viernes, 26 de octubre de 2018

Escritura automática.

Querida lectora: he de advertirte que estamos entrando en una dinámica destructiva. Suena inquietante, referirse a la destrucción siempre lleva latente una tragedia, pero ahora que he captado tu atención quiero tranquilizarte, en realidad todo es más pueril: lo que quería decir es que somos satélites girando en órbitas excéntricas y asincrónicas, buscándonos y evitándonos a la vez. Como la frontera entre el placer y dolor, entre la potencial adoración e indiferencia entre el escritor y su musa.

Entiendo tu prudencia: somos lo que escribimos, pero no siempre. El terreno de la ficción se alimenta de una parte esencial y otra especulativa. Es fácil desear a ciegas, guiados por la belleza de algunas palabras, de algunos gestos. Sin embargo, ¿es posible encapricharse de un cerebro, querer acariciar las manos que escriben los textos que te emocionan? Yo creo que sí, aunque forme parte de esa dinámica destructiva de la que hablaba antes, del caos apoderándose de nuestras pequeñas esperanzas. De momento estamos seguros, somos tan ajenos como impredecibles, tan extraños como deseables. Quizá ahí esté el truco, la clave de nuestra virginidad conceptual.

            Por eso te escribo presa de un súbito ataque de melancolía, atemorizado ante el anonimato que marchitará todas nuestras posibilidades. Te propongo que seamos valientes, que nos convirtamos en devenir y casualidad. Y como primer paso dejemos el sexo como mera cuestión epistemológica, vayamos a lo importante: enséñame tus aristas, tus desequilibrios, el color de tus pensamientos, los defectos que no compartes con nadie; ayúdame a entenderte. El amor es un allanamiento de identidad, una impudorosa aceptación, una alegre emancipación de todas las etiquetas. Ven, atrévete, coge mi mano, desnúdate, enséñame tus heridas, canta conmigo, llueve conmigo. Hagamos una locura. Sálvame. Sálvanos.


******

Puedo creer que he tocado fondo, sobrepasado ya el nivel crítico de frustración. Puedo sonreír a los niños que juegan en el parque cuando, en realidad, quiero estampar sus sesos contra el suelo. Puedo mantener un trabajo precario durante ocho años y que no parezca un fracaso vital. Puedo albergar pulsiones suicidas, tener la certeza de que la cuchilla y el agua tibia, o el monóxido de carbono, siempre serán una opción, una válvula de seguridad que me permite no ser aprensivo con mi futuro. Puedo dejarme llevar por el camino del exceso y beber y drogarme como si estuviera más cerca de los veinte que de los cuarenta. Puedo masturbarme, saboreando el dolor físico y mental, rememorando cada oportunidad perdida, cada recuerdo en toda su salvaje intensidad. Puedo leer libros de forma compulsiva intentado buscar alguna justificación, alguna idea que permita llenar el hueco existencial que ha provocado desechar la religión, la familia, el trabajo y el consumismo como forma de vida.

Puedo cerrar los ojos, respirar hondo y saltar por la ventana. Puedo dejar abiertas antes las espitas de gas y acabar con medio vecindario. Puedo reivindicar un espacio propio, e ignorar las advertencias y amenazas de una dictadura disfrazada de democracia. Puedo revolcarme en la autocompasión, en mis complejos y manías, ser un masoquista y volverme también despiadado, porque ambas tendencias siempre van unidas. Puedo tener esperanza en el futuro como máxima utopía desechable. Puedo odiar a Bukowski por decepcionarme. Puedo autoengañarme e ignorar mi pasado, y así repetir los mismos errores una y otra vez. Puedo arrastrarme al hedonismo más trivial, hasta que la inanidad y la falta de estímulos cause mi embrutecimiento y obliteración neuronal. Puedo obviar mi falta de talento y enfadarme con la sempiterna página en blanco. Puedo ser pedante y causar sonrojo mayúsculo por mi falta de contención. Puedo presumir de soledad cuando lo único que pretendo es esconder mi pusilanimidad.

            O puedo seguir con este blog. Y ver qué sucede.

jueves, 25 de octubre de 2018

Insomnio de isla, huella de amor amortiguada, tilos aplastados, luz de otoño en labios de ceniza, botellas sin mensajes, zapatos mojados en el retrovisor. La soledad es universal y no admite matices. Grandilocuencia.

Tus manos tienen el poder de acariciarme sin contacto, de transformar azar en certeza. Tus manos, piel dibujándose más allá de huesos y arterias, respiran libertad cuando sonríes. Tus manos son una voz amiga en tierra extranjera, una pausa entre tormentas, cuando las gotas de agua repiquetean con elegancia sobre el petricor. Tus manos son kilómetros de paisajes, ríos deslizándose por la corteza de mi soledad.

Pienso en tus manos de forma obsesiva, en su roce fugaz con las mías. Dedos deslizándose, subiendo y bajando, celebrando la carne, abriéndome el alma, ardiendo entre las mías, encajando sin resquicios, con la presión perfecta para el delirio. Unas manos que escriben, componen, susurran, gritan, destruyen y crean. Que acarician mi sexo, que cubren mi boca.

Tus manos son el asidero al que agarrarse cuando todo se vuelve difuso. Manos atadas al cabecero de la cama, crispadas por el orgasmo derramado, obligando a las mías a masturbar el espacio que todavía existe entre nosotros. Manos que mutan entelequia y dolor en instante y placer, la eternidad de sus líneas hundiéndose en mi decadencia vital, dejando atrás dos cuerpos temblorosos, aislados por fin del ruido y la furia.

Quiero sonreír para que tus dedos dibujen mis labios justo antes de besarte. Quiero morir para que cierres mis ojos con tus manos. Llueve afuera. Llueve dentro. Llueve en todas partes.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Crítica de la serie de Netflix 'Maniac'

Llegué a esta miniserie (diez capítulos y sin segunda temporada) con unas expectativas bastante altas, no sólo porque las primeras imágenes que se filtraban era muy inquietantes y llamativas, sino por los responsables del proyecto: Cary Joji Fukunaga y Patrick Somerville, el primero, guionista de la última adaptación de IT al cine y director de True Detective -la inigualable primera temporada-; el segundo, guionista de The Leftovers, una serie de culto. La historia también tenía mucho potencial, y más aún los actores: Emma Stone interpreta a la Annie Landsberg, una joven drogodependiente trastornada por su pasado y adicta a un fármaco que testan en un laboratorio. Por otro lado tenemos a Jonah Hill interpretando a un hombre con rasgos psicóticos que es extorsionado por su familia, culpable de muchas de sus obsesiones, para librar a su hermano de un escándalo judicial. Los dos se deciden a participar en el ensayo clínico de una empresa farmacéutica. El tratamiento, creado por James Mantleray (Justin Theroux se marca la mejor escena de presentación de un personaje en toda la serie), promete que, si se toma una secuencia de pastillas durante tres días, puede arreglar cualquier problema de la mente humana y “erradicar todas las formas innecesarias e ineficientes del dolor humano”.

Una vez entramos en las instalaciones donde permanecerán durante tres días, los episodios se dedican a mostrarnos el subconsciente de los dos protagonistas a través de experiencias generadas por una inteligencia artificial (que tiene personalidad, emociones, y empieza a resultar un problema según avanza la serie) en la que vemos a los personajes asumiendo otras identidades. Siete de los diez capítulos de Maniac relatan esos viajes mentales, con giros propios del surrealismo, cada uno con una estética y género distinto: en plan James Bond, El señor de los anillos, América profunda en un homenaje a los hermanos Cohen… la serie es una mezcla rica, ecléctica e innegable de varios títulos y autores: Eternal Sunshine of the Spotless Mind, de Michel Gondry, un poco de la esencia distópica retro de Blade Runner, “Her” de Spike Jonze o "I'm here" o en "Moon" de Duncan Jones.

Quizás el problema es la desconexión y la falta de calidad de algunos de esos capítulos; no se sabe aprovechar los códigos de las representaciones oníricas y se sienten impersonales, más como una serie de sketches. Da la sensación de que los guionistas quieren abarcar demasiadas cosas pero no acaban de encontrar el tono, y se queda en un ejercicio curioso y estéticamente encomiable, pero muchas veces superficial a nivel de guion.

Sin embargo, a pesar de dejar al espectador descolocado con su humor, sus situaciones absurdas y extravagantes y sus abruptos vaivenes de calidad, es una propuesta diferente, y eso siempre es de agradecer. Naturalmente Black Mirror (por poner un ejemplo) es muy superior, pero mientras llega una nueva dosis no está mal disfrutar de Emma Stone, su interpretación es potente y conmovedora, y es impresionante la expresividad de sus ojos en los primeros planos. En definitiva, no es la mejor obra de Cary Fukunaga, pero sí es, probablemente, la más personal; y aunque no es una serie para todo el mundo, sin duda es una de las más interesantes de Netflix en lo que va de año. Ah, y tiene escena postcréditos.

domingo, 14 de octubre de 2018

Anne Sexton (1928-1974)

DESEANDO MORIR 

Ahora que lo preguntas, la mayor parte de los días no puedo recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.
Luego la casi innombrable lascivia regresa.

Ni siquiera entonces tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
los muebles que has puesto al sol.

Pero los suicidas poseen un lenguaje especial.
Al igual que carpinteros, quieren saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.

En dos ocasiones me he expresado con tanta sencillez,
he poseído al enemigo, comido al enemigo, 
he aceptado su destreza, su magia.

De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
he descansado, babeando por el agujero de mi boca.

No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja.
Hasta la córnea y la orina
sobrante se perdieron.
Los suicidas ya han traicionado el cuerpo.

Nacidos sin vida, no siempre mueren,
pero deslumbrados, no pueden
olvidar una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con una sonrisa.

¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!
que, por sí misma, se convierte en pasión.
La muerte es un hueso triste, lleno de golpes, dirías,

y a pesar de todo ella me espera, año tras año, 
para reparar delicadamente una vieja herida, 
para liberar mi aliento de su dañina prisión.

Balanceándose allí, a veces se encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto,  una luna inflada,
Dejando el pan que confundieron con un beso
Dejando la página del libro abierto descuidadamente
Algo sin decir, el teléfono descolgado
Y el amor, cualquiera que haya sido, una infección.

LA BALADA DE LA MASTURBADORA SOLITARIA 

El final de la aventura es siempre la muerte.
Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,
fuera de la tribu de mí misma mi aliento
te encuentra ausente. Horrorizo
a aquellos que están cerca. Estoy saciada.
De noche, sola, me caso con la cama.

Dedo por dedo, ella ahora es mía.
No está tan lejos. Es mi encuentro.
La toco como una campana. Me recuesto
en la enramada donde tú solías montarla.
Me tomaste prestada sobre las sábanas floridas.
De noche, sola, me caso con la cama.

Toma, por ejemplo, esta noche amor mío,
En la que todas las parejas se unen
con giros compartidos, debajo, arriba,
el dúo abundante en esponja y pluma,
arrodillándose y empujando, cabeza con cabeza.
De noche, sola, me caso con la cama.

Salgo de mi cuerpo de esta forma,
un milagro molesto. ¿Podría
exhibir el mercado de los sueños?
Me abro. Me crucifico.
Mi pequeña ciruela le decías
De noche, sola, me caso con la cama.

Después llegó mi rival de ojos negros.
La dama del agua, alzándose en la playa,
con un piano en la punta de los dedos, vergüenza
en los labios y una voz de flauta.
Y pasé a ser la escoba vieja.
De noche, sola, me caso con la cama.

Ella te agarró como una mujer agarra
un vestido de oferta del perchero
y yo me rompí igual que una piedra.
Te devuelvo tus libros y las cañas de pescar.
El periódico de hoy dice que te has casado.
De noche, sola, me caso con la cama.

Chicos y chicas son uno esta noche.
Se desabrochan blusas. Se bajan las braguetas.
Se quitan los zapatos. Apagan la luz.
Las trémulas criaturas están llenas de mentiras.
Se comen mutuamente, bien saciadas.
De noche, sola, me caso con la cama.

LOS BOMBARDEROS 

Nosotros somos América.
Somos los que rellenan los ataúdes.
Somos los tenderos de la muerte.
Los envolvemos como si fuesen coliflores
La bomba se abre como una caja de zapatos.
¿Y el niño?
El niño decididamente no bosteza.
¿Y la mujer?
La mujer lava su corazón.
Se lo han arrancado
y se lo han quemado 
y como último acto
lo enjuaga en el río.
Este es el mercado de la muerte.
¿Dónde están tus méritos,
América?

sábado, 13 de octubre de 2018

Blogger y la poscensura en las redes sociales.

Blogger lleva sobreviviendo a su propio estertor más de diez años. Es cierto que todavía hay blogs con mucha movimiento de visitas y comentarios, pero no es lo habitual. Uno de los motivos es la falta de savia nueva, cuando alguien quiere escribir se abre una cuenta en Twitter, o un canal de YouTube para grabarse contando sus cuitas. Aún recuerdo cuando comencé en 2011 a escribir las primeras entradas, lo emocionante que resultó recibir mi primer comentario anónimo. Eso de interaccionar con alguien que no conocías, soltar mis parrafadas sabiendo que había gente allá fuera que tenía curiosidad por leerlas… con Twitter todo eso ha quedado anticuado, a fin de cuentas ahora puedes escribir cualquier cosa y tienes veinte interacciones inmediatas, sin esperas, dosis de dopamina casi al segundo.

Sin embargo me sigue gustado esto del blog. Es un desierto de palabras, un lugar donde puedes desarrollar tus soliloquios sin limitaciones de espacio, ¿tiene sentido? Bueno, si tenemos en cuenta nuestra propia mortalidad nada tiene sentido. Desde un punto de vista más pequeño para mí le da un cierto alarde de trascendencia a mi tiempo. Los blogs outsiders, los que tienen pocas visitas y el autor se desmelena y no pone filtros a sus opiniones, siempre me han recordado a la película Rebelión en las ondas. La vi hace miles de años, pero me trae buenos recuerdos: trata de un adolescente neoyorquino (Christian Slater) que al trasladarse su familia de su ciudad natal a Arizona no logra adaptarse y decide montar sin que lo sepa nadie una radio nocturna pirata en el sótano. Desde allí habla sin tapujos de todo lo que se le pasa por su mente, y además pone música fantástica (por ejemplo Leonard Cohen). Empieza a tener oyentes, y a difundirse cintas con sus programas en el instituto, pero él sigue con sus monólogos nocturnos, porque en el fondo son un intento de comprenderse, de buscar un sentido a la miseria y desconcierto que conlleva siempre la adolescencia. Lo interesante de la película es que también habla transversalmente de la libertad de expresión, de como todos tenemos algo que decir, algo que compartir con los demás, y que no podemos permitir que nos censuren por ello.

            Quizás por eso sigue sin convencerme el microblogging de Twitter o Facebook. En las redes sociales hay poco respeto por la diversidad de opiniones. Todo tiene que estar compartimentando, polarizado, si tienes una opinión diferente te van a linchar. A veces da la impresión de que pretenden reducir a todas las personas a cinco o seis etiquetas, simplificarlos lo máximo posible. Lo peor es que la mayoría, en su ansia de aceptación y notoriedad, colabora con esa pulsión, defendiendo sus etiquetas con visceralidad, como si no fuera posible cierta escala de grises, contradicción o duda. La interacción en las redes sociales es como una distopia a pequeña escala donde se pretende imponer el pensamiento único. Tanta virulencia encierra cierta paradoja, ¿si tan seguro estás de tu verdad, por qué te sientes amenazado por quienes no opinan como tú, de qué tienes miedo? Y me da igual que se hable de feminismo, veganismo o cualquiera de las ideas progres que estén ahora de moda. Todos tenemos derecho a cometer nuestros propios errores retóricos, a cuestionar y criticar desde el respeto cualquier dogma de fe que, desde fuera, nos parezca ridículo. El problema es que la propia minusvalía reduccionista de Twitter de sus doscientos ochenta caracteres impide un debate complejo, lo que ayuda a contagiar mucho más rápido la mediocridad mayoritaria. Al final solo queda la propia censura, intentar no crear polémicas ni meterse en líos.

Os dejo un vídeo de Juan Soto Ivars sobre la poscensura, que complementa muy bien el tema de la entrada:

viernes, 12 de octubre de 2018

El "Bloqueo Lector"

Un término famoso y que empiezas a temer cuando llevas un tiempo escribiendo, es el llamado “bloqueo del escritor”. No recuerdo haberlo sufrido nunca, pero también es verdad que siempre me he movido en mi zona de confort (este blog, NaNoWriMo, redes sociales) y que quizás en proyectos largos y más serios como una novela se puede producir. De todas formas siempre he pensado que cuando nos cuesta doblar el brazo a la página en blanco suele está motivado por la falta de material creativo; y la solución es muy simple: leer más, salir al exterior y conocer gente nueva, ver películas… cualquier cosa que estimule intelectualmente. Al principio no es necesario porque siempre tendemos a usar nuestro material biográfico, pero luego, una vez hemos agotado ese atajo, hay que seguir alimentando al cerebro con estímulos externos.

Sin embargo, lo que no conocía y he descubierto recientemente gracias a las redes sociales es lo del “Bloqueo Lector”. Y me llama la atención porque leer es mucho más pasivo que escribir: alguien ya ha hecho todo el trabajo sucio, ha intentado ser ingenioso, ameno y divertido, y nuestra parte se limita a tumbarnos en el sillón y comprobar si lo ha conseguido. Es cierto que hay libros y ensayos mucho más densos de lo habitual y que requieren de mucho más esfuerzo intelectual. Pero hay miles de libros en las librerías, solo es cuestión de escoger el más adecuado para tu estado anímico. Supongo que me ha llamado la atención esa expresión porque es otro síntoma más de la época de mierda en la que vivimos, obsesionada con poner nombres y etiquetas a cualquier concepto, de tal forma que todo pensamiento tenga su respectivo código de barras y compartimento, y pueda ser comprado y consumido en el supermercado de ideas al por mayor, siempre y cuando la policía de lo políticamente correcto haya dado el permiso para su comercialización.


            Soy tan refractario a ese concepto porque no conozco a nadie más indolente que yo, lo digo totalmente en serio, cualquier actividad requiere en mi caso el triple de esfuerzo que para una persona normal. Sin embargo estamos en octubre y ya me he leído 104 libros. Algunos argüirán que tengo mucho tiempo libre. Y yo les replicaría que si solo hiciera falta tener tiempo libre para que la gente leyera más, todos los parados, jubilados, amas de casa y adolescentes hiperactivos, etcétera, hubieran subido la venta de libros -o si lo preferís los prestamos de libros en las bibliotecas-, durante la crisis de forma significativa. Pero no ha sido así. En realidad si te gusta leer no necesitas tener mucho tiempo libre; he conocido personas que madrugan más para poder leer o escribir un poco antes de ir al trabajo, que aprovechan los trayectos en metro o en autobús, que leen durante la hora que tienen para comer en su trabajo. Trabajas cuarenta horas, ¿y qué? Tienes los fines de semana, todas las tardes libres. Pero prefieres hacer otras cosas…

Más allá de las terribles secuelas de cómo se gestiona la lectura obligatoria en las escuelas, cobrándose la muerte de millones de lectores potenciales, lo curioso es cómo los años de instituto y universidad no solo han conseguido bloquear la capacidad lectora de la mayoría de la gente, sino también convencerles de que son sinceros cuando afirman que no tienen tiempo para leer, cuando en realidad lo que sucede es que no quieren hacerlo. Hay un problema con lo de pensar, la gente asocia el pensar a cosas terriblemente aburridas o desagradables. No quieren leer porque supone un esfuerzo. Pero si nos tomamos algo de tiempo para analizar la cuestión deducimos que todo lo que merece la pena en la vida supone un esfuerzo. Sin embargo, por poner un ejemplo banal, ¿es tan habitual escuchar a alguien decir que no quiere follar porque supone un esfuerzo?

Hay mucho espíritu atrofiado pululando por las calles, gente que no tiene ni treinta años y ya tiene el alma vieja y cansada, que decide mutilarse, limitarse, porque prefieren vivir una vida sin imaginación antes que esforzarse por ser un poquito mejores. La gente no lee, no porque no puedan, o su vida sea estresante y agotadora sin ningún momento libre: la gente no lee porque son unos necios. Y son unos necios porque no leen.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Una reflexión sobre VOX y el resurgimiento oficial del fascismo en España.

Ayer en La Sexta escuché a Jorge Verstrynge negar que VOX tuviera alguna posibilidad electoral. Se refería a que todos los votantes de esta formación estaban dentro de Vistalegre escuchando el mitin de su ínclito líder, que fuera no había más. Y que si el PP y Ciudadanos seguían endureciendo su discurso frente a la inmigración y los independentistas, no había posibilidad de crecimiento. Añadía una cuestión interesante: VOX no son populistas, tienen una ideología muy concreta de la que presumen sin pudor: son católicos monárquicos, reaccionarios en género, liberales en lo económico y defensores de la fe española. En referencia a VOX Pablo Casado también comentó ayer que él tenía una excelente relación con Santiago Abascal, que compartían muchas ideas […] y que era una derecha nueva que había que respetar. Ninguna crítica más allá de intentar optimizar esfuerzos por el voto útil y concentrado. A mí lo que me preocupa de todo esto es que VOX se convierta, después de las próximas elecciones generales, en un partido bisagra, es decir, aquel que no tiene la fuerza suficiente para llegar al gobierno pero resulta indispensable para que los partidos mayoritarios consigan mayoría parlamentaria; por poner un ejemplo cercano: la CUP en Cataluña, que con cinco míseros escaños tienen capacidad para alterar la agenda política a su antojo.

En cualquier caso lo interesante de todo esto es reflexionar sobre cómo una formación como VOX abiertamente xenófoba, homófoba, antifeminista y ultranacionalista ha conseguido reunir a más de diez mil personas este domingo en Vistalegre. Porque aunque Verstrynge le quite importancia hace falta bastante organización, dinero (consiguen más de  1.2 anuales solo en donaciones) y masa social para conseguirlo. Creo que hay varios factores:

El independentismo catalán no ha sido el factor más importante pero es cierto que ha convulsionado al nacionalismo español, La vía unilateral decidida por el sector independentista ha polarizado a su antagonista, precursora del lamentable “A por ellos, oe”. Que Torra y los suyos persistan en esa utopía no hace sino radicalizar las posiciones: a más persistencia, más resistencia. Pero en España hay miles de personas que no dan tanta importancia al conflicto catalán y, sin embargo, simpatizan con la extrema derecha; se nota, por ejemplo, en la resistencia a que saquen a Franco del Valle de los Caídos, con la excusa de no reabrir heridas. También hay que tener en cuenta que en el resto de Europa florece la ultraderecha en países sin conflictos identitarios. Primero fue Polonia, Suiza o Dinamarca, y luego, Francia, Alemania, Austria o Italia. Al otro lado del Atlántico Trump se erige como un ídolo para la ultraderecha, un outsider que habla de proteccionismo económico en un mundo globalizado: primero su patria, luego los demás.

Explica Gramsci que a través del concepto de nación las clases dominantes generan en el pueblo un sentimiento de identidad en contra de un enemigo exterior, y que, de esta forma, el obrero se derechiza exaltando la patria. La gente no vota necesariamente por sus intereses. Vota por sus valores. Vota por aquellos con quienes se identifica. La sensación de incertidumbre, la desigualdad social y el miedo al futuro ha empujado a mucha clase obrera a encontrar cobijo en un discurso que promete mirar primero por la patria y luego por quienes vengan de fuera, que promete devolver las ayudas destinadas a los extranjeros al pueblo español y que quiere restringir las fronteras, evitando el colapso del Estado de Bienestar. La ultraderecha ofrece una hoja de ruta sencilla, con soluciones concretas, fáciles de asumir. La aporofobia, el miedo a los pobres, se viste de xenofobia.

La izquierda lleva décadas sin tener una solución real, su discurso ni seduce ni aglutina, por tener no tiene ni siquiera ni un atisbo de autocrítica. Se enarbola en una superioridad moral que lo único que consigue es lastrarla y alejarla de la realidad y de sus votantes. Ha abandonado a la clase obrera, y la clase obrera ha respondido igual. La solución sería clara: alejarse de esa caricatura que la enmarca en luchas absurdas, bajar a la tierra, a las cuestiones reales que le importan a la gente, aparcar la guerra de siglas y de poder, e intentar afrontar su espacio político desde la pedagogía y la pluralidad. Pero no lo hacen, no reaccionan.

            El auge del feminismo, la conquista del espacio público por parte de las mujeres, el #metoo, el éxito del 8M, las manifestaciones por la sentencia de la Manada, Leticia Dolera y sus fastuosas entrevistas, machete al machito, mansplaining, Todos los hombres son potenciales violadores y agresores, la opresión del heteropatriarcado como respuesta a todo, etcétera, ha provocado que muchos sientan que la ultraderecha es el refugio perfecto para realizar una enmienda a la totalidad del movimiento o, como mínimo, para no estar constreñidos en el silencio pusilánime del progre de izquierdas.

            Por último añadiría la crisis del PP: demasiada corrupción, demasiado saqueo institucional. Hay muchos que creen que Rajoy ha sido un líder blando incapaz de plantar cara a los independentistas. Y el relevo de Casado (o Rivera) yendo a degüello a por el segmento más duro de sus votantes, radicalizando su discurso, quizás llega tarde. Puede que el gatopardismo ya no engañe a tanta gente como antes.

No sé si VOX acabará en la irrelevancia o será un importante arbitro político, prefiero no hacer pronósticos porque me suelo equivocar más que Verstrynge. En realidad está entrada tiene la intencionalidad de advertencia propia y ajena: hay que tomarse en serio a VOX, también se ridiculizaba al votante de Trump, a ese obrero de derechas, y puede que repita como presidente en 2020. No volvamos a subestimar la capacidad que tiene el fascismo para normalizarse e integrarse en la sociedad. Es fácil decir que el votante español es tradicionalmente de centro, poco aficionado a los excesos, pero nuestra sociedad siempre ha vivido entre los fórceps de la Iglesia y la Monarquía. Luego han venido cuarenta años de Dictadura y una transición que sirvió de tabula rasa para víctimas y verdugos. Y el pueblo ha seguido agachando la cabeza ante cualquier simulacro de Democracia u orden social que le vendían. Ahora llega este discurso simplista, burdo y visceral, ¿y nadie piensa que es viable que pueda calar entre la población más deprimida y precarizada? Ay, cuánta ingenuidad.

Hay que conocer al enemigo, por eso dejo una entrevista que realizaron a Santiago Abascal antes del mitin en Vistalegre. No estoy de acuerdo con su discurso, pero es uno de los pocos políticos que resulta creíble, es decir, que tiene una ideología real y no tiene pudor en defenderla abiertamente. Nos puede resultar un argumento viejo apelar a la bandera, pero en realidad, aparte de la religión, es uno de los pocos pegamentos sociales que funcionan en la actualidad.

martes, 9 de octubre de 2018

Reseña: V de Vendetta, Alan Moore & David Lloyd (Pentalogía Distópica 5/5)

En la Inglaterra de 1980 el liberalismo de la “dama de hierro”, Margaret Thatcher, iniciaba su dominio de la forma más pura: privatizando las empresas públicas y desmontando las prestaciones sociales y el Estado de Bienestar. Las manifestaciones obreras se contaban por centenares en el Reino Unido y el conflicto laboral alcanzaba sus cotas más altas, enconando el enfrentamiento tradicional entre el laborismo y el sindicalismo, y por otro lado la alianza de los conservadores con los neoliberales. Seguramente fueron estas circunstancias que vivieron tan de cerca los británicos Alan Moore y David Lloyd lo que inspiró la temática pesimista y politizada de esta obra.

Fue en 1982 cuando comenzó a publicarse V de Vendetta en las páginas de la revista "Warrior" (en blanco y negro), convirtiéndose en un cómic muy popular. Concebida originalmente como una serie abierta, esta concepción chocó contra la realidad cuando la revista quebró en 1985, dejándola a la mitad. En 1988 DC Comics se hizo con los derechos de publicación y convenció a los autores para que la terminasen. Finalmente, "V de Vendetta" se publicó en diez números (esta vez a color), y posteriormente sería recopilada en diversas ediciones en formato novela gráfica.

V de Vendetta es un cómic distópico que se desarrolla en 1997 en un mundo que ha sufrido una catástrofe nuclear. La miseria, el caos y la violencia asolan el planeta. Inglaterra consigue sobrevivir y mantener el orden gracias a una coalición entre grandes empresas y ultraderechas fascistas (el partido Fuego Nórdico) que instauran un estado totalitario. El máximo dirigente del grupo es Adam Susan, denominado “Líder”. Sentado en su despacho y gracias a un ordenador llamado Destino domina todo el país. Para ayudarle en su tarea de control se han creado varias facciones: Ojo y Oreja se encargan del espionaje, de controlar a la población con cámaras y micrófonos. Nariz investiga cualquier crimen. Boca se encarga de hablar por el régimen y, por supuesto, lanzar noticias manipuladas. Y los Dedos son los agentes de la ley. Se ha conseguido crear un estado de represión absoluta, donde a la población se le ha privado de cualquier forma de arte, de poder de decisión o posibilidad de criticar el orden establecido. La inspiración en 1984 es evidente.

En medio de este escenario aparece la figura de “V”, un anarquista revolucionario que quiere despertar a la población y declara la guerra al Estado. Es un personaje con una indumentaria muy teatral, con una capa, un sombrero de ala ancha y una máscara blanca de sonrisa permanente. La máscara está basada en Guy Fawkes, un personaje histórico inglés que trató de volar la Cámara de los Lores de Londres el día 5 de abril de 1605 motivado por la falta de tolerancia religiosa por parte del gobierno inglés, pero que fue detenido antes de poder completar su misión. Moore dijo en una entrevista que gracias a la máscara: “Podríamos mostrar una ilustración del personaje ahí de pie, en silencio y con una expresión que podría ser tanto agradable como despreocupada o incluso siniestra“. La máscara desde hace varios años se asocia al grupo Anonymous.

A través de la trama se muestra una contraposición entre dos modelos ideológico-políticos: el fascismo personalizado por el líder de Fuego Nórdico y el anarquismo personalizado en V. El fascismo se construye a través de un discurso fuertemente nacionalista (“Inglaterra prevalece”), estatalista y corporativista: los órganos del estado buscan la analogía con partes del cuerpo (el oído, el ojo, la nariz…) y el liderazgo unipersonal de la cabeza define el Destino del conjunto. El anarquismo se articula a través de un discurso libertario (“la justicia carece de sentido sin libertad”), antiestatalista e individualista, duramente crítico con las instituciones: V dinamita el Palacio de Westminster (sede del Parlamento) y el Old Bailey (sede del Tribunal Penal Central para Inglaterra y Gales), además de revelar la pedofilia del arzobispo de Westminster (máxima cabeza visible de la Iglesia Anglicana). La lucha dialéctica se presenta como una guerra.

El dibujo de David Lloyd puede parecer poco vistoso y desfasado a un lector novel, sin embargo para mí se ajusta perfectamente al tono sombrío de la trama de Alan Moore. Los fondos oscuros y las líneas gruesas se combinan con colores intensos de tonalidades vivas, creando una atmósfera asfixiante y trascendente. El negro lo invade casi todo, sólo desaparece momentáneamente durante las explosiones o en los momentos más felices de la historia de Valerie Page. Lloyd se centra mucho más en los personajes y sus expresiones que en los fondos, mucho más simplistas pero efectivos, por eso en la perspectiva hace más hincapié en los planos de transición y de detalle que en las grandes panorámicas. Hay que tener también en cuenta que los primeros números se publicaron en blanco y negro y posteriormente se le añadió el color.

Quienes han leído el cómic entienden perfectamente las razones por las cuales Alan Moore rechazó con vehemencia la adaptación cinematográfica de los hermanos Wachowski (2006) y no permitió que su nombre apareciera en los créditos. En la película hay demasiados cambios, la trama se vuelve naif, torpe y vulgar; lo peor es la brutal simplificación de los personajes, muy lejos de la complejidad y matices que les aportaba el cómic. Algo se conserva, pero lo fundamental fue extirpado sin que apenas quedase rastro: el mensaje libertario se sustituye por una defensa de la democracia institucional actual, el individuo consciente de sí mismo se diluye en una acción de masa donde el individuo queda borrado y sustituido por el conjunto, o personajes como los de Evey Hammond o Eric Finch carecen de valores y de fondo moral, parecen meras marionetas. Una adaptación lamentable, pero que al menos sirvió para que muchos espectadores descubriesen uno de los cómics más importantes y trascendentales del noveno arte.

En resumen: si aún no habéis leído el cómic y os gustó la película, os pido que dejéis a un lado los prejuicios y le deis una oportunidad. La curiosidad intelectual siempre es recompensada. Añado enlace a los cómics y también a la película.


domingo, 7 de octubre de 2018

Reseña: Nosotros, Evgueni Zamiátin (Pentalogía Distópica 4/5)

En la ciudad de cristal y acero hiperindustrializada del Estado Unido, delimitada por el Muro Verde, que aísla "nuestro perfecto mundo mecánico del irracional y feo mundo de los árboles, pájaros y animales", la vida transcurre sometida a la inflexible autoridad del Benefactor: los hombres-número trabajan con horarios fijos, siempre a la vista de todos, sin vida privada, el sexo está programado y cada actividad del día está regulada de acuerdo a un estricto horario: el yo ha dejado lugar al nosotros. Está prohibido ser diferente; incluso tener pensamientos distintos del colectivo. Cada persona no es más que una pieza del gran organismo colectivo al que están supeditados los individuos. Sin embargo, ni siquiera el control absoluto por parte del sistema consigue eliminar por completo las ansias de individualidad del ser humano. El narrador de este diario íntimo, D-503, es el ingeniero de una nave interestelar que deberá llevar al universo “el bienaventurado yugo de la razón”. El conflicto comienza cuando el protagonista, que vive feliz y convencido de la grandiosa victoria de la masa contra el individuo, “La tonelada tiene derechos y el gramo, deberes”, conoce a I-330, la mujer fatal, tentadora como Eva en el Paraíso e irracional como la raíz cuadrada de -1. No puede evitar enamorarse de ella, y el amor equivale a la rebelión y al deseo de libertad.

Nosotros es la primera distopía pura (1920) de la historia de la literatura. En ella su autor, Evgueni Zamiátin, explica a fondo un sistema socio-político complejo (un régimen totalitario gobernado por el Benefactor y que promulga la falta de libertad como antídoto de la irracionalidad humana), y las vicisitudes del protagonista en el proceso de comprenderlo y rebelarse contra él, igual que ocurrirá algunas décadas más tarde en Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en 1984 de George Orwell, o en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. De hecho Orwell no solo leyó a Zamiátin sino que también reseñó su novela en el diario londinense Tribune en 1946, lo que explica las enormes semejanzas que guarda con 1984.

-Nuestra revolución fue la última de todas. No puede haber más. Esto lo sabe todo el mundo.
-Querido mío, tú eres un matemático. Aún más: eres un filósofo de las matemáticas. Así que dime, pues, la última cifra.
-¿Cómo? No…, no lo comprendo. ¿Qué última cifra?
-Pues la última. La más elevada. La mayor de todas.
-Pero… eso es absurdo. La sucesión es infinita, ¿cómo quieres que te diga la última?
-¿Y de qué última revolución hablas? No hay una última, las revoluciones son infinitas. Eso de la última es para los niños: a los niños la infinitud los asusta, y es necesario que duerman tranquilos de noche.

            La novela puede resultar algo árida de leer, con un estilo fragmentario de frases cortas en primera persona, de un estilo cortante desquiciado y áspero, sobre todo cuando Zamiátin convierte a las matemáticas en una especie de instrumento lírico con el que expresar las emociones de su protagonista D-503. Resulta un buen ejemplo cuando intenta definir el amor a través de una fórmula matemática: “Es evidente que para determinar el verdadero significado de una función hay que llevarla al límite. De modo que la absurda ‘disolución del universo’ que mencioné ayer no es otra cosa que la muerte. Porque la muerte es la disolución absoluta del Yo en el Universo. De aquí se infiere que si A es el amor y M la muerte, A = f(M). El amor es función de muerte.“ El título, es parodia y leitmotiv: el dilema entre tener alma, la pasión amorosa, la incertidumbre de lo irracional… y el nosotros, la colectivización de las conciencias, donde se barre con la individualidad y lo distinto, en busca de un orden confortable y alienante.

El Génesis es el mito más recurrente en el libro. D-503 es Adán en el Jardín del Edén: un privilegiado, inocente, que nunca ha dudado entre el bien y el mal porque nunca ha tenido elección real, y tiene a sus pies un mundo en apariencia perfecto; hasta que llega Eva, I-330, para plantearle la duda, el fruto prohibido, la libertad: “A aquellos dos en el Paraíso se les presentó una alternativa: o dicha sin libertad o libertad sin dicha. No se les dio una tercera opción. Y ellos, unos zoquetes, eligieron la libertad. Así, es comprensible que durante siglos añoraran las cadenas. Las cadenas, ¿comprende?, ahí tiene en qué consistió el dolor del mundo. ¡Durante siglos! Sólo nosotros supimos recuperar la felicidad.”

Por desgracia Nosotros fue prohibida en Rusia. La censura rusa vio en Zamiátin a un librepensador del tipo más peligroso: un intelectual inconformista y demasiado comprometido con sus propias ideas. Por ese motivo Nosotros tardó en publicarse unos años (1924) y solo pudo hacerlo en New York y traducida al inglés. Años más tarde, en 1931, Zamiátin escribió a Stalin pidiéndole permiso para abandonar el país y poder huir de “la sentencia de muerte como escritor” a la que se sentía condenado por la persecución y censura de sus obras (le llamaban el hereje). Consiguió abandonar Rusia en 1932 después de que Gorky intercediera a su favor, y se asentó en París con su mujer. Muere en la pobreza, en marzo de 1937, a la edad de cincuenta y tres años, de un ataque al corazón. En la Unión Soviética no se pudo leer Nosotros en su idioma original hasta 1988.

Orwell, Huxley, Bradbury, Karel Čapek, Ursula K. Le Guin o Kurt Vonnegut son algunos de los nombres que hoy se asocian a Zamiátin. Después de todo esto no creo que haya ninguna duda de que Nosotros merece estar en cualquier listado de joyas ocultas, obras maestras y libros pendientes para cualquier amante de la ciencia-ficción. Espero que esta reseña os anime a darle una oportunidad. Enlace ePub aquí.

“La literatura nociva es más útil que la literatura útil. Hay que escribir literatura nociva, literatura que le haga daño al tiempo en el que está siendo publicada”.

viernes, 5 de octubre de 2018

Reseña: Fahrenheit 451, Ray Bradbury (Pentalogía Distópica 3/5)

Fahrenheit 451 es la temperatura a la que se inflaman y arden los libros. El protagonista es Guy Montag, un bombero, en cuyo casco lleva también ese mismo número, que vive en una ciudad sin nombre en un futuro indeterminado donde los bomberos no apagan el fuego, sino que lo provocan. Bradbury imagina una sociedad en la que los libros están prohibidos, las casas son ignífugas y los bomberos no usan extintores sino lanzallamas. En esta sociedad al revés la ignorancia es la felicidad, y los libros están considerados como un arma peligrosa porque provocan infelicidad y tristeza porque contienen ideas potencialmente subversivas y “reaccionarias”. El Estado se sirve del cuerpo de los bomberos para perseguir a todos aquellos que demuestren un cierto interés por la lectura, y de esa forma seguir gozando de plena autonomía para mantenerse en el poder sin que la población les cuestione o exija nada.

“Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar para hacer que una mujer permanezca en una casa que arde. Ahí tiene que haber algo. Uno no se sacrifica por nada.” Es el diálogo interior de Montag que, después de unos breves encuentros con su vecina Clarisse McClellan, empieza a dudar de las reglas de la sociedad en la que vive. Es está sociedad sin libros lo que predomina es la uniformidad, la mediocridad, el abotargamiento y alienación a través de la tecnología y la publicidad y la apariencia de la felicidad. Montag se percata de que está tan aturdido por el bombardeo mediático cotidiano que no es capaz de recordar dónde conoció a su mujer, Mildred, ni cuándo tuvo la última conversación con ella. El tiempo pasa a golpes de anuncios y de entretenimiento televisivo carente de todo trasfondo cultural. Las pantallas de televisión cubren completamente las cuatro paredes y sustituyen a la “familia” con sus programación infinita: La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y en realidad da muy poco“.

Fahrenheit 451 tiene, en cierta medida, un final optimista: los pocos intelectuales supervivientes forman una resistencia y cada uno asume la misión de memorizar completamente un libro, de ser personas-libros y llevar en su interior a Charles Darwin, Confucio, Thomas Jefferson, a Maquiavelo o Byron. De esta forma es posible conservarlos para las generaciones futuras.

La novela de Bradbury es una advertencia clara de cómo una sociedad acrítica, indolente y conformista puede caer en esta desidia intelectual sin necesidad de ser obligada por una dictadura totalitarista como la que plasma la novela 1984. Pero también es una oda a la literatura, a los libros, y al conocimiento en su sentido más amplio. Perder el patrimonio literario equivale a perder el propio pasado. Perder la costumbre a la lectura equivale a perder la capacidad de pensar, reflexionar, preguntarse el por qué, el para qué, y el cómo de las cosas. Por eso sus personajes son como autómatas sin alma, son infelices, están embrutecidos y se dejan manipular por el sistema sin hacer preguntas ni objetar nada. El libro, como cuenta Ray Bradbury en el prefacio, es también un eco de acontecimientos históricos, como el incendio de la biblioteca de Alejandría o la quema de libros de 1934 por orden de Hitler, al igual que un sincero homenaje a todos esos libros que, en épocas convulsas, fueron considerados inmorales y condenados a la hoguera, la censura y el olvido.

“Los libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos. -Son la guardia pretoriana de César, susurrando mientras tiene lugar el desfile por la avenida: "Recuerda, César, que eres mortal". La mayoría de nosotros no podemos salir corriendo por allí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro. No pida garantías. Y no espere a ser salvado por alguna cosa, persona, máquina o biblioteca. Realice su propia labor salvadora, y si se ahoga, muera, por lo menos, sabiendo que se dirigía a la playa”.

Hay dos adaptaciones de la novela al cine. La de 1966 del director François Truffaut es bastante libre (cambia el tratamiento del personaje de Clarisse y el final es más edulcorado), y los efectos especiales no son precisamente los mejores; aun así es muchísimo mejor que la adaptación que hizo HBO este año, la cual es muy lamentable. Como no la he encontrado por streaming os dejo un enlace por MEGA por si tenéis curiosidad por ver la de Truffaut, solo hay que dar al botón de download y en unos minutos la tendréis en vuestro ordenador.

jueves, 4 de octubre de 2018

Reseña: Rebelión en la granja, George Orwell (Pentalogía Distópica 2/5)

La novela es una fábula satírica y alegórica que cuenta la historia de una revolución bastante peculiar: la rebelión de los animales de una granja contra su dueño, el Señor Jones. La brecha en el sistema de poder establecido en la comunidad agrícola la abren los discursos sobre la libertad y la igualdad del animal más sabio y vetusto de la finca, el cerdo Viejo Mayor, profeta de la llegada de una revolución donde los animales hubieran sido por fin dueños de sí mismos. Dicha rebelión no tardará en manifestarse: bastará con que el dueño deje de alimentarles un día para que los animales, dirigidos por los jóvenes cerdos Snowball y Napoleón, se levanten y se enfrenten al granjero, expulsándolo de su propiedad.

Tras la victoria se empezarán a sentir los nuevos cambios de aire: la granja pasará de llamarse “Granja Manor” a “Granja de los animales”, mientras los rebeldes reunirán las ideas y los principios del Viejo Mayor bajo el nombre de “animalismo”, de las que se postularán, por escrito, los siete mandamientos que el sabio cerdo estableció antes de morir:

Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es un amigo.
Ningún animal usará ropa.
Ningún animal dormirá en una cama.
Ningún animal beberá alcohol.
Ningún animal matará a otro animal.
Todos los animales son iguales.

Al principio, todo funcionará perfecta e idílicamente en la nueva “Granja de los animales”. Sin embargo, la situación cambiará de forma radical cuando los cerdos, autoproclamados líderes por su presunta inteligencia superior, empiecen a abusar de su poder. Tendrán lugar incluso las primeras peleas internas sobre la manera de dirigir la granja, por las que Snowball se verá obligado a huir, dejando Napoleón al mando. En poco tiempo, Napoleón, líder único, se transformará en un verdadero tirano, rodeándose de perros-policía, explotando a los otros animales y ejecutando a todos aquellos que se opongan, aunque débilmente, a su autoridad.

Rebelión en la granja se considera una crítica, más o menos velada, a la Revolución Rusa y a su degeneración en los tiempos de Stalin. Las similitudes son innumerables, empezando por el granjero, el Señor Jones, que representa la caída del zar y de la monarquía. La Revolución Rusa, al igual que la rebelión de los animales, empezó bajo unos principios de libertad, lucha contra el poder, defensa del proletariado, de los que Lenin, identificable con el Viejo Mayor, se hizo portavoz. La corrupción de esos principios, el abuso de poder de la mano de Stalin, y la consecuente dictadura, son fácilmente comparables con lo que pasa en la granja bajo el control de Napoleón (cuyo nombre no es una casualidad). El proletariado está representado por Boxer, el caballo más fuerte de la granja, que ante cualquier problema suele decir “Trabajaré más duro” o “Napoleón siempre tiene razón”. Benjamin, el burro, es el personaje más cínico de la granja, y podría identificarse con los intelectuales, conscientes de lo que está teniendo lugar, pero incapaces de oponerse a ello. El cerdo Snowball ha sido identificado con León Trotsky, mientras que el campesinado lo constituyen las ovejas y las gallinas, estúpidas, torpes e incapaces de tomar una posición crítica ante la realidad.

En la novela encontramos paralelismos también en lo que concierne el sistema policial o propagandístico del socialismo estalinista. Los perros, de los que se rodea Napoleón, representan ni más ni menos que a la policía secreta rusa; el joven cerdo Squealer sublima el poder del sistema propagandístico. En cuanto portavoz de Napoleón, Squealer se encarga de tramitar las decisiones de la “autoridad” al pueblo y manipular las informaciones y los hechos según lo que es más conveniente. Los mismos mandamientos, base del “animalismo”, son modificados para justificar el comportamiento de Napoleón y su casta de privilegiados; por ejemplo, el mandamiento “Todos los animales son iguales” se convierte rápidamente en “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.”

Al presentarse como una fábula, Rebelión en la granja no se limita a ser una crítica de la degeneración y corrupción del socialismo ruso, sino que se erige en portavoz de un mensaje de carácter mucho más abierto y universal, condenando cualquier tipo de sociedad totalitaria, cualquier abuso de poder, cualquier degeneración del igualitarismo. Con esta novela, Orwell muestra claramente cómo aquellos que se presentan como salvadores pueden fácilmente convertirse en tiranos y dictadores de la peor especie. Una degeneración que tiene que ver casi exclusivamente con el abuso del poder. Para que Rebelión en la granja viera la luz su autor tuvo que enfrentarse a la censura de los editores británicos, se vivía un momento histórico (1945) en que cualquier crítica al estalinismo estaba de facto prohibida, pero como sostenía George Orwell: “La libertad es el derecho a decirle a la gente lo que no quieren escuchar.

Hay dos adaptaciones al cine de este libro, una de animación (1954) y otra de imagen real (1999); en mi opinión la de dibujos animados plasma mejor la atmosfera general de libro y es una mejor adaptación (aunque se suavice un poco cambiando el final), por eso es la que prefiero compartir:

miércoles, 3 de octubre de 2018

Reseña: 1984, George Orwell (Pentalogía Distópica 1/5)

La novela se desarrolla en el año 1984, en un Londres integrado en un inmenso estado colectivista: Oceanía, con un gobierno totalitario y socialista en donde la libertad de expresión no existe. El Partido que controla la sociedad está formado, en parte, por la policía de Pensamiento, encargada de vigilar a todos los habitantes de Oceanía en todo momento y castigar o condenar aquellos que tengan pensamientos o actos revolucionarios. Las telepantallas son el medio por el cual se observan a los ciudadanos y se les ordena qué hacer y qué no. Estas telepantallas están situadas en todos los rincones de la nación, dentro de los hogares, en los lugares de trabajo y en las calles. El Gran hermano aparece en todas partes: en carteles, en billetes, monedas, en los discursos de las telepantallas, estatuas, etcétera (el mismo culto a la personalidad de Kim Jong-un o Stalin). Su rostro representa al gobierno, al Partido, y es el hombre a quien todos los ciudadanos deben amar.

El partido en sí, se basa en la idea conocida como doblepensar, la habilidad de cambiar de idea para adaptarlas a las del Partido. Por ejemplo, una hoja blanca puede ser negra si el Partido dice que es negra, y los ciudadanos deben adquirir la habilidad mental necesaria para convencerse a sí mismos de cuándo una hoja blanca es negra. La capacidad del doblepensar se manifiesta en los cuatro ministerios que forman el gobierno, todos ellos siendo auténticas paradojas: el Ministerio de la Verdad, que se encarga de manipular los documentos históricos y la mente de los ciudadanos; el Ministerio de la Abundancia, que gestiona los cada vez más escasos recursos alimenticios; el Ministerio de la Paz, que es el que moviliza tropas en la guerra; y el Ministerio del Amor, encargado de castigar física y mentalmente a la población que vaya en contra del Partido.

Además de todo esto el Partido posee la neolengua o Ingsoc (inglés socialista), un lenguaje artificial (que destruye, con cada edición del diccionario, palabras y estructuras gramaticales) que intenta simplificar y limitar los pensamientos de sus ciudadanos así como su capacidad de revolución, es fomentar una alienación desde la misma función que organiza la realidad. La libertad se ve limitada, no por coacción o «recortes de censura», sino por falta de pensamientos, por pura incapacidad para poder designar un contenido a una idea. La memoria, la identidad y la realidad se reconstruyen a partir de esta manipulación lingüística. Si no entendemos el significado de revolución, ¿cómo comenzamos una?

El Partido también tiene establecida la abstinencia sexual para todo ciudadano, el sexo por placer está totalmente prohibido. Sin intimidad, sin libertad de expresión, sin amor, ¿qué les queda a los ciudadanos? Lo único que les queda es odiar. Por eso, para que ese odio no caiga en contra del Partido, a diario se celebran los Dos Minutos de Odio. Todo este odio se deposita contra Emmanuel Goldstein, el gran enemigo de Oceanía, del Partido y del Gran Hermano. Es fácil ver en todo esto las similitudes con el totalitarismo “comunista” que había en la URSS: Goldstein sería Trotsky, la persecución al trotskismo inspira los Dos Minutos de Odio, ambos tienen apellidos judíos, e incluso la descripción física coincide. Pero no debemos encorsetar la crítica de Orwell al socialismo estalinista: la denuncia de 1984 puede ser extrapolado a cualquier otro sistema político.

A lo largo de la novela también te preguntas por qué el Partido no tiene contenta a la gente, dando la ración de chocolate que merecen, o las cuchillas de afeitar que necesiten. La explicación es sencilla: porque la pobreza, los edificios al borde del derrumbe, la falta de luz son medios que abocan el cuerpo a la alienación. El estado continuo de crispación y tensión por la guerra hace el resto.

El libro es una maravilla que te hace reflexionar y alarma con los sutiles paralelismos de la sociedad actual. El lema del Partido de Gran Hermano dice: La guerra es la paz, la ignorancia es la fuerza, la libertad es la esclavitud. A consecuencia del miedo que la guerra origina en los ciudadanos, estos se pueden controlar más fácilmente. La ignorancia de los ciudadanos es la fuerza porque de este modo, somos más débiles para los gobiernos, más manipulables. Y finalmente, la libertad es algo deseado por todos, pero, ¿hasta qué punto lo somos, en esta mal llamada democracia? ¿Hay cámaras de seguridad vigilando las calles, existe el Gran Hermano como poder fáctico omnipresente en la economía de los países (Troika)?, ¿Cuántas guerras hay en el mundo actualmente, qué ha sucedido cuando un país ha querido revelarse ante el statu quo impuesto desde fuera(Grecia, Argentina, Chile)? ¿Es aleatorio el fomento de la atomización de los individuos en ciudades superpobladas, en centros comerciales que constituyen verdaderas fábricas de consumidores amoldados (literalmente) a los productos que se ofertan? Cuidado con los matices distópicos, porque cualquier observador imparcial podría indicar que la propaganda en omnipresente, se deforma el lenguaje a conveniencia (la posverdad es igual que el doblepensar), se fabrica la realidad desde el poder, sobre todo con la manipulación y degradación de la Educación, y la intimidad de las personas se encuentra totalmente expuesta gracias a la venta de los datos de nuestras redes sociales.

Comparto también la película para que podáis verla, muy recomendable, y parte de una entrevista:


martes, 2 de octubre de 2018

Reseña Antes de Watchmen (Before Watchmen)

Lo que resulta más desconcertante del proyecto no fue la intención de ampliar una novela gráfica autoconclusiva, sino la magnitud del proyecto: el plan de DC Comics contemplaba nueve títulos con distintos equipos creativos (cuatro guionistas y diez dibujantes en total). Los cómics contarían historias de cada personaje original pero situadas en distintos periodos de tiempo, un total de 37 números de “precuela” para una obra cuya extensión original solo fueron doce números. ¿Realmente valió la pena esta precuela o fue solo otra jugada comercial sin ningún resultado memorable?

Las series que comprendió el evento fueron las siguientes:
Minutemen (seis números) 8 Notable: título escrito y dibujado por Darwyn Cooke (Parker, DC: The New Frontier). Cuenta la historia del primer equipo de superhéroes de Estados Unidos entre 1939 y principios de los sesenta, narrado desde la perspectiva de Hollis Manson. Una aportación de Darwyn Cooke al universo de Watchmen brillante, nostálgica y emocionante, que verdaderamente aporta algo interesante y distinto con esta obra, que la diferencia de la mayoría de la iniciativa Antes de Watchmen.
Espectro de Seda (cuatro números) 7 Entretenida : serie coguionizada por Darwyn Cooke y Amanda Conner (Harley Quinn), dibujada también por esta última artista. Sesentera historia que nos muestra la tierna adolescencia y juventud de Espectro de Seda, que no aporta gran cosa, pero sirve de buen entretenimiento y cuenta con un apartado artístico brillante.
El Comendiante (seis números) 5 Aburrida: historia escrita por Brian Azzarello (100 Bulllets, Wonder Woman) con arte de J.G. Jones (Final Crisis). Explora la relación que tenía El Comediante con la familia Kennedy y la participación del antihéroe en la Guerra de Vietnam. Oportunidad perdida.
Rorschach (cuatro números) 6 Intranscendente: Una muy anodina miniserie de Azzarello que retrata muy bien a Rorschach, pero que no aporta nada al personaje ni a la mitología del universo Watchmen. El mayor interés recae en el apartado artístico, obra de un gran Lee Bermejo.
Búho Nocturno (cuatro números) 6 Intranscendente: escrita por J. Michael Straczynski (Superman: Earth One, The Amazing Spider-Man) con dibujos de Joe y Andy Kubert. Esta narra los orígenes y primeras aventuras de Nite Owl II tras conocer a Hollis Manson.
Doctor Manhattan (cuatro números) 8 Recomendable: trabajo de J. Michael Straczynski y dibujos de Adam Hughes (Wonder Woman). Su premisa fue la pregunta “¿Es posible que el Dr. Manhattan haya influido en su propio accidente?” y está situado durante el octavo número de Watchmen.
Moloch (dos números) 5 Prescindible: Otra dirigida por Straczynski pero con dibujos de Eduardo Risso (100 Bullets), comprende toda la vida del villano y explicita cómo ocurrió su muerte en la saga original.
Ozzymandias (seis números) 6 Entretenida: Miniserie de poca enjundia que explora el pasado de Ozymandias e intenta profundizar en su psicología. Lo más destacable es, sin lugar a dudas, el preciosista apartado artístico de Jae Lee y June Chung.
Dollar Bill (one-shot) 4 Prescindible: también guionizada por Wein pero con dibujos de Steve Rude (Nexus). Número unitario que explora la vida y muerte de Bill Brady, uno de los Minutemen.

Por supuesto todos los autores implicados justificaron su participación en el proyecto, pero quien hizo la defensa más férrea de las precuelas fue J.M. Straczynski. El guionista valoró el desafío de hacer nuevas historias y desestimó las críticas de Moore: “Ni Alan ni nadie han sugerido nunca que sólo a Siegel y a Shuster se les tenía que haber permitido escribir sobre Superman. Alan no dejó pasar su oportunidad cuando le ofrecieron escribir La Cosa del Pantano, y luego hizo un gran trabajo. Pero no dijo ‘No, no, no puedo, es un personaje de Len Wein’, así que tampoco deberíamos hacerlo nosotros”.

Antes de Watchmen no tuvo ni pretendió tener la sofisticación del Watchmen original. En su lugar los guiones apostaron por las fórmulas tradicionales del cómic moderno y desecharon recursos fundamentales del clásico de 1986, como los suplementos en prosa al final de cada número. Las historias mismas tuvieron tres cortes bastante definidos que se movieron entre “el tributo irrelevante” y la “reinterpretación irrespetuosa”. Curiosamente las obras reinterpretativas terminaron por ser las apuestas más sólidas, aunque esto no evitó el rechazo de los lectores puristas que prefirieron los relatos periféricos y de profundización por ser más respetuosos.

¿Hay una precuela digna de leerse en Before Watchmen? La respuesta es sí. Primero conviene reconocer que detrás de todas estas series había una motivación puramente comercial que traspasó los límites de lo ético, pero sería injusto no destacar los aciertos de Minutemen y Espectro de Seda, ambas historias tienen su tono propio, desde la perspectiva biográfica y panorámica de Hollis Manson a la profundidad intimista de Laurie Jupiter. También son muy destacables la miniserie del Doctor Manhattan, o los ejercicios narrativos que ahondan en los orígenes del personaje de Ozymandias y Búho Nocturno.

La serie de televisión ‘Watchmen’ llegará en 2019, HBO ha dado luz verde a la adaptación de Damon Lindelof, co-creador de 'Perdidos' y 'The Leftovers'. Si queréis dar una oportunidad mientras tanto a su precuela, aquí os dejó los enlaces a los 37 cómics en formato cbr, para poder leerlos cómodamente en el ordenador, los he subido a mi cuenta de MEGA, un solo link. El programa para leerlos es CDisplay, lo podéis descargar de aquí. Cualquier duda me podéis preguntar en los comentarios.

            También me gustaría añadir un enlace Torrent de la película, es la versión Ultimate Cut (tenéis que dar botón derecho del ratón sobre la opción "Click Aquí" y dar a la opción 'Guardar enlace como', ese es el archivo torrent), la versión extendida que no salió en España; dura tres horas y media, y lo que han hecho es juntar las dos horas y media de la versión doblada al castellano y añadirle la hora que le faltaba junto a los subtítulos. Más cómodo imposible. Recomiendo la versión de BluRay-1080p 19.9 Gb, la película se ve de maravilla.