jueves, 5 de septiembre de 2019

Otra inútil entrada sobre política.

Escribir sobre la actualidad política en España es como un mal vicio: contraproducente, improductivo y repetitivo (no voy a contar nada nuevo); pero no puedo evitarlo, leo un par de artículos mientras desayuno, escucho por la radio las declaraciones de unos y de otros y me veo impelido a lanzarme airado contra el teclado con ganas de desahogarme y compartir cuatro o cinco obviedades. No sé ni por dónde empezar. Primero sería hablar sobre el titular del periódico digital elconfidencial: “Sánchez rechaza una investidura "gratis" de Podemos: solo la aceptará con un acuerdo”. Es decir, prevenido ante la idea de que Pablo iglesias podría darle los votos gratis de la investidura pero sin aceptar la chorrada programática de ayer y pasando a la oposición, advierte que no aceptará ser el candidato oficial y que eso llevará a elecciones.

Hablemos también del programa electoral que enseñaron el martes, esas 370 medidas para las cuales han pasado todo el mes de agosto hablando con varios colectivos sociales. Lo primero es que, según leo en Twitter, muchos de estos colectivos han acusado a Pedro Sánchez de reunirse con ellos solo para hacerse una foto, sin aparecer ninguna de sus sugerencias en esas medidas. Pero dejando aparte el postureo y la pérdida de tiempo, lo más grave y bochornoso es que esas medidas vienen sin ningún tipo de memoria económica, es decir, no sabemos de dónde van a sacar el dinero para llevarlas a la práctica, y por la generosidad de algunas de ellas (actualizar de nuevo las pensiones por el IPC) ni siquiera están teniendo en cuenta la próxima recesión. Pero además muchas de ellas son meros deseos sin concretar: (310. Atraer talento internacional, 181. Reforzaremos los mecanismos de participación de la juventud en las instituciones y crearemos un parlamento joven) o cosas directamente surrealistas: (Reactivaremos la Mesa Estado-Comunidades autónomas del videojuego)

Afirman que quieren llegar a un acuerdo con Podemos y para ello les darán cargos en organismos públicos (organismos que todavía tienen cierto prestigio porque son neutrales, como el CIS, CGPJ o el Defensor del Pueblo), pero ayer en una entrevista en Onda Cero a José Luis Ábalos, esté ni siquiera sabían cuales eran exactamente, porque a ver, ¿acaso importaba?. Al igual que tampoco importa que sea de nuevo Carmen Calvo, la que filtró WhatsApp y ofertas manipuladas de forma burda por Photoshop, quien dirija de nuevo las ‘negociaciones’.

            En el otro lado tenemos a Pablo Iglesias. Siempre diré que es un personaje inteligente, sabía desde el principio lo que pretendía Sánchez, por lo cual va a lo suyo: ahora toca irse de plato en plato (ayer en el Los Desayunos de TVE, hoy estaba en Telecinco), hablando en tono electoral: “Aceptar su veto ha sido un acto de generosidad inédito en este país, puedo permitir esa humillación personal, pero no puedo permitir que humillen a nuestros casi cuatro millones de votantes […] ya he soportado las cloacas policiales y del Estado; si Sánchez quiere elecciones, adelante, pero es su responsabilidad, la única opción si quiere nuestros votos es entrar en el Gobierno”.

            Luego ves este vídeo de Revilla increpando a un camarero por insultar al Pedro Sánchez, haciendo declaraciones posteriores en las que amenaza con ir al día siguiente para hablar con el dueño de ese establecimiento… no sé, ¿estoy a favor de que se insulte a un político por la calle? No, siempre he defendido el respeto y la educación, pero, ¿cómo gestionar la indignación al percatarte de cómo nos están tomando el pelo? ¿Cómo gestionar la frustración al darte cuenta que para ellos, da igual el sesgo político, lo importante es mantenerse en el cargo, la lucha de egos, el tacticismo, las pequeñas victorias mediáticas a golpe de tweet, visita en el plato o entrevista pactada? Da igual que ‘el relato’ sea obscenamente burdo y ridículo; da igual que se use un lenguaje torpe, fruto de alguna ocurrencia de un asesor puesto a dedo, para intentar enmascarar la inanidad del discurso, como el término ‘gobernanza’ o ‘la tercera vía’. Da igual. Por eso puedo afirmar que soportar el insulto debería estar dentro del sueldo de político, ¿qué opciones de desahogo, de acción directa nos quedan? Pero no, Revilla se puede permitir el lujo de encararse con un ciudadano, como un matón de barrio, porque la democracia en este país es permanecer sonrientes y callados hasta las próximas Elecciones Generales, esas que costarán 180 millones de euros de nuestros impuestos, para que este gatopardismo rancio que arrastramos desde tiempos de Franco siga adelante. Qué asco de país.

1 comentario:

  1. Revilla es tan autentico como las tetas de yola berrocal. A estos politicos-payasetes les tengo más miedo que a un terremoto.

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