martes, 22 de mayo de 2018

¿En qué idioma existe tu vacío?

Te quiero inefable, pero te necesito concreta
Amar es ese goce ingenuo de sentirte a salvo en el cuerpo del otro
Aunque todo cuerpo implique una huida

Por eso dejemos de hablar de heridas, hagámoslo de fracturas
Son más feroces, más definitivas, menos evidentes
La fractura también es ceremonia
Es recordar al día siguiente el sacrificio
Las fronteras de manos congeladas, los secretos invadidos y devorados

Pero hoy sólo puedo escribir para decirte que la distancia es mentira
Que tu ausencia es ineficaz como un dios
Que olvidarte sería un esfuerzo que mis manos no se pueden permitir
Que recordarte es un hogar
Aunque el amor se convierta siempre en un dolor salvaje y grosero

No necesito que me salves
Solo quiero que ames mi enfermedad
Me pienses y te corras.

***
La epifanía sutil está al alcance de todos, no hay que ser un gran escritor, no hay que pensar en el arte con mayúsculas, ni masturbarnos en ridículos círculos literarios de red social para percatarnos que dotar de cierto orden nuestro caos interior otorga una trascendente paz intelectual que no es posible de otra forma. Así de simple. Demiurgos y mendigos delante de la página en blanco. Coger carrerilla y lanzarnos hacía la luz. Quemarnos. Explotar. Y recordarnos. Como el niño que se inventa un final feliz para una película mediocre. Como el decadente que canta desde su agujero una bonita balada de héroes y fracasos. Qué fácil es regodearse en la fascinación del abismo, lo respeto, pero ven, dame la mano, sal al exterior, observa: todo sigue igual, hemos asesinado a los dioses, ya no hay nadie a quien echar la culpa, ¿qué importa la nieve, qué importa el pasado? Sigue adelante. Vive. Y no mires atrás.

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