Es curioso cómo funcionan las asociaciones de ideas, recuerdo ahora como perdí la virginidad, como me atenazó en ese momento el mismo sentimiento de vacío, de insensibilidad. Tenía veinticinco años y quizás por miedo o más bien por orgullo, porque la persona que quería no tenía ni siquiera interés en mí, esperé. Hasta que apareció otro, otra relación turbulenta. Pero esta vez cedí, me acerqué a su casa y me folló. Sin velas, sin demasiado cariño, simplemente me puso encima de la cama a cuatro patas, me bajó las bragas y me folló. Y luego, con aire displicente, me pidió que me fuera.
Hay lágrimas que nunca caen, no por una tregua mal entendida, sino porque el dolor queda encapsulado dentro de ti. Sentía que me lo merecía, que en el fondo era lo correcto. Quitar importancia a los hechos. Y claro: seguí con él. Yo le escupía algún te quiero, y él me follaba mirando el reloj.
Cuando le dejé, después de año y medio, todavía extraviada en esa mezcla de obsesión y dependencia que es el amor, ya empecé a darme cuenta que algo dentro de mí no iba bien. Pero aún me sentía joven: me mudé de provincia, compré una casa, intenté moverme entre el escarceo sexual y la mentira.
Y ahora, mientras sollozo estúpidamente por este animal inútil, fétido, que se parapetaba detrás de su jaula sin apenas prestarme atención, me doy cuenta de lo sola que estoy. Pienso en llamar a alguien, pero es de madrugada. Me intento convencer que simplemente es una crisis ridícula, que tengo que mantener mi impostura de mujer dura y descastada, pero en el fondo sé que no tengo a nadie, ni siquiera mi familia, a la que tenga el valor de despertar. Me ahogo en este piso, tengo una bola de bilis y angustia florando en el estómago. Me asusto. Cojo el teléfono y marco ocho dígitos, mis dedos revolotean sobre el noveno y al final cuelgo.
Me conecto a internet, leo algunos blogs. Echo de menos al tal Rorschach, hace tiempo que no escribe nada, una vez superas su grandilocuencia infantil tiene algún destello escabroso que humedece mi alma. Le dejo otro mensaje. Sería gracioso vivir cerca y ni siquiera saberlo.
No puedo seguir en casa, cojo al hurón del congelador, tenemos que salir de aquí los dos. Se me ocurre subir a la azotea y arrojarlo desde allí. O quizás arrojarme yo misma. Vivo en una tregua permanente con este sentimiento, a veces me pienso subida a la cornisa, cerrando los ojos, mi mente haciendo un amago extraño superponiendo estampas de un futuro que prefiero no vivir. Y un instante después cayendo. Sin sonido.
Salgo y llamo al ascensor. Mierda, otra vez: no funciona. Vivo en un quinto, podría subir los otros siete pisos andando. Resoplo. Empiezo a subir escaleras. A pesar de las horas puedo vislumbrar algo de vida tras las puertas de mis vecinos, les escucho gritar, gemir –o su apocope en forma de golpecitos contra la pared-, un bebe llorando, teletienda en el televisor, videojuegos de guerra. Tan sola y tan acompañada. Por fin llego hasta la puerta azul metálica que da paso al tejado. Esta entreabierta, genial, seguro que mi imagen en camisón con un cadáver congelado en las manos causa furor en las reuniones de vecinos.
Suspiro -debo de suspirar más de cien veces al día-, y empujo la puerta. Sólo hay una persona, ni siquiera le conozco, cosa por otra parte normal. Es un tipo alto, delgado, con pinta de intelectual desaliñado. No parece peligroso, más bien indefenso ahí plantado, fumando un cigarro mientras mira a lontananza. Se gira sorprendido, supongo que él tampoco quería compañía
(…)
Esta amaneciendo, Me siento feliz. Ha sido una noche inolvidable. Intensa. Más intensa que cualquier cosa que haya sentido hasta entonces. No puede haber sido una simple casualidad que el ascensor dejase de funcionar y él decidiera salir a la azotea a respirar, que nos hayamos encontrado precisamente ahora. No puede ser casualidad que hayamos derretido esa fina e indistinguible capa de hielo que nos recubre en apenas unas horas de confidencias y abrazos. Le miro y es como vivir un presente superlativo en el que todo se detiene y cobra entidad, contorno. Ni siquiera se ha dado cuenta del efecto que me ha causado, de cómo me ha conquistado sin apenas esfuerzo, con esa mezcla de fragilidad y fatalismo que tanto me conmueve.
Quiero hacer las cosas despacio, me despido con un travieso beso en la comisura de sus labios y una sonrisa. Me giro antes de traspasar la puerta metálica y una punzada de decepción me traspasa cuando veo que se ha dado la vuelta y ya no me mira.
Da igual, soy feliz. Es él. Sin duda. Bajo los escalones de tres en tres, paso delante de mi puerta y decido que voy a comprar el desayuno fuera, sonrío al recordar el final del pobre hurón entre la elegía humorística y el panegírico. Llego exhausta al vestíbulo. Me paro un instante delante del portal del edificio, sin salir. Cierro los ojos. Me pienso. De pronto ese golpe brutal, un sonido de aplastamiento. Se escuchan gritos y veo pasar a varias personas corriendo como sombras. Dejo de respirar.
A la vez, detrás, algo hace contacto y el ascensor empieza a funcionar.
La vida sigue girando.
¿Por qué me estoy riendo? Esa manía que tenemos las mujeres de creer en El...
ResponderEliminarUn beso.
Brutal! Me ha encantado,en serio. Un beso guapo.
ResponderEliminarDespués de esto, tendremos que "aguantar" que digas que no escribes bien y que los halagos de tus "fans" no están justificados...
ResponderEliminarCagu en dena!... es "pa" darte collejones.
Un escrito del que se pueden sacar un montón de cosas, del que uno se podría tirar horas hablando y encontrando muchísimos matices.
Te pongo un 9.75 :-)
Besos!
Excelente!
ResponderEliminarBesos.
Gracias. No hubiera podido soportar, o más bien no me hubiera creído, un final feliz.
ResponderEliminarFeliz finde! ;)
Creo que es el mejor relato de todos los que te he leído. El final es terrible e inesperado (olvidé que eras tú quien lo había escrito). Joder, Rorschach, es buenísimo!
ResponderEliminarJoerrrrr.
ResponderEliminarY yo que pensaba que no me podías llegar a sorprender....
ResponderEliminarEsta vez te has lucido. Ya estaba pensando yo "que mono, que tierno". Pero no... siempre me gustará la línea decadente. Me alegra saber que lo tuyo ya está muy avanzado... :)
ResponderEliminarbesitos
Otra resaca al bolsillo, junto a las pelusas y las oportunidades perdidas.
ResponderEliminarJulieta: También nosotros creamos a ELLA, y a veces coincidimos y durante unos meses merece la pena vivir en esta bola de estiércol.
Muchos besos Clementine
Celia: Hoy sábado sí que tienes que hacer cosas, eso de quedarse un viernes en la cama tan pronto me parece inviable. Que no se vuelva a repetir…xP
Me alegra que te haya gustado. Un beso. O dos.
Onara: ¿le pones un 9,75 al salto? Bueno, menos mal que no tiene otra oportunidad para subir nota. Nos conformamos los dos…xP
Soy un decadente, la esencia es hablar mal de uno mismo, pero me alegra que te haya gustado.
Muchos besos y buen fin de semana.
Chatnoir: ¿Me vas a enviar alguna chocolatina como premio, mi querida druga? xD
SaSSeNaCH: Ja, ja. Bueno, no sé, a mí me gustan los finales felices, y estoy seguro de que podría escribir un buen final feliz para ti. Desgraciadamente en este caso me puse a escribir porque se me ocurrió la idea de un suicida que coincide con una chica por la noche en un tejado. Pero al final la protagonista da un poco de pena, demasiada introspección. Y sí, es posible enamorarte en un instante, en unas horas.
Busca un final feliz este fin de semana. Besos.
Lili: Bueno, gracias, veo que el truco protagonista mujer y final trágico funciona con vosotras…xP
Me estáis metiendo presión para el siguiente…xD
Besos guapa.
Pseudosocióloga: Ese es el problema, que de “joeer” nada de nada.
Un abrazo.
A solas con Lucia: Normalmente sorprender siempre sorprendo, para mal claro. Y en poco tiempo.
Me encanta tu foto. Un beso….
Lunática: Hasta que no me tenga novia, aquí todos son finales decadentes, tengo que sublimar mi soledad de alguna forma…xD
Sí, lo mío ya no tiene solución estoy abducido por el blog.
Besos guapa, a ti no te digo nada, sé que siempre aprovechas cada segundo.
Abrazo tierno.
Hoy saldré. me quedo con un beso de tren. que te sea leve la tarde/noche.
ResponderEliminarBueno, bueno, buenísimo.
ResponderEliminarEs la primera vez que acudo a este espacio pero ya te aseguro que no será la última.
¡Genial!
Me gusta cuando el personaje principal es una mujer y escribes en primera persona. Te sienta muy bien la decadencia en femenino. Escribes tal y como hablaríamos cualquiera de nosotras. Muy inspirado.
ResponderEliminarBesos
Cuando estaba ya casi sonriendo, justo a puntisimo, PUM! El idiota del tejado se tira... La verdad no sé de que me sorprendo siendo tú el que escribe ajjajjaja Supongo que aunque me encante la decadencia, aun tengo presente aquellas historias de principes salvando princesas y al reves.
ResponderEliminarUn beso gordo! :)
Que pasa que antes de escribir el post nos leimos las criticas de cine ¿no? Yo pense que sole te gustaba la literatura y la musica. Lo de leer sobre cines sera por puro colegueo entonces.
ResponderEliminarTiene un final maravilloso...Ese chico iba a lanzarse si o si ¿ que hay de interesante en eso ?...pero esa chica...esa chica queria seguir viviendo, pero no luchando...Hubiese decidido su final en un arrebato...pero él...estaba ahí.
ResponderEliminarBuff, me he dejado algún comentario por aquí…
ResponderEliminarArwen: Sí, has cogido la esencia del relato, tenía en la cabeza la idea de una chica que sube al tejado para digamos “fantasear” sobre la idea del suicidio y se encontraba con alguien que estaba decidido a hacerlo, de algún modo él la ayudaba a plantearse las cosas de otro modo y sin embargo, cuando se quedaba solo saltaba. Lo demás fue accesorio.
Un abrazo.
Anónimo: Ni puta idea de lo que estás hablando tonto del culo, pero si has visto una película parecida me alegro por ti, te ahorras demostrar tu analfabetismo funcional creyendo que comprendes algo y sin tener ni idea de nada.
Todos los gilipollas son incapaces de ponerse un nombre antes de poner un comentario, no falla.
Eidertxis: La idea es lo que le he comentado a Arwen, pero ya sabes cómo funciona la vida real, quizá si hubieras sido tú esa chica él hubiera dudado antes de tirarse…¿Quién sabe?
Un beso.
A veces…: He vivido toda mi vida con mujeres, algo se queda….besos guapa.
Sergio: Gracias por pasarte por aquí y perdona que te conteste tan tarde. Espero que te siga gustando lo demás.
Celia: Besos desde el futuro.
Creo que si hubiera tenido final feliz hubiera cerrado el blog y no hubiera vuelto jamás. Gracias.
ResponderEliminarxDDD
ResponderEliminarLos finales felices también son necesarios de vez en cuando, ¿no te mereces tú un final feliz?
Un saludo.
Demasiados finales de algodón de azúcar pueblan la literatura, ¿no cree?
ResponderEliminarGracias por sacarlo a la luz de nuevo.
ResponderEliminarTengo la mano en la boca( bueno tenía, mientras tecleo no puedo), y los ojos como platos, y me cuelgan aplausos de las orejas. Tú no eres poeta, eres mago o un semidios de la imagen y las letras.
Me encantaría que me lo firmases, lástima de virtualidad, es casi como el hurón
un besazo!!!!
Gracias por el comentario. Sí, tengo alguna joya escondida entre las entradas antiguas, ahora estoy borrando y reescribiendo algunas, es divertido porque después de tres años hay muchas que ni recuerdo, aunque supongo que estar siempre borracho por las noches no ayuda a fijar las ideas en mi cabeza…xD
EliminarEn cualquier caso haré la exhumación de algunas más sólo por Google+, así no saturo a nadie ;)
Un beso.