Sólo quería vivir una pequeña historia de amor. El anuncio podría resultar algo zafio, pero solo pretendía dilucidar entre la superficie de mentes retrogradas alguna con ganas de desvelar filias y cicatrices al unísono. Pero la tal Irene resultó un fraude. De primeras se llamaba Primitiva, ¿quién cojones pone un nombre así a su hija? ¿Era una crueldad, o quizás preveían un destino desagradable a ese feto de meretriz y quisieron allanarle el camino eligiendo ya su nombre profesional?
Primitiva. Joder. Y luego no era una feladora vocacional, simplemente tenía
hambre. Tuve que matarla, naturalmente.
La música
aumentaba su volumen alzándose sobre nosotros, rápida, violenta, agresiva, obligándonos
a intercambiar fluidos con dolor, como auténticos cenobitas, a encharcarme con
la sangre de esa boca violada, a romper esos dientes afilados mientras anillaba
sus pezones con los míos, a penetrar sus oquedades, no las viejas, las nuevas
que abría con mi cuchillo en su costado, en sus mejillas. El dolor me volvía
loco -el ajeno y el propio-, el réquiem que sonaba en mi cabeza alcanzaba el
crescendo mientras intentaba lobotomizarla con mi polla, follarme literalmente
su masa encefálica.
Estaba sumergido en estas ocupaciones cuando aporrearon la puerta. Era la policía. Dos tipos duros, también sin cerebro, como es menester para el cargo. Les dije que solo estábamos jugando, que podría bajar la música, pero que tenía derecho a hacerla gritar todo lo que quisiera. Uno de ellos, en un gesto reflejo, tocó ligeramente la culata de su pistola y me sonrió. Sí, es genial vivir en un estado fascista, la violencia nos une sin remordimientos, es como hablar de futbol, o del PP en Madrid. En otras circunstancias hubieran entrado y me hubieran ayudado, pero tenían que meter una paliza a algún inmigrante o simplemente toquetear a alguna niña que estuviera de botellón. Basado en hechos reales. Se van y sigo con la matanza. Casi siento tener que acabar. Introduzco los pedazos útiles de su cuerpo en el congelador y meto los restantes en bolsas de basura. Dejo una firma de sangre en el techo, soy un artista.
Estaba sumergido en estas ocupaciones cuando aporrearon la puerta. Era la policía. Dos tipos duros, también sin cerebro, como es menester para el cargo. Les dije que solo estábamos jugando, que podría bajar la música, pero que tenía derecho a hacerla gritar todo lo que quisiera. Uno de ellos, en un gesto reflejo, tocó ligeramente la culata de su pistola y me sonrió. Sí, es genial vivir en un estado fascista, la violencia nos une sin remordimientos, es como hablar de futbol, o del PP en Madrid. En otras circunstancias hubieran entrado y me hubieran ayudado, pero tenían que meter una paliza a algún inmigrante o simplemente toquetear a alguna niña que estuviera de botellón. Basado en hechos reales. Se van y sigo con la matanza. Casi siento tener que acabar. Introduzco los pedazos útiles de su cuerpo en el congelador y meto los restantes en bolsas de basura. Dejo una firma de sangre en el techo, soy un artista.
Reflexiono. El
anuncio me ha traído algo inesperado, la red está llena de locura, de
fijaciones, filias, frustraciones, de gente pidiendo cosas que repudia por el
día, cuando intentan no quedarse dormidos en la torre de vigilancia de su campo
de concentración. Amo a las mujeres que saben chupar una polla, que saben
masturbarla en sus pechos, con sus pequeñas y débiles manos. Nosotros nunca aprenderemos
a comerles un coño. Pobres. Pobre. Pobres. Me masturbo demasiado, demasiada
presión en mi mano, demasiado ritmo sin lubricante, demasiados videos sórdidos
enquistándose. Solo disfruto cuando violo el culo de alguna puta sin
preliminares. Ya ni siquiera me gustan las vaginas. Solo me atrae la
cosificación, pechos de cirugía, caras desdibujadas por el carmín y el
maquillaje roto, la posesión brutal que termina en un squirting que me salpica,
borrando cualquier rastro de hipocresía en nuestra animalidad. Te susurro
obscenidades al oído, mi pequeña zorra, mientras te la meto. No busques más, te
duele y te gusta, y la canción romántica que suena de fondo son tus gritos
pidiendo más.
Voy a la ducha.
Debería de revisar esas heridas, pero no tengo dinero. España está en recesión,
la ultraderecha avanza en Francia. Somos mejores, sin duda, ¿tienes dinero?
Perfecto, Papa Estado cuidará de ti. Lo mereces. ¿No tienes? Haznos un favor a todos:
Muérete, estás bloqueando el avance del Estado del Bienestar de la Clase Alta. Tú
no tienes derecho a una educación decente, a una sanidad universal, debes mantenerte
estúpido, seguir con un trabajo basura el resto de tu patética existencia.
Varias
generaciones degradadas a huir del país o a comer mierda. Aunque a muchos se
les ha enseñado desde pequeños a saborearla y a pedir más y más. Incluso dan
las gracias por su ración diaria. Mayoría absoluta, once millones de personas. No
estamos hablando de tópicos, de tus vecinos escuchando el Cara al sol los fines de semana, de ancianos jugando a la petanca y
hablando de la guerra civil, ¿quizás hablamos de analfabetos sin ideas propias
que votan como quien va al supermercado? Tal vez el problema sea mucho más
profundo, una especie de masoquismo ideológico, un maniqueísmo que te impulsa a
ir en contra de tus propios intereses.
Casimiro necesita
olvidar. Escribir sobre sexo es aburrido, todo el mundo ha follado, chupado,
mamado, ha perdido el control en algún momento, ha acometido indignidades,
fuera y dentro, en callejones sórdidos y en camas de hotel de cinco estrellas,
¿Qué más podemos añadir?
Casimiro llama a
Irene –no sabemos realmente como se llama, todas para él tienen el mismo nombre-,
se lubrican por teléfono, charlas viciosas sobre jugar al medievo con su coño.
Irene coge el coche y se presenta en su portal. Le avisa que baje, se meten en
el ascensor y empiezan a magrearse. Ella no lleva ropa interior pero ha traído
su caja de juguetes. El ascensor se cierra pero no sube. Se besan, se muerden,
se lastiman con palabras malsonantes mezcladas con declaraciones de amor
eterno. Irene le obliga a tumbarse en el frío suelo metálico. Ahí le golpea, le
humilla, le hunde con violencia el tacón de sus botas. Luego le obliga a
chuparlo. Saca un dildo
doble, lo ensaliva y, con un movimiento brusco, se lo mete en el coño. Se
muerde el labio y sonríe. Empieza a follarse a Casimiro con el otro extremo. Gritos.
Dolor. Orgasmo. Todo termina. Hay un destello de amor entre ellos, pero han
sido tan dañados que solo saben expresarlo justo antes de correrse. La puerta
del ascensor se abre e Irene vuelve al coche.
Despierto al día
siguiente, casi es de noche. Hoy tengo que trabajar. Vibraciones de dolor llenan
la estancia. Escancio un poco de vodka sobre zumo de naranja caducado. Es casi
la única motivación para despertarme. Huele a muerte, esquivo el cuerpo
putrefacto de Irene colgado de la viga del salón. Salgo. Me cruzo en el
ascensor con el tipo del gabán, el vecino del cuarto. No me disgusta, al menos
no parece que le guste comer mierda como al resto.
Llego a la reunión de alcohólicos anónimos totalmente
ido. Me he tomado dos copas más en un bar, no creo que el chicle esté
disimulando mucho mi aliento. Me siento al final del todo, junto a otro tipo. Me
mira de soslayo, empieza a sudar y se pasa la lengua por la boca. Nota el olor
a bebida, la exudo, pero debe de pensar que lo está imaginando. Le tiemblan las
manos. Me encanta hacer esto. Somos alcohólicos para siempre, venimos a estas
reuniones, a veces por compromiso, o por rutina, pero normalmente motivado porque notamos que
vamos a caer de nuevo. Este es de los últimos, soñando con el sabor del alcohol,
parándose un instante en cada bar, en cada pequeño colmado con ofertas de
bebida en su escaparate.
Me pongo a escuchar. Ahora está hablando Irene –otra-,
lleva nueve meses sin beber, dentro de poco le dejaran ver a su hija y está muy
emocionada, dice que no lo habría conseguido sin estas reuniones. La gente
aplaude. Realmente me gustaría que todo le fuera bien, su historia con el alcohol
es el menor de sus problemas. Una de las veces que vine la convencí para ir a
mi casa y allí nos emborrachamos. Si, de acuerdo, vengo aquí a ligar, me gusta
más que los bares, ¿algún problema? Todo fluía, pero cuando me bajé los
pantalones, me miro desilusionada y dijo que solo podíamos ser amigos. Tiene un
fetiche con las pollas grandes, es algo visceral que no puede evitar, necesita
sentirse empalada, como si tuviera un hueco, un vacío en su interior, que solo
pudiera llenar con una enorme y sonrosada polla. Me molestó bastante, pero es
buena chica, me hizo una felación de nivel meretriz triple A, y los meandros de
la violencia fueron atajados. Eso sucedió hace tres meses. Hemos quedado alguna
vez más, pero fue hace dos semanas, en medio de la típica borrachera
melancólica, cuando me confesó que todo era culpa de su padre. Estuvo abusando
de ella desde los seis hasta los trece años. Todo finalizó con un extraño accidente
doméstico -que no se llegó a investigar- que lo dejó eunuco y medio loco. Desde
entonces se encuentra ingresado en un hospital psiquiátrico, sin ninguna
mejoría aparente. Pero aunque se creía que Irene había superado todo ese
infierno sin mostrar secuelas, la imagen de aquella polla –enorme para una niña
de seis-, avanzando hacia ella por las noches, se grabó a fuego, y solo consigue
excitarse con alguien que tenga un badajo de unas medidas considerables.
Salgo un momento de la sala, doy un lingotazo a mi petaca.
"El
alcohol es como el amor. El primer beso es mágico, el segundo es íntimo, el
tercero es rutina. Después desnudas a la chica." Al volver me
cruzo en el pasillo con Irene, me guiña un ojo mientras juguetea con la ficha
dorada del nueve en medio, símbolo del tiempo de abstinencia, que acaba de
recibir. Me siento y sigo escuchando a los demás. Mi compañero de fila ha
dejado de temblar, está más calmado, empiezo a tener curiosidad, ¿Cuál será su
historia? No le había visto antes, o quizás no me había fijado porque nunca se ha
acercado al estrado a hablar, cosa normal, la gente busca escuchar, una tregua
en su propia historia. Alzo la vista, el estrado ahora está vacío, mudo,
expectante. Noto como se levanta, vaya, los deseos se hacen realidad. Pero al pasar delante de mí se echa la mano al bolsillo, me tira su ficha, y desaparece por la
puerta. Mierda, un brindis por otra recuperación
milagrosa.
Tengo sed. Voy al baño de mujeres. Me miro al espejo, no
sé si es la luz, pero veo mi cara cenicienta, los dientes parecen a punto de
derrumbarse sobre mis encías. Entra Irene –otra- Es una gorda enorme, de esas
que no sabes si tienen un problema de tiroides o demasiado tiempo libre para
comer. La pillo por detrás y la empotro contra la pared. Empieza a gritar y le
doy un par de tortazos, noto como en el segundo su nariz cede. Intento
metérsela entre esos pliegues inmensos de carne. No consigo discernir si estoy
dentro o fuera. Grita. La obligo a arrodillarse, vierto lo que queda de petaca
sobre mi polla y la obligo a mamármela. Ella me sonríe. ¡Oh, sí! Otro juego, somos
animales, ¿recordáis? Ella solo se excita si finjo una violación, ¿el enfermo soy yo? No, nadie, todo nace
del aburrimiento. Le escupo en la boca y grito cuatro obscenidades. Me agarra
la polla con fruición pero enseguida me canso y la sodomizo. Noto algo húmedo,
parece que no he sido el primero de la noche. No debería, pero eso me encabrona.
La agarro por el cuello y le obligo a meter la cabeza en el retrete, a lamer su
interior. Se pone a lloriquear pero sé que la gusta. Justo antes de correrme
pienso en la escena de la película “Lunas
De Hiel”, cuando Oscar se arrastra invalido por el suelo mientras Mimi habla
por teléfono despreocupada, y tiro de la cadena. No ha estado mal después de
todo.
Acudo a mi trabajo. Son las dos de la madrugada. Hay un
vacío en mi memoria en este punto. Lo siguiente que recuerdo es el sonido de la
cara de mi jefe ensangrentada siendo reestructurada por mis puños. Todo el
mundo observa sin hacer nada, un par de personas aplauden pero la mayoría sigue
cogiendo llamadas, quizás no esté pasando nada importante. Sigo durante un
rato, la sangre salpica mi camisa. Por fin alguien me coge por la espalda y me
intenta calmar. Solo se me ocurre sonreír y enseñar los dientes. Al final
deciden despedirme, no por lo que ha sucedido, todo el mundo cree que se ha hecho justicia, sino porque han descubierto mi lista negra en la impresora: un listado con los clientes más groseros que atendía y que, en mis ratos libres, me encargaba de dar de baja o utilizar sus datos bancarios para compras online.
Vuelvo a casa. Tengo un mes de paro, dos cadáveres y tres
botellas vacías. Descuelgo a Irene de la viga, el hedor es nauseabundo, el
cuerpo lleva descomponiéndose varios días. Pero es ella, Mi Irene, la única. Pongo la banda sonora
de Blade Runner. Beso su cuerpo putrefacto. Me gusta su sabor, se me empieza a
poner dura. En serio, Irene, te lo juro,
nunca más, nunca, volveré a confundir tu nombre en la cama, por favor,
perdóname. Me tumbo a su lado y la penetro. Algo cruje dentro de ella
cuando empujo demasiado fuerte. Esto es amor.
Sinceramente, Casimiro me parece un friki xD
ResponderEliminarA mi el que me gusta es el vecino del cuarto :p creo que es porque no tiene nombre y casi no cuentas nada de él. Eso me da más margen para poder idealizarlo a mi gusto, supongo que si dieras detalles más concretos terminaría también cogiéndole manía. Molaría que lo dejaras siempre como un extraño... o una posibilidad perdida :D
Un beso :)
El vecino del cuarto es, naturalmente, el mejor. Primero porque soy yo, y segundo porque, como tú bien señalas, no cuento nada de él. Funciona igual que mi anonimato, este no es un blog personal, ¿realmente soy teleoperador, realmente vivo solo y emborrachándome todos los días? Quí lo sá.
EliminarUn beso bella nínfula, espero disfrutes de la semana ;)
Me reafirmo, Casimiro es un tipo especial, y ahora entiendo por qué sólo yo empatizo con el demente. El porno duro sugiere e inspira tanto como un trago alargado durante la madrugada. Y a mí me encanta tu mente curva y tu imaginación maquiavélica. Como también me encanta la combinación erótica/orgásmica con el drama social, personal, sentimental.
ResponderEliminarMe alegra saber que has salido intacto después de esta expansión. He disfrutado mucho el texto, espero seguir leyendo cosas así.
Un beso de gaviota con las alas que cortaste ( y sí hay que tenerte en cuenta, para todo…)
Pd – al final todos odiaran a la tal Irene.
No creas que he salido intacto del todo, tengo el cerebro escondido entre algodones, ayer me excedí en todos los aspectos, menos mal que eso siempre viene asociado con grandes dosis de placer. Anyway, ¿usted cree que es justo que se confirme la visita de un amigo del sur, que me tendrá alejado de estos ámbitos toda la semana, mientras que las mujeres guapas, ansiosas de sexo, eluden mi compañía con ingratas excusas?
EliminarNo, no creo que sea ese un buen trato. ¿Alguna forma de compensarme, videos, fotos, escritos, mails de amor?
En cuanto al texto, me agrada recibir sus palabras, a veces me releo y me cuestiono el motivo de.
Casimiro entendió a las malas que no se debe de olvidar el nombre de una mujer en la cama, pero de todas formas la verdadera Irene Adler todavía no ha aparecido por mis párrafos, nadie podría odiarla.
Besos de halcón.
Creo que hay un obispo que se llama Casimiro xD jajaja
ResponderEliminarJoder, Dominga. ¿Sabes que Domingo es una palabra que proviene del latín y significa "Día del señor"? xD jajajaja encima feladora vocacional!! jajaja
Brutal tu reflexión en la ducha!
Haces una versión interesante de Drive.
"Tengo un mes de paro, dos cadávers y tres botellas vacías."
Me encanta Rachel la replicante.
Besos!
Conozco a alguien con ese nombre, y desde luego no tiene un comportamiento ejemplar, cosa realmente poco importante porque lo más molesto es que no sea una feladora vocacional, creo que hay cosas que hay que intentar compensar de alguna manera.
EliminarMe gusta que hayas captado esa parodia al momento romántico/violento de Drive.
Blade Runner siempre será una película fascinante, entre otras cosas por Rachel claro, ¿versión del director o la normal?
Cuídate. Besos.
Adoro tus cuentos!
ResponderEliminar;)
EliminarMe gusta! Hoy, que estoy contra el mundo, que si no me contuviese mataría funcionarios catana en mano, hoy me hacía falta algo salvaje y violento. Gracias XD
ResponderEliminarSaluda al pájaro azul, y dile que hoy no lo he echado de menos.
Un beso!
Ja, ja, menos mal que vamos sincronizados, ya esperaba una fuga de seguidoras ;)
EliminarBesos.
jajaja No es nada coherente este Casimiro tuyo ¿sabes M? como su ídolo Nattramn, debería dedicarse a sentir el placer de esas cuchilladas en carne propia y no haciendo picadillo por ahí a la gente ¡¡joo, vaya carnicería!! :-) Es increíble lo bien que dibujas con palabras, escenas terroríficas...
ResponderEliminarMe ha hecho gracia porque al contrario que “a la inmensa mayoría” donde “...sale huyendo sin saber adónde: a donde el aire no apestase a muerto...” tu Casimiro ¡¡zaass!! de cabeza a revolcarse entre ellos jajaja me parece que de ahí no te vino la inspiración ¿verdad?... lo importante es que te vino y además, en cantidades industriales :))
Es curioso que nombres la película de Polanski, creo que retrata la autodestrucción de dos, minuto a minuto a la perfección ¡¡ a veces no necesitamos ningún enemigo!! nos bastamos solitos para autoaniquilarnos...
Y esa zurra al jefe jajaja seguro que es un deseo sublimado... bueno, de la mayoría...sólo que tus compis son unos cobardicas:))
Muchos besos M, que disfrutes con tu amigo andaluz.
Gracias por el comentario, siento no haberte contestado en su momento. No soy nada violento, de hecho nunca me he metido en ninguna pelea. Y teniendo en cuenta mi celibato forzoso, no sé qué conclusiones sacar de que solo hable de sexo y violencia con imágenes tan prístinas a veces.
EliminarEn cualquier caso es como la película de Polanski, existe, y nos gusta ser público de alguna manera.
Mi jefa es encantadora, pero pensé en Fight Club.
Un beso encantadora de decadentes.
Bueno, empiezo ahora a conocer al vecindario, hay que reconocer que son un poco particulares y me llevará algún tiempo. Empezaré por el del cuarto.. ¿si?
ResponderEliminarBesos porque me encantas!
Ten cuidado con el tipo del cuarto, he oído que en vez de muñecas hinchables, usa sucedáneos literarios.
EliminarJa, ja, me gusta eso de “encantar” besos reconcentrados para ti.
Madre mía, que orgía de sangre te has montado! Bueno, tú no, Casimiro. Lo bueno es que está bien escrito y casi he podido visualizar todo lo que hace semejante especimen. Lo malo es que está bien escrito y casi he podido visualizar todo lo que hace semejante especimen. Me quedo con lo bueno ;)
ResponderEliminarBesos!
Quédate siempre con lo bueno ;)
EliminarUn abrazo.
Perturbador. Muy bien escrito, pero perturbador.
ResponderEliminar