Hace poco me preguntaron
en Ask si prefería la calma de Murakami o la procacidad y sordidez de Bukowski,
contesté que quería vivir como Murakami pero que mi teclado estaba enamorado de
Bukowski. Ayer llegué del trabajo, cansado como siempre, y tenía en mente
hablar de Pablo Iglesias y su órdago al PSOE, admiro su inteligencia, su
oratoria, su tacticismo. Sin embargo me dio pereza y me fui a la cama. En años
anteriores, cuando estaba consumido por la decadencia, no hubiera sido así:
antes de llegar a casa hubiera parado en alguna gasolinera a comprar una
botella de alcohol y me hubiera puesto delante del ordenador a escribir durante
horas, hasta las cinco o las seis de la mañana, aturdido por la depresión, por
el desprecio, por el anquilosamiento sentimental, por todas esas cosas que
restañan la banalidad de escribir por y para nadie, aislado y contrito, con esa
quemazón de dar significado a los días incluso a pesar de uno mismo, sin
objetivo ni transcendencia, con una infelicidad obsesiva, pero sin esa tibieza
indecorosa, plácida, abúlica y torpe del que tiene su vida inmersa en la rutina
y prefiere dormir ocho horas a crear. Naturalmente hay muchos tipos de
literatura, hay muchos tipos de obsesión y de objetivos. Quizás el problema sea
solo mi punto de vista, limitado y reduccionista. Nunca me hagáis caso.
Cinco años con el blog.
Esta noche me resisto a la pereza. Quizás estoy un poco melancólico. La
playlist también: Nick Drake. Pienso en su biografía: cantautor y músico
inglés, atractivo y de gran talento, conseguía tejer unas canciones perfectas,
pero su timidez patológica le impedía fascinar al público en sus conciertos,
como un poeta que recita en voz baja, sin aspavientos, convencido de que sus
poemas musicales harán todo el trabajo, cuando lo importante es venderse y
hacer ruido. Cayó en una depresión, dejo la maqueta de su tercer disco en la
recepción de su discográfica, una preciosidad grabada en dos noches, canciones
acústicas que a pesar de estremecer por
su intimidad y virtuosismo tampoco tuvo ningún éxito comercial, y se retiró a
casa de sus padres. Dos años después moriría por una sobredosis de
antidepresivos. Décadas después se le considera uno de los artistas más
importantes del siglo XX. Vaya mierda de justicia poética, yo más bien diría
que es otro nauseabundo ejemplo de conjura de necios. Por eso es mejor escribir
para ti, venderte solo a ti mismo, disfrutar el momento.
Pero siempre hay
“analgésicos”, es decir, ejemplos que te permiten recuperar la fe en el género
humano. Poetas con talento que buscan su voz propia, poemarios que naufragan en
temas diferentes, comprometidos, insólitos (Break on through to the other side)
y que brillan sobre la enorme montaña de mierda que nos rodea.
Políticos con ideología,
que se emocionan cuando hablan con la gente a pie de calle, que quieren cambiar
el país, por pura responsabilidad ciudadana, porque saben que la rebeldía es el
único refugio digno de la inteligencia frente a esa mezcla aberrante de
ignominia y pasividad que reina en España.
Aunque supongo que el
mayor analgésico lo encuentras en uno mismo, en esa canción, en esa película
–tenéis que echar un vistazo a la serie “Leftovers” y a la nueva película de
Tarantino “Los odiosos ocho”-, en resistir la inercia de la muerte neuronal
creado, escribiendo, leyendo.
Como no sé cómo acabar
volveré a la política, el resumen sería así: para Pedro Sánchez cruzar el
Rubicón será este sábado 30, cuando vaya al Comité Federal socialista, donde
los barones del PSOE –incluyendo a Felipe González, Rubalcaba, Madina Y Susana
Díaz- sacarán las dagas afiladas. La jugada de Pablo iglesias ha sido perfecta,
si sale el pacto será vicepresidente, si no funciona líder de la oposición,
porque Podemos podrá culpar a los socialistas de ser los responsables de que
Rajoy siga vivo y que se repitan unas elecciones donde estará mucho más cerca
el sorpasso. Y Rajoy se limita a esperar que Sánchez se estrelle, para luego
intentar pactar su investidura con quién llegue más tarde. Ciudadanos, la
muleta tonta del PP, bisagra prostituida del bipartidismo, se queda fuera del
marco sin capacidad de decisión o influencia. Albert Rivera jamás se lo
perdonará a Pablo, Jamás. House Of Cars Español. Más casposo, más irritante,
pero igual de divertido. Compren palomitas: para bien o para mal esto continúa.
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