domingo, 12 de agosto de 2018

¿Por qué crear es tan importante para el desarrollo personal y por qué apenas nadie lo hace?

Porque la sociedad, el Estado, la educación, el consumismo… todo nos empuja al embrutecimiento, a no pensar nada por nosotros mismos y que nuestras acciones sean uniformes y homogéneas. Yo creo que la creación, o cualquier actividad artística que te permita expresarte, provoca un encuentro contigo mismo, aislarte durante un rato de todo ese rodillo mental. Y aunque sea sutil es la diferencia entre sobrevivir o vivir con cierta intensidad, lucidez o trascendencia, busca la palabra que más te guste. Apenas nadie lo hace porque, como diría cierto filósofo coreano, hemos pasado de la sociedad del ser a la del tener, y ahora de la del tener a la del aparentar… cualquier cosa en la que no puedas destacar fácilmente o que no puedas monetizar parece no tener mucho sentido, y olvidamos los versos de Machado “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, que implican que lo importante es mantener la pasión, como explica en otros versos suyos: "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazón.”


En un relato de Charles Bukowski aparece el siguiente diálogo:
-¿Por qué no te buscas un trabajo decente?
-No hay ningún trabajo decente. Si un escritor abandona la creación, está muerto.
-¡Oh, vamos, Carl! Hay millones de personas en el mundo que no trabajan en la creación. Quieres decir que están muertas?
-Sí.

Desde un punto artístico es posible que tenga razón. Tenemos cada día una media de dos horas de ocio puro, de tiempo que podemos dedicarnos solo a nosotros (la cifra puede variar para cada uno, naturalmente, pero si te pones a pensar todo el tiempo que pierdes en el trabajo, obligaciones sociales y familiares, transporte, colas, preparar comida, limpiar, etcétera, tampoco creas que sube mucho), y es el modo en que empleas ese tiempo el que te define. Entiendo que hay gente que prefiere ser feliz y no complicarse la vida, no frustrarse intentando embarcarse en la tarea (titánica) de escribir un libro o tocar la guitarra con cierto virtuosismo, pero creo que no somos nuestro trabajo, ni nuestra cuenta bancaria, ni nuestras conquistas sexuales y/o sentimentales... creo que nuestra singularidad depende mucho más de factores internos que externos.

           Pero da mucha pereza, el ahorro energético del cerebro tiende más a la zona de confort y las rutinas preestablecidas, que a la novedad, la revisión y el aprendizaje continuo. Por ello nos conformamos con cierto trasunto de singularidad basada en el consumismo, en eludir el agravio comparativo y en el escapismo especializado. La publicidad pone el baremo intelectual de su audiencia en lo más bajo y convierte la idiocracia en el nuevo canon universal. Mozart no existiría en la sociedad actual, su potencialidad hubiera quedado eclipsada por esa conjura tácita de necios y mediocres en la que destacar demasiado supone una ofensa. La actividad artística en este contexto es una herramienta de supervivencia, el equivalente a un spray de pimienta en una ciudad llena de delincuentes. Puede que sea una guerra perdida, pero la victoria moral no te la puede arrebatar nadie.

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