Siempre me agradaron las
películas de viajes en el tiempo. El concepto de una segunda oportunidad. La
idea en la cual un yo más maduro es capaz de volver atrás y hacer las cosas
mejor. De superar la timidez, de no encomendarse a la necedad del orgullo o L'esprit de l'escalier.
Quizás las despedidas son
lo más complicado. Hay algunas nacen perfectas por la limitación del instante,
como las que se producen en una estación de tren, donde el abrazo, la sonrisa
de lágrimas, nos dejan indefensos, permeables al contexto y el entorno. Luego
están las privadas: el último polvo, beso, la última mirada desinhibida,
desnuda, antes de ponernos de nuevo la coraza.
Otras -la mayoría-, son un desastre. Relaciones estrellándose contra un alzheimer lleno de odio. Gritos. Bofetadas a la pared. Malos recuerdos que se convierten en los últimos y empañan el pasado. Aunque quizás, sobre todo con los amigos, la confianza desaparece sin grandes estruendos. Estamos tan lejos. Tenemos tan poco tiempo libre. Indiferencia. Un año después, cuando te encuentras a esa persona por la calle, no sois los mismos, no hay interés ni curiosidad.
Otras -la mayoría-, son un desastre. Relaciones estrellándose contra un alzheimer lleno de odio. Gritos. Bofetadas a la pared. Malos recuerdos que se convierten en los últimos y empañan el pasado. Aunque quizás, sobre todo con los amigos, la confianza desaparece sin grandes estruendos. Estamos tan lejos. Tenemos tan poco tiempo libre. Indiferencia. Un año después, cuando te encuentras a esa persona por la calle, no sois los mismos, no hay interés ni curiosidad.
Y sé que no he estado a la
altura en alguna de mis despedidas. Sobre todo con ellas. Y a veces deseo que
esa idea inmadura de tener una máquina del tiempo se haga realidad. Pero es
imposible.
Por eso, ahora que he vislumbrado la sombra de Sísifo en la pared, me gustaría despedirme de ti. Justo en este momento, cuando miramos como cae aguanieve por la ventana, tácita belleza, ahora que todavía nos sentimos intactos, invencibles, ahora que nuestra mirada sólo contiene deseo y planes de futuro. Y por eso te cuento cinco secretos, que ahora ya no son secretos, sino canciones y poemas que serán siempre tuyos. Y te recito de memoria las mejores noches que hemos pasado juntos. Las ansiedades que mueren anegadas de belleza en tus ojos. Y te explico porque tu orgasmo en hogar y tu risa panteón. Y sigo hablando hasta que me quedo afónico y empalmado. Hasta que tú, acostumbrada a mis payasadas, me tapas la boca con tu boca y todo se desvanece en esa idea absurda de que yo, al final, también pueda ser inolvidable para ti.
Por eso, ahora que he vislumbrado la sombra de Sísifo en la pared, me gustaría despedirme de ti. Justo en este momento, cuando miramos como cae aguanieve por la ventana, tácita belleza, ahora que todavía nos sentimos intactos, invencibles, ahora que nuestra mirada sólo contiene deseo y planes de futuro. Y por eso te cuento cinco secretos, que ahora ya no son secretos, sino canciones y poemas que serán siempre tuyos. Y te recito de memoria las mejores noches que hemos pasado juntos. Las ansiedades que mueren anegadas de belleza en tus ojos. Y te explico porque tu orgasmo en hogar y tu risa panteón. Y sigo hablando hasta que me quedo afónico y empalmado. Hasta que tú, acostumbrada a mis payasadas, me tapas la boca con tu boca y todo se desvanece en esa idea absurda de que yo, al final, también pueda ser inolvidable para ti.
El día siguiente no me
comentas nada. Pero ya está hecho. Mucho mejor que un seguro de vida: es un
seguro de belleza poética. Como si desde el pasado pudiera acariciar las
arrugas del futuro. Y por eso ya no me preocupa seguir escalando la montaña de
aniversarios ficticios, citas literarias noctívagas, películas, canciones,
caracteres incompatibles, mordiscos, guerras y paraísos. Seguiremos siendo
felices hasta que el faro de la decadencia ilumine el horizonte del naufragio. Y
entonces, aunque duela, como es intrínseco en la herida, nuestra despedida será
perfecta. Porque podrás acordarte y volver a este día. Como en una tragedia
griega todo habrá ocurrido antes de suceder. Como en el eterno retorno de
Nietzsche. Como en un cuento de Borges. Como si hubiera conseguido colarme en
el DeLorean y por una vez, por una sola vez, pudiera volver para despedirme y, a
pesar de mí mismo, hacer las cosas bien.
**
Siempre he sido fiel al
himno que embiste y aniquila
A la lengua voraz que
desnuda todos los infiernos/paraísos
Por eso me acerco de
puntillas a besarte
Para que mi amor de
insecto
Se abrase, muera y
resucite
Contra tu belleza
entrenada
Sólo soy capaz de recordar
la vida
Desde la tinta de tu
regazo
Por eso me trago tu risa
sin masticar
Y beso tus rodillas
Y peino tu caos
Y bailo la música que
escarchan tus heridas
Y justo cuando todo acaba
Y estoy hundiéndome en el
castillo de la nada
Mi gato –ese cabrón
insolente- empieza con sus recriminaciones
Me maúlla que siempre es
mejor follar
Con los ojos cerrados
Para evitar desgracias
terribles
Como el Amor
Es fácil para él
Lleva castrado cinco años
Pero sí
Tiene razón
La próxima vez
Intentaré no enseñar mi
jaula
Tan rápido
¿Quién puede encender un fuego con la leña de su propio árbol?
¿Quién puede encender un fuego con la leña de su propio árbol?
Alucino; La piel de gallina.
ResponderEliminarGracias. A veces las palabras se quedan perdidas entre los dedos, pero otras obedecen con disciplina ;)
EliminarUn abrazo.
Yo tb llevo cinco años muerta
ResponderEliminarYo llevaba casi tres, pero últimamente estoy resucitando. Y sin resaca.
EliminarBesos depresiva.
Joder, qué bonito!! Todo lo que escribes es genial, me ha dejado prendada.
ResponderEliminarMil besos, cari :):):):):)
Yo creía que tendría que escribir algo sórdido para compensar el exceso de paciencia edulcorada del lector, pero me fío de tu criterio ;)
EliminarUn beso cariño. Feliz día.
El encuentro nocturno con tus palabras me es suficiente, puedo llegar a pensar que el día finalmente no ha sido tan malo, al fin y al cabo he sobrevivido, o al menos eso creo cuando veo que soy capaz de sentir emociones leyendo un escrito.
ResponderEliminarBesos, querido escritor.
Un largo adiós o una broma infinita. Madrugada y emociones. Parece una forma bella de sobrevivir. Un brindis de sumiso suicidio. Hace demasiado frío ahí afuera.
EliminarBesos.
Que estupendo escrito, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSiempre me embelesan tus palabras.
Besos.
Lunna.
Intento seguir peleando a la contra, arder en el agua, ahogarme en el fuego.
EliminarGracias por tu lectura.
Y un beso decadente, por supuesto.
EliminarUn beso, R. cada día escribes mejor.
ResponderEliminarEs un placer leerte.
Feliz fin de semana, Una brazo.
Cada día más poeta- Mi querido decadente.
Son fragmentos de un cerebro manchado de vino. Versos que el viento arrastra en variaciones de un mismo paisaje. Con esa vana esperanza de que la gente parezca flores al fin.
EliminarBesos Amapola.
El poeta resucita y acaricia los sentidos.
ResponderEliminarPuede que lo más importante sea atravesar el fuego, o escrutar la locura en busca de la palabra, el verso, la ruta.
EliminarPero sí, el infierno es un lugar solitario, busquemos la caricia.
Un beso querida Desconocida.
Astillitas.
ResponderEliminarHay una cierta ausencia de héroe en la página en blanco, como si la secuela de una resaca indecente fuera el placer del condenado.
EliminarGracias por le lectura.
Un abrazo.