Soy un muñeco de arena llamado Mario. Hoy no toca comer, las facturas insisten en seguir llegando, pero tengo el dinero exacto para comprar una botella cada día hasta final de mes y eso me tranquiliza. Me alimento de viento, pasta recalentada y visitas al comedor de indigentes de la zona centro. Ya me siento como un mendigo lleno de cupones sin premiar, con esos horizontes interiores llenos de alambradas y manicomios abandonados. Y nada más.
El ordenador farfulla bilis moribunda, blanca, como esta pagina que mancho con el sonido del sacacorchos, con el color sinestésico -o cenestésico ya no sé- de tacones de mujeres embutidas en cuero negro y pupilas dilatadas por la droga, de hadas de absenta y putas sin clase. Pero, ¿qué importa? No encuentro la pulsión, no es culpa del hambre, la miseria, la no-música de alrededor. NO, el problema es mi cerebro, desalojado ya de cualquier brillo, quizá sea culpa del saturnismo que me provoca las cañerías ilegales de plomo, pero nunca podría renunciar a ese sabor lisérgico del agua que hace que la palabra cadencioso tenga algo de sentido.
Hay demasiada mierda bloqueándolo todo, demasiada gente intentándolo desde hace décadas con ahínco, vocación, ensueño y sin nada de éxito. El deseo es el paisaje que ve desde la cama un tetrapéjico, algo estéril sin interacción. Sólo conozco la patente de corso del coño. En mi buzón solo hay resignación, la vida es una carrera de fondo sin premio, sin ganadores, quizá ayude subrepticiamente mantenerte ocupado saltando a la comba con tu sombra, intentando no perder lo imperdonable, creyendo tener elección como tantos millones de seres antes que tú.
Tengo una excusa genética: hay dos alcohólicos en mi
familia. Un sumidero; pero no hablamos de potencial, ni siquiera sé quien
invento Internet, no tiene sentido intentar destacar, vivir bien sí, la
alternativa al hedonismo como clave de éxito sería masturbarse con el carnet de
biblioteca y no tener miedo a la soledad, ¿qué importa no haber comprado ropa
nueva la última década?
Los alcohólicos no son agradables. Jim Morrison era un
impresentable, vomitando, meándose encima, engordando, perdiendo el poco
talento que disimulaba, ah, era guapo, poco más, se pudo follar a Janis Joplin
y no lo hizo, insisto: era un pobre hombre. Un niño asustado. Sí, aquella
última entrevista, sus poemas… he leído cosas mejores, he dicho cosas
mejores cuando fumaba lo mismo. Pero era
guapo y está muerto. No puedo decir lo mismo de mí, aunque también esté un poco muerto. Pero no veo camisas de Carver,
o de Dostoievsky o de Camus. A lo mejor eso no vende entre adolescentes pajilleros
que buscan una personalidad propia fuera de si mismos.
El aplazamiento es una secuela más. Las cosas importantes,
las cosas GRANDES tardan en aparecer, requieren mucho esfuerzo, requieren
templanza; estuve el otro día en un estudio de grabación con el productor de
Vetusta Morla, unos amigos llevan meses allí dentro para sacar adelante su
disco, con una inversión de sesenta mil euros en producción y comercialización.
Las grandes hazañas requieren
sacrificios. Como el amor.
Ya sé, estáis cansados del tema, me incluyo, pero no deja de ser cierto, el amor es un trabajo, veinticuatro horas, cada día de la semana, todo el año. Con compañeros ingratos y despóticos que te engañan con las condiciones del contrato/noviazgo para más tarde despedirte sin ninguna consideración. Cuando consigues cambiar a otro tipo de contrato/matrimonio, y ya tienes unas condiciones fijas, una seguridad, vacaciones, paga de navidad, etcétera, descubres que la pasión nacía de la inestabilidad. Pero todo tiene solución: ahora tienes a gente trabajando para ti, tu empresa/hijos. Todo sería perfecto si te siguieran follando con la misma intensidad, pero la verdad, con una empresa propia, ¿quién piensa en esas cosas?
Ya sé, estáis cansados del tema, me incluyo, pero no deja de ser cierto, el amor es un trabajo, veinticuatro horas, cada día de la semana, todo el año. Con compañeros ingratos y despóticos que te engañan con las condiciones del contrato/noviazgo para más tarde despedirte sin ninguna consideración. Cuando consigues cambiar a otro tipo de contrato/matrimonio, y ya tienes unas condiciones fijas, una seguridad, vacaciones, paga de navidad, etcétera, descubres que la pasión nacía de la inestabilidad. Pero todo tiene solución: ahora tienes a gente trabajando para ti, tu empresa/hijos. Todo sería perfecto si te siguieran follando con la misma intensidad, pero la verdad, con una empresa propia, ¿quién piensa en esas cosas?
Al final lo que falla es la capacidad de implicación, de
sacrificio, de negar lo absurdo y seguir adelante. Proyectos. Evitando las
secuelas, recordándote a ti mismo, pensándote. Mira a tu alrededor, observa a
esa gente que tarda años en recuperar su carácter afable después de una
convivencia, observa como esas victimas del adocenamiento popular caen en
depresiones, en la sutil violencia,
¿no lo notas en su forma de conducir, en como tratan a su pareja, en como
arrastran los pies cuando vuelven del trabajo?
Mi caso es amputación radical, estoy demasiado dañado. Interrumpe
mis reflexiones el despertador de mi vecino, no se nota ningún
movimiento. Seguramente ya esta llegando tarde al trabajo, quizá a una cita
con el médico. No puedo evitar pensar que yo llego tarde a la vida.
¿Alguna vez algo tuvo sentido? ¿No te apetece hacerte una lobotomía y hacerte adepto a una secta?
ResponderEliminarLo que más me sorprende, me gusta y me despista de tus entradas, son los títulos. Este título, sin duda, es muy especial. ¡El contenido también me gusta eh!... no confundamos.
ResponderEliminarBesos
Esos títulos son toda una oda.
ResponderEliminaremm, ¿y los pingüinos que papel tienen en todo esto?
ResponderEliminarPor cierto, ya no me ablandas con tu decadencia. Sí estabas así hace un año vale,tendrías derecho a la autocompasión... pero ahora eres un escritor, la decadencia es un elemento estético más, como las gafas o la perilla. Te hace más intelectual e interesante, así que no te quejes, que eso mola.
PD: a mi también me aburre leerme (que no leerte); por eso me boicoteo borrando mis propias entradas..
Besos majo
Morbus Monstrum: lo de las sectas lo he pensado no te creas, la cosa es si ellos me aceptarían a mí. La lobotomía lenta la practico con la bebida, pero por alguna razón soy más resistente de lo que pensaba, aunque no me libre de las secuelas.
ResponderEliminarBesos.
A veces Eau, a veces Euria, siempre Idoia:
Je, je. Bueno, eso intento, cuando escribo un post extenso prefiero que al menos se queden con el título. Antes eran más largos y rebuscados, pero así no había manera de indexarme y ya sabes que “a veces” la vanidad te hace capitular a veces.
Besos!
Anónimo: Es posible, un saludo Anónimo, no suele haber por aquí, es casi un acontecimiento.
Lunática: La otra foto era en blanco y negro, un diván, una mujer desnuda a un lado y en el otro un esqueleto, pero tenía ganas de algo gracioso, es lo que produce la foto, algo surrealista a la par que risible.
Sí, ya sabes que todo es una impostura, excepto lo de la inacción, el alcoholismo, las tuberías de plomo, la miseria o falta de dinero, la incapacidad para conquistar a las mujeres, la...
Mierda, a lo mejor no soy un escritor decadente, solo realista o autobiográfico...xP
Bah, lo que leo de ti me gusta, quizá lo que me refería era releerme para corregir repeticiones y absurdeces varias. A fin de cuentas escribimos para nosotros cuando empieza a ser aburrido hay que parar y soltarlo sin demasiado ruido.
Un beso guapa!
Me gusta lo de conquistar el mundo en un abrir y cerrar de piernas. Podría comentar, diseccionar, criticar todo el post ( que por cierto, muy bueno), pero hoy tengo la mente en huelga y no soy capaz ni de hacer una O con un canuto...
ResponderEliminarBeso diurno.
A mí también me gusta, sobretodo cuando la fémina en cuestión cree que el mundo soy yo.
ResponderEliminarTambién estoy con la mente un poco aturdida.
Un beso matutino.
Voy a tener que leerte desde el principio porque con dos entradas me has dejado anonadada.
ResponderEliminarpseudosocióloga: Gracias, pero todo tiene su evolución. Gracias por los comentarios. Un saludo.
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