Características y
Etólogia: dícese del ser psiquiátricamente perturbado que vive hacinado en
una habitación sin vida social. Fracasa como intelectual porque no entiende lo
que lee, y ante los postulados ideológicos de Aristóteles o Nietzsche solo es
capaz de crear su propia y masoquista versión antitética de la felicidad – a la
que considera algo analfabeta y sorda porque nunca se convierte en arte- en la
que el dolor y el miedo son los reyes de la fiesta. La medicación es demasiado
cara y muere aplastado en sus propios sofismas y recuerdos inventados de
factura/fractura espiritual de belleza incuestionable pero que son simples
pedos alucinógenos que aturden al lector. Se recomienda huir ante semejantes
sujetos, son peligrosos, tremendamente alienantes y contagiosos. Joder, esta es
una advertencia sería: Escapad féminas, no os hagáis ilusiones: solo os comerán
el cerebro, nada más.
Reproducción: No
sé reproducen –gracias a Dios- solo se masturban compulsivamente visitando páginas
de porno duro, lo que les hace desarrollar filias muy diversas
imposibilitándoles a tener una vida sexual normal. Normalmente se dedican a
enviar cartas a mujeres apresadas en el corredor de la muerte o a locas ya
establecidas en un manicomio. Creen que Kafka tenía una vida sexual normal y le
rezan por las noches.
Alimentación:
Suelen comer mierda recalentada en el microondas. Suelen tener doce platos al
año, es decir, comen lo mismo durante un mes, y luego cambian al siguiente de
la lista. Todo enlatado y los últimos meses caducado.
Riesgos sanitarios:
No suelen salir de su habitación, pero a veces, en situaciones extremas como
una sobreexposición de la película “Fight Club”, se reúnen en pequeños
contubernios que coinciden con accidentes o muertes surrealistas. Sabemos que
están detrás del incendio del Windsor y de todos los casos de escándalo público
que se registran en Madrid las noches de luna llena.
Películas: Si son
mujeres –hay pocos registros- suele calar el combinado Dirty Dancing/Helado,
Amelie y Desayuno con Diamantes, revisiones de Jane Austen y un poema de Kat Stratford. Si son hombres las
mismas, pero sin helado. Quizá “Leaving las Vegas” y “la novia de Re-animator”
por el rollo romántico decadente.
Música: Pocas
canciones y siempre en repeat durante horas. Creemos que sucede porque su
cerebro se ha quedado anclado en alguna etapa inicial de desarrollo y no son
capaces de lidiar con demasiada información. Siempre escuchan a gente muerta o
hacen planes para matar a algún artista que consideran que esta defenestrando
su legado desde el segundo disco.
Habitat natural:
Normalmente habitación insalubre equipada para una futura invasión de zombies y
el Apocalipsis maya del 2012. Cucarachas. Botellas vacías, y tres cubos para
necesidades de diversa índole. Y dos ambientadores de pino.
Teléfono: Tienen
la agenda vacía y nadie les llama pero sin embargo insisten en tener el modelo
más caro del mercado. Usan el réquiem de Mozart como politono y los más
avispados utilizan la base de datos de su trabajo de teleoperador para acosar a
desconocidas con mensajes de voz de variables locura a altas horas de la noche.
Releen los mensajes de publicidad que les llegan porque nadie responde a los
suyos.
Historia evolutiva:
Se cree que mutaron de algún ratón de campo afectado por la nube radiactiva que
llegó a Europa de Chernóbil. Su pene es enorme pero no saben usarlo debido al
estado digievolucionado de su cerebro. Se pensó en sacrificarlos, pero tienen
un claro instinto de autodestrucción por lo que se prevé que en una década habrán
desaparecido.
Características
notables: Follan (muy) bien una vez que consigues amaestrarlos. No
entienden el principito, pero
muestran la lealtad de un animal de compañía y si se portan mal les puedes
zurrar con una zapatilla, lo cual después de un día de trabajo agotador –les
tienes que mantener- viene bien.
Reglas básicas de
adopción Gremlin/Decadente: No les dejes beber o echarse vino por encima:
querrán conquistar el mundo. No les dejes salir a la calle a la luz del sol: no
están acostumbrados y les puede dar un ataque de ansiedad. No les dejes
despiertos después de media noche: querrán escribir chorradas y luego
publicarlas en un blog.
Enlaces externos:
Para más detalles visitad a diario esta página o preguntad directamente a uno de ellos. No nos hacemos responsables de lo que dicha información
cause en vuestro animo vaginal.
Alguien me dijo que había que llenar los huecos de los días
anónimos, días que te sientes deshabitado, con los pulmones llenos de agua,
podado de forma inmisericorde. Entonces te sientas e intentas la trazada
absurda, kamikaze, un reguero de pólvora que termina atravesándote con un
suspiro, dedos invisibles atando cicatrices en un re melancólico y repetitivo.
Chopin muriendo en Mallorca. Son
reflejos en charcos insanos, lectores en diagonal que buscan sexo y violencia en la primera
línea, la sorpresa YA, sin dilaciones, elipsis cuadruplicándose en un eterno
retorno de la recreación. Pero estoy harto de fingir vivir cuando lo único que hago es dejarme vivir, disimulando estertores en habitaciones muertas.
Te pienso. Eres un lenguaje de signos lleno de nudos y bolsillos vacíos
apuntando a una nada que realmente no compartimos. Manos que no son manos si no acarician tu voz y la sostienen en el humo, te balanceas
en mi retina como un atentado de láudano, un rapto de lucidez. Pero no, estoy
desesperado, no hay poesía en ello, solo quiero conquistarte una noche y luego,
ya colmado, defenestrada ya por fin la fantasía, abandonarte cansado y aburrido
desde la cama. Sin más romanticismo que el amor de mis cojones y una vanidad
herida desde pequeño.
El talento en la escritura es como penetrar tu mente y
verbalizar tu alma, una epifanía intelectual en la que te sientes reconocida. La
soledad de tu vagina se rompe físicamente, aquí se trata de raptarte de la
entropía de tu entorno durante unos instantes convirtiendo tu cárcel en mi hogar.
Puedes engañar al lector potencial usando palabras de
diccionario trasnochado, hablarle de sexo, miserias, filias, fobias...no dejan
de ser mecanismos sencillos, causalidad de lugares comunes mil veces
transitados que solo provocan un orgasmo Pavloviano. El talento es
extemporáneo, un niño mimado que juega con tus endorfinas, que te hace lubricar
y luego te abandona sin valorar nada, por eso cuando lees que te amo te
resistes a corresponderme.
**
Se acerca otra noche, otra ventana iluminada sin misterio. No
queda mucho cerebro que desollar. La autocompasión invita a la siguiente ronda
y el miedo a la falta de transcendencia me enajena: quiero olvidarme del propio
lenguaje, traicionarlo como él ha hecho conmigo. Camino en círculos arrastrando
los pies como una metáfora contenida de mi alma. Podría dejarme morir aquí como
un anciano sin jubilación, como un mueble molesto, apolillado, feo, anacrónico,
sin utilidad. Comida para perros. Excrementos esperando a que alguien tire de
la cadena. Hace tres semanas desde el
desencadenante, la catarsis que erradicó mi subjetividad el tiempo
suficiente para reconocer ante el espejo lo que todo el mundo sabía: soy un
escritor mediocre. Que putada.
Rodeado de basura espero el milagro junto a Leonard Cohen cuando
llama mi querido amigo Daniel.
Oriundo de barrio pijo, de carácter emprendedor, ambicioso y competitivo, formamos
un curioso contubernio: mi presencia disipa por comparación –sin aspiración a
ser un beta, me quedo en el paría omega- cualquier duda sobre su ascendiente y me
permite disfrutar con las vaginas resentidas que chocan contra su demoledora
presencia.
Un ejecutivo de éxito, una casa a las afueras, un buen
coche, el pelo en su sitio al igual que todo el resto del mueble bar que moldea
en el gimnasio. Su mujer embarazada completa el cuadro. Sin mundo interior pero
decoradora de interiores, la susodicha es un robot perfectamente engrasado
moviéndose en el escaso espacio que le dejan los convencionalismos y la
alienación política. Se ha comprado la biografía de Rajoy, el tercer libro de
su biblioteca, con esto dejamos las metáforas a un lado, queda todo dicho.
Naturalmente todas las personas tienen su cara B y nuestro
coprotagonista no es una excepción. La cara B se refiere a esa realidad que
hace estallar por los aires todos los juicios de valor prosaicos basados en los
breves encuentros sociales. Ex de amigos que parecen pequeños duendes de jardín
sumisos y se revelan como autenticas arpías desleales, muchachas pizpiretas que
acaban ingresadas en el hospital con las muñecas vendadas…o machos alfas
envidiables que en realidad son politoxicómanos peligrosos. Me ha llamado para
que fuera a por su dosis, tiene reunión y promete una compensación a la altura
de las circunstancias.
Y he aquí el motivo por el que me encuentro en este coche,
yendo de kunda a la Cañada Real,
acompañado por un par de putas y un yonqui crepuscular, a por sus dos micras de
base y de caballo. Que cabrón. Durante el viaje una de las putas me ofrece su
boca desdentada, ese pozo contagioso, por cinco euros, la otra aparenta
cincuenta años pero no debe de tener más de treinta, el yonqui temblando a mi
lado con los ojos desorbitados y sin poder apoyar el culo en el asiento -¿estreñimiento
o una versión masculina de Sera en Leaving Las Vegas?-, y ya por último el conductor algo
paranoico confundiéndose de camino constantemente.
Conseguimos llegar de alguna manera. Más miseria, más
jóvenes con cara de viejo mientras una ambulancia del Samur recoge desechos del
suelo. Pido mi parte en una casa al azar, el tipo, un rumano con la cara llena
de ronchones rojos, me da el material, hay un par de niños de unos cinco años
descalzos llenos de mierda dando trozos de papel albal.
Volvemos todos al coche, el tipo que conduce pone la radio,
suenan Los Secretos. Joder, genial, una de Lou Reed, o de Antonio Vega y ya nos
podemos lanzar por un terraplén. Intento distraerle –se llama Pablo, licenciado en
económicas, en paro, sin ningún ingreso desde hace seis meses- pero esta
demasiado atacado de los nervios observando como las putas ya están quemando la
mezcla y fumándola. El yonqui no es problema, se ha debido de picar antes y
esta totalmente ido. Pablo se caga en todo cuando se cruza con unos policías,
pero están riéndose con unas yonquis de la zona. Salimos de allí
echando ostias.
No sé que hora es cuando llego a casa pero Daniel no ha
llegado todavía. Me relajo tumbado en mi jergón mientras escancio unas
cervezas calientes y me recreo en los consejos deformados de la Velvet. No tengo que
esperar mucho, un par de horas después le tengo frente a mí. No podemos ser mas
distintos: con mi camisa de Iron Maiden agujereada, pantalones rotos, rapado,
sin afeitar…él con su inmaculada imagen de ejecutivo, su peinado, su
sonrisa perfecta…lástima esos ojos enfebrecidos...esas manos de manicura modelando el aire con ansiedad.
Nos damos un abrazo y se va al baño con la mercancía. Vuelve
al rato y se tumba conmigo. La pesadez no le dura más de quince minutos,
debe de estar acostumbrándose a esta mierda, o quizá la han cortado con
laxante o anfetamina barata.
Recaliento algo para cenar. Él no quiere nada. Me confiesa
que lleva una vida de mierda.
“Estoy siempre con la BlackBerry recibiendo
mails, mensajes, es como trabajar veinticuatro horas, un puto stress, no puedo desconectar,
solo con esto…y últimamente ni así. “
Le cuento que mi novia me ha dejado hace tres semanas, no le
gustaba mi forma de vida, no estoy a la altura. No hubo grandes dramas, casi
fue un traveling de película: cita en un café, monologo, alguna lágrima de
colirio, beso en la mejilla. Tuvo el detalle de pagarme la cerveza.
“Mierda, son todas unas zorras, seguramente te ha hecho un
favor.”
“No, es una mujer magnifica. Ahora estará adorando el tótem
de otro, arrodillada, lamiéndolo durante horas. Es muy complaciente. No se le
puede echar en cara que además quiera ser exigente. La erótica del poder no funciona
con un fracasado, ella merece algo más.”
“Tu necesitas echar un polvo y rápido…conozco un sitio
magnifico.”
“No sé, prefiero el alcohol.”
“Tú déjame a mí, ya veras como merece la pena. Tengo un par
de horas hasta que mi agujero preñado reclame mi presencia.”
Me lleva a un prostíbulo de chinas, la cosa más sórdida que
hay. A la tierra le salen de pronto dos pequeños satélites que se bambolean con
la rotación: son los cojones de mi amigo que se atreve a discutir con la madame
el precio de nuestro servicio. Al final llega a un acuerdo y con una palmadita
en la espalda me dice que tengo dos horas con la que quiera. Él se retira con
dos, espero que les pague un buen suplemento, sus filias han ido a peor.
Elijo con desgana a la más joven, unos veinte años. Su
maquillaje es como un ejército de soldaditos de plástico verde. Entramos en la
habitación, me lava un poco, se desnuda y se abre de piernas. Me pongo
romántico y me da por esnifarme lo que me queda de coca sobre su coño reseco.
Esto no funciona, parece una sordomuda retrasada. Pero claro, ¿Qué me esperaba?
Tengo ganas de huir, ¿Qué hago aquí de todas formas, busco algo que me denigre,
una venganza? La puta sigue ahí, totalmente ida, como una puritana entregando
su virginidad mientras mira una cruz colgada en la pared. Estas son las únicas
bajezas que la clase media extinta, sin talento para nada, puede permitirse…puro
hedonismo cartesiano.
Le doy dos bofetones para que reaccione, se asusta un poco,
le meto varios dedos en ese coño como ceniza de cigarrillo y le agarro del pelo
para que me la chupe. No sabe chuparla muy bien, pero al menos produce algún
sonido gutural que me excita. Su coño ya empieza a lubricar, algo ajeno al
placer de mis perforaciones. La tumbo y le obligo a lamerme los cojones
mientras pellizco sus pezones con saña. Un par de bofetadas más y empieza a
chuparla con un poco más de alma.
Bien. Años de experiencia. Seguimos así un
buen rato hasta que por fin empiezo a follármela con cierta intensidad, no creo
que llegue al punto de ruptura, pero aquí, mientras la sodomizo brutalmente y
empiezo a escuchar sus gemidos acompasados, mientras mi polla la perfora sin más
sentimiento que untar una tostada con mermelada, me doy cuenta de cual es mi
papel en el mundo.
Y sonrío.
"Entiendo que estés
cabreada, has dedicado tu adolescencia a cultivarte, has estudiado una carrera,
has preparado unas oposiciones, eres políglota y solo ves películas en versión original, tienes un nivel de ingresos altos… y ahora, enfrentándote a la
madurez, te das cuenta de que lo que más valoran en ti es tu COÑO, tu precioso
y poco usado COÑO. Pero tranquila, túmbate en la cama, te ayudaré a recuperar
el tiempo perdido y a conquistar el mundo en un abrir y cerrar de piernas…” Soy un muñeco de arena llamado Mario. Hoy no toca comer, las
facturas insisten en seguir llegando, pero tengo el dinero exacto para comprar
una botella cada día hasta final de mes y eso me tranquiliza. Me alimento de
viento, pasta recalentada y visitas al comedor de indigentes de la zona centro.
Ya me siento como un mendigo lleno de cupones sin premiar, con esos horizontes
interiores llenos de alambradas y manicomios abandonados. Y nada más. El ordenador farfulla bilis moribunda, blanca, como esta pagina que
mancho con el sonido del sacacorchos, con el color sinestésico -o cenestésico
ya no sé- de tacones de mujeres embutidas en cuero negro y pupilas dilatadas
por la droga, de hadas de absenta y putas sin clase. Pero, ¿qué importa? No
encuentro la pulsión, no es culpa del hambre, la miseria, la no-música de
alrededor. NO, el problema es mi cerebro, desalojado ya de cualquier brillo, quizá
sea culpa del saturnismo que me provoca las cañerías ilegales de plomo, pero
nunca podría renunciar a ese sabor lisérgico del agua que hace que la palabra cadencioso tenga algo de sentido. Hay demasiada mierda bloqueándolo todo, demasiada gente
intentándolo desde hace décadas con ahínco, vocación, ensueño y sin nada de
éxito. El deseo es el paisaje que ve desde la cama un
tetrapéjico, algo estéril sin interacción. Sólo conozco la patente de corso del coño. En mi buzón solo hay resignación, la vida es
una carrera de fondo sin premio, sin ganadores, quizá ayude subrepticiamente
mantenerte ocupado saltando a la comba con tu sombra, intentando no perder lo
imperdonable, creyendo tener elección como tantos millones de seres antes que
tú.
Tengo una excusa genética: hay dos alcohólicos en mi
familia. Un sumidero; pero no hablamos de potencial, ni siquiera sé quien
invento Internet, no tiene sentido intentar destacar, vivir bien sí, la
alternativa al hedonismo como clave de éxito sería masturbarse con el carnet de
biblioteca y no tener miedo a la soledad, ¿qué importa no haber comprado ropa
nueva la última década?
Los alcohólicos no son agradables. Jim Morrison era un
impresentable, vomitando, meándose encima, engordando, perdiendo el poco
talento que disimulaba, ah, era guapo, poco más, se pudo follar a Janis Joplin
y no lo hizo, insisto: era un pobre hombre. Un niño asustado. Sí, aquella
última entrevista, sus poemas… he leído cosas mejores, he dicho cosas
mejores cuando fumaba lo mismo. Pero era
guapo y está muerto. No puedo decir lo mismo de mí, aunque también esté un poco muerto. Pero no veo camisas de Carver,
o de Dostoievsky o de Camus. A lo mejor eso no vende entre adolescentes pajilleros
que buscan una personalidad propia fuera de si mismos.
El aplazamiento es una secuela más. Las cosas importantes,
las cosas GRANDES tardan en aparecer, requieren mucho esfuerzo, requieren
templanza; estuve el otro día en un estudio de grabación con el productor de
Vetusta Morla, unos amigos llevan meses allí dentro para sacar adelante su
disco, con una inversión de sesenta mil euros en producción y comercialización.
Las grandes hazañas requieren
sacrificios. Como el amor. Ya sé, estáis cansados del tema, me incluyo, pero no deja de ser cierto, el amor es un trabajo, veinticuatro horas,
cada día de la semana, todo el año. Con compañeros ingratos y despóticos que te engañan con las condiciones delcontrato/noviazgo para más tarde
despedirte sin ninguna consideración. Cuando consigues cambiar a otro tipo de contrato/matrimonio, y ya tienes unas
condiciones fijas, una seguridad, vacaciones, paga de navidad, etcétera, descubres que la pasión nacía de la inestabilidad. Pero todo tiene solución:
ahora tienes a gente trabajando para ti, tu empresa/hijos. Todo sería perfecto si te siguieran follando con la
misma intensidad, pero la verdad, con una empresa propia, ¿quién piensa en esas
cosas?
Al final lo que falla es la capacidad de implicación, de
sacrificio, de negar lo absurdo y seguir adelante. Proyectos. Evitando las
secuelas, recordándote a ti mismo, pensándote. Mira a tu alrededor, observa a
esa gente que tarda años en recuperar su carácter afable después de una
convivencia, observa como esas victimas del adocenamiento popular caen en
depresiones, en la sutil violencia,
¿no lo notas en su forma de conducir, en como tratan a su pareja, en como
arrastran los pies cuando vuelven del trabajo?
Mi caso es amputación radical, estoy demasiado dañado. Interrumpe
mis reflexiones el despertador de mi vecino, no se nota ningún
movimiento. Seguramente ya esta llegando tarde al trabajo, quizá a una cita
con el médico. No puedo evitar pensar que yo llego tarde a la vida.
Eras guapa, delgada, pechos pequeños pero con un buen culo,
1,70 de altura sin tacones. Alguien agradable, un buen polvo como dijiste entre
risas, deslumbrándome con tu sencillez andaluza. Necesitabas sacar partido a tu
cara con maquillaje y un corte de pelo muy concreto, pero mi única aportación era un
cerebro lisérgico ansioso de entropía, no creo que pudiera o debiera ser exigente.
Y ahí te esperaba, en la
estación de Chamartín, con esa mezcla de ansiedad o fe que producen este tipo
de encuentros. Dos desconocidos esperando que las cosas fluyan, sin más
argumentos que un mes de teléfono y dos encuentros por el skype. Un par de autocompasivos
gilipollas que ríen y lloran a destiempo y siempre por cosas sin importancia.
Solo te quedabas una noche y nos dimos prisa con el
romanticismo. No tenía ninguna presión, esta vez no importaba nada demasiado, te
abriste ante mí como una flor bajo la lluvia esperando placer, solo tenía que
recoger el premio… ¿demasiado fácil? No, el juego fue largo, marcando bien los
tiempos para convertirme en tu reto, sin hablar de necesidades ni sentimientos,
un baile ensayado de indiferencia. Tu vanidad disfrutaba más de la posesión que de la
penetración y a mí no me interesaba llegar a tu corazón, solo las palabras rompían mi espontaneidad, pero gemías lo suficiente para hundirme en ese pelo largo
azabache y dejarme llevar.
El segundo fue mucho mejor, la verdad es que resultabas
mucho más inteligente en la cama que fuera de ella. Incluso con el tiempo
podría aprender a quererte, un escenario aburrido pero relajado en el que no cruzamos las líneas tacitas de nuestras mutuas carencias, ¿Lealtad o
sorpresa...?
Te dormiste abrazada a mí, simple tramoya, somos ya mayores
para sobrecogernos por detalles mil veces repetidos. La nostalgia para ambos
seguía ahí, aunque nos afectase de forma diferente. Te abandono como a un párrafo que me da vergüenza releer –sin
metáforas- y dejo que mis falanges divaguen sobre cualquier tema, el éxito por
ejemplo.
Si tienes un blog el éxito se basa en el número de
seguidores y/o comentarios que devienen en muchas visitas. Pero es una
pantomima, solo es una cuestión de marketing, otra red social de aduladores
donde nos intercambiamos favores y spam, es una cuestión de tiempo no de
talento. Y de sexo, mucho sexo reciclado en fotos, relatos, en mujeres
bosquejando su promiscuidad con algún toque –espero- de realidad a flor de
párrafo. La imagen de una vagina se folla literalmente años de letras en apenas
una hora.
El éxito… quizá el tiempo, como padre de la verdad, pocos
aguantan un buen ritmo más de un año. Quizá la existencia de un troll, sí,
alguien que se tome los textos como algo personal, que nos odie, que nos escupa
en los comentarios hasta que no tengamos más remedio que moderarlos. También
sería entrañable un acosador o una groupie ofreciendo sexo, los decadentes
espantamos el éxito, pero me consta que
hay gente que disfruta de esas experiencias en este pedo virtual.
Pero a fin de cuentas todas las aguas fecales acaban
desembocando en el mismo mar
Soy la anoxia que te provoca la realidad a
bocajarro Soy letras para adolescentes adictos al crack Soy un medico
demasiado amable cuando va a darte los resultados Soy la sensación de fracaso
que te hace llorar por las noches Soy un cocainómano rompiendo billetes a
Paris sin usar Soy un accidente sentimental al que aun no puedes llamar puta Soy tu nausea al soltar tópicos intrascendentes ante una sala vacía Un mendigo
que te mira desde la basura y te ofrece un trago Una mente rota que no
entiende el principito La pasividad
de una muñeca hinchable Un condón roto mientras finges un orgasmo Un molino
de viento girando entre las piernas inabarcables de zorras indiferentes Una
esquela, un fundido en negro en versión original, un carnet de biblioteca
caducado Una chica que se queda embarazada por segunda vez de la persona
equivocada Soy ese gesto, esa palabra, ese puñetazo que destroza años de
convivencia y que hace que la mentira ya no pueda mantenerse ni un segundo más.
Aúlla conmigo, que le jodan al éxito.
Y pensaba, mientras iba en el metro de vuelta a casa, en el
insomnio, que no encontraba la música adecuada en el Ipod, en musarañas, desencuentros,
viajes a Dublín, pensaba que las palabras no tienen mucho sentido cuando no hay
una acción real detrás.
Pensaba que mientras me mantuviera ocupado todo saldría
bien, pensaba en Love Of Lesbian que estarán en Madrid el próximo martes, pensaba en mi cumpleaños,
pensaba que el cumpleaños de la chica Octubre es mañana pero que es mejor la
indiferencia simpática. Pensaba en mi trabajo de mierda, en Juanma que venía a
visitarme la próxima semana, pensaba en todas las tías con las había estado
Pensaba en todo eso y en nada a la vez cuando de pronto la vi: tenía tu edad, llevaba un vestido blanco escotado sin adornos, no llevaba pendientes pero si un par de anillos que destacan sus manos esbeltas y juguetonas, porque sí, también tenía tu
talento para seducir, todo su cuerpo reaccionaba en ese baile de cortejo
perfectamente orquestado que desplegaba ante el alfeñique que tenía a su lado.
Tenía tu mirada brillante y ese gesto casual
con el que te tocabas el pelo, sonreías mientras mirabas a un lado y luego,
entornando los ojos, acercabas tu rostro un poco más. Tenía tu maquillaje sutil,
ese balanceo de piernas y, aunque a primera vista no parecía destacar,
brillaba, como solo pueden brillar las personas especiales. Me bajé justo
cuando se dejaba besar y manosear por el gañán. Me dió cierta rabia.
Y pensaba, mientras caminaba a casa circundado por victimas
de soledades parecidas a la mía, que moriré y no lo sabrás, morirás y no lo
notaré, así es como funciona el mundo. Y aunque me gustaría enquistarme en ti
como un héroe decimonónico, prefiero dedicarte solo unas líneas, prefiero
decirte que echo de menos tu sonrisa y esa impostura con la que engañabas a
todos menos a mí, que echo de menos tu voz, aunque no vaya a llamarte nunca a
pesar de lo que te dije. Que resulta difícil olvidarte cuando tu nombre, como
fetiche de invernadero, se empeña en perseguirme a diario -¿O soy yo quién lo
persigue a el?-, ese nombre que mezcla olor a sal y a peonías.
Y de
pronto me sangra la nariz, y si pensará como tú diría que es una señal para que
pase a otro tema, quite las primeras canas de mi teclado y levante la persiana
en busca de algún orgasmo nocturno. Pero cada uno es como es, de todas formas,
¿Qué podía esperar cuando a mí se me escapaba un te quiero y a ti solo una sonrisa?
No hay segundo asalto, pero a pesar de todo, esta noche, seguiré
pensándote un poco más.
El puto concierto tenía la culpa. No era especialmente
bueno, pero el cantante, que debía de estar tomando las mismas drogas que
nosotros, arrastraba con su pasión a todo el público, disparando a matar contra
mi sempiterna resignación y haciendo que olvidara que iba a cumplir treinta y
cuatro. En ese momento no me preocupaba el infierno elegido, solo tenía ganas de
tocarte, de follarte aquí mismo mientras las guitarras destilaban odio como
espejo deformado del propio odio que sentía hacía mi mismo. Quizá solo era un
producto indulgente de la falta de guerras propias o de empatía hacía la imagen
del televisor.
Pero ahí estábamos los dos, sin enterarnos realmente de
nada, viviendo la realidad de un presente que se deshacía como flecos quemados
de neurosis, con un síndorme de Tourette provisional que nos impedía fijar nuestra atención en nada que no fuera físico, otra
forma de suicidio más divertida, lo reconozco. Sin embargo la miraba y pensaba
-puto cerebro-, que somos infalibles
para elegir pareja, sobretodo cuando necesitamos a la persona equivocada.
Porque es la adecuada para castigarnos, jodernos, humillarnos, y lo peor es que,
a pesar de todo, seguimos colgados del limbo del amor porque creemos que es
perfecta; supongo que yo también debo de ser subnormal.
O sea que fuimos a casa a castigarnos un poco más las venas,
allí había más drogas, de esas que te dejan tan atontado que permites que te
aten a la cama y te cabalguen. Miedo, sumisión, placer. Luego hay marcas en las
muñecas, mordiscos a ras de hueso, pero no estas pensando en el puto kamasutra
cuando follas, piensas en escupir en ese culo, rodearlo con tus pulgares y
pulverizarlo con tu polla, y luego mantener el ritmo hacía su coño y su boca, a
fin de cuentas de eso se trata: de actuar como animales, de eclosionar límites,
de moverse, de poseer, de dejarse llevar, de abjurar y jurar amor mientras te
llamo puta, de gritarte mi odio, de lacerarte, de jugar a ver quien jode más a
quien, hasta que al final, con o sin ayuda, nos levantamos y seguimos nuestra
vida como sino hubiera pasado nada importante.
Y es que no sucede nada importante, seguimos aquí, podemos
coger la pistola y volarnos la tapa de los sesos y no cambiaría nada
absolutamente. Familia, amigos, parejas y/o follamigas gimotearan brevemente,
pero ¿están en nuestra cabeza cuando todo va languideciendo, sufren el fracaso cuando la polla no se te pone dura después de dos botellas, cuando vives como
una mosca de fruta, poco y mal, alimentándote de podredumbre intelectual? No
hablamos de un puto lapsus después de un día de resaca en un examen de
matemáticas, hablamos de décadas de más, sin
significado.
Decía Leonard Cohen que El
amor verdadero no deja huellas, si tú y yo somos uno, se ha perdido en nuestros
abrazos como estrellas contra el sol. Pero que esté bien expresado no
implica que sea cierto, como me dice a menudo mi musa -escribes demasiada mierda edulcorada-, a lo que siempre respondo
-es culpa tuya por llevar demasiada ropa.
Me duele el pene y no es por falta de santidad: llevo años
sin hacer el amor. Aunque algunos me dicen que el amor es un articulo de lujo clasista, que no pierda el tiempo
ahorrando y vaya a las rebajas.
La vida es a veces indigna e inadmisible. El trabajo de
teleoperador te hace sentir como un fracasado, pero si añadimos un cliente
clasista insultándote durante cinco minutos podríamos entrar en el terreno de
las florituras sobre muñecas sin pálpito. Pero no, hay algo que soluciona todo:
el sentido del humor. Porque sabes que la política de seguridad de – ya sabéis
para quien trabajo- es una mierda…una voz impostada desde mi móvil, un par de
datos personales que tengo en pantalla y de pronto la línea de este cliente se
ha dado de baja. Así sin más: con humor. Todo se dilata el fin de semana, y
aunque ponga un par de reclamaciones si este personaje que trabaja de comercial
no demuestra algo de modales, no podrá recuperarla.
Hay mucho sentido del humor en este mundo, una de mis reglas de oro es
no joder a nadie que tenga acceso a mi comida o me la sirva. Y si es mujer menos todavía,
cualquier muchacha sin escrúpulos y con la regla puede hacer cosas muy, muy
desagradables. Estuve ahí, lo he visto.
Pero no era de eso de lo que quería hablar, bueno realmente
no sé de qué quiero hablar, escribo sin más. Mi calle, el barrio entero, esta
tomado por los colombianos, inmigrantes varios y sus putas escandalosas,
groseras y toscas que gritan en cuanto tienen la excusa del alcohol, son las
03:20. Ellos viven la vida a su manera, es jodido que sea tan ruidosa, que
impida a la gente dormir los fines de semana, gente que se enfada, que se
ulcera, que pone denuncias mientras los ancianos mueren y dejan sus pisos
vacíos para que el guetto se revigorice. Porque ellos siguen follando en los
soportales, como perros que orinan en las esquinas marcando su territorio, con
las sirenas de policía como banda sonora. Y al menos tenemos eso en común: nos importa todo una mierda.
La puta edad, ya no te ves en un parque haciendo botellón
pasando frío mientras cantas canciones de Héroes Del Silencio para luego patearte medio Madrid
y buscar el siguiente local gótico abierto. Pero de esa época guardo con cariño
las quedadas con X. Era un tipo de que vivía fuera de Madrid y compartía conmigo la afición a desayunar vodka y desbarrar
por los chats del irc hispano. Su última relación sentimental era a distancia y
se estaba convirtiendo en puro masoquismo por lo imposible y lo frustrante. Tuvimos grandes juergas, sin duda, luego
la distancia y las obligaciones fueron espaciando los encuentros. Pero siempre
había algún cumpleaños, algún concierto de Iron Maiden, alguna
excusa para verse y darse ese abrazo como sino hubieran pasado los meses y
fuéramos vecinos de toda la vida.
Ahora, más de diez años después, X vive en
Madrid. Me enteré de casualidad, no por él, sino por aquella chica de la que
estaba enamorado que también, curiosamente, ha acabado viviendo con su pareja
aquí. Quedamos hace unos meses y bueno, fue bastante raro, nos abrazamos, nos
reímos, nos emborrachamos y luego nos fuimos todos a casa. No nos hemos vuelto a
llamar. Las distancias en Madrid son grandes a todos los niveles, de lunes a viernes
trabaja y el fin de semana se va a Salamanca porque allí tiene algo nada
romántico. En eso, según él, sí ha cambiado. Sé también que miraba a esa chica
como si tuviera algo pendiente pero, y perdonad la metáfora rebuscada, como si
hubiera tropezado con los juguetes que extravió en su infancia cuya perdida
tanto le hizo llorar y ahora no supiera muy bien que hacer con ellos. Sí, lo he
dicho, ella tiene novio, pero hay lazos que no se olvidan.
Pero no, no hemos vuelto a quedar. La vida real nunca tiene
conclusiones, solo puntos suspensivos que se extienden durante demasiado tiempo.
Un brindis por ti, de esa combinación que tanto nos gustaba
de vodka, martini y algo más...
Empeñarse en amar a la mujer equivocada es como tener una
pistola siempre cargada en la mesita de noche los domingos de resaca…o los
viernes…o los sábados, porque hay resacas que duran toda la vida. Es como caer
y caer, y aunque es posible que haya mujeres que intentan detenernos, lo
habitual es encontrarse con las otras, las que consiguen que la caída sea mucho
más rápida y en el último momento saltan. Como parar al borde del orgasmo
afligido por tus sentimientos de tartamuda, la comunión con la nada dentro de
sonrisas baratas y caricias ebrias que apenas dejan arañazos en el alma
reflejados en un patio de luces lleno de cadáveres.
Estuve pensando toda la tarde en ella. La única solución/placebo fue animarme a ir a la típica fiesta privada y recóndita que termina con dos o tres en una
habitación buscando condones por el suelo. Llamé a varios amigos pero todos
tenían planes: un curso de yoga, granjas ecológicas, viajes al Tíbet, una
novia, una follamiga, una esposa, una puta…bueno, este ultimo dijo de venir
pero una vez cumpliese sus horarios. Al final me temo, todo se reduce a tu
camello, a tu puto proveedor de drogas, endorfinas sintéticas. Saqué el escaso
dinero que me quedaba del cajero e hice negocios. Las peores resacas se
solucionan así, espaciando los tragos con las rayas. Matemáticas elementales de
drogadicto, sobretodo intenta que no se acabe todo a la vez...
Pero la fiesta era mentira -o quizá la mentira sea yo- y me
quede en casa paseando a voz en grito por habitaciones de colores. Pero mis
vecinos también tienen su propia droga: dosis de amor-odio bastante ruidosas,
ahora golpeo, estrello, insulto…ahora te follo; me temo que los golpes
repetitivos contra mi pared devienen de la segunda. Parece que mi querido
vecino esta follando con la intensidad adecuada, aunque ella gime más de la
cuenta, altisonante, como si tuviera quince años y estuviera descubriendo sus
músculos vaginales. Es cargante porque produce envidia... o llevan demasiado tiempo o la droga dilata mi percepción. Tanta pasión solo puede concurrir en
legado o legrado.
Subo la música, aunque así no puedo escribir nada concreto,
dos personas meciéndose con la mirada, dar de comer a las palomas del psiquiátrico,
correr con los cordones desatados en un cementerio, alarmas sonando en alguna
parte de mi cerebro, la misma canción triste una y otra vez, comprar dos
entradas de cine e ir solo, así ad infinitum...aire como chicle;
hubo un tiempo en que grababa las escenas de besos de películas antiguas, había agresividad en los hombres y cierto desasimiento sumiso en las mujeres, pero en esa entrega que tardaba en llegar se vislumbraba, a través de los velos de la
censura, un cunnilingus prospectivo en blanco y negro.
Pero todo decae, la danza acaba...la interior y la exterior.
Me tumbo en la cama y te recuerdo, una vez más, hambrienta y distante. Y cambiaría
mis ganas, mis palabras desnudas, todo el calor de mi cuerpo, todo, por una
tarde más contigo bajo la lluvia...y por otra noche para desvalijar tu cuerpo sin grumos literarios, para follarte hasta que recitases mi nombre en sueños y las
despedidas solo fueran parpadeos sin memoria.
Es mejor reconocer los
errores en voz alta: Te quiero. Ya me cobraré las deudas que tengo con tu
cuerpo en una ocasión más propicia, por ejemplo cuando no te estés follando a
otro. Te cedo el tatuaje de mi beso por un día, y mi aliento para siempre.
Pues aquí estamos, días que vagan sin acritud pero que se
difuminan sin más potencial de cambio que la nostalgia de un mañana agotada de
antemano. Como una muerte a latigazos que dura demasiado, como mendigos bajo
soportales escupiendo su felicidad en cervezas picadas por el sol y libretas
Moleskine. Contando con esa voz llena de arrugas como empujaron al amor contra
la pared y se lo follaron sin permiso una noche de viento y espinas.
Y creo que
compartimos las mismas alucinaciones porque bebemos la misma basura barata, visiones
resacosas -y sin ánimo metafórico- de mierda cayendo sin parar, cantidades industriales que
el cielo defeca sobre nosotros, un alud, una avalancha, un manantial que ahoga
todo porvenir, que causa nausea y enfermedad a su paso, sin ningún lugar donde
esconderse, golpeando como granizo sobre las casas, separando a los amantes y desfigurándolos,
creando riadas como una última eclosión de los desastres naturales.
El límite
del juicio estético es el asco, como pensar que nuestra felicidad depende del
agravio comparativo que ejerce la melancolía de nuestro alrededor, como
ahorrarte una relación sin sentido al comprobar que el sexo es una mierda en la primera cita.
La soledad, como muchos dicen, es una puta barata, y de eso
quería hablar: me he enamorado de una puta. Y antes de que empecéis a borrar mi
página de los favoritos no me refiero a una mujer a la que considero una puta,
no, no, de verdad, es una puta, de las que cobran desde el principio.
Me encontré con ella en un club que hay a cincuenta y dos
segundos de mi casa, nunca me había atrevido a entrar porque lleva ahí media
vida siendo una metáfora viva de lo casposo, con esos neones rosas y ese
cartel de dos mujeres bailando. Pero era una de esas noches en que la idea
de utilizar mi cuerda de saltar a la comba para ahorcarme estaba siendo mas
nítida que de costumbre. O sea que franqueé el escenario. Y que decir: ahí
estaba Ella, nada emocionante en su físico -debía de tener diez o quince años
más que yo-, pero había indiferencia, dejadez en su mirada. No es un lugar para
buscar retos pero me senté en la barra a su lado y le invité a una copa,
que es la forma más natural de romper el hielo y el precinto del condón.
Rorschach: Dejando aparte que tienes unos ojos miel
exquisitos y que este vaso esta muy sucio… ¿Tienes hijos?
Puta: Mi instinto maternal desapareció con mi padrastro,
pero también es cierto que nadie ha conseguido tentarme estando vestido.
R: Todos son decisiones a fin de cuentas, Radiohead o
Vivaldi, escupir o tragar, follar o morir, una elección siempre contamina el
resto. Por ejemplo: elijo terminar estos preliminares y follarte, ¿Cuánto
cobras?
P: Siento desilusionarte pequeño alfeñique, pero solo hago
mamadas, eso sí, felicidad en estado puro, y me temo que escupo…
R: Mierda, que extraño, tengo poca experiencia en estas
lindes pero veo raro que tus clientes se conformen con una simple mamada...
P: De simple nada, mis mamadas son transcendentales,
estratos de felicidad convertidos en arte, pura metafísica de mi lengua
saboreándote, envolviéndote, te hago el amor con mi boca de forma más intensa
que con mi coño.
R: Joder, me dejas impresionado, lastima que no puedas
chuparla y hablar a la vez, ¿Dónde están los reservados?
P: En este local elegimos nosotras y mi arte felador no esta
disponible para cualquiera.
R: Mierda, ¿es por mi cara?
P: No, termínate tu copa y vete. Inténtalo en otra ocasión.
Se levanta y desaparece con ese gesto noble del que da por hecho
que la visita ha durado demasiado y deja en manos del criado sacarte del salón.
Y así fue, mis queridas contertulias, como me he vuelto a
enamorar. Rasgos comparte con las pretéritas aparte de la vocación: esos labios
altivos de cereza y el pelo largo ensortijado crean un cuadro de turbadora
belleza femenina.
Pero así somos los hombres, buscando a quien dedicar las
derrotas, iluminando el camino con el semen del amor.