Madrugada, escuchando muy
bajito el último disco de Goldfrapp -una preciosidad-, pensando en deshojar
cuerpos; en la Muerte, noctívaga y esbelta, que me pide con timidez una cita en
la noche otoñal.
Luego, querida, luego, ahora déjame blandir el poema como espada, quiero dejar de cebar el amor y matar con ella. Y luego limpiar los restos de esperma y sangre en sus sabanas de puta.
Luego, querida, luego, ahora déjame blandir el poema como espada, quiero dejar de cebar el amor y matar con ella. Y luego limpiar los restos de esperma y sangre en sus sabanas de puta.
No se pueden dejar
comentarios en el viejo blog decadente, ¿por qué? Quizás quiere estar solo
durante un tiempo, buscar cierta honestidad en el teclado, quizás quiere
inmolarse y no dar explicación por ello, quizás solo sea un pequeño arrebato de
idiotez.
De todas formas queda el correo privado hasta que todo vuelva a la normalidad.
De todas formas queda el correo privado hasta que todo vuelva a la normalidad.
El monstruo púrpura golpea la hoja en blanco, escupe idiosincrasia. Dos veces. Tres. Me siento cansado, triste, desubicado dentro de. Quizás sea la edad, torpe grasa, piel y carne; el tiempo corriendo con mi vida como un perro que intenta esconder su hueso, buscando un lugar solitario donde enterrarlo, manchando la nieve con tinta roja que parece sangre; esa misma tinta que huye del párrafo buscando algo vivo.
Agujas blancas… ¿son
correctas las huellas que dejamos en el sueño? Se nos permiten pocos errores
antes de morir entre clavos, cruces y llamas. Por eso, antes del beso de
gasolina, saca el estilete, baila conmigo ante el espejo, haz saltar chispas y
astillas de tu cerebro de mariposa. Dices que tu alma supura enfermedad y
tedio, ¿qué es el alma? No elijas observar la hermosura de la derrota, el daño
recibido. No elijas ser esparto. Cascabel. Sonido en el Vacío. Inerte. Inane.
Insípido, Insalubre. Carne muerta, fofa, idiota, elegíaca. Sal. Huye. Eres más
que un condicionamiento. Eres un ser
real hambriento de caricias.
Los cocodrilos se enfadan,
ofendo su secreto, escupen relojes de bilis y conocimiento muerto. Preñan mis
ojos con sueños de bombas atómicas. Pero incluso ahí, en la pared de mi jaula,
veo la figura de una pareja, ceniza de fantasmas, en un abrazo único, cabal y
eterno.
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