Podría objetarse que muchos que son capaces de los placeres superiores, a veces los posponen a los inferiores, por la influencia de la tentación. Pero esto es bien compatible con una apreciación total de la superioridad intrínseca del placer más elevado. Por debilidad de carácter, los hombres se deciden a menudo por el bien más próximo, aunque saben que es menos valioso; y esto tanto cuando la elección se hace entre dos placeres corporales, como cuando se hace entre lo corporal y lo espiritual. (…) La capacidad para los sentimientos más nobles es en muchas naturalezas una planta muy tierna que muere con facilidad, no sólo por influencias hostiles, sino por la mera falta de alimentos. En la mayoría de las personas jóvenes muere prontamente, si las ocupaciones a que les lleva su posición, o el medio social en que se encuentran no son favorables al ejercicio de sus facultades. Los hombres pierden sus aspiraciones elevadas como pierden su agudeza intelectual, porque no tienen tiempo ni oportunidad para favorecerlas. Se adhieren a los placeres inferiores, no porque los prefieran deliberadamente, sino porque son los únicos a que tienen acceso, o los únicos de que pueden gozar duraderamente. Podría preguntarse si alguno que haya permanecido igualmente próximo a ambas clases de placer, ha preferido serena y conscientemente el inferior; si bien es cierto que muchos de todas las edades han fracasado en el intento inútil de combinar ambos.”
John Stuart Mill “El utilitarismo”
Una de las partes más importantes de la filosofía de Stuart Mill se basa en que concibe la política democrática como un mecanismo fundamental para el desarrollo moral de los individuos y cree que la participación política, junto a una educación adecuada, es esencial para la formación de buenos ciudadanos. De no ser así el poder administrativo se extendería progresivamente y los ciudadanos, carentes de información, serían incapaces de controlar a los poderosos. Una verdadera democracia, con ciudadanos informados y formados, es un buen mecanismo para contrarrestar la manipulación y defender la libertad individual. Por otro lado Mill no niega que la felicidad sea más sencilla de conseguir en el ignorante que en el intelectual, lo que afirma es que, pese a todo, merece la pena inclinarnos hacía el conocimiento y la satisfacción de los deseos intelectuales porque algunos tipos de placer son más valiosos que otros, su estimación no depende solo de su cantidad sino también de su calidad. Es una reformulación trascendente sobre el principio del placer que enfatiza el papel del desarrollo intelectual y el autorespeto en la consecución de una vida más satisfactoria. Vosotros qué preferís ser, ¿un Sócrates insatisfecho o un cerdo satisfecho?
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