domingo, 30 de julio de 2017

Notas sueltas.

La moda es un disfraz colectivo que se adopta todas las temporadas de acuerdo a ciertos patrones de belleza impuestos. Lo curioso de la moda es que las mujeres que la siguen buscan ser observadas, pero terminan por uniformarse, corriendo el riesgo de pasar desapercibidas. Oculta a las mujeres (individuo) pero destaca a la mujer (colectivo).

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La calle es hostil. La vida es hostil. Las circunstancias son siempre difíciles. Y la gente… la gente es el peor enemigo de la cordura y el equilibro. Adocenados y llenos de prejuicios, han interiorizado demasiados guiones de películas malas, de conceptos roñosos y abúlicos. Y el peor de todos es el tipo abrupto del espejo. Pero, ¿qué importa? Nada tiene sentido. Y el problema no es saberlo, sino vivir con ello. Y casi parece una victoria lograr sonreír ante la crudeza del panorama limitadísimo que impone la decrepitud inmediata.

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            Memorizar para dotarnos de un aura de intelectualidad que exhibir, para tener algo de qué hablar, para lograr un puesto de trabajo. Amar para comprar el amor de otros. Jugar para exhibir nuestra habilidad y superioridad. Crear para demostrar algo a los demás o a nosotros mismos. Trabajar exclusivamente para ganar dinero… metas legítimas pero que no proporcionan una plenitud transcendente; incluso suelen dejarnos con una sorprendente sensación de hastío y mediocridad. Parece lógico que la depresión sea la pandemia del siglo XXI si sufrimos una sociedad mercantil, taimada, ávida y utilitaria, donde la autoexplotación se confunde con libertad, donde huimos del dolor, del pensar demasiado. Se podría diferenciar entre el vacío materialista que se intenta superar con un movimiento acumulativo o aditivo, y el vacío existencial, tan diferente uno del otro como los verbos ser y estar.

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Todo eso de la psicología positiva, los libros de autoayuda estilo Paulo Coelho donde el universo siempre conspira a tu favor, me parece algo peligroso. Como decía Kant: “Nadie tiene derecho a obligarme a ser feliz a su modo.” Todo lo que se derive de ahí, todo lo que implique ese principio, puede ser considerado derecho. Por eso mismo en cuanto crees que has superado el derecho sustituyéndolo por algo mejor, te descubres adoctrinando a la gente sobre cómo deben ser felices. La teología positiva ratifica y culmina un mundo sin trascendencia y sin piedad, donde cala el odioso mensaje de que, si no tienes lo que deseas, si te encuentras mal, desanimado o derrotado, la culpa es solo tuya por no esforzarte lo suficiente. La sociedad tiene un potencial admirable para las distopías de pensamiento único.

sábado, 29 de julio de 2017

Noticia internacional a la que dedican cinco segundos en el telediario.

            El otro día estaba en el trabajo releyendo Mujeres de Bukowski y me topé con este fragmento: “La segunda pelea también fue buena. La muchedumbre rugía y se desgañitaba y trasegaba cerveza. Habían escapado temporalmente de fábricas, almacenes, mataderos, garajes de limpieza de coches… volverían a la cautividad al siguiente día, pero ahora estaban fuera, enardecidos por la libertad. No estaban pensando en la esclavitud de la pobreza, ni en la esclavitud de la beneficencia y los sellos de comida. El resto de nosotros viviría tranquilo hasta que los pobres aprendiesen a construir bombas atómicas en sus sótanos.”

            Hoy leo en las noticias que Corea del Norte ha lanzado un nuevo misil hacia el Mar de Japón, y que además para el 2018 será capaz de lanzar un ataque nuclear contra territorio estadounidense.
En resumen, ahora solo es cuestión de tiempo que consigan miniaturizar lo suficiente una cabeza nuclear para colocarla en un ICBM, 10.000 km es la distancia objetivo de esos misiles intercontinentales.
Algunos hablan de negligencia de EEUU por no resolver la situación de forma pacífica, otros hablan de una cuenta atrás, con Trump –y su gabinete compuesto por militares y empresarios del sector armamentístico- haciendo declaraciones cada vez más reaccionarias.

El titular de la noticia es claro: Por qué EEUU no puede atacar Corea del Norte: 64.000 muertos en Seúl el primer día. Incluso sin el recurso a armamento nuclear, químico o biológico, el número de bajas en Seúl sería elevadísimo. La capital surcoreana se encuentra a apenas 56 kilómetros de la frontera, y al menos un tercio de la ciudad está a pleno rango de tiro de la artillería norcoreana. Los servicios de inteligencia de EEUU creen que Corea del Norte posee uno de los mayores arsenales químicos del mundo, un programa de armas biológicas y un importante departamento de ciberguerra, además de entre 10 y 25 armas nucleares.


EEUU prohibió en julio a sus ciudadanos viajar a Corea del Norte, ¿casualidad, simple prevención? Parece que los pobres han aprendido a construir por fin bombas atómicas en sus sótanos. No os irritéis por las minucias de vuestra vida privada, quizás el invierno (nuclear) esté más de cerca de lo que pensamos xD

viernes, 28 de julio de 2017

Cada uno tiene sus salidas más o menos asépticas, sus autoengaños, un hogar donde cantar una canción indefensa.

Muchas veces cuando tienes un trabajo basura el sentido de tu vida se convierte en lo que NO haces con ella, en este caso no estar en una oficina perdiendo tu existencia solo por dinero. La forma más barata y rudimentaria de apagar tu alma es ser un esclavo asalariado. La alienación y el conformismo permiten poco espacio a una coartada sana. Ahí está mi vergonzoso intento de gastar mi tiempo libre en un canal de YouTube dedicado a los videojuegos. Aunque quizás sea mejor opción que dedicar mis noches a beber y a escribir sobre el mismo tema una y otra vez, regurgitando odas a Bukowski es un estilo cuanto menos pomposo. Un estilo que, como bien podría indicar el lector leal, sigo manteniendo en todos los textos.

En cualquier caso cuando las hoces de la aversión contra mí mismo no se aplacan intento acudir al teclado. El problema es el de siempre, sobre qué escribir que resulte interesante, no solo a mí, sino a un hipotético lector. No creo que describir como el ventilador mueve el aire caliente de un lado a otro de mi habitación, o quejarme de las obras de mi calle, obreros levantando la acera, perforando durante días el cemento, provocando una de las peores y más infames migrañas de mi vida sea muy entretenido.  

Me gustaría escribir un relato erótico, como antaño. Un poco de sublimación literaria. Algo de fricción. De comportamiento animal. A fin de cuentas, ¿cómo no estar obsesionado con el sexo rodeado de tanta publicidad que es pura pornografía soft? La mujer cosificada en pos de mantener a una sociedad donde el ciudadano existe sí consume, en la que todos nos hemos convertido en mercancía, donde todo se puede comprar y vender.

            Vivimos en la inopia. Políticos controlados por los empresarios, por la plutocracia. El cambio climático ignorado por los países más contaminantes. En realidad fomentado por todos, para así explotar el Ártico una vez se derritan los casquetes polares. Escalada nuclear. Es posible que EEUU ataque Corea del Norte y alguien de al botón rojo. No sería la primera vez que sucede, en tiempos de Kennedy estuvieron a punto de acabar con el planeta. En cualquier caso el futuro que nos espera es una pensión insuficiente que nos obligará a seguir trabajando con setenta años. Eso sí podemos, porque con las máquinas destruyendo empleos y las deslocalizaciones uno de cada cuatro ciudadanos serán parados de larga duración. Qué importa por tanto un relato más, un poema más, un orgasmo más…

            Eso me recuerda que el fin de semana pasado me leí de nuevo el libro “Mujeres” de Bukowski. Nuestro protagonista con más de cincuenta años intentando compensar su resentimiento conociendo mujeres, follándoselas, usándolas para luego escribir sobre ellas. Si el viejo indecente hubiera publicado ahora ese libro las feministas exigirían un linchamiento popular. Demasiado misógino, demasiado cerca de lo políticamente incorrecto, describiendo varios momentos de abuso sexual. En el fondo parece que ahora es más fácil quejarse, censurar, denunciar, que asumir que cada uno tiene la capacidad y el filtro intelectual para responsabilizarse de lo que una obra de ficción puede influenciarle. Si ahora actuamos con ese infantilismo censor es porque no confiamos en nuestro propio criterio, se subestima a la gente, sea joven o no, y el problema no es salvar su integridad, el mundo es un mal ejemplo continuo, el problema es no luchar contra su pereza mental, porque la prioridad y el foco del problema es ese. Por eso la gente prefiere ver la televisión a leer, porque discriminar, responsabilizarse, preferir ser un Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho –dixit Stuart Mill-, es más cansado que deglutir escapismo, chabacanería, prejuicios, y reírte con productos basura que menoscaban su sensibilidad intelectual. Y eso no lo cura la censura ni los linchamientos en las redes sociales –que suelen ser contraproducentes en una sociedad en la que cualquier publicidad es buena si se polariza la cuestión-, eso solo se cura con autoexigencia intelectual. Como aquella famosa frase de Pio Baroja, que luego ha sido manipulada según la cuestión en boga: "El carlismo se cura leyendo y el nacionalismo, viajando". Lo que tendríamos que hacer, aquí y en cualquier país civilizado, es invertir en educación; pero por desgracia, como ya he explicado, en esta lucha de clases que los ricos ya han ganado, eso sería perjudicial para sus intereses, porque lo que quieren es convertirnos en ganado complaciente.

            Y así es como uno empieza queriendo escribir un relato erótico y surge una reflexión más o menos bienintencionada sobre la censura. Otro día lo vuelvo a intentar. Un saludo.

El cielo ya no es azul.

Algunos afirman que nuestra memoria es imperfecta y solo nos restituye aquello que no puede destruirnos. Excepto para los poetas. Ellos fuerzan la restitución perfecta del dolor, adentrarse en el bosque de huesos y abrazar los cristales. En todo lo demás son unos cobardes, se convierten en mesías paranoicos escondidos debajo de la cama, no soportan la visión de sus semejantes, y carecen de la dignidad de brindar con la cicuta de Sócrates.

La paradoja deviene cuando para escribir hay que salir al exterior, convertirse en un flâneur del horror, de la falta de conciencia de clase, de ese cisne que muere en mitad del lago mientras Bukowski apura su última cerveza caliente, de los buitres del alma, del escupitajo al mendigo, de esa ecografía con manchas negras, de las heridas del sexo solitario. Y al volver NECESITAS verter todo ello en la página en blanco, porque esa es la única vocación que has conseguido inventar. Y cuando llamas al servicio de habitaciones del manicomio para quejarte, nadie contesta. Y solo queda la grotesca mordida del escarabajo kafkiano, la cafeína, el vodka, la sombra de una manzana muerta, las nubes con forma de tic-tac abandonado, la periferia con su piano desafinado, la ropa que cuelga en el balcón de enfrente desde hace semanas y que ensucia de miedo tus encías. Y nada cambia con el portazo de la musa desdeñosa, comienza de nuevo el rito, el bucle en el que estás atrapado. Solo queda mirar al cielo y comprobar, como ya sabías, que ya no es azul.