No sé por qué últimamente
escribo sobre metaliteratura, no creo saber más sobre estos temas que
cualquiera que haya actualizado su blog más de un año. Quizás reflexionar sobre
el acto mismo de leer y escribir sea una consecuencia de mi falta de vocación. Y
que es más fácil orquestar una entrada así que un relato sobre como un
decadente se folla brutalmente a una groupie de Madrid durante una calurosa
noche de verano. De todas formas resulta un poco estúpido, es como si fuera a
comprar una barra de pan y el panadero en vez de atenderme empezara a hablarme
de marcas de levadura y harinas, del tiempo de la fermentación y amasado. Yo quiero
pan, no quiero explicaciones, no necesito que me desvele ningún secreto. Además
los lectores pagamos con algo más valioso que el dinero: nuestro escaso tiempo
libre. Pero soy presa de mis incoherencias y voy a enfangarme de nuevo en estos
temas. Mi excusa son diez cervezas de calidad media y media botella de vino que
ahora mismo es mi única amiga de confianza. Subamos la música.
Creo que el escritor sin ínfulas
solo se enfrenta a dos problemas: crearse una rutina y esquivar el bloqueo que
produce la página en blanco. Lo primero resulta fácil: escribe como mínimo media
hora todos los días. Da igual si es en Twitter, un diario personal, no importa
si lo haces en los trayectos de metro en una libreta o a actualizando tu blog a
través del móvil. Es indiferente que uses ese tiempo para contestar mails,
comentarios de un blog ajeno o para editar tu biografía de una página de
contactos. Lo importante es acostumbrarte al teclado, ordenar tus ideas antes de
lanzarte, estructurar, ampliar tu vocabulario. Quizás media hora parezca poco,
pero lo importante es la rutina, si cada vez te resulta más fácil, más
divertido, las noches se alargarán sin que tengas que obligarte a nada.
El siguiente problema es
sobre qué escribir. Bukowski cogía un par de cervezas y divagaba
sobre su idiosincrasia personal. Observaba el mundo desde su misantropía elegiaca
y disfrutaba de la prosa poética porque podía dejase llevar sin planes ni
apuntes. Bien. Es cierto que de ahí se desprende un lenguaje muy básico, sin
revisión, intentando decir cosas complejas de forma simple. Pero también es más
divertido porque no requiere tanto esfuerzo. Lo prefiero a esos párrafos que
son como bloques de piedra que tienes que dinamitar leyéndolos una y otra vez,
golpeándolos con el diccionario hasta que se produce una brecha de
entendimiento. Como si los hubieran escrito de pie sufriendo con cada metáfora.
Todo vale, que conste, pero lo ideal sería un punto medio: no caer en la
simpleza del discurso vacío y gañan, pero tampoco es esa pseudo intelectualidad
absurda y eunuca que juega al escondite con el lenguaje volviéndolo artificiosamente
enrevesado e incomprensible.
De todas formas el tema es
sencillo: coge algo que te fascine, alguna materia que domines y vuélcalo en el
teclado. Un ejemplo fácil sería Stephen King con sus novelas de terror. También
puedes fijarte en tu propia biblioteca para averiguarlo, ¿cuál es el género
predominante? ¿La ciencia ficción, la literatura romántica, la erótica? Empieza
por ahí, por algo conocido, escribe algo que te gustaría leer y busca tu propio
estilo. También puedes lanzarte a lo más básico y cercano: uno mismo. Se tiende
a lo confesional incluso en la ficción. El desamor. La frustración. La alienación.
El día a día. La muerte del padre. Del héroe interior. Cualquier cosa vale. Me gustaban
los blogs al principio, pequeñas ventanas al universo particular de completos
desconocidos envueltos en una catarsis exhibicionista. Al final cualquier
menudencia es importante si consigues público. Nos leemos con avidez envueltos
en la endogamia. Puedes echar un vistazo al pasado. O reescribir el presente
desde un súper yo literario.
Todo depende de tu nivel
de exigencia. Hay quienes prefieren que su estilo sea más literario y complejo
y por ello necesitan dedicar muchas más horas a corregir, a desligarse de los
lugares comunes. No quieren perder el tiempo. Tienen planes, vocación y
ambición. Quieren publicar un libro. Escribir es algo necesario en sus vidas. En
su caso no necesitan un tema, solo pulir su flâneur interior y observar el
mundo con curiosidad de cirujano.
Escribir es un placer
solitario. Adelante. Adelante. Adelante. No importa si nos repetimos o nos
plagiamos a nosotros mismos. Siempre será mejor que no escribir. Que la cuota no
aleje demasiado la diversión. Los temas siempre estarán ahí. Incluso podemos
hablar de la NO necesidad de tema. De escribir dos o tres líneas mezclando
simbolismo con masturbación. De grabar un vídeo en el que escribes, en el que
recitas, en el que la complejidad personal se vuelve mundana.
Recuerda que lo importante
no es el aplauso del público, lo único trascendental es no aburrirte a ti
mismo, conservarte siempre como tu mejor y más exigente lector.
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