Recapitulemos:
A pesar de que Arcuri fue condenado en 2009 por provocarle lesiones a Rivas,
esta decidió volver con él y ambos montaron un hotel rural en una isla
italiana. En 2016, sin embargo, la mujer decidió irse. Cogió a sus hijos y se
escondió en su pueblo (Maracena, Granada). Él denunció los hechos y una
sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 3 de la capital andaluza le
obligó a entregar los niños al padre.
Ella, sin embargo, optó por no acudir al
punto de encuentro y decide huir. Y se mantiene durante casi un mes en paradero
desconocido –excepto para sus abogados, asesores, familiares, vecinos del pueblo,
amigos, etcétera… vamos, todo el mundo menos la guardia civil-, con los hijos
secuestrados. Mientras tanto envía dos instancias al Tribunal Constitucional, las
dos rechazadas, peticiones directas a Rajoy, altos cargos del tribunal,
etcétera. Ahora después de “entregarse” es finalmente puesta en libertad
provisional por el juzgado de guardia, una situación anómala, dado que le
permite estar con sus hijos al tiempo que el Juzgado número 2 la investiga por
secuestrarlos.
Hay
otros testimonios que se salen de la línea de quitar la presunción de inocencia
al exmarido, como La
carta de la primera pareja del exmarido de Juana donde indica que convivió
diez años con él, que es un pacifista, con una madre feminista, y que ha
seguido en contacto con él y nunca observó nada extraño en su convivencia con
Juana. O los equipos psicosociales de los juzgados de Familia que han hablado con los niños –no olvidemos que
uno de ellos tiene once años-, que aseguran en su informe que no muestran ningún tipo de stress con la idea de seguir viviendo con su padre y seguir con la vida que llevaban hasta ahora en Italia. En su fallo
de abril, la sala de la Audiencia cree que, con la denuncia, Juana Rivas
buscaba "el presumible propósito de eludir la aplicación de la
norma". Era la vía para parar la devolución de unos hijos a la que era su
casa. Luego vino la recogida de firmas y la resurrección de la sentencia de
2009. Lo de la recogida de firmas también es escandaloso, la realizó con Vanessa Skewes, la mujer
que aparece en varias fotos el año pasado, exigiendo más protección para los hijos de los maltratadores, y que impulsó
la campaña de Change.org, denunciando malos tratos de su ex marido y que un
juzgado de Alicante había entregado sus dos hijos menores de edad a un padre
maltratador. El tiempo ha demostrado que todo fue un gran montaje, Vanessa Skewes es una mentirosa que ha inventado cada denuncia y acusación, ¿por qué esta información no ha tenido tanta relevancia en los medios de comunicación?
Juana podría perfectamente haber tramitado su divorcio en Italia y haber denunciado allí los presuntos maltratos de su marido. Hubiera obtenido la custodia de los hijos sin problema, pero eso sí, en Italia. Y creo que este es el matiz que no se tiene en cuenta. Esta señora lo que no quiere es quedarse en Italia, quiere tener la custodia de sus hijos en España, pero eso no es posible si se aplica la ley establecida, solo puede obtenerla si el padre es un peligro para ellos, es decir un maltratador. Para ello se instrumentaliza una condena del 2009 fruto de una denuncia cruzada debido a una pelea en la que los dos fueron agresores y agredidos a la vez. Según Francesco Arcuri aceptó la sentencia de malos tratos para poder seguir viendo a su hijo, y por ese mismo motivo retiró su propia denuncia. Hay que añadir que Juana quebró la orden de alejamiento apenas dos meses después, y que, cuatro años más tarde, después de otra pareja, ella se fue a la isla de Carloforte, en Cerdeña, donde vivió con él y tuvo su segundo hijo. Pero resulta que en el caso actual Juana no aporta ninguna evidencia de maltrato en su convivencia en Italia. Es más, uno de los testigos de esos “malos tratos”, un tal Stefano según la denuncia puesta en España por Juana el año pasado, niega esa versión y se posiciona a favor de Francesco.
Juana podría perfectamente haber tramitado su divorcio en Italia y haber denunciado allí los presuntos maltratos de su marido. Hubiera obtenido la custodia de los hijos sin problema, pero eso sí, en Italia. Y creo que este es el matiz que no se tiene en cuenta. Esta señora lo que no quiere es quedarse en Italia, quiere tener la custodia de sus hijos en España, pero eso no es posible si se aplica la ley establecida, solo puede obtenerla si el padre es un peligro para ellos, es decir un maltratador. Para ello se instrumentaliza una condena del 2009 fruto de una denuncia cruzada debido a una pelea en la que los dos fueron agresores y agredidos a la vez. Según Francesco Arcuri aceptó la sentencia de malos tratos para poder seguir viendo a su hijo, y por ese mismo motivo retiró su propia denuncia. Hay que añadir que Juana quebró la orden de alejamiento apenas dos meses después, y que, cuatro años más tarde, después de otra pareja, ella se fue a la isla de Carloforte, en Cerdeña, donde vivió con él y tuvo su segundo hijo. Pero resulta que en el caso actual Juana no aporta ninguna evidencia de maltrato en su convivencia en Italia. Es más, uno de los testigos de esos “malos tratos”, un tal Stefano según la denuncia puesta en España por Juana el año pasado, niega esa versión y se posiciona a favor de Francesco.
Demasiadas
cosas extrañas para mantener este circo de posverdad mediático que tanto gusta
a los progres despistados y a las feministas de red social, que ya solo por ser
mujer lanzan su lobby sin pensar que quizás están pinchando hueso intentando
fabricar otra mártir del heteropatriarcado. Pero España es diferente, si fuera un
hombre el protagonista de esta triste historia, aparecería en la noticia de
sucesos de violencia machista que no falta nunca a la hora de comer, pero aquí parece
que nos encanta ver a esa madre llorosa que grita proteger a sus hijos a la
puerta del juzgado, sin que nos atenace la sospecha de que las cosas no sean
tan sencillas y que, quizás, solo quizás, estemos ante otro uso espurio de la
violencia de género.
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