jueves, 28 de marzo de 2019

Nuevas formas de precariedad laboral.

Glovo nació en Barcelona hace cuatro años y opera en treinta y ocho ciudades españolas. Al principio pagaba 3,75€ por pedido a los repartidores y cobraba 4,5€ al consumidor. Dos años más tarde, cambió su sistema: rebajó el precio al usuario y pasó a pagar 2,50€ por pedido, con variable por distancia y mejor valoración si trabajas en horas de alta demanda (noches de fin de semana y días de partido) y clima muy desfavorable. Para trabajar con ellos hay que darse de alta como autónomo y adelantar los 65 euros de los materiales: una mochila, una batería portátil y un soporte que fija el móvil al manillar. La cuota de autónomos es de 50 euros mensuales durante el primer año, pero asciende progresivamente hasta los 280 euros a partir del segundo.

            Otra forma de precariedad es la disponibilidad total, no solo para los trabajadores pendientes de una app que les marca el próximo servicio, sino también para aquellos que son contratados a media jornada y que en la otra media son reclamados por el supermercado o el restaurante para cubrir un pico de actividad. Todos saben que si llegas tarde o dices que no vas, te quedarás fuera en el próximo pedido, llamada, servicio, envío, turno. Miles de trabajadores mantienen la misma disponibilidad cuando ya han terminado sus jornadas, salido de sus empresas, desconectado ordenadores o entregado trabajos. En cualquier momento una llamada, un correo que leerán nada más sonar, o un WhatsApp que ya ni siquiera va precedido de una disculpa, les reclamará para resolver un imprevisto, una urgencia, o ni eso, la pura rutina que ya no puede esperar a la mañana siguiente. Eso sin contar la hora de descanso para comer, el tiempo de desplazamiento, o las horas extra que no se pagan, aquí dejo un artículo: El 50 % de los empleados hace horas extra, la mitad sin cobrar, todos estamos imbuidos en la exigencia hiperproductiva y el miedo a perder el trabajo.

            Vivimos de facto una distopia a lo Huxley, donde se han cargado la jornada real de ocho horas; y lo peor es que ha sido de forma innecesaria, porque una distribución igualitaria y horizontal permitiría a la humanidad entera vivir con cuatro horas de trabajo diarias sin ningún problema. En plena campaña electoral, donde nos prometen de todo sin explicarnos de dónde van a sacar el dinero para sufragarlo, como si fuéramos niños pequeños a los que hay que distraer para que no molestemos más, no estaría mal recordar que solo ha pasado un siglo desde la huelga de La Canadiense donde se consiguió nuestra jornada laboral de ocho horas. La llamada “economía colaborativa” (y aquí podéis meter a cualquier empresa que presuma de ello), es la nueva forma de precariedad laboral y, por desgracia, sin una legislación que proteja al trabajador, cada vez que pedimos comida a domicilio por Glovo o cualquiera empresa parecida, la estamos perpetuando.

2 comentarios:

  1. El mundo cambió, seguramente el futuro traerá otras nuevas formas,pero el que trabaja ahí es porque lo demás es peor, o siquiera tiene nada más.

    El haber mucha población en demanda de " algún tipo de empleo" hará
    que la gente tenga que " trabajar" por menos dinero o en empleos más precarios, o sea si hubiera poco o nada de paro , habría "empleos"que se quedarían sin cubrir...

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    1. Hola muchacha. Sí, está claro que al existir tanto paro las empresas pueden permitirse cambiar a peor las condiciones de sus ofertas de empleo, es casi inevitable en un país donde la ley laboral se cambia siempre a peor y los sindicatos ni están ni se les espera.

      Pero yo quería incidir con mi entrada, o eso intentaba, en incidir en un hecho menos obvio, y es cómo nos engañan llamándolo “economía colaborativa” cuando es otro tipo de explotación más, donde son los propios clientes coparticipes de esta explotación al usar estos servicios. ¿Cuántos de nosotros nos preocupamos por las condiciones de trabajo de un empleado en un local 24 horas un domingo, o de un teleoperador que te atiende de madrugada un sábado, o de un chaval que te trae en bicicleta un pedido de comida, o cuando compramos compulsivamente en Amazon y pagamos servicio 24 horas, o cuando pedimos un Uber? Ahí también está parte del problema, en esa falta de honestidad por saber cómo algunos servicios son tan baratos. Pero esto viene de lejos, ¿acaso nos preocupamos del motivo por el cual el precio de la ropa en las empresas de Inditex es tan caro? Luego vemos algún reportaje en Salvados, nos indignamos unos días, y a la semana siguiente se sigue yendo al Primark a comprar…
      Un saludo 😉

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