viernes, 6 de septiembre de 2019

Arthur Schopenhauer - El arte de conocerse a sí mismo

01.
Desear tan poco y conocer tanto como sea posible ha sido la máxima principal que ha guiado mi existencia; pues la voluntad es nuestra parte más vulgar y mezquina; como a los genitales, tenemos que ocultarla, aunque unos y otra se hallen en las raíces de mi ser. Mi vida es heroica, no definible en términos pequeño-burgueses o mercantilistas, y menos en los que cuadran al común de las gentes, que no conocen otra existencia que el trajinar diario de cada individuo; mal pudiera, pues, afligirme al constatar cómo me veo privado de todos aquellos aditamentos de la vida convencional del sujeto típico: cargo público, hogar, relaciones sociales, esposa e hijos. La vida de tales personas se reduce a asuntos de esa índole; la mía, en cambio, es de tipo intelectual, y su despliegue gradual e ininterrumpido durante los cortos años en que dura la plenitud intelectual y su libre ejercicio está destinado a beneficiar con sus frutos a siglos enteros de la humanidad.

18
            En un mundo tan profundamente vulgar como el nuestro, todo aquel que no lo sea debe necesariamente aislarse, y esto siempre ha sido así de hecho. Cuando más se pueda uno apartar de la compañía de los hombres, tanto mejor se hallará. Así como el hambriento debe hacer caso omiso de una hierba incomestible o incluso tóxica, así debe obrar con respecto a los hombres quien sienta la necesidad de socializar, dada la naturaleza de éstos. Por lo tanto, es una rara y enorme suerte disponer de cualidades suficientes en la propia persona como para no tener que acudir, por fastidio o aburrimiento consigo mismo, a la compañía de los otros.

24.
            Quien hasta los cuarenta años cumplidos no ha asumido la carga de tener esposa e hijos, poco debe de haber aprendido si más tarde se decide a hacerlo. Es como si hubiera recorrido a pie las tres cuartas partes de un trayecto que normalmente se efectúa con diligencia, y quisiera cubrir la parte restante del mismo con el billete de todo el viaje. Lord Byron: “Cuanto más observo a los hombres, menos los soporto; si pudiera decir lo mismo de las mujeres todo estaría bien.”; Petrarca: “Quien busque la tranquilidad que evite a la mujer, fragua perpetua de disputas y penalidades.”

29.
            Uno debe estar imbuido de la convicción, y no olvidarla nunca, de que ha descendido a un mundo poblado de seres moral e intelectualmente lamentables que le son extraños, y a los que debe evitar a toda costa; debe considerarse a sí mismo como un brahmán entre sudras y parias, y a actuar en consecuencia. A los pocos que son mejores se los debe estimar y honrar en la medida en que lo sean. Uno nace para  aleccionar al resto, no para acompañarlos. Debido a la envidia inherente a la naturaleza humana es inevitable que quienes carecen de ingenio y destreza alberguen una animadversión recóndita contra quienes se hallan más elevados que ellos [… ]; esta inferioridad la disimula tan instintivamente como un insecto que se hace el muerto; pues la disimula ante sí mismo.

34.
            […] Si uno se fija cuidadosamente en los aspectos repugnantes de la fisonomía y en los modales de los hombres cuando los conoce por primera vez, sentirá un rechazo a tratarlos más de cerca, lo cual debe ser siempre bienvenido. Los hombres son como aparentan ser; y no cabe decir nada peor de ellos. Para avergonzarnos de ser personas basta con contemplar aquellos rostros a los que aún no hemos logrado acostumbrarnos. Es siempre desconcertante y a menudo peligroso el que la apariencia y la realidad diverjan mucho entre sí; por ello, me alegro de que el mundo se presente ante mis ojos tan aburrido como lo es para mi razón […] Ninguna deuda se salda tan fielmente como el desprecio.

1 comentario:

  1. Schopenhauer, lo amas y lo ahorcas a la vez. Un tipo genial y visceral que soltaba verdades como puños aunque fuese un poco cenizo. Saludos.

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