Creo que voy a morir pronto. Tengo solo treinta y cuatro, lo sé,
soy joven, productivo todavía para la cadena de montaje de esta sociedad,
aunque el futuro sean las pensiones privadas. Pero no estoy bien. No me siento
bien. No llevo una vida normal. Me embargan pensamientos que provocan que cada
vez me resulte más difícil levantarme de la cama. Es cierto que de momento me
puedo permitir seguir viviendo así, en esta habitación alquilada, solo,
trabajando de noche los fines de semana. Pero me estoy quebrando.
La gente me pregunta porque leo tanto: simple supervivencia, escapismo mental, termino un libro y cojo el siguiente, a veces ni siquiera disfruto con ellos. Hoy no tenía ganas de leer, abulia mental, o quizá incapacidad para superar mi mediocridad. A eso de las cinco de la tarde me he metido de nuevo en la cama. A dormir. A irme. Creo que podría hacerme adicto a las benzodiazepinas. Debería. He despertado de madrugada. Sin comida en la nevera, con aliento de resaca. Llevo desde el domingo sin hablar con nadie. La comunicación a veces es dolor. Escribamos.
La gente me pregunta porque leo tanto: simple supervivencia, escapismo mental, termino un libro y cojo el siguiente, a veces ni siquiera disfruto con ellos. Hoy no tenía ganas de leer, abulia mental, o quizá incapacidad para superar mi mediocridad. A eso de las cinco de la tarde me he metido de nuevo en la cama. A dormir. A irme. Creo que podría hacerme adicto a las benzodiazepinas. Debería. He despertado de madrugada. Sin comida en la nevera, con aliento de resaca. Llevo desde el domingo sin hablar con nadie. La comunicación a veces es dolor. Escribamos.
Creo que es difícil expresar las cosas importantes, al menos
las que son importantes para ti, porque suenan ridículas dichas en voz alta.
Nos sentimos demasiado expuestos, frágiles ante el escrutinio ajeno, ante su
crueldad. Porque la gente es cruel, es lo único que resulta sencillo para
todos.
Supongo que solo me pueden
entender las personas que les gusta la literatura, que tienden a empatizar con
personajes que no existen, a desear que existan, a enamorarse de ellos, a
buscarlos, En el fondo perder esa inocencia es un proceso normal, una inercia
como la muerte metafórica de tus padres. Aunque creo que esa incapacidad de
ensoñación nos convierte en personas más tristes.
Cuando tuve mi época
Amélie, no fue solo porque era una representación de todo lo que sentía y
sufría por ella. No, era algo más,
representaba un romanticismo todavía perenne en mi espíritu que había olvidado.
Las canciones hablaban de mí, las películas me emocionaban. Me comunicaba con
ella sin cinismo, directamente desde mi mundo interior y cuando terminaba, y
ella me sonreía, sentía como las piezas iban encajando. Y aunque no me
correspondía, me entendía, sentíamos cierta armonía en nuestros anhelos, en
nuestras fantasías, en nuestras ternuras. Existe
un lado cínico, pero este párrafo no es el lugar adecuado.
Y Amélie, con sus miedos, sus
pensamientos, su álbum de fotos desechadas, sus piedras, su enano de jardín, consiguió
brevemente que pensara que merecía la pena el peaje de sentir. El romanticismo es como literaturizar, es un engaño en sí
mismo, pones el foco emocional sobre unas cosas dejando en sombra otras. Pero
de alguna extraña manera eres feliz, que al final es lo importante. Y a veces,
después, el apego consigue que Ella se transforme en un hogar permanente, en un
ancla de significado al que siempre quieres volver. No hablo de dependencias,
aunque las haya, hablo de tener fe. No
en Dios, el Estado, El Trabajo o la Familia, sino en el Amor. En ese extraño
cumulo de sentimientos que no deja de ser una oda suprema a la irrealidad.
Ahora ya estoy totalmente
vacío de ese sentimiento, curado, como una metáfora de la fiebre del enfermo
que desaparece justo antes de morir. Quizá sea un momento de lucidez en una
carrera que me empeñaba en correr de espaldas, pero hay cosas que no podemos
elegir como nos afectan.
Recuerdo cuando esa
sensación latía con más fuerza en mí. Fue en EGB, cuando estuve perdidamente
enamorado de Patricia. Nunca le dije nada. Me conformaba con el platonismo, con
mirarla de lejos. Creía que sería difícil recordarla pero no es cierto: era una
chica morena de pelo largo, nariz pequeña, destacaba por su inteligencia, muy
aplicada en clase, tenía carácter, altiva, con toques rebeldes pero solo
insinuantes el último año. Buena persona, intentaba hacer siempre lo correcto.
Pero yo era terriblemente
tímido en la escuela, supongo que no sabía muy bien cómo comportarme, no tenía
hermanos, vivía prácticamente solo, sin visitas, me dedicaba simplemente a jugar
delante del televisión y a leer. Mi desconocimiento del género femenino era brutal.
Cuando tenía catorce años,
justo antes de entrar en el instituto, fue cuando vi la serie. Kimagure Orange Road. Cuando la
emitieron en Tele 5 le cambiaron el nombre por Johnny y sus amigos. Era un shojo anime, un triángulo amoroso. Un
chico con poderes psíquicos –Kyosuke- llega nuevo a la ciudad, se encuentra con
una chica –Madoka Ayukawa- en un parque, al final de una escalera de cien
escalones, y surge la atracción. Pero al llegar al instituto conoce a otra
chica –Hikaru- que se enamora de él y que resulta ser la mejor amiga de la
primera. Madoka mantiene una lucha interior entre su amistad con Hikaru y los
sentimientos hacía Kyosuke, y el susodicho nunca tiene muy claro que hacer, es
tremendamente indeciso y por otro lado tiene que esconder que tiene poderes, lo
cual siempre acaba metiéndole en problemas a él y al resto de su familia. Hay
muchos personajes secundarios que apoyan los tintes de comedia. Hoy en día esta
trama nos parecería demasiado ingenua, pero por aquel entonces –la serie data
de finales de los ochenta aunque aquí se emitiera cinco años después-, tanta
candidez no chocaba. También hay que tener en cuenta la mentalidad japonesa y la
forma de afrontar sus relaciones de pareja, el contacto físico, un beso, para
ellos requiere mucho más tiempo y es más trascendente.
Pero aparte de esa mezcla
de romanticismo, comedia y ciencia ficción, teníamos a Madoka Ayukawa. Aunque el
manga data de 1984, sigue siendo uno de los personajes femeninos más
inolvidables de toda la historia del comic. Es la perfección arrodillándose
ante sus ojos verdes y su pelo negro azabache de brillos violáceos. Atractiva, con
un toque de voluptuosa adolescencia, romántica, con carácter, capaz de dar una
bofetada a nuestro protagonista, con razón o sin ella, a la mínima excusa,
incapaz de mentir, con un acusado sentido de la justicia, amante de la música -tocaba
el saxofón y más adelante el piano-, con un pasado de pandillera poco claro,
deportista, valiente. No había nada que no hiciera bien. Aparte de su debilidad
por Kyosuke y el miedo a los fantasmas, no muestra ninguna grieta en su
carácter.
La serie duro 48
capítulos, de los cuales me debí ver en su momento la mitad. Me impactó
muchísimo, pero no había internet –era 1992-, por lo cual me quedé frustrado. Pero se había producido un
cambio… series como Dragon Ball, City Hunter –que trataba de un investigador
privado que siempre quería meterse en la cama con sus clientas-, Sant Seiya se
emitían en la televisión. Akira se proyectó en los cines. El puño de estrella
del norte se editaba en video. Pero todo fue muy lento, farragoso, se editaban
mangas que vendían en Japón en formato tankōbon, como si fueran comics
americano destrozándolos con el cambio de formato, sacaban películas en video
con doblajes pésimos, dividiéndolas en dos partes para vender el
doble. Un desastre. Pero algo bueno sobrevino de todo esto y fueron los
fanzines, los salones del manga, las tiendas de importación. Volví a ver la
serie, esta vez entera, y empecé con mi obsesión de acumular material, posters,
cds con la banda sonora, fanzines con cualquier mención, libros de
ilustraciones, Ovas, el manga en francés porque aquí nunca llego a salir
completo. Supongo que si fuera ahora, solo tendría que bajarlo de internet y en
un mes, sin apenas esfuerzo, ya habría agotado la experiencia. Pero en aquellos
años, para bien o para mal, todo era nuevo y mucho más lento. La gente se
reunía en las tiendas de comic, intercambiaba material, creábamos fanzines, mailing
list que se fotocopiaban y distribuían en cada provincia, se enviaba material o
copias de vhs por correo simplemente por el hecho de compartir. Ahora también
hay cosas así, solo hay que ver la cantidad de foros o de gente que, por
ejemplo, se dedican a subtitular series.
Toda esta obsesión
transcurrió paralela a mi nula vida sentimental. Buscaba a esa mujer perfecta,
no porque estuviera enamorado de un dibujo animado, pero sí de lo que representaba para mí.
Rechazaba en la búsqueda de ese ideal y cuando creía encontrarlo, era a mí, a
veces con talento y en otras ocasiones con crudeza, a quien rechazaban.
La verdad es que mi etapa
en el instituto nunca llegó a acabar. Tampoco hubo mucha miseria. Yo era un
buen estudiante, era inteligente, no tenía que coger apuntes ni estudiar. Pero
me junté con la gente errónea. Y ni siquiera por una convicción de rebelde,
simplemente porque fueron los primeros en aceptarme. Pasaron los años, y nunca
llegué a acceder a la universidad, mataba las preguntas bebiendo a diario, drogándome
a diario. A veces me daba por trabajar unos meses y observaba a la gente de mí
alrededor mientras se reían por las cosas más estúpidas. No entendía porque no
se hacían preguntas, porque estaban
tan felices acumulando sin más un día tras otro. Pero… ¿y yo? Tenía las
preguntas, las respuestas, y sin embargo estaba allí, con ellos, ¿Qué andaba mal conmigo, porque no quería buscar algo que me
sirviera también a mí? ¿Era miedo a implicarme y fracasar, era simple
indolencia? Luego me quedé solo. En parte porque era un cretino, en parte
porque empecé a aborrecer a la gente. O quizás la gente me asustaba. Hay una
línea muy tenue entre esas dos circunstancias.
Mi madre, con la cual
nunca he tenido una gran relación, me dejó ocupar una casa familiar y me
abandoné ahí. Cuando te aíslas tanto, todo empieza a perder importancia, el
abotargamiento te impide valorar el paso del tiempo, no hay nada que tenga
valor a tu alrededor.
Por culminar la historia,
y llegar a alguna conclusión solo entendible por mí, diré que al final terminé follando
por primera vez con una chiquilla que no representaba ninguno de mis ideales.
Estaba tan borracho que no me enteré de nada. Cuando al día siguiente quiso
repetir la eché de casa. Así de majo era yo por aquel entonces.
Lo que vino después fueron
una serie de relaciones sin ningún ápice de romanticismo, ¿para qué? Realmente
tampoco tenía mucho valor, y el sexo, ese enemigo natural de la religión que
tanta represión y neurosis ha provocado, nunca me pareció realmente para tanto.
Forzando la elipsis diré
que hace unos años editaron la serie completa en dvd con el doblaje original,
extras, todo bastante trabajado, incluso las canciones dobladas. Uno de los que
se habían encargado de ello era un conocido mío por fanzines de Madrid, freak
pero aplicado.
Cuando la volví a ver,
después de tantos años, no sentí nada, incluso he de reconocer que la tal Madoka
me pareció un personaje bastante fastidioso. A mi novia P. le fascinó, se hizo
fan, y reflejaba mi propia pasión de hacia una década. En ese momento ya supe
que nuestra relación no tenía futuro, mi yo actual no estaba a la altura de su
romanticismo, y ella, a su vez, no tenía el potencial de rescatar a ese antiguo
yo, cándido e idealista, que había sido en mi juventud, ya en ese momento, tan
lejana.
"Cierta noche me encontraba sentado en la cama de habitación de la pensión de Bunker Hill en que me hospedaba en el centro mismo de Los Ángeles. Era una noche de importancia vital para mí, ya que tenía que tomar una decisión relativa a la pensión. O pagaba o me iba: es lo que decía la nota, la nota que la dueña me había deslizado por debajo de la puerta. Un problema relevante, merecedor de una atención enorme. Lo resolví apagando la luz y echándome a dormir."
"Cierta noche me encontraba sentado en la cama de habitación de la pensión de Bunker Hill en que me hospedaba en el centro mismo de Los Ángeles. Era una noche de importancia vital para mí, ya que tenía que tomar una decisión relativa a la pensión. O pagaba o me iba: es lo que decía la nota, la nota que la dueña me había deslizado por debajo de la puerta. Un problema relevante, merecedor de una atención enorme. Lo resolví apagando la luz y echándome a dormir."
Pregúntale al polvo / John Fante.
¿Sabes qué he aprendido yo con los años? que el amor, o el sexo o la vida en pareja, como quieras llamarlo, sólo es realmente válido y pleno (tal vez incluso duradero) si sirve para que aprendas algo y habitualmente sólo se aprende cuando ese alguien es muy distinto a tu ideal mental, cuando te fuerza a amar otras realidades, otras maneras de ser o entender la vida. ¿Por qué no abandonarse a eso, en lugar de abandonarse al alcohol y la soledad?
ResponderEliminarSí, hay una palabra para lo que indicas, “Sinergia”, para encajar las piezas no podemos ser totalmente iguales, la sorpresa o la admiración siempre dependen de cosas que no tenemos o no somos capaces de hacer. Te agradezco tu punto de vista, pero ya sabes, ya sabes…ya sabes…soy de los que apagan la luz y se echan a dormir :)
EliminarY dicho lo cual, sí, voy a comer algo y me voy a trabajar, a ver qué sucede hoy.
Besos de aguamarina.
Me recuerdas a Meursault. Uno va decorando su búnker hasta darse cuenta de que no puede dar un paso fuera de él...yo tengo cierta esperanza en que hay que aventurarse a salir, por muy bien que se sepa lo que hay fuera. Como bien dices hay algunos que todavía te pueden entender.
ResponderEliminarP.D: Gustavvv Mahlerr, joder, puro amor xd
ResponderEliminarBueno, si te soy sincero, soy de los que espera que algo exterior haga el trabajo sucio y me saque de la inercia, no sabría decirte si debería de ser una mujer o una orden de desahucio…xD
EliminarDe ahí la palabras de John Fante. Refleja mucho mi personalidad.
En cualquier caso todo está siendo muy útil, voy aprendiendo lo que os emociona a las mujeres inteligentes, Mahler y Cortázar. Estoy apuntando todo en una libretita, si algún día salgo de aquí va a resultar todo muy fácil :)
Feliz fin de semana.
¿El desencanto de la madurez precoz quizás? Sé el desencanto que se siente al ver de adulto animes, mangas o películas que, de niño, sencillamente te fascinaron y enamoraron. Todo es diferente, insulso, predecible y un tanto estúpido y casi te puede parecer un insulto para tu inteligencia.
ResponderEliminarPero igualmente terminas por admitir que, por aquel entonces, tu candidez e inocencia te perdían y terminabas por enamorarte de tales simplezas romanticonas y bobas que, hoy día, aunque te parezcan estúpidas, no pueden menos que sacarte un atisbo de esbozo de sonrisa al recordar aquellos tiempos.
Besos. :****
Pero yo te lo planteo al revés, el producto sigue siendo el mismo, ergo lo que ha cambiado ha sido nuestro interior, nosotros, ¿Cómo te sientes al darte cuenta de que has cambiado a peor? xP
EliminarNo me hagas caso, hoy estoy más animado, y sí, es verdad, tengo buenos recuerdos de la serie y de aquellos tiempos, ¿Quién sabe? A lo mejor en el futuro la veo con otra persona y siento cosas diferentes.
Un beso.
Intento asimilar todo lo que has escrito, pero ahora mismo tengo la cabeza como un bombo y solo retengo: Akira, Amélie y Mahler... mañana si eso, te vuelvo a leer! ;)
ResponderEliminarBesos griposos!
Recomendar libros es una estupidez, pero yo lo hago a menudo, porque soy estúpido. Estoy leyendo “El juego del ángel” de Carlos Ruiz Zafón, y si no lo has leído te lo recomiendo.
ResponderEliminarBueno, al tema. En cierto modo me identifico contigo en muchas de las situaciones que has pasado en tu vida. La niñez y la adolescencia son las etapas más importantes y las que más marcan el devenir. Creo que muchísima gente ha tenido un impacto en esas épocas, todo es nuevo para nosotros y según cómo venga, así lo asimilamos, si tenemos fuerzas, o no. También influye la genética en la manera de enfrentarse a los tiempos de picos altos y bajos. O eres una víctima, o eres un luchador, o simplemente, como tú, te encierras y te pierdes la vida. Perder la vida es pasar el día delante de un televisor, pero perder la vida también es vivir la de otros a través de las novelas. No sé, me imagino que los presos (a los que dan de comer y les ofrecen lecho), tienen muchísimas horas para leer. Bueno, no me lo imagino, lo sé; y sin embargo a mí no me gustaría estar preso. ¿Por qué? Porque entonces no podría realizar cualquier sueño. Tú no estás preso, sin embargo, por lo que veo, eres tú mismo el que se pone los barrotes. ¿Me equivoco? Vale, entonces me callo. ¡Je!
En otro orden de cosas, muchas veces he pensado que he nacido en el momento equivocado y en el lugar equivocado. Me gustaría haber vivido en los Estados Unidos de los años cincuenta o en el París de los sesenta. Pero eso me pasa si me pongo en la piel de un personaje que me fascina y que ha vivido en ese tiempo y en ese lugar. No caigo en que en ese tiempo y en esos lugares había las mismas tragedias que hay hoy en día. Es más, con mi forma de ser, ¿quién me dice a mí que no iba a ser tan feliz o infeliz como soy ahora? A lo mejor trabajaría recogiendo la mierda de los caballos en un establo, o como taxista. Y no sería un protagonista, sería de nuevo un figurante. O a lo mejor dedicaría toda mi vida (en tu caso) a leer y leer y beber y beber, y decir que todo es una mierda.
Todo es una mierda, estoy de acuerdo, pero coño, revuélvete en la mierda y VIVE con la poca libertad que puedas encontrar. Aunque huela. Creo que quejarse (y yo no paro de hacerlo) tiene su valor cuando intentando hacer algo ves las trabas para ello, y esas trabas son injustas. Pero quejarse sin haberse puesto manos a la obra es… ¿decadencia?, ¿perder una vida?
Un abrazo a la persona, un tirón de orejas al personaje.
O al revés.
PD- Échale huevos de una puta vez y saca tu potencial para TODO.
Fdo. Elena Francis.
(Perdona por el coniazo)
Uf, leer todo eso nada más levantarme ha sido duro.
EliminarEstoy de acuerdo en todo, excepto, claro está, que seas estúpido o que recomendar libros lo sea. Gracias por la recomendación, lo leí en su momento, cuando salió, me había encantado “El nombre del viento”
¿Qué añadir? Tienes razón, no me presto a autoengaños. Pero de momento, por taras propias de mi personalidad, seguiré así hasta que no aguante más. En algún momento me echarán de mi trabajo, o me quedaré sin compañero de piso o, como cambio inevitable, mi casera me subirá el alquiler a finales de año y tendré que buscarme la vida. Siempre me he movido por injerencias externas. Sé que estoy empeorando, pero necesito tocar fondo de alguna manera, no sé si me entiendes. Sé que es miedo a la vida, por resumir. Pero también veo todo tan absurdo, veo tan ajeno luchar por las cosas, por las personas, todo me parece una broma estúpida en la que participo y yo en ningún momento pedí esa participación ni voté estas reglas.
Durante el año pasado pensé que la solución sería una mujer, pero ahora no lo creo así, al revés, empeoró todo.
Pero bueno, también cargo mucho las tintas, no es todo tan desolador, tan tremendamente angustioso. No llevo una mala vida realmente, no voy a venderla, pero vivo bastante bien dadas las circunstancias.
En cualquier caso te agradezco sinceramente el interés, espero que esos proyectos de los que hablaste en tu blog y que te iban a mantener un poco alejados de la página en blanco te satisfagan y puedas ser un poco más feliz.
Un abrazo.
A mi lo tuyo me suena a depresión y si esperas a tocar fondo a lo mejor te quedas sin fuerzas para subir.¿Que tal un terapeuta?
ResponderEliminarPufff... que decaído te encuentro...
ResponderEliminartenías que haber echado el polvo con la asiática...
Al menos hubieras sentido algo de alivio... digo yo.
Es curioso. Últimamente te está dando fuerte por el post autobiográfico... hablas bastante de tu pasado, cuando antes sobre todo escribías sobre el presente o ficción- o idealizabas a alguna ex.- Mmmm, ¿A qué se debe? ¿Se acercan cambios quizá? ¿Alguna influencia bloggeril?
ResponderEliminarBueno, jajaja, se me va la cabeza..
Besos predicador ;)
Ya sabes que a ti siempre te respondo, quizás leo otros blogs como el de Marina y me dejo llevar, no me quiero aburrir, con los comentarios moderados es más fácil ser sincero. No creo que haya cambios, o tal vez sí, este semana es la clave, chorradas. pero me gusta variar. yo también leo lo que escribo.
EliminarUn beso nínfula.
Todos necesitamos de todos, ser una isla en un mundo globalizado cada día se vuelve más complicado, pero creo que el exhibicionismo no es lo más indicado. Hablar por hablar con un eco resonante que responde sin decir nada, que opina sin entender y que juzga con una libertad mal entendida, no hace más que subrayar un patetismo innecesario del que parece que busca una ayuda allá donde es inútil para algo vago e impreciso. Los improperios existenciales quedan bien en términos absolutos que refieren a dos o más clasificaciones, con escuetas pinceladas ejemplificantes que abarcan todo sin llegar a nada, pero el terreno personal lo vuelve todo farragoso, casi impúdico.
ResponderEliminarTe insisto de nuevo en lo mismo, recato. El ruido del teclado puede ser hipnótico desde el anonimato pero para el que se expone siempre termina por quedar algo, y nunca se sabe por donde saldrá la mierda a flote.
Que psicología la tuya Anónimo, la percepción que usas para montar el puzle es para felicitar. Solo te falta agradecer, pues de ello has aprendido, aun cuando sea un cuánto.
EliminarGracias a unos y otros, da gusto escucharos como si de una tertulia se tratara.
El ser humano es social, eso es así, por eso a los que no socializamos las cosas no nos van del todo bien.
ResponderEliminarNunca sé, ya te lo he dicho antes, cuánto de lo que escribes es real y cuánto ficticio... Pero si la tristeza que desprenden hoy tus palabras es real me preocuparé.
El problema en muchos casos es la búsqueda del ideal, nos educan y socializan en la idea de la media naranja (sí, aunque no guste aceptarlo). Si suprimieran las pelis de amor idílico y disney del imaginario popular los fabricantes de antidepresivos dejarían de cotizar al alza... Te digo esto no porque crea que no existe el amor, sino porque compreno perfectamente a qué te refieres con lo de "tener fe" y eso, querido mío, es lo que más daño causa cuando termina...
El amor existe, pero no es como en las películas o las novelas.