Al principio pensé que le iban a otorgar el indulto. Cuando ayer vi las imágenes de la familia despidiéndose de él me quedé atónito. A fin de cuentas, por las informaciones de todos los medios parecía totalmente injustificada y desproporcionada. Todos los titulares eran los mismos: “Seis años de cárcel por pagar 79€ con una tarjeta falsa”. Los artículos hablaban de injusticia, vías legales agotadas, informes desfavorables de la Fiscalía y el tribunal, reunión con el PSOE de Granada y comunicado posterior dónde apoyaba al joven, etcétera. Más de 182.000 firmas de ciudadanos en una campaña de Change.org que apoyan que le sea concedido el indulto –esto es una chorrada pero da una idea de cierta movilización por redes sociales-, la familia sin saber siquiera a qué se refieren con “banda criminal”…
A mí todo esto me parecía un poco insólito, quiero decir, vale que la justicia está politizada y hay sentencias de chiste, pero aquí faltaban datos. Y efectivamente, hoy en Twitter he visto esta imagen que pongo al final del post y me he decidido a buscar la sentencia y más información contrastada.
Nuestro querido protagonista siempre afirmó que él no tenía nada que ver con las tarjetas y que solo hizo una compra de bebidas en un supermercado. Pues en la sentencia lo que se prueba es que era el encargado material de la fabricación de las tarjetas, se encontraron en su casa lector grabador de tarjetas, una carpeta verde con plantillas y datos bancarios, pasaportes falsos, etcétera. Además, se calcula que se han utilizado esas tarjetas por un fraude cercano a los 22.000€… ¿a qué ahora no os parece tan extraña la sentencia?
En el 2010 se sentenció en primera instancia a doce años de cárcel por pertenencia a banda criminal y estafa. Posteriormente, la sentencia fue rebajada a la mitad, por la propia Audiencia Nacional, y confirmada por el Supremo. La banda criminal a la que pertenecía este sujeto, según consideraron probado dos tribunales de la Audiencia Nacional (juzgador y recurso) y el Supremo (amén de Fiscalías, juez de instrucción, etcétera) se dedicaba a clonar tarjetas y hacer pequeños cargos a los auténticos dueños de las tarjetas. El que le pillaran en uno no implica que fuera el primero obviamente.
Todo esto no deja de ser una mera anécdota que ejemplifica una realidad en España: la desinformación absoluta, la tendencia al titular, los becarios en los periódicos y su “copia y pega” sin hacer una labor seria y rigurosa de investigación. Y por parte de los lectores es mucho peor: no hay tiempo para leerse el artículo completo, nos basta con comprar el titular, no hay ganas de contrastar la noticia, de utilizar el sentido común, estamos alienados en cierta “suspensión de la incredulidad” y cuanto más maniquea y simple sea la cuestión de la discusión mejor nos viene para deglutirla y pasar a la siguiente píldora informativa.
1984 está aquí, ya casi lo han conseguido, por eso recordad: "La guerra es paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia es la fuerza".
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