenernos vivos. Pisar el acelerador, sentir el viento en la cara, llegar hasta el borde, hasta que la sangre se agite y sepa a vida, y reinventar los días una y otra vez. No ver jamás la misma cosa dos veces. No tener los mismos ojos de ayer. Porque no existe el ayer, sólo este escurridizo ahora que lo abarca todo. Tanta posibilidad... Y ahora me dan ganas de abrir la ventana y soltar un buen grito jajaja. Dios, estoy fatal jaja. Mal día, pero no temas; me dejaré las venas largas y seguiré pasando de las ventanas abiertas jajaja :oP

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    1. Yo creo que es una buena frase “El problema está en el interior de nosotros, y que, tal vez, el exterior no sea nada más que un síntoma” Sí, estoy totalmente de acuerdo. Hace algún tiempo Pablo Iglesias en su primer día del Congreso tuvo un pequeño rifirrafe dialéctico con Celia Villalobos, y él sentenció diciendo que la corrupción política no representaba al ciudadano medio. Y yo, en su momento, pensé que tenía razón, ¿la casta? Gentuza que habíamos tenido la mala suerte de sufrir durante décadas por pura dejadez democrática de los ciudadanos. Ahora mi ingenuidad ha desaparecido, los políticos son un síntoma de la mediocridad ética del español medio, la mayoría de los ciudadanos sin un control exhaustivo de su gestión, acabaría actuando así. Pero nos gustan los infantilismos, que otros tengan la culpa, revictimizarnos: la culpa es de otros, del capitalismo, del patriarcado, de los políticos, de mi casero, de mi jefe. No, todos tenemos responsabilidad. Es cierto que el juego está creado, y tiene unas reglas, pero cada uno dentro de su libertad personal qué hacer y cómo. Claro que el capitalismo funciona muy bien en explotar nuestras mierdas, porque por el ser humano es un animal furioso que no está civilizado, que solo disimula por miedo al castigo o a la exclusión. Solo hay que ver los colegios, incluso los parvularios: hay víctimas y verdugos, hay sadismo con cualquier excusa (normalmente alguna diferencia física o racial, alguna debilidad clara), y luego el resto que no hace nada, mirones pasivos. Esa es una de las realidades del ser humano. Luego está la cooperación, la empatía, la generosidad. Sí, sí, todo eso esta muy bien, pero con caras de la misma moneda.

      De todas formas filosofar (ya sea con amigos o en un blog) actualmente es casi de privilegiados. Me decía un conocido que él tenía que elegir entre filosofar o trabajar. Quizás en su contexto exageraba, pero ahora es más real. Trabajo precario, stress, deudas, desahucios, facturas cada día más altas. Leí un artículo el otro día sobre el suicidio en España (quince personas al día) y cómo habían subido las cifras por la crisis. En todas los manuales sobre el periodismo dan la recomendación de no hacerse eco sobre las noticias relacionadas con suicidios, porque según estudios psicosociales el número aumenta si se dan a conocer más casos. Puede ser, pero no es excluyente del hecho de que el gobierno prefiere esconder esas cifras. Cifras que son mucho más altas que las oficiales, por el tabú social, porque en ocasiones si no hay nota se considera un accidente extraño, etcétera. El artículo hablaba sobre la relación del paro, el desahucio y el suicidio. Claro, ¿cómo vas a filosofar cuándo estás en circunstancias tan desesperadas? Eso es lo que me decía un amigo que no presumiera tanto de mi filosofía estoica, porque cuando llegaran problemas serios no me serviría de nada. Se refería, por ejemplo, a la muerte de un familiar. Yo le decía que tenía en parte razón, pero que quizás gracias al estoicismo tenía las herramientas para poder procesar el dolor mejor, más rápido. Ya veremos, pero ahí queda la duda, de si somos privilegiados masturbándonos con el teclado mientras los problemas reales acechan en lontananza.

      El mendigo del Dharma me deja alucinado a veces. El otro día le vi y era la viva imagen de Nerón: su corpachón enorme (está algo gordo) recostado en la acera encima de unos cartones, tragando con parsimonia unas uvas enormes, mientras, con la otra mano, sorbía de un cartón de vino. Y esa sonrisa indescriptible, como si la vida no fuera con él. Mientras la gente a su alrededor yendo de un lado a otro, con sus recados y conflictos. Y él ajeno, embebido de sí mismo, como si dijera: “En mi fracaso mando yo”. En el fondo es mejor no averiguar nada más. Podría ser un loco iluminado, o un idiota embrutecido, pero la imagen ya es lo suficientemente valiosa para no necesitar más explicación.

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    2. De verdad, me acabas de hacer reír de lo lindo con el mendigo de marras. Espero que no le dé por incendiar los madriles, que estarán buenos de calor estos días jajaja. Tal como lo describes tiene algo admirable, aunque sólo sea como contrapunto al resto de hombres muertos, que nos creemos tan vivos en nuestras vidas... Creo que es más fácil ser libre cuando no se tiene nada. ¿Pero quién tiene narices a vivir así? De todas formas no creo que sea lo más deseable, aunque sólo sea por aspectos prácticos. El reto es cómo conseguir ser libre de todas las posesiones y que ellas no te posean a ti, porque al final todos somos vagabundos y no poseemos nada: todo tendrá que ser abandonado en un momento, y cuanto menos libre seas, mucho más sufrimiento...

      Ahora voy con prisas, pero volveré. Es una amenaza. Has tocado un punto importante: la filosofía y las desgracias en el mundo real. Creo que puedo decir algo al respecto después de vivirlo (muerte de seres queridos)...

      Un fuerte abrazo!

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  3. Y después de estos toques febriles propios de mis últimos días (me ha dado por ahí, ya ves), deja que te cite a uno de los míos. Opino que las verdaderas soluciones van por ahí. Espero que no te produzca demasiada urticaria:

    “Cuando se viven acontecimientos trastocantes, el caparazón del Yo puede reventar, y hacerse de súbito la luz en el hombre, situándole así a un nivel superior, y sin que nunca se haya ejercitado de modo particular. Las etapas naturales que, poco a poco, le van haciendo madurar, llevándole desde el estado de niño de pecho al de adulto, se deben, asimismo, a esos momentos en que la luz irrumpe, destruyendo cada vez una forma antigua, que es sustituida por otra nueva. Estas transformaciones se perciben, mas o menos, como “crisis”. Cuando en el corazón del hombre subsiste la insatisfacción, y si en el fondo de sí mismo está dispuesto, la vida actúa, haciéndole progresar sin darse cuenta, y sin que conscientemente haya practicado, puede encontrarse, durante un periodo más o menos largo, en una especie de estado de gracia. Los resultados que el hombre puede alcanzar con su trabajo son, de hecho, poca cosa si se comparan con el silencioso trabajo del Ser... que le empuja, pausada pero ininterrumpidamente, a abrirse a él mismo, y a desarrollarse en una forma de vida que corresponda a su propia esencia.”

    “El estado de ser que permite esa experiencia del Ser, no es fruto de un acto de voluntad, sino que viene de abrirse a lo que existe en el fondo de nosotros mismos y que, de modo natural, pugna por brotar. En definitiva, ejercitarse es aprender a crear aquellas condiciones que son necesarias para que pueda aparecer una realidad inmanente, el Ser esencial, y para que éste se manifieste en el mundo, en su realidad individual.”

    “Así, y gracias a ese elán vital que sobrevive... también el hombre prisionero de su Yo anhela, sin saberlo, el reencuentro con la gracia del Ser.
    En la fase en que el Yo domina, es decir, en el hombre sometido y condicionado por el mundo, este elán se expresa por la búsqueda de algo que eleve el espíritu. El hombre da satisfacción a este elán participando en testimonios de cultura, de vida artística... Este deseo de escapar a las presiones para elevarse hacia la libertad de espíritu, es el fruto de un trabajo constante del Ser por intentar salir de la oscuridad de su prisión para entrar en la luz de la conciencia del hombre.”

    “En realidad, este elán vital hacia la luz es el principal impulso instintivo de toda vida humana.”

    Karlfried Graf Dürckheim, “Hara”

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