Nick Drake de fondo. El polvo masturbando el aire en su caída. Sólo me
mantendré despierto una hora. Luego la muerte del sueño sin sueño. Bajar la mano. Ajustar la
herida. El sonido monocorde del teclado. El frío erosiona mi cuerpo. Sucede
dentro y fuera. El hachís intenta combatir la página en blanco. Los bueyes
descansan. La botella de vino acuna mi escaso talento. Quiero ser árbol. Pero sin la obligación de morir de pie.
Dios es un deforme sin carisma. Como la estampa de un dibujo animado. Un gánster
que marca las cartas y fuma ufano un gran puro. Un pequeño gusano que repta por
tu piel y se alimenta de tu decrepitud y tu dolor. Un impotente que odia el
sexo y desgarra tu clítoris. Disfruta cada momento de frigidez insolvente. Ríe
ante cada perdida, mutilación y olvido. Es jodidamente malvado. Reparte sus
dones y luego los arranca con la crueldad de un niño psicópata. Intentamos
desesperados saltar y eludirle, pero sólo conseguimos formar su huella dactilar
en el asfalto. Dios es un violador. Una mastectomía de urgencia. Un
apocalipsis de pus en celo. Es decadencia. Es prosa poética.
Y Dios, en caso de existir,
a quien más odiaría de toda su creación sería al Poeta. En él cebaría todo su
desdén, asco y crueldad. Porque el Poeta habla de cosas que existen y no
existen a la vez. Como los violines de mar. El poeta utiliza aristas de puntos
suspensivos para curar la herida. Su cama huele a cueva y regazo. Tiene mirada
de luciérnaga y flor dormida. El poeta sigue la ropa tirada en el suelo de su
musa dibujando con tiza el camino hacía su cuerpo. Sus labios besan hemorragias
y abismos. Toca el piano en el burdel y habla de amor con los ojos abiertos. El
poeta es hermoso como una iglesia en llamas. E incompleto como un puñal de
plumas.
El poeta, en definitiva, es un hombre de viento que aún no sabe volar.
Y por eso escucha los secretos de las piedras. Porque las piedras hablan, nunca
están en silencio. Los demás lo hemos olvidado, como hemos olvidado desde la
infancia todas las cosas importantes que nos rodean. Pero el poeta las mira a
los ojos, escucha sus ruegos y las dedica sus primeras cartas de amor. Y ellas
se alimentan de su poesía. Y brillan. Por eso, cuando el poeta está distraído,
se meten en su ropa –como pequeños secretos-, y se vuelven más y más pesadas.
No hay que culparlas
Le aman
Y saben
-Porque son ancianas y sabías-
Que no hay otra forma de atrapar
A un hombre
De viento.
De viento.
(Aplausos)
ResponderEliminarRealmente tierno, poeta.
ResponderEliminarAdoro esa canción... pero eso ya lo sabes.
Un beso.
Un hombre de viento que aún no sabe volar...
ResponderEliminarDelicioso y torturador.
"Quiero ser árbol. Pero sin la obligación de morir de pie"
ResponderEliminarGrande
El poeta de las piedras, que bonito y que triste al mismo tiempo, con ese lastre que le impide volar.
ResponderEliminarUn beso escritor y otro por la música.
Joder. Ya sabes lo que pienso de Dios respecto a ti. Quitarte talento? Sería como arrancarte la esencia. No creo que sea posible. Si te mueres. Puede que entonces... tampoco.
ResponderEliminarMe ha gustado. Pero los últimos post duelen. Los tengo clavados como esquirlas.
Besos mi querido poeta.
provocaste una explosión. drake, dios y el viento. tremendo.
ResponderEliminarMe encantó!!!
ResponderEliminarBesos
Es muy bonito lo que has escrito . Un beso.
ResponderEliminarte envidio.
ResponderEliminartanto...
¿Para qué quieres volar?
ResponderEliminarTe sigo, la verdad es que se lo merece tu poesía, decadente.
ResponderEliminarA ver si puedo.
Si veo que es necesario dejaré de seguirte.
ResponderEliminarUn beso.
Pero en principio no veo ningun obstáculo.
ResponderEliminara tus pies... y rendida a tus letras. sólo caben aplausos, niño.
ResponderEliminarun beso.