Escribió Clarissa Pinkola: “El que no sabe aullar no encontrará su manada”. Todo empieza con un “no”: no ames, no sientas, no exijas compasión de tu entorno. El talento se trueca discordia cuando cumples años. Como esa pobre nínfula que pide con sonrisa anhelante una poesía de amor y solo conseguirá al final de la noche que se corran en su cara. Por eso tienes que mantener intactas las mentiras. Solo somos pedazos de huidas. La vida, ese regalo titánico, meandros de orín murmurando carpe diem, como un cristal roto que brilla por ti, como un satélite moribundo que solo puede amar desde la oscuridad. Frigidez y transpiración. Resiste, inhala pegamento, sonríe a las sombras, siéntete vulgar, menstrua pájaros rojos y azules, ten hijas matricidas, dibuja trampas y afonías. Y cuando termines, juega a ser poesía, padece de orgasmos e intenta no llorar demasiado.
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¿Sobre qué escribir?
Quizás el único consejo que puedas darte a ti mismo es intentar que acto creativo
de literaturizar tu confusión interior siempre sea estimulante y divertido.
Como decía el poeta mexicano José Emilio Pacheco: “Por el momento nada me
ampara sino la lealtad a mi confusión”. Si en algún momento deja de serlo
intenta hacer cualquier otra cosa, vomita, evoluciona, provoca, se intransigente
o contradictorio, pero no te repitas ni te aburras a ti mismo. Eso es la
muerte. Y siempre es necesaria la presencia de público, pero mantén la
distancia y nunca dependas de su respuesta, el aislamiento es el premio, lo
demás solo devorará la poca singularidad que poseas.
El otro día leí el poema “Masa” de Vallejo, y me hizo pensar en el Guernica de Picasso. Dice mucho de nuestro devenir histórico que esa pretendida élite intelectual que todo país debe tener y respetar no haya contribuido con alguna obra donde se refleje la indignación y hartazgo ante la situación política actual. El documental Ciutat Morta casi como única excepción, alguna conferencia en las universidades, un par de discos de Los Chikos del maíz. Todo muy minoritario. En los Goya con su pretendido discurso progre sobre el IVA cultural, sin entender siquiera su propio modelo de negocio –así les va-, en la literatura los más consagrados dando su visión parcial de una guerra civil que nadie nos ha explicado bien. Algunos ensayos muy sesudos sobre economía, José Carlos Diez, el de “la vivienda nunca baja” entre los más vendidos. Y en televisión los mercenarios de la información entorpeciendo todo con ruido y su discurso maniqueo. Ese es el rastro de actualidad. ¿Y la poesía política? Nada. Aquí los editores solo les interesa temas de desamor y sexo. Casi hay que disculparse, justificarse, si algún poema trata sobre feminismo, violencia doméstica, sobre los refugiados, sobre la pobreza energética.
Leí hace tiempo un artículo de Pérez-Reverte en el que indicaba que los únicos antídotos contra la estupidez y la barbarie son la educación y la cultura. Que, incluso con urnas, nunca hay democracia sin votantes cultos y lúcidos. Y que los pueblos analfabetos nunca serán libres, pues su ignorancia y su abulia política los convierten en borregos propicios a cualquier esquilador astuto, a cualquier lobo hambriento, a cualquier manipulador malvado. También en torpes animales peligrosos para sí mismos, en lamentables suicidas sociales. España es así, siempre lo ha sido, además de cainita y torpe, ¿cómo se explica de otra manera que Rajoy haya sido presidente del Gobierno? ¿Cómo se explica la falta de responsabilidad cíudadana de los intelectuales?
El otro día leí el poema “Masa” de Vallejo, y me hizo pensar en el Guernica de Picasso. Dice mucho de nuestro devenir histórico que esa pretendida élite intelectual que todo país debe tener y respetar no haya contribuido con alguna obra donde se refleje la indignación y hartazgo ante la situación política actual. El documental Ciutat Morta casi como única excepción, alguna conferencia en las universidades, un par de discos de Los Chikos del maíz. Todo muy minoritario. En los Goya con su pretendido discurso progre sobre el IVA cultural, sin entender siquiera su propio modelo de negocio –así les va-, en la literatura los más consagrados dando su visión parcial de una guerra civil que nadie nos ha explicado bien. Algunos ensayos muy sesudos sobre economía, José Carlos Diez, el de “la vivienda nunca baja” entre los más vendidos. Y en televisión los mercenarios de la información entorpeciendo todo con ruido y su discurso maniqueo. Ese es el rastro de actualidad. ¿Y la poesía política? Nada. Aquí los editores solo les interesa temas de desamor y sexo. Casi hay que disculparse, justificarse, si algún poema trata sobre feminismo, violencia doméstica, sobre los refugiados, sobre la pobreza energética.
Leí hace tiempo un artículo de Pérez-Reverte en el que indicaba que los únicos antídotos contra la estupidez y la barbarie son la educación y la cultura. Que, incluso con urnas, nunca hay democracia sin votantes cultos y lúcidos. Y que los pueblos analfabetos nunca serán libres, pues su ignorancia y su abulia política los convierten en borregos propicios a cualquier esquilador astuto, a cualquier lobo hambriento, a cualquier manipulador malvado. También en torpes animales peligrosos para sí mismos, en lamentables suicidas sociales. España es así, siempre lo ha sido, además de cainita y torpe, ¿cómo se explica de otra manera que Rajoy haya sido presidente del Gobierno? ¿Cómo se explica la falta de responsabilidad cíudadana de los intelectuales?
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